Fantine, con el cabello cortado casi a rape, desdentada y enferma, trata de conseguir clientes, un hombre, el caballero Bamatabois, se burla de ella y le arroja nieve en la espalda. Ella, defendiéndose, lo agrede y es detenida por Javert. Fantine suplica al inspector que la deje en libertad, que tiene que enviar dinero para el cuidado de su hija. Javert, impasible, ordena que la encierran, cuando llega el señor Magdelene. Cuando Fantine escucha que el recién legado es el señor alcalde, a quien culpa de todas sus desgracias, le escupe en la cara. Javert, enfurecido, ordena que la encierran, pero Magdelene, como la autoridad máxima, ordena que la dejen en libertad, ante la ira y la impotencia de Javert. Fantine, incrédula, se desmaya, y el señor Magdelene hace que la lleven a su hospital, en donde es atendida por las religiosas Sor Simplicia y Sor Perpetua. Jean Valjean le promete que le traerá a su hija.
Javert, mientras tanto, ha denunciado a Magdelene, acusándolo de ser Jean Valjean, pero le han contestado de París, que el verdadero Jean Valjean ha sido capturado por robar unas manzanas y será juzgado en Arrás. Javert acude ante Magdelene para pedirle que lo destituya por haberlo denunciado equivocadamente. Jean Valjean le dice que no lo destituirá, pero en su cabeza se ha desatado una tormenta. Estaba a punto de viajar a Montfermeil para traer a Cosette al lado de su madre, pero ahora no puede permitir que juzguen a otro en su lugar. Alquila una diligencia para viajar a Arrás y salvar al falso Jean Valjean y decide posponer su viaje a Monfermeil.