Mario Pontmercy es un joven estudiante de leyes, que vive en París con su abuelo, el viejo burgués Gillenormand, y con su tía, una solterona. Cierto día, Gillenormand informa a su nieto que su padre, el coronel Pontmercy está muy enfermo y quiere conocerlo. Mario viaja a Vernon a ver a su padre pero ya no lo alcanza con vida. Lo único que le deja es una nota en donde le dice que le hereda su título de barón y en donde le pide busque a un tal Thérnardier que le salvó la vida en la batalla de Waterloo y que haga todo por ayudarlo. Después, por casualidad, Mario conoce al mayordomo de la iglesia de San Sulpicio, el señor Mabeuf, quien conoció a su padre y le habla de él. A partir de entonces Mario empieza a admirar a su padre y no piensa en otra cosa que en encontrar a Thérnardier para saldar la deuda de su padre; incluso se hace llamar Barón Mario Pontmercy. El abuelo y la tía se preocupan por que Mario ha cambiado de actitud y se ha vuleto solitario y taciturno. El abuelo opina que está enamorado, pero la tía, para salir de dudas, le pide a su sobrino consentido Téodulo, a quien siempre a preferido sobre Mario, que siga a éste para descubrir que es lo que hace. Téodulo sigue a Mario y descubre que visita la tumba de su padre. El abuelo, quien siempre ha despreciado a Téodulo, se enfurece al saber que Mario siente una profunda admiración por su padre, y tiene un altercado con él. Mario entocnes se va de la casa. El abuelo pide a su hija que le envíe dinero a Mario, pero éste lo rechaza.