Un niño visitaba a sus abuelos en su finca. Le habían dado un tira-piedra para que jugara en el bosque y, por mucho que el practicaba, nunca le daba al blanco. Al fin, desanimado y cansado, caminaba hacia su casa para cenar, cuando se encontró el pato favorito de su abuela. En un momento de impulso lanzó una piedra, y le dio directamente a la cabeza del pato el cual quedó muerto.

El niño se espantó y por el pánico que tenía, escondió el pato muerto en una pila de madera. Entonces vio que su hermana Sally lo había visto todo, y no dijo nada. Pero ese día, después del almuerzo, la abuela dijo:
- Sally, vamos a lavar los platos.

Sally respondió:
- Abuela, Johnny me dijo que el quería ayudarte en la cocina.

Entonces le susurró a su hermano:
- ¿Recuerdas el pato?.

Johnny, sintiéndose chantajeado, lavó los platos.

Más tarde el abuelo le preguntó a los niños si querían irse de pesca, y la abuela dijo:
- Lo siento pero necesito que Sally se quede y me ayude a preparar la cena.

Sally solo sonrió y dijo:
- Bueno, está bien, pero Johnny me dijo que el te quería ayudar.

De nuevo le susurró al hermano:
- ¿Recuerdas el pato?

Así que Sally se fue a pescar y Johnny se quedó ayudando en la casa. Después de varios días en que Johnny hacía los quehaceres de Sally, no pudo aguantar más, y fue a donde estaba su abuela y le confesó que él había matado el pato.

La abuela lo abrazó y le dijo:
- Mi amor, yo lo sabía. Yo estaba parada en la ventana y lo vi todo. Tu mismo te hiciste esclavo de Sally por el miedo de confiarme tu problema. Yo te amo y te perdono, solo esperaba que tu fueras honesto conmigo para liberarte del chantaje de Sally.




¿Hay algo en tu vida que no te atreves a contarle a Dios?. Él lo sabe todo y quiere perdonarte. Tan sólo está esperando que le abras tu corazón.

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