Es esa mirada la que habla, la que dice todo, aquello que tus labios no pronuncian.
Es en esa mirada, y en la profunda transparencia de unos ojos que no mienten,
donde se pueden leer los pasajes de tu alma.
Para qué más palabras, para qué más razones, para qué más consenso, para qué darle vueltas y
vueltas, para qué más pactos, si es mucho más fácil que todo eso, basta contemplar esa
mirada.
La sabiduría y la comprensión fluyen por ella hacia adentro y hacia afuera.
Tu ser tiembla de emoción, la alegría invade tu cuerpo, se da todo, no hay nada que guardar,
la mañana se ha abierto paso, por fin, desgarrando las tinieblas de una noche sin luna.
Bendita sea la luz que inunda tu corazón, porque esa luz nos alumbra a todos los que sabemos leer
en tu mirada.
Y sin embargo... ¿hay alguien que no sabe leer?
Tu ser tiembla, la emoción y la alegría se te
escapan entre los dedos como agua sacada del río por tus manos, y el río se llevó tus
anhelos, y tu mirada se hizo profunda intentando mantener enfocada en la retina la imagen
de unos sueños apenas vividos.
Y de nuevo esa mirada, triste, melancólica, pero llena de fe, ¿cómo es posible que no sepan leer?
Si supieran leer, sabrían de ti más de lo que nunca nadie fue capaz de aprender.
Sabrían de tu ternura, de tu forma de sufrir callando, de la ausencia de venganza en tu
corazón, de la comprensión de tu espíritu, de la maravilla de un ser fuera de lo común.
Es mucho mas fácil jugar al juego de siempre, siempre se acaba ganando, aunque muchas veces los
premios tienen muy poco valor, como en las tómbolas.
No te alejes de la orilla, toca el agua, bébela, no te importe que no te entiendan, ¡no
quieren leer!, tienen miedo de lo que no entienden y prefirieron una copa de vino. ¿Cómo
es posible que prefieran una bañera a todo el Mar?
El mar no se puede poseer, lo puedes contemplar, lo puedes gozar, lo puedes comprender, te puedes
sumergir en él, embriagarte de él, abrazarlo, besarlo, amarlo, pero nunca poseerlo.
Y a esa mirada se le escapó una lágrima, y tu mirada se confundió con el mar. Siempre habrá
alguien que sepa leer en ...
... Esa mirada ...
Anónimo
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