Philip K. Dick
La realidad no es lo que parece

Joe D'Allessandro


"Tomado de acuerdo con las instrucciones, Ubik le deparará un sueño ininterrumpido y un despertar libre de molestias. Con Ubik usted se levantará fresco como una rosa y dispuesto a enfrentarse a esos pequeños problemas que le preocupan cada día. No exceda la dosis aconsejada."

"Ubik", Philip K. Dick, 1969.

Puede que nunca hayan oído el nombre de Philip K. Dick, si acaso les suene como un tipo que escribió la novela en la que se basó Ridley Scott para hacer su mitificada "Blade Runner". Dick no sólo escribió cerca de cincuenta novelas, buena parte de ellas tan increíbles como imprescindibles, además de varios cientos de relatos y cuentos, sino que es uno de los autores más influyentes de éso -hoy casi desaparecido- que se dio en llamar la Contracultura. Por si éso no basta, es, además, uno de los escritores de cabecera de Mondo Brutto. Lean, lean y sabrán por qué.

Nuestra bizarra historia empieza, cómo no, en América del Norte. Concretamente en la ciudad de Chicago un frío día de diciembre de 1928 cuando la señora Dorothy Dick da a luz a dos gemelos sietemesinos a los que ella, y el señor Dick, don Edgar, pusieron por nombres Philip Kindred y Jane Charlotte. La vida de Philip K. Dick quedaría marcada desde el principio: un mes y once días después de nacer, su pequeña hermana Jane moría por no ser llevada a tiempo al médico. Dick se convirtió así en hijo único. Y de algún modo también en viudo: toda su obra está trufadita de Janes, de atractivas mujeres de pelo moreno en las que él imaginaba a su desaparecida hermana, cuando no, de referencias explícitas a ella. De hecho, para Dick el espíritu de Jane vivió siempre como un segundo ser vivo en su interior, como el ente telépata que habitaba en el interior del focomelo mutante en su novela "Doctor Bloodmoney" ("El Doctor Moneda Sangrienta"/1965). De hecho, una de las pocas cosas que estaban claras casi cincuenta y cuatro años después, cuando murió el maestro, fue dónde debía ser enterrado: con su hermana, en la tumba que él había encargado y en cuya lápida doble aún puede leerse "Jane C. & Philip K. Twins".

La muerte de la minúscula Jane, de la que Phil nunca llegó a tener un recuerdo consciente, acabó también con la Unidad Familiar Dick, como diría hoy un ministro. Pero vayamos por partes. En 1929 Edgar Dick, honrado funcionario del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, consigue un traslado a San Francisco y la familia de tres miembros se muda a la soleada California. Tras varios cambios de residencia, dos años después de llegar se asientan definitivamente en Berkeley. El padre de Dick, totalmente dominado por su esposa, se había convertido para ésta en la encarnación de la culpa por la muerte de Jane (que, sin embargo, Phil siempre atribuyó a su madre). El caso es que en 1933 Dorothy y Edgar se divorcian, quedando el pequeño Phil bajo custodia materna en Berkeley.

La mamá de Dick era lo que se dice una bruja dominanta y manipuladora que afectó al acomplejado muchacho hasta tal punto que Phil dijo odiarla hasta el día de su muerte. Para que se hagan una idea del carácter de su madre, baste saber que la buena mujer, en un gesto sólo concebible en una mentalidad americana, consultó con su psiquiatra si debía o no divorciarse, temerosa de que la separación fuera a afectar psicológicamente al niño (¡¡??). Pese a las palabras de consuelo del psiquiatra, el pequeño Phil se convirtió en un muchacho retraído e introvertido, que vivía con su madre e iba al Colegio Hillside en Berkeley, localidad que por aquel entonces -los años 30 y 40- no era todavía la Tierra Prometida para los librepensadores en que luego devino. Pero el colegio y las actividades que le son propias, no eran precisamente lo que más le interesaba a Dick. El Dick niño estaba subyugado por las revistas de Ciencia Ficción que todos los pequeñuelos de su época devoraban con pasión. Aquellas amarillentas publicaciones de papel barato, con coloristas portadas llenas de monstruos y naves espaciales comenzaron a ocupar buena parte de su tiempo. Además de las fantásticas aventuras escenificadas en el futuro o en el espacio, leía sin distinción todo lo que caía en sus manos. Acumuló como tesoros grandes paquetes con todos los números de revistas como Stirring Science Stories, Astounding, Unknown, Amazing o Unknown Worlds. Con doce años, un Dick prepúber decidió que lo suyo había de ser escribir y, a modo de primera piedra en dicho camino, aprendió por sus propios medios Mecanografía y, ya a la tierna edad de 13 años, publicó sus primeros relatos para el editor John W. Campbell, dueño de Unknown y Astounding y escribió una desaparecida novela de aventuras juveniles titulada "Regreso a Liliput", obviamente influida por el autor de "Los Viajes de Gulliver".

Aquel muchacho soñador, pero muy despierto, disfrutaba tanto con la lectura de los relatos de sus autores favoritos de ciencia ficción como Robert A. Heinlein o Alfred E. Van Vogt como sufría con el contacto con desconocidos. Todo ello, y su manifiesta pasividad en asuntos escolares, motivó que su madre le obligara a recibir tratamiento psiquiátrico. Los eminentes terapeutas dieron la razón a la madre, que al fin y al cabo pagaba la minuta, y diagnosticaron al imberbe Dick agorafobia así como diversos trastornos y debilidades emocionales. A los 15 años, un Dick adolescente ingresa en el Instituto (lo que allí denominan High School) y, un año después, entra a trabajar como dependiente en University Radio, una tienda de reparación y venta de radios, que, desde mediados los 40 también empezaba a ocuparse de un electrodoméstico emergente conocido como televisión. Los únicos oficios que desempeñó Dick a lo largo de su vida fueron, además del de escritor, al que consagró su existencia, las diferentes tareas que desarrolló en la tienda: ayudante de reparaciones, mensajero, dependiente y vendedor. Herb Hollis, el dueño de University Radio, montó después Art Music una tienda de discos especializada en clásica, jazz, ópera y folk a la que fue trasladado el bueno de Phil a finales de la década y en la que trabajó hasta convertirse en escritor profesional. En Art Music tuvo además contacto con la Radio, porque la tienda patrocinaba un programa de música folk en la emisora local KMSO y Dick escribía los guiones y hacía las veces de asesor musical para el programa.

Aunque seguía yendo a la consulta del psicólogo materno, el trabajo le dio la independencia que necesitaba respecto a su madre, quien naturalmente no veía con buenos ojos las extrañas aficiones y dedicaciones de su hijo, al que, por aquel entonces, fuera de sus lecturas, sus escritos y su actividad en la tienda de Hollis, ni siquiera le atraían las chicas.

MAMÁ SOY ESCRITOR, PERO NO SOY HOMOSEXUAL

A finales de 1947, recién cumplidos los diecinueve años, Phil decide que ha llegado la hora de buscarse la vida por su cuenta. Su madre, espantada por la idea de que su hijo la dejara sola, amaga con llamar a la policía y le monta una dramática escena. En vista de la determinación de su hijo por irse, Dorothy Dick le amenaza, horrorizada, con estas palabras: "Si te vas y me dejas sola, te convertirás en un maldito homosexual, porque eres débil, ¡¡débil!!".

Con la cabeza hecha un lío y las voces de su madre resonando en su conciencia, Phil se traslada a un antiguo almacén de la calle McKinley convertido en casa de estudiantes. Allí comparte un piso con dos poetas de la escena local de Berkeley, tan modernos como homosexuales, con los que traba una gran amistad basada en el común interés de los tres por la literatura y la música. Hay que aclarar que, por aquel entonces, Dick era un joven virgen y, como si la premonición de su madre fuera infalible, se había autoconvencido de su condición gay. El atribulado escritor le cuenta sus cuitas sentimentales a sus amigos, primero, pero éstos no le creen gay, y, después, a Vincent Lusby, su nuevo jefe en Art Music, que al parecer tenía un gran ascendente sobre él, y , viendo que Dick, con perdón de la expresión, tenía la picha hecha un lío, decide adoptar una drástica solución: presentarle a una chica.

En mayo de 1948 Lusby le presenta a Jeanette Marlin, una mujer diez años mayor que Phil, de carácter muy liberal y, al parecer, descaradamente sicalíptica. El propio Dick tampoco quiso explicarlo nunca del todo, pero el hecho es que, tras un torpe encuentro sexual en un jergón del almacén de Art Music, Phil y Jeanette se casan ante la estupefacción de todos los que conocen al escritor, con mención especial para su desconsolada progenitora. El matrimonio apenas dura dos meses, pues Dick echa a Jeanette del apartamento que han alquilado la noche en que ella le revela que necesita acostarse semanalmente con varios hombres para sentirse satisfecha. De éste, su primer y casi pírrico matrimonio, el propio escritor apenas habló nunca, salvo en cierta ocasión, varias décadas después, cuando -tras una noche disparatada de drogas y alcohol- remitió una carta a Lusby agradeciéndole que le "hubiera salvado de convertirse en homosexual contra su voluntad".

Se acababa la década de los cuarenta y Philip se había convertido en un divorciado de veinte años que había escrito un puñado de relatos de ciencia ficción y de fantasía. Pero en su minúsculo apartamento de Berkeley, rodeado de libros y de revistas pulp, Dick no piensa en la ciencia ficción, sino en el sueño de su vida: convertirse en un reconocido escritor "serio".

Según le dictaba su ingenua cabecita, todos los escritores respetados eran universitarios, por lo tanto él también debía cursar estudios superiores. Así, se matricula en la Universidad de Berkeley, en la que, durante algunos meses acude a las clases de Alemán y de Filosofía. Aquello duró poco, entre otras cosas porque no era rico (tenía que trabajar para comer y para pagar la matrícula), pero le dio a conocer nuevos autores y nuevas visiones de la realidad. Además, aprendió verdaderamente alemán: el propio Dick supervisó y corrigió de su puño y letra las ediciones en lengua germánica de varias de sus novelas.

Durante la década de los cincuenta Dick escribe frenéticamente (como hizo durante toda su vida, por otra parte). En seis años escribirá hasta ocho novelas de ficción, ambientadas casi todas en California, y las va enviando por correo a todas las editoriales que conoce en Nueva York. Para su desdicha, debe recoger cada semana en el buzón escuetas notas del tipo de "Señor Dick, su novela es muy interesante, pero no se adapta al perfil que buscamos en estos momentos. Manténgase en contacto". Su sueño se desvanece un poco más con cada novela rechazada y la amargura por ello le durará toda la vida. Curiosamente, salvo "Confessions of a crap artist" ("Confesiones de un Artista de Mierda"/1959) que se publicó en 1975, el resto de su producción literaria convencional (o "mainstream" como diría un anglosajón) fue editada con éxito tras su muerte por varias de las editoriales que las rehusaron en su día.

Pero Dick no era precisamente profeta y en aquellos años el único sentimiento que albergaba en su corazón era la amarga impotencia del escritor sin editar. Su futuro estaba en la ciencia ficción, pero Dick no lo hubiera descubierto sin la crucial intervención de dos personas: Kleo Apostolides y Anthony Boucher. La primera era una joven griega de 19 años que un buen día se presentó en Art Music en busca de discos de ópera. El propio Phil la atendió y, dado su carácter enamoradizo, quedó prendado de ella al instante. En junio de 1950, y con tan sólo veintiún años, Philip K. Dick se casa por segunda vez y la joven pareja se traslada a una casita de campo a las afueras de Berkeley.

También en la tienda del señor Hollis conoció a Boucher, escritor y editor de la revista "The Magazine of Fantasy & Science Fiction". Ambos traban una gran amistad y Dick le entrega varios de sus manuscritos. El editor se da cuenta de que aquel soñador muchacho de extraviados ojos azules es un diamante en bruto. Recién casado en segundas nupcias, Phil recibe por primera vez en su vida dinero a cambio de unos folios escritos por su propia mano: Boucher compra para su revista, por el módico precio de 75 dólares, el relato "Roog!". Desde ese momento, comienza a enviar sus relatos a diferentes revistas y con bastante éxito: "Galaxy", "Astounding", "If", "Beyond Fantasy Fiction" y otros pulps empiezan a comprar regularmente sus extraños cuentos. El círculo que le convertirá en escritor profesional se cierra finalmente poco después: Herb Hollis despide a Phil de su tienda y, éste, tras probar durante un mes en Tupper & Reed (la competencia de University Radio y Art Music), decide intentar vivir de sus escritos, para lo que contrata como agente a Scott Meredith, un fenicio negociante neoyorquino al que se mantuvo fiel toda su vida, pese a las fuertes discusiones que sostenían, siempre por motivos económicos.

La fotografía de la época se completa con el primer y descabellado contacto de Phil con la Autoridad, en este caso con el FBI. Una mañana de 1953 se presentan en el domicilio de los Dick dos agentes del Bureau, quienes tras mostrar unas fotografías de varias reuniones de izquierdistas en plazas públicas de Berkeley -en las que curiosamente siempre aparecen Phil y Kleo- les piden información sobre los asistentes. Al final se desvela el motivo de la visita: los agentes ofrecen al joven matrimonio una suculenta beca para ir a la Universidad de México con la única contrapartida de remitir periódicos informes sobre el resto de estudiantes. Phil llega a sopesar la posibilidad de ir a México en vista de la remuneración, pero al final pesa más la monstruosidad de espiar para McCarthy y declinan el ofrecimiento gubernamental. Dick decidió, varios años después, que tanto el FBI como la CIA le habían seguido los pasos desde aquella ocasión.

¿HAY UN OJO EN EL CIELO?

Estamos en 1955 y Dick ha pasado de la condición de fan a la de autor e incluso ha llegado a conocer a sus ídolos (a Van Vogt el primero, en una Convención Mundial de Ciencia Ficción en San Francisco) y comienza a trabar amistad con otros escritores como Poul Anderson, mientras descubre a otros autores que le fascinan como Pohl, Sheckley, Leiber o Vonnegut. Como escritor de relatos, Dick es extremadamente prolífico: en 1952 publica siete, treinta en el 53, veintiocho en el 54 y más de cuarenta en el 55, además de dos recopilaciones con sus mejores cuentos. En 1955, además, ve la luz su primera novela "Solar Lottery" ("Lotería Solar") editada en un Paperback de Ace Books. Todo esto no le impide seguir escribiendo "esas novelas serias" que, a diferencia de sus escritos Sci-Fi, los editores van rechazando una a una, indefectiblemente.

Aunque publicaba regularmente en revistas, tenía un agente y hasta salían al mercado novelas suyas, Dick no nadaba, ni mucho menos, en la abundancia. Según su propia confesión él y Kleo no tenían más que "un pequeño apartamento de alquiler, un gato, una colección de revistas, libros y discos y el aparato de música Magnavox". Y es que Ace imponía unas condiciones leoninas: pagaba entre 500 y 1000 dólares por novela y entre un 3 y un 4% de los royalties, así que Phil tenía que escribir sin descanso, mientras Kleo trabajaba a media jornada.

En 1956 salen al mercado "The World that Jones Made" ("El Tiempo Doblado") y "The Man who Japed" ("Planetas Morales"); y en 1957 "Cosmic Puppets" ("Muñecos Cósmicos") y "Eye in the Sky" ("El Ojo en el Cielo"). Esta última es el primer gran clásico de la Bibliografía Dickiana y la novela que le establece, con 28 años, como uno de los escritores jóvenes más reconocidos de la ciencia ficción norteamericana. Cuenta la extraña historia entrecruzada de ocho personajes que sufren un accidente junto a un reactor nuclear y se ven inmersos en una aventura psíquica típicamente dickiana: se trasladan a un mundo cambiante que va pasando por diferentes fases, cada una regida por la conciencia de uno de ellos, desde una utopía comunista hasta un extraño mundo normatizado por el fanatismo religioso más extremo. Además de ser una novela increíble, resulta imprescindible para empezar a atar cabos sobre las obsesiones del autor que luego se irán repitiendo en su obra. Obsesiones que podemos sintetizar en dos preguntas: ¿Qué es la realidad?, y ¿Qué es lo humano?.

En 1958 pone fin a su agónico sueño de convertirse en un "escritor serio": ninguna de las ocho novelas escritas desde 1952 ha sido aceptada por las editoriales y Dick, roto por la amargura, decide concentrarse definitivamente en la ciencia ficción. Afortunadamente. Ese año tiene otra buena noticia: termina una de sus mejores novelas "Time Out of Joint" ("Tiempo Desarticulado") que se publica a principios del 59. Una novela desconcertante y lisérgica que cuenta la historia de Raggle Gumm un individuo medio y gris de la América de 1958 que vive dedicado a resolver cada día antes de las siete de la tarde un juego matemático del periódico local, que lleva ganando varios años, llamado "Dónde está el Hombrecito Verde". Pero poco a poco irá descubriendo que vive en una Realidad Falsa, construida para él, que se desmorona y agrieta a cada página hasta el subyugante desenlace final en el que se desvela el verdadero sentido del juego del Hombrecito Verde. A lo mejor sólo me lo parece a mí, pero la relativamente archifamosa "El Juego de Ender" de Orson Scott Card está, digamos que inspirada en esta novela de Dick, ¿no?.

A finales de 1958 el matrimonio Dick se muda a Point Reyes. Todo va sobre el guión previsto: son felices aunque no ricos, y su nueva casa es perfecta para el escritor. Pero la realidad se entremezcla con su apariencia también en la vida y la de Dick vuelve a dar un nuevo giro en 1959. En esa época, y en su nuevo barrio, se ha convertido en un "famoso" entre los modernos de la emergente "escena californiana" y su vida social comienza a existir (pasando por encima de su enfermizo y paranoico rechazo a las reuniones con gente desconocida). Una de sus nuevas vecinas es Anne Williams, una pija viuda típicamente wasp, de cuyos huesos Dick queda totalmente prendado. Como está escrito, los tórtolos tortolean y Kleo, una mujer tan amable como inteligente, elige la vía del divorcio amistoso. El Día de los Locos de Abril de 1959 Philip K. Dick se casaba por tercera vez en un juzgado de Ensenada (México) y en febrero de 1960 nacía su primera hija Laura Archer Dick.

La vida con Anne exigirá de Phil esfuerzos extraordinarios como escritor. Ella recibe una mediana cantidad anual de su familia, pero la gasta a manos llenas. Para mantener a su caprichosa tercera esposa, que no conoce el significado de la palabra prudencia, y a su niñita, nuestro genio escribirá a un ritmo infernal: además de los consabidos relatos para las revistas, publica dos novelitas en Ace: "Vulcan’s Hammer" y "Doctor Futurity" y termina otras tres novelas "serias" ("Humpty Dumpty in Oakland", "The Man whose Teeth where Exactly Alike" e "In Milton Lumky Territory"; que no se editarían hasta 1987, 1984 y 1986, respectivamente).

NOVELAS, ORÁCULOS CHINOS y ANFETAMINAS

En 1961 la relación entre Phil y Anne comienza a enrarecerse. Ella ha montado un negocio de joyería en el que participa el propio Dick, pero éste no encuentra tiempo para escribir y cree que el negocio de su mujer va a arruinar su carrera como escritor. Fruto de lo que luego denominó "la tercera gran crisis nerviosa de mi vida", Phil se traslada a la cabaña del jardín con su Magnavox, sus discos y libros y la máquina de escribir. Sabe que ha de escribir una novela pero, a diferencia de otras ocasiones no tiene esbozadas ni tramas secundarias, ni argumentos, ni personajes, tan sólo una idea alucinante que bulle en su cabeza: narrar la historia de una América paralela que hubiera perdido la II Guerra Mundial; las naciones del eje se habrían repartido el territorio norteamericano, quedando bajo dominio nazi la costa Este hasta las Montañas Rocosas, mientras el Imperio Nipón tomaría bajo su régimen la mitad occidental del país. La única esperanza para los habitantes de ese mundo paralelo es Hawthorne Abdesen, legendario hombre de la resistencia que ha escrito una novela -dentro de la novela- ("La Langosta se ha Posado") según la cual la Realidad no es la que todos están viendo, sino la que cuentan los actuales libros de historia: que los Aliados ganaron la Guerra.

Dick acababa de descubrir el libro-oráculo chino llamado "I Ching" o "Libro de los Cambios" y estaba totalmente obsesionado por él. Hasta el punto que aseguró a uno de sus mejores amigos que escribiría una novela siguiendo las predicciones del I.Ching. Esa novela fue "Man in the High Castle" ("El Hombre en el Castillo"/1962). Una obra enigmática y contradictoria cuya trama va avanzando según las respuestas que da el "I.Ching" a las preguntas del autor en la silenciosa soledad de su cabaña en el jardín. El final, escrito según las profecías del oráculo chino, resulta tan incomprensible como la mayoría de los finales de Dick, que desde luego no eran su punto fuerte. Aunque el "I.Ching" tuvo pocos años después una difusión muy extendida entre los medios, autores y escenas enrolladas, Dick fue el primer autor que dio a conocer el libro y la gran mayoría de los profetas de la Contracultura supieron de la existencia del Libro Chino de los Cambios gracias a su novela. Sin embargo, el propio Dick abominó años después del "I.Ching", asegurando que era un libro "diabólico y mentiroso" y que había falseado el sentido de su novela. "El Hombre en el Castillo" se editó en tapa dura, para alegría de Dick quien seguía anhelando no ser considerado un autor de género. Las ventas fueron tan escasas como encendidas las alabanzas de la crítica, pero los aficionados a la ciencia ficción lo aclamaron y en 1963 le fue concedido el Premio Hugo, la más alta distinción que podía alcanzar un escritor Sci-Fi.

Coincidiendo con la concesión del Hugo, la cabaña del jardín produjo todavía otras dos novelas, tan desquiciadas y raras como las mejores suyas: "Martian Time-Slip" ("Tiempo Marciano"/"Tiempo de Marte"), que viene a ser un extraño ensayo sobre la esquizofrenia y la naturaleza de la Realidad ambientado en un Marte de 1994 colonizado por la Tierra y dominado por el Sindicato de Fontaneros, dado que el agua es allí el bien más preciado; y "We Can Build You" ("Podemos Construirle"/1962) dedicada a su angustiosa búsqueda de la verdadera naturaleza del ser humano en una historia protagonizada por humanoides (simulacros) a imagen y semejanza de los primeros presidentes de los Estados Unidos.

La Realidad no siempre coincide con nuestros Deseos. Quien no quería ser autor de género se convertía en el aplaudido Rey de la Ciencia Ficción con apenas 35 años. El escritor que deseaba vehementemente ser un literato "serio, respetado y reconocido" -una cosa así como Paul Auster- recibía un paquete de su agente en Nueva York con los originales de las nueve novelas rechazadas por las editoriales del "mainstream". Ambos sucesos ocurrían en 1963, como las dos caras de la moneda de su vida; pero Dick había decidido vivirla como si la moneda hubiese caído de canto. Su consumo de "speed" (metanfetamina en polvo) y de Semoxydrine (dextroanfetaminas), mezclado con generosas y variadas dosis de antidepresivos, había pasado en esa época de la categoría de habitual a la de compulsivo y la paranoia volvía a adueñarse de su vida, mientras su producción literaria alcanzaba dimensiones de Record Guinnes.

El matrimonio Dick, sostenido en una burbuja, no iba a aguantar mucho. A principios de 1963 Phil decidió que Anne pretendía matarle, tal y como -según él- había hecho con su anterior marido. No podía quitarse esa idea de la cabeza, hasta el punto que su psiquiatra la examinó y determinó que Anne era una maníaca depresiva con delirios de grandeza por lo que fue internada durante dos semanas en un manicomio, tras una denuncia del propio escritor. Además, la agorafobia había vuelto: el escritor rara vez salía de casa, como no fuera para asistir a alguna convención de ciencia ficción y ver a su por entonces gran amigo el escritor, agitador y compilador Harlan Ellison (al que años más tarde calificó de "monstruo y mala persona"). El resto del tiempo lo pasaba totalmente drogado frente a la máquina de escribir.

En marzo de 1964 el tercer matrimonio de Dick se rompía definitivamente, Laura Archer Dick quedaba bajo la custodia materna y la vida, una vez más, tenía que volver a empezar para él. Pero esos dos años dejaron impreso un trabajo que supera lo titánico: once relatos, dos ensayos y once novelas. Al fin y al cabo, las anfetas dieron su enloquecido fruto: además de la ya citada "Dr. Bloodmoney", "The Crack in the Space" (1963), "Clans of the Alphane Moon" ("Los Clanes de la Luna Alfana"/1963), "The Simulacra" ("Los Simulacros"/1963), "The Zap Gun" (1963), "The three Stigmata of Palmer Eldricht" ("Los Tres Estigmas de Palmer Eldricht"/1963), "The Game Players of Titan" ("Los Jugadores de Titán"/"Torneo Mortal"/1963), "Now Wait for the Last Year" ("Aguardando el Año Pasado"/1963), "The Unteleported Man" (1964), "The Penultimate Truth" ("La Penúltima Verdad"/1964) y "Counter-Clock World" ("El Mundo Contra Reloj"/1964). También escribió los argumentos de "Deus Irae" ("Deus Irae"/1963) y "The Ganymede Takeover" (1964) que años después se convertirían en sendas novelas escritas al alimón con Roger Zelazny y Ray Nelson, aunque, sin desmerecer a estos en absoluto, las podía haber firmado Dick en solitario.

Debe ser cierta la opinión de William Burroughs según la cual los dos estados anímicos más fructíferos para el escritor son el pánico y la furia, porque Dick dejó en esos dos frenéticos años varias obras inolvidables. "Los Clanes de la Luna Alfana" es una rarísima tesis dickiana sobre la enfermedad mental: un satélite del sistema Alfano que en su día fue un planeta-manicomio de la Tierra es ahora una comunidad libre asociada a los alienígenas alfanos, pero la Tierra quiere recuperarlo para lo cual envía allí a sus agentes. Estos descubren que, tras ser abandonados allí, los presuntos dementes han constituido una sociedad, dividida en clases y extrañamente parecida a la nuestra, cuyos habitantes se han agrupado en clanes según su dolencia psíquica: los maníacos, los depresivos, los hebefrénicos, los esquizofrénicos, los paranoicos y los obsesos-compulsivos. Y, además, desean decidir por sí mismos. "La Penúltima Verdad" nos presenta un aterrador mundo post-nuclear en el que los humanos viven, divididos en dos bloques antagónicos, hacinados bajo tierra en unos inmensos depósitos-ciudades-fábricas dedicados a construir robots soldados que lucharán por ellos sobre la radiactiva superficie del planeta. En sus ciudades subterráneas reciben propaganda televisiva constante sobre el devenir de la guerra e instrucciones sobre lo que deben construir, a cambio de lo cual reciben alimento y pertrechos desde la superficie. Hasta que el protagonista descubre -al salir de su prisión subterránea- que no existe guerra alguna, que las imágenes bélicas que ven son reconstrucciones con maquetas y efectos especiales creadas por los técnicos de ambos bloques y que, sin apenas radiactividad, los amos del mundo -políticos, militares y millonarios de las dos Superpotencias- viven en inmensos latifundios atendidos por los robots que construyen los esclavos humanos bajo tierra.

Pero la obra cúlmen de esta época de Philip K. Dick es sin duda "Los Tres Estigmas de Palmer Eldricht", una novela que, por momentos, traspasa los límites de lo extraño, superponiendo experiencias mentales con sucesos en realidades que, en realidad, no son sino apariencias y a la inversa. En el siglo XXI, el calentamiento de la Tierra, con temperaturas superiores a los 70 grados en verano, hace que sólo puedan vivir en ella las clases más acomodadas (las únicas que pueden pagar los carísimos sistemas de refrigeración), por lo que grandes cantidades de humanos son designados por sorteo para vivir en las colonias exteriores. En dichos planetas, el hombre, incapaz de humanizar los ecosistemas vive recluido en ciudades subterráneas donde la única ocupación consiste en tomar la droga Can-D un fortísimo empático traslativo que venden junto con la muñeca Perky Pat y su novio Walt (en clara referencia a Barbie y Ken). Tras la ingesta de la droga, los colonos hombres se trasladan mentalmente a Walt y las mujeres a Perky, sublimando en dichos personajes todos sus impulsos y desarrollando en la normatizada actuación de estos todo el catálogo de relaciones humanas. Todo se complica con la aparición del inquietante Palmer Eldricht, un pionero que retorna de los confines de la galaxia (o tal vez de la Muerte) con un brazo mecánico, dentadura de acero, los ojos artificiales y con una nueva droga llamada a sustituir a la Can-D, la Chew-Z, presentada a los colonos con el eslogan "Dios Promete la Vida Eterna. Nosotros Podemos Proporcionarla". ¿Pueden creerlo?

¿QUÉ HACER CUANDO TODO SE DESMORONA A TU ALREDEDOR?

La tercera separación matrimonial, lejos de tranquilizarle, metió a Dick en una desconocida dinámica de fiestas y reuniones sociales siempre regadas con generosas dosis de speed, hongos psilocibios y LSD. Es legendaria la fama de gran comedor de ácidos de Dick, y buena culpa de ello tienen sus novelas, llenas de imágenes y desarrollos prototípica y asombrosamente lisérgicos. Sin embargo, a Phil no le gustaron mucho los ácidos, las diez o doce veces que los tomó, porque, según confesó, "me hacían pensar demasiado en el Día del Juicio Final y los viajes siempre fueron dolorosos". Él prefería, sin duda, una pila de cervezas y una caja llena de anfetaminas.

Nuestro hombre se traslada de nuevo a Berkeley y allí, tras varios affairs sentimentales de poca entidad, conoce a una bella chica de 21 años y hermoso pelo negro. Ella se llama Nancy Hackett y es la sobrina de una buena amiga de Phil y Anne, con ciertos problemas de inestabilidad emocional que se acentuarán con los años. Dick, a sus 37 años, sigue sin poder vivir sin una mujer a su lado y, pese a la diferencia de edad, Nancy también se ha enamorado perdidamente del bizarro escritor. En 1965 Phil y Nancy se van a vivir juntos a una pequeña casita llena de gatos en Oakland y, un año después, Nancy se convertía en la cuarta señora Dick.

El nuevo matrimonio volvió a insuflar en Phil la facultad de escribir, que había perdido entre el divorcio, las fiestas, el consumo irracional de drogas y las crisis de paranoia aguda. Durante 1966 termina con Ray Nelson el manuscrito de "The Ganymede Takeover" que se publica un año después. En 1968 publica el imprescindible "Do Androids Dream of Electric Sheep?" ("¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas") que había terminado de escribir entre 1966 y 1967, una nueva perla del desconcertante estilo dickiano de superposición de realidades en un mundo futuro en el que los simulacros artificiales han sustituido a los propios animales (todos extinguidos o al borde de la extinción) y en el que los humanoides quieren sustituir a los humanos en busca de una respuesta que nunca obtendrán. También en 1967 ve la luz una novela de ciencia ficción juvenil titulada "The Glimmung of Plowman’s Planet". La publicación de estas novelas coincidió con su nueva paternidad: en marzo, Nancy da a luz a Isolde Freya Dick, su segunda hija. Pese a la felicidad que supuso para Phil la niña -pues apenas veía a su anterior hija Laura- la vida del escritor se mueve, ya definitivamente, sobre el filo de la cordura. Son tiempos de plena eclosión de la Cultura de las Drogas en California y Dick sigue inmerso en su desquiciada carrera a lomos de las anfetaminas (llegaba a consumir hasta quince pastillas de veinte miligramos diarias), sin despreciar ocasionalmente el LSD, el Peyote, el PCP, la Marihuana y el Haschisch; y hasta el mismísimo Timothy Leary se considera un fan suyo y mantiene correspondencia con él. Las drogas eran una parte más de su existencia y, como tal, también iban a ayudar al abrupto fin de su cuarto matrimonio y a su nuevo -y esta vez brutal- hundimiento. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos.

En 1969 se publica la obra maestra absoluta de la bibliografía dickiana "Ubik", casi a la vez que la selección de relatos "The Preserving Machine" ("La Máquina Preservadora") y "Galactic Port-Healer" ("Gestarescala"), una de sus más flojas novelas. "Ubik" -de la que nada hay que decir, salvo que todo mondobruttista que se vista por los pies debe leerla al menos una vez en la vida- fue acogida con entusiasmo por la comunidad Sci-Fi americana, pero se vendió algo menos que las anteriores. En Francia, sin embargo, el libro tuvo un gran impacto y engalanó a Dick con el prestigio que da el respeto de los intelectuales europeos. Él bromeaba al respecto asegurando que el éxito se debía, bien a que su disparatada novela cobrara sentido en francés, bien a que tenía un gran traductor en dicho idioma que había logrado hacerla comprensible. De tal éxito (relativo) Dick no disfrutó hasta bien entrados los 70 cuando le invitaban a las conferencias mundiales y le halagaban constantemente.

Pero estamos a finales de 1969 y el panorama no resultaba entonces tan halagüeño. Dick está convencido de que la CIA le sigue los pasos, primero porque, según él, en alguno de sus libros ha desvelado por casualidad algún importante secreto militar y le creen un espía y, segundo, porque fue uno de los 500 firmantes de "Escritores y Editores contra el Impuesto de Guerra", una especie de movimiento de desobediencia fiscal contra la Guerra de Vietnam, contra la que también se declaró abiertamente, en cierta revista de ciencia ficción, con el grupo de escritores izquierdistas (Sheckley, Thomas M. Disch, Pohl, Vonnegut, Anderson), frente al apoyo a las hostilidades de los escritores más conservadores (o fachas como decían entonces), caso de Heinlein o de Cordwainer Smith, por ejemplo. A la paranoia sobre la persecución gubernamental se unió una pancreatitis aguda y un fallo hepático, debidos, según él, a una partida de "speed" adulterado (sólo salía de casa para las convenciones de ciencia ficción, a comprar discos o a pillar "speed") y según el médico a un descomunal y constante consumo de anfetaminas y otras sustancias tóxicas. Ese mismo año, 1970, veía la publicación de dos nuevas muestras de su genuino talento, las novelas "Our Friends from Frolix 8" ("Nuestros Amigos de Frolix 8") y "A Maze of Death", así como el fin de su cuarto matrimonio. Mientras Dick se reunía con sus amigotes para oír discos, tomar drogas y conversar sobre ideas disparatadas, Nancy buscaba refugio en los brazos Honor Jackson, un vecino negro al que Phil se refirió después como "el maldito Pantera Negra que me robó a Nancy", aunque el bueno de Honor nada tuviera que ver con los Panthers.

Comenzaba una nueva década y Dick volvía a estar soltero. La subsiguiente "crisis nerviosa" se tradujo, aparentemente, en un voluntario y suicida tirarse al barro. La casa del escritor se convirtió en lo que podríamos denominar refugio de drogotas, melenudos y ex-beatniks. Se pasaba el día tomando drogas -pero ahora no escribía- oyendo música y organizando tertulias con camellos, yonquis, otros escritores, fans de la ciencia ficción o cuanto freak se acercara por allí. Primero iban sólo amigos y conocidos, pero la legendaria generosidad de Dick -que siempre invitaba a drogas, comida y bebida, ponía música y daba charla- convirtió su casa de Santa Venecia en un lugar de peregrinación para todo tipo de colgados. Pronto, algunos de ellos se convirtieron en inquilinos y Phil sólo salía de casa para ir a diferentes psiquiatras que le diagnosticaron, sucesivamente, paranoia y reacciones esquizofrénicas.

A finales de 1971 la casa de Dick en Santa Venecia es asaltada: varios archivos y armarios arrasados y la puerta principal reventada con explosivos plásticos. Según él varios documentos, así como los argumentos para tres novelas, desaparecieron. El asalto le hizo perder la cabeza definitivamente, pues lo atribuía, por este orden de probabilidades a: fanáticos religiosos, extremistas negros, ultraderechistas, la Policía de Narcóticos, el FBI, la CIA y la Inteligencia Militar. Los agentes del sheriff local encargados del caso añadieron a estas hipótesis otra más: que él mismo hubiera sido el autor del asalto. Totalmente presa de la ansiedad y la paranoia huye a Canadá, temiendo por su vida, aprovechando que tiene que dar una conferencia en la Convención de Ciencia Ficción de Vancouver. Pocas semanas después su casa de Santa Venecia era desvalijada, totalmente esta vez, por delincuentes comunes poco sospechosos de pertenecer a conspiración alguna.

DIOS SE LLAMA "VALIS", PERO TODOS HEMOS DE MORIR UN DÍA

La estancia en Vancouver finalizó con un desquiciado intento de suicidio del que se salvó milagrosamente tras ingerir 700 miligramos de bromuro potásico. Puede que eso influyera, pero lo cierto es que Dick regresó a California, más concretamente al Centro de Rehabilitación de Toxicómanos X-Kalay en Los Angeles en el que ingresó haciéndose pasar por un adicto a la heroína (que nunca probó). Su estancia allí le dio la idea para el centro de rehabilitación de drogadictos en el que en realidad se cultivaba la adictiva y letal Sustancia M de "A Scanner Darkly" ("Una Mirada a la Oscuridad"/1977). El tiempo de las anfetaminas y la autodestrucción había quedado atrás y entonces apareció Tessa Busby, que se convirtió en 1973 en la quinta señora Dick, tan sólo tres meses antes del nacimiento de Christopher Dick, el tercer hijo del escritor.

Llevaba casi cuatro años sin escribir, pero su fama como autor había aumentado, especialmente debido a las importantes ventas y a favorables críticas en Francia, Alemania e Inglaterra. Con una mujer de nuevo a su lado, el desvalido Phil podía volver a escribir. Su siguiente novela fue la disparatada y contradictoria "Flow my Tears, the Policeman Said" ("Fluyan mis Lágrimas dijo el Policía"/1974) galardonada con el premio Memorial John W. Campbell y representada con éxito por varias compañías "modernas" en el Off-Broadway. Aunque no se publicó hasta 1977, "Una Mirada a la Oscuridad" la escribió también en 1973. Un alucinante ejercicio de esquizofrenia práctica así como un delirante pero lúcido intento de sistematizar sus disparatadas teorías sobre la droga y sus consecuencias. Una novela tan rara como apasionante protagonizada por un agente de narcóticos llamado Fred y dedicado a investigar, con ayuda de los avances tecnológicos del futuro, hasta el último detalle a un pequeño traficante, Bob Arctor, que, en realidad, resulta ser también él mismo.

A principios de 1974 todo parecía de nuevo seguro y bajo control para Philip K. Dick: comienza a ganar una cantidad de dinero digna por lo que escribe y por los derechos de lo ya publicado, acaba de tener un hijo y su quinto matrimonio, parece ser definitivamente el bueno. Pronto, todo iba a disparatarse más todavía de lo que uno pudiera imaginar.

Los supuestos hechos ocurridos entre los meses de febrero y marzo de 1974 y a cuyo intento de explicación racional Dick consagró sus ocho últimos años de vida refiriéndose a ello como 2-3-74 trascienden por completo los límites de la inteligencia humana. Uno puede intentar aproximarse a ellos de distintas formas: a través de las decenas de tomos de su "Exégesis", un monumental diario en el que trató de poner por escrito todas las hipótesis concebibles para explicar lo ocurrido; leyendo la extraña, desquiciada y mística trilogía autobiográfica formada por "VALIS" ("SIVAINVI"/1981), "The Divine Invasion" ("La Invasión Divina"/1981) y "The Transmigration of Timothy Archer" ("La Transmigración de Timothy Archer"/1982); o gracias al cómic de Robert Crumb, "La Experiencia Religiosa de Philip K. Dick". Si les pica ya la curiosidad, este podría ser un breve intento de resumen. Durante esos dos meses, Phil padeció un fuerte insomnio y tuvo constantes alucinaciones sonoras (en forma de voces) y visuales (luces y objetos girando en el aire) -algunas de las cuales asegura también haberlas visto Tessa- durante las cuales una entidad superior y sobrenatural, que bien podría ser lo que entendemos por Dios aunque él la denominó Zebra o VALIS (siglas de Sistema Activo de Vasta Inteligencia Viva), se puso en contacto con él y le trasmitió un fluido inabarcable de información, incluyendo el secreto que se oculta tras el Espacio y el Tiempo, dos conceptos que, según VALIS, no serían reales, sino apariencias superpuestas y la capacidad para recorrer la Historia. Dentro de la locura mística de lo ocurrido se ocultan, sin embargo, inquietantes cuestiones, como el hecho de que Phil recibiría información sobre una dolencia que estaba a punto de sufrir su hijo: le llevaron de inmediato al médico y fue intervenido de una hernia inguinal que le habría costado la vida si no la hubieran operado a tiempo. Para terminar de redondear la cuestión, VALIS le trasmitió que Richard Nixon era la encarnación del Mal en la Tierra.

No existen evidencias para juzgar la veracidad o la falsedad de lo ocurrido en febrero y marzo de 1974 pero sí es constatable que Dick lo vivió como un suceso completamente real y su carrera de escritor desde entonces quedó supeditada por entero al intento de arrojar luz sobre aquello. En 1976 se editó por fin su colaboración con Roger Zelazny, "Deus Irae", una novela bizarra y desasosegante que no fue bien considerada por la crítica, aunque es extraordinaria y en 1977 se publicó, con bastante más éxito, "Una Mirada en la Oscuridad". También en 1977 vio la luz una compilación de 19 relatos titulada al modo de los recopilatorios de Rock, "The Best of Philip K. Dick", y tuvo lugar su quinto divorcio, que esta vez fue amistoso y tras el cual él delegó la custodia de su hijo en Tessa.

Phil alcanzó en los últimos años 70 el estatus más elevado de su vida. Era un reconocido autor de ciencia ficción, empezaba a ganar bastante dinero con los adelantos de las editoriales y la compra de derechos por parte de Hollywood. Era aclamado por sus escritores amigos (Anderson, Disch, Theodore Sturgeon, Robert Anton Wilson, Ursula K. Leguin) en las convenciones Sci-Fi; e incluso acudía con cierta regularidad a Europa -sobre todo a Francia- a dar conferencias y charlas sobre su obra.

Los últimos años de su vida los pasa encerrado en su piso de Los Angeles (paranoico y temeroso, había comprado un piso doble en un condominio lleno de medidas de seguridad, un poco al estilo del Búnker neoyorquino de Burroughs). Apenas sale más que a casa de sus dos mejores amigos -K.W. Jetter y Tim Powers- a los que habitualmente recibía para su tertulia semanal de los jueves en su piso.

La llegada de los 80 es la del reconocimiento absoluto de un Dick casi famoso -en 1980 se publica una nueva colección de sus relatos bajo el título de "The Golden Man"- que ve cumplido al fin, aún de modo agridulce, su sueño de ser un escritor serio, la trilogía de "Valis" se publica en tapa dura y en una editorial no de ciencia ficción. A finales de febrero de 1982, sufre un infarto de miocardio y es trasladado al hospital, donde logran salvarle. Sucesivos ataques acaban con su vida el dos de marzo de 1982. Tras su muerte se editó "Radio Free Albemuth" ("Radio Libre Albemut"/1985) una novela disparatada y hermética, pero llena de sus constantes: paranoia, decadencia social, represión política, la realidad y su apariencia; junto a sus otras dos características: humor y ternura. Dos años antes de esta obra póstuma, el mundo de la ciencia ficción decidió honrar su memoria instituyendo los premios Memorial Philip K. Dick, que galardonan anualmente desde entonces a la mejor novela de ciencia ficción editada en colección de bolsillo.

En todo caso, éste no es más que otro de sus, también típicos, malos finales. Puede que en este contínuo temporal Dick haya desaparecido, pero, mientras tengamos sus novelas la realidad no será nunca la apariencia que ahora estamos viendo. ¿Verdad?.

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DICK AQUÍ: DESPRECIO y OLVIDO

Aunque la producción literaria del genio es inmensa y, casi en su totalidad, ha sido traducida y publicada en castellano (o bien en el florido dialecto argentino) no crean que es fácil, ni mucho menos, hacerse con la Biblioteca Básica Dickiana. De hecho, en 99 de cada 100 librerías españolas sólo encontrarán -y eso, con suerte- dos libros: "El hombre en el castillo" -publicada por Minotauro y reeditada múltiples veces gracias al dudoso gancho de "Ganadora del Premio Hugo" y a la fama de seria que tiene tal editorial- y, sobre todo, "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" -que sacó en 1981 Edhasa (colección Nebulae) y que se ha reeditado posteriormente sin cesar en Pocket Edhasa con el fenicio subtítulo de "Blade Runner ". Con una lógica extrañamente dickiana, cuando estrenaron la película salieron al mercado dos o tres simulacros en rústica con el título del filme de Ridley Scott y en los que nada tenía que ver el bueno de Phil, ya cadáver, como tampoco en "Blade Runner II", la continuación de las peripecias de Deckard y sus replicantes que firmó su discipulo K. W. Jetter.

Las primeras novelas del tío Phil, pese a ser las peores, se han convertido en raro objeto de coleccionista (con exclusivos precios de coleccionista): "Lotería Solar", "El Tiempo Doblado" y "Planetas Morales", todas en la extinta Editorial Cénit, no se han vuelto a reeditar desde comienzos de los 60. Si seguimos buscando cronológicamente, Edhasa (Nebulae, Segunda Época) editó aquí en los años 80 varias de las mejores novelas de Dick escritas en los 60: "El Ojo en el Cielo" (también existente en la impresentable edición de Orbis), "Tiempo Desarticulado", "Los Jugadores de Titán" (que se publicó en la primera época de la misma colección con el título alternativo de "Torneo Mortal"), "Tiempo de Marte" (que ya había salido en los sesenta en la descatalogada Colección Galaxia de Ediciones Vértice, al igual que la rarísima de ver "Muñecos Cósmicos") y "El Doctor Moneda Sangrienta" (disponible previamente en Acervo bajo el título de "Doctor Bloodmoney").

El resto de la ingente producción literaria de Dick en la década prodigiosa apareció en nuestras subdesarrolladas librerías tarde, mal y repartida en muchas manos. Imprescindibles son las novelas que publicó Martínez Roca en su Colección Super Ficción: "La Penúltima Verdad", "Los Tres Estigmas de Palmer Eldricht" y "Ubik" (la cumbre de la obra dickiana, más fácil de encontrar, por otra parte, en la muy gitana Biblioteca de Ciencia Ficción que Orbis vendió semanalmente en los quioscos). Además de estas tres maravillas, que se editaron en los 70, ya en los 80 se imprimió en la segunda época de esa misma colección "Los Simulacros". Las demás novelas sesentianas pueden encontrarse, con el tiempo y una caña, en la muy bizarra Editorial Miragüano ("Los Clanes de la Luna Alfana"), en Editorial Júcar ("Aguardando el Año Pasado"), en la argentinísima (y feísima) Colección Azimut de Ediciones Intersea ("Gestarescala"), en Edaf ("El Mundo Contra Reloj") y en Bruguera ("Cantata 140": la primera parte de "Crack in the Space"). Siguen inéditas para el lector no políglota "Vulcan’s Hammer", "The Zap Gun", "The Ganymede Takeover" y "The Unteleported Man" (versión censurada de "Lies Inc.", también desconocida en lenguaje ibérico).

Las dos primeras novelas escritas por Dick en la década de los setenta, "Nuestros amigos de Frolik 8" y "Podemos Construirle", salieron en cristiano en 1987 y 88 en la citada colección Super Ficción de Martínez Roca. Ediciones Acervo editó a todo lujo y tan sólo con dos años de retraso respecto a los originales norteamericanos dos de sus más reconocidas novelas "Fluyan mis Lágrimas Dijo el Policía" (1976) y "Una Mirada a la Oscuridad" (1979). En Bruguera vio la luz en 1987 "Deus Irae" la novela que escribió con Roger Zelazny en el intervalo de diez años y que fue publicada originalmente once años antes que aquí. Los sufridos Dickheads patrios seguimos esperando, mientras vemos llover, la versión castellana de la mitificada "A Maze of Death", aunque ya van 29 años de espera...

La producción crepuscular del maestro en los 80 está casi copada en castellano por Ultramar Editores en su, tan optimista como cutre, colección Grandes Éxitos de Bolsillo. Allí aparecieron "Sivainvi" ("Valis" en el original) y su primera versión-continuación "La Invasión Divina", así como la muy rara y todavía más disparatada e incomprensible "Radio Libre Albemut". La tercera pata en castellano de la trilogía místico-esquizofrénica que Dick comenzó con Valis, "La Transmigración de Timothy Archer", apareció en Edhasa en 1984, cinco años antes que sus predecesoras. Para facilitar la lectura comprensiva sería, digo yo.

Si la producción novelística de Dick es amplia, resulta modesta comparada con la descomunal cantidad de relatos breves que escribió y publicó en pulps americanos como If, Fantastic Universe, Imagination, Amazing, Astounding, Planet Stories, Galaxy o Fantasy & Science Fiction. Buena parte de ellos están publicados en castellano. Bastantes relatos aparecieron, cuando existían, en revistas españolas del género como Nueva Dimensión o agrupados con otros cuentos de diferentes autores en las Selecciones de Bruguera, por ejemplo. En los años 60 Cénit publicó "Guerra con Centauro", que no era sino el relato largo (o novelita) "The Variable Man". El original ("The Variable Man and Other Stories") apareció poco después en dos tomos de la primera época de Nebulae: "El Hombre del Pasado" y "Un Mundo de Talento". Para leer más cuentos agrupados, habría que esperar hasta 1978, cuando Edhasa publicó la magnífica compilación "La Máquina Preservadora", ocho relatos entre los que se incluye el básico "Recuerdos al Por Mayor". Entre finales de los 80 y primeros 90 Martínez Roca asumió un reto gigantesco: publicar la totalidad de los relatos de Philip K. Dick en cinco gruesos tomos. Lamentablemente, lo escaso de las ventas (tengamos siempre presente que hablamos de España y de cosas de leer) hizo que el proyecto quedara abortado en la tercera entrega. De todas formas, saldados por ahí estaban hasta hace bien poco los tres volúmenes publicados de dichos Cuentos Completos: "Aquí yace el Wub", "La Segunda Variedad" y "El Padre Cosa".

Por último, nos queda la docenita de novelas "serias" que Dick escribió en los 50 con la intención de ser un escritor reconocido y no dedicarse a la Ciencia Ficción. La mayoría de ellas se publicaron en los años finales de su vida o tras su muerte. Eso allí, en el centro del mundo. Aquí, nos hemos quedado tan sólo en dos: "Ir Tirando" que editó Alcor en 1988 y "Confesiones de un Artista de Mierda".

Si lo que buscan es información sobre el propio Dick es obligatorio leer -con paciencia y diccionario- la preciosa biografía de Lawrence Suttin: "Divine Invasions. A life of Philip K. Dick" (Haper-Collins Publishers). O bien aventurarse por la red y tratar de hilar cabos a partir de los varios cientos de páginas (todas en idiomas extranjeros) que encontrarán en Interné: desde las sesudas páginas Oficiales y Unoficiales, hasta los pensamientos de particulares norteamericanos que leyeron una o dos novelas, pasando por entrevistas reales o inventadas.

 

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PASEN y VEAN: DICK EN EL CINE

Resulta, cuando menos, una amarga ironía que una producción literaria tan extraordinaria pasara décadas sumergida en el ostracismo y en el desprecio -por pertenecer a un género repudiado- y que el reconocimiento -muy relativo, ojo- le tuviera que llegar de la mano del cine, con su cadáver todavía caliente.

El éxito popular, la fama e incluso la abundancia económica le llegó en los 80, cuando Hollywood, que había comprado años atrás los derechos para la gran pantalla de "¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?" decidiera por fin acometer el proyecto y encargárselo a un director "moderno", Ridley Scott. El éxito mundial de "Blade Runner" le concedió un prestigio del que apenas pudo disfrutar unos breves meses. Aunque la película es muy diferente a la novela (siempre será así, es la eterna discusión bizantina) e incluso contradice a ésta (el personaje que interpreta Sean Young no es en absoluto beatífico en la novela, sino todo lo contrario: mata la oveja natural que Deckard ha obtenido, tal y como pidió, como pago por retirar a los androides fugados; por no hablar de la bizarra religión del Mercerismo, pieza fundamental en la novela y que no aparece en el filme) al propio Dick le gustó mucho: sobre todo la atmósfera y la elección de los actores. Que Rutger Hauer fuera Batty, el cabecilla de los replicantes, le maravilló: "me dio miedo, porque al verlo en la pantalla era exactamente el Batty que yo imaginé al escribir la novela". Sobre Harrison Ford el bueno de Dick se deshizo en elogios: "se parece más a Rick Deckard de lo que yo nunca imaginé. Es increíble, realmente ahora, de una manera muy extraña, siento que Harrison Ford es el genuino, el auténtico Rick Deckard. Verle en la película fue para mí una experiencia sobrenatural".

En 1990 llegó el segundo éxito cinematográfico de Philip K. Dick, cuando Carolco, que había comprado los derechos de uno de sus relatos ("We Can Remember It For You Wholesale"/"Recuerdos al Por Mayor") estrenó "Desafío Total", dirigida por el holandés Paul Verhoeven a partir de un guión de Dan O’Bannon y protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Aunque en la historia original, el protagonista Douglas Quail no es precisamente la Masa y jamás abandona la Tierra, lo cierto es que la película tiene un espíritu completamente dickiano y, salvando las inevitables y constantes escenas de acción para lucimiento del rey del músculo hollywoodiano, creo que le habría gustado al propio Philip tanto como nos gustó a sus fans.

El mismo Dan O’Bannon se encargó de escribir en 1995 un guión basado en otro de sus inquietantes relatos ("The Second Variety"), que se convirtió en una pésima película canadiense llamada "Screamers", protagonizada por Peter Weller y dirigida por Christian Duguay. Aquí nos la colaron en verano con el horrendo título de "Asesinos Cibernéticos", si acaso podrán dar con ella en algún oscuro video-club.

La última película basada en su obra de la que tenemos noticia es la francesa "Confessions d’un Barjo", una producción para el mercado gabacho de video basada en la novelita de los cincuenta "Confesiones de un Artista de Mierda". Poco podemos decir de ella, por diversos factores que se resumen en dos: no tenemos noticia de su estreno en la piel de toro y apenas entendemos la lengua de Pepe Botella.

Pero la fantástica imaginación de Dick ha atraído desde siempre al mundo del cine, fagocitador incansable de talentos literarios. Los derechos para el cine de "Tiempo Desarticulado" los compró de su propio -y abundantísimo- bolsillo hippie John Lennon, aunque el proyecto para llevar tan increíble historia al celuloide se fue con él a la tumba. Más difícil, creo yo, sería trasladar a imágenes la poliédrica "Ubik", aunque eso no quita para que los derechos cinematográficos los comprara un ignoto productor italiano que, que se sepa, todavía no se ha atrevido a poner en marcha el proyecto.

Claro que todo esto son las versiones o adaptaciones reconocidas, porque si entramos en el espinoso asunto de las películas de inspiración dickiana tendríamos que escribir un libro aparte. De lo último que se ha estrenado, merece la pena destacar la fabulosa "Dark City", llena de guiños dickianos y claramente inspirada -entre otras muchas influencias- en el personalísimo universo del maestro. Mucho más triste resulta por el contrario, y no nos cansaremos nunca de denunciarlo, el falaz plagio de nuestro Alejandrito Amenábar, que no contento con fusilar la idea central de "Ubik" (o de su relato generador: "Lo que Dicen los Muertos"), lo estropeó todo en su pésima "Abre los Ojos". Aunque, claro, sería ilusorio que un estúpido patán, director mediocre y sin ideas propias como Amenábar hubiera entendido a Dick, porque, si me permiten la expresión, entonces estaríamos haciendo una barbaridad del calibre de comparar a Dios con un gitano.


Publicado originalmente en Mondo Brutto nº 18 (primavera-verano 1999)

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