La historia que paso a narrarles podría considerarse común, salvo por el hecho que se gestó y desarrolló vía navegación Internet.

Claudia Martínez tenia 34 años. Su vida había sido demasiado especial y triste. Huérfana de padre a los 8 años y asumir la muerte de su madre a los 9 fueron una sola cosa.

La vida la marcó con la tristeza a temprana edad. Sus sentimientos por tanto siempre fueron muy confusos y débiles.

¿Cómo era Claudia? Físicamente podría pasar por la media de la mujer latina, cara ovalada, ojos color miel melancólicos y dulces, cabello largo en estructura lisa y suave, color castaño, boca gordita, frente amplia y franca, mentón con un leve corte en su centro, nariz normal con algo de personalidad en su tamaño. Tez mate producto del sol de campo donde vivía. Podríamos decir que era una mujer atractiva, en la plenitud de su vida y muy saludable, como la mayor parte de las personas que viven en contacto con natura.

Si, Claudia residía en Parral, tranquila ciudad del sur de Chile más o menos cercana a Chillan, ella pertenecía a la inmensa mayoría de clase media chilena, sin embargo con buenos valores y tradiciones.

Tras la muerte de sus padres, fue a sus abuelos maternos a quienes el destino les deparó la no poco delicada misión de hacerse cargo del cuidado, desarrollo y educación de esta pequeña huérfana a tan temprana edad.

En términos generales no tuvieron problemas porque se trataba de una chica dócil que sentía un gran cariño y respeto por sus abuelos.

Ellos ya eran de avanzada edad y sin duda dieron lo mejor de si por su nieta única.

Consiguieron educarla, entregarle y traspasarle valores y lograron hacerla una chica feliz, salvo en el tema de su desarrollo emocional al acercarse a la edad de las inquietudes y devaneos normales hacia el sexo opuesto.

En ese aspecto, ambos abuelos eran muy celosos y desconfiados, conocedores quizás de los inicios muy precoces en las lides sexuales que suelen darse en el campo.

Allí la naturaleza reina, todo es más sano y espontáneo, los jóvenes se desenvuelven en ese aspecto como animalitos y dan rienda suelta a sus impulsos, por lógica, las consecuencias no siempre son las óptimas.

Así, se dan situaciones de hijos no deseados, convivencias de dudosa firmeza y otros problemas que sin duda los abuelos conocían y no querían para su nieta. Este excesivo celo, impidió que Claudia conociera el amor, tuvo pretendientes que le hicieron la corte, mas no pololos y llegó al punto en que la encontramos hoy, 34 años e indicios claros de solterona fracasada en el amor, más bien desconocedora y ansiosa de tener una relación normal, tal vez formar una familia, crecer en la vida junto a un compañero, tener objetivos y sueños para sus hijos.

Un patio grande, dos pastores alemanes, una mesa en forma de banca para recibir una gran familia y tomar agua con harina tostada en verano, paltos, frutales y chacra. Esos eran parte de sus anhelos, pensando en niños revoloteando por el lugar, esperando a un marido cansado de regreso de su jornada, atenderlo, compartir su dia con él.

¿Qué más debo contarles a modo de introducción? bueno, que nuestra protagonista estudió para profesora de historia en la universidad, lo consiguió con singular éxito y ejerce su profesión en forma satisfactoria en un colegio particular de Parral, ah! se me olvidaba, se compro una computadora con parte de sus ahorros y se divertía mucho navegando.

Vive con su abuela sobreviviente y esta deseosa de entablar una relación para dar curso a sus sueños....

Ese dia estaba aprendiendo a chatear vía Internet, "es una fórmula", se dijo.

Se conecto y escribió: mujer sola, adulta, cariñosa, primera vez que chateo, ¿quién me responderá?

Oh, sorpresa, casi al instante en su pantalla apareció el siguiente mensaje: joven español solitario te responde, soy abogado, soltero, tranquilo, cariñoso y me alegra conocerte.

- ¿Cuál es tu ciudad?

- Burgos, respondió.

Poca experiencia, temor, esperanzas, Claudia se desconectó.

Se lanzo de espaldas en su cama, comenzó a soñar, Burgos, soltero, abogado, más ¿cómo se llama?

"¡Qué tonta y niña fui, no sé ni como se llama mi español!

¿Mi español? ¿Cuándo me puse tan presuntuosa?. Desconozco su nombre y ya me lo estoy apropiando".

Esa noche casi no pudo dormir, pensó, soñó despierta, reflexionó, se sintió de quince años cuando le gustó el Manolo.

¿Qué absurdos giraban como torbellino en su cabeza? Si, era español, ¿y qué?

Era soltero, mas ¿qué edad tenia? ¿Cómo se llama? Qué locura más infantil.

Chatear, conocer.

Ilusionarse?

Al dia siguiente a la misma hora se metió a la computadora, aceptar, contraseñas, todo maquinal.

Se sintió audaz y lanzo por el ciberespacio un chat inicial:
- ¿Español, estas ahí?

Recibió de vuelta:
- Y tú ¿de dónde eres y cómo te llamas?

- Claudia, soy de Parral, Chile. Y tú? ¿Cuál es tu nombre?

- Rodrigo Alcerreca, Juez de la Cuarta Sala de Letras Eespañola de la ciudad de Burgos.

- ¿Rodrigo? Y, ¿qué edad tienes?

- 48 años, fue la respuesta. Se desconectó.

48 años, un ápice de decepción la embargó, se había imaginado 35 ó 37 años, Rodrigo, bonito nombre, se acordó de sus abuelos, él era 15 años mayor que su abuela, y bien dijo.

Rodrigo, Juez de Sala de Letras, soñó, pensó, ese día durmió y la hizo feliz.

A la mañana siguiente despertó pensando en Rodrigo, ¿cómo seria físicamente? Partió al colegio que le quedaba cerca, sus alumnos la encontraron diferente, más alegre, menos odiosa como profesora, hizo 15 minutos menos de clase, no pidió las tareas, todos sin saber qué, percibieron un cambio.

Voló a su casa, su abuela intentó hablarle y ella: ¡más al rato abuela! Voy al ciberespacio.

La pobre señora no entendía nada, malició algún cambio en su nieta.

Se conectó, oh sorpresa, Rodrigo estaba también conectado y en condiciones y disposición de chatear, escribió:
- Ro, le salió de adentro llamarle así... Lo sintió como un apelativo casi tierno, más familiar, se extrañó, ella no era así, era bastante más practica y poco dada al romanticismo y las historias de amor.

- Ro, puso, me salta una interrogante: ¿cómo eres físicamente?, no me refiero al grado de atracción que creas tener, me interesa saber como eres, estatura, color de tu piel, cabellos, color de tus ojos, forma de tus manos, contextura física, etc.. Descríbete.

Rodrigo respondió:
- 1.83 de estatura, piel blanca, ojos verdes oscuro, cabello trigueño, manos grandes, cuadradas y fuertes.

Claudia no lo podía creer, era un tipo como en las novelas Corin Tellado que alguna vez leyó en sus épocas de estudiante, casi el único cambio eran los ojos verdes en lugar de grises. Un detalle se dijo. "Bien, estaba bien este Rodrigo", pensó...

Pasó así y en esta rutina más o menos diez meses hasta que repentinamente no pudo contactarse más en chat y no recibía respuesta de Rodrigo a sus emails. Comenzó a sentir un hondo vacío en sus días... ¿pero, puede alguien enamorarse en tan poco tiempo y por email?, se preguntó. ¿Acaso lo estoy?, se dijo. Sucederme a mí, con un español a la distancia, si ni sé bien en qué parte de España queda Burgos.

Dejó pasar 10 días y lo intentó nuevamente, nada, ninguna respuesta.

La verdad que estaba muy decepcionada, azorada y molesta. ¿Cómo preocuparse tanto si ni siquiera le conocía?

Algo extraño sospechaba, alguna situación especial habría impedido a Rodrigo escribirle.

Comenzó a acariciar la idea de ir a Burgos, iría a España y averiguaría qué pasaba.

Total se acercaban las vacaciones y ella hacia tiempo que quería conocer la Madre Patria.

Buen momento, buen motivo, comenzó a acariciar la idea.

El valor de los pasajes no estaba muy alto, el tiempo en Europa cálido, todo bien, se dijo.

Se lo contó a su abuela, le comentó del viaje, omitió el motivo por supuesto y comenzó a planificar con calma y emoción.

Partió un día martes, iba con mucha ilusión en su corazón, llegó luego de un largo pero buen viaje al aeropuerto de Barajas de Madrid a las 18:00 horas de España.

Hizo transbordo de avión después de un intervalo de más o menos 18 minutos y enrumbó su vida hacia Burgos.

Todo era novedoso, nunca había subido siquiera a un avión.

Llegó a Burgos, el clima la acompañaba, cálidos 24 grados de temperatura, tomó un taxi hacia la dirección indicada por Rodrigo y llegó a su destino final, éste marcaría su vida y ella no lo sabia.

La calle era Fausto Sarmiento número 15 y allí estaba ella, dió 1,800 pesetas al taxista y observó el entorno.

Piso segundo, puerta 2, allí estaba a punto de anunciar su presencia en casa de Rodrigo.

Dos golpes suaves de nudillos resonaron en el espacio. Del otro lado de la puerta el silencio.

Se podía cortar con el filo de una navaja, pasó un minuto e insistió, esta vez llamó un poco más fuerte e insistente. Nada, nuevo silencio y tiempo que a Claudia le pareció eterno.

Nadie abrió ese día la puerta 2. Solo acudió el conserje del edificio que al ser consultado por Claudia le respondió:
- Chica, ¿busca a don Rodrigo? ¿Qué no supo la triste noticia?
Él fue asesinado por la ETA hace solamente 6 días, estaba encargado de una causa contra uno de sus cabezillas y lo mataron al subir a su auto con una bomba.
Ha sido algo terrible para nosotros usted no sabe cuán apreciado era este juez, hombre justo y serio.
Esto fue tan lamentable, se suma el hecho de que lo mataron justo antes de un viaje que emprendía al día siguiente, él me contó que iba a Chile a conocer a la que seria su esposa.
Estaba tan ilusionado con ese viaje, vivía todo el día pensando en esa chica chilena llamada Claudia que decía tendría que ser la madre de sus hijos. Claudia era su gran amor le dijo.

Ella palideció ostensiblemente, sintió sus piernas desfallecer y el conserje noto que se desvanecía.

Despertó en un humilde cuarto, era la pieza desde donde el conserje ejercía sus labores, miró alrededor, no entendía nada de lo que sucedía, solo sentía un fuerte dolor en su corazón y una sensación de tristeza y desgarramiento la invadían.

¿Rodrigo muerto? ¿Su Ro asesinado? Se le nubló la vista por el llanto aflorando de sus ojos, las lágrimas comenzaron a humedecer sus pálidas mejillas y suaves estertores comenzaron a convulsionar su cuerpo.

Pasaron 15 minutos, el conserje le proporcionó unas gotas de valeriana y comenzó lentamente a calmarse.

Se fue a una pensión cercana, allí estuvo no sabe cuánto tiempo tendida en la cama y recordando con nostalgia a Rodrigo.

¿Por qué él?, se preguntaba.

Al cuarto día de mascullar su tristeza y desolación, como por intuición emprendió un sonámbulo andar hacia el cuarto del conserje.

Él la recibió con afecto y le consultó:
- Le afectó mucho lo de don Rodrigo, ¿era pariente suyo?

- Yo soy Claudia, dijo ella con un hilo de voz.

Su rostro pálido y expresión triste conmovieron al hombre, enlazo sus hombros y le dijo:
- Claudia, son los eventos que nos envía la vida, sé cómo se siente porque hace dos meses murió mi esposa y pasé por lo mismo.

No, penso Claudia, no puede imaginarse como me duele, pero es un buen hombre se dijo.

Correspondió a su abrazo e iba a marcharse cuando el conserje le dijo:
- Señorita Claudia, vaya a la notaria González en el paseo San Francisco, él me comento algo relacionado con su testamento y su prometida chilena.

Ella acudió a la mencionada notaria, se anunció con el notario, él la hizo pasar a una salita pequeña, buscó unos documentos y le dijo:
- Claudia, mi linda chica, en primer lugar permítame darle mis sentidas condolencias, conozco la historia porque Rodrigo era mi sobrino ahijado y me lo contó todo, usted no sabe lo ilusionado que estaba con ese viaje a Chile, ese día del triste acontecimiento él me dijo: "mañana le cuento a Claudia mi proyecto de viaje a Chile, tío no sabe como la quiero, como deseo conocerla, casarme con ella y traerla conmigo a vivir en Burgos".

Después de una hora de conversarle sobre Rodrigo, de contarle lo valioso que era y reiterarle sus condolencias le dijo:
- Claudia, voy a leerte el testamento.

"En Burgos a 17 de Octubre de 1998, yo Rodrigo Alcerreca Puentes, en pleno uso de mis facultades y haciendo uso de mis derechos de ciudadano español, acorde a las leyes vigentes en la nación declaro: Dejo todos mis bienes y pertenencias a Claudia Martínez Faundez, ciudadana chilena rut número xxxxxxxxxxx domiciliada en Parral en la calle y número del anexo adjunto.
· Mi piso de calle Faustino 15
· Mi piso de calle Gongora 435
· Mi piso de calle Albacete 18
· Mis acciones de Telefónica
· Mis acciones del Colegio de la Madre Jesús
· Mis 2 vehículos
· Todas mis pertenencias, incluido el estoque de acero toledano.
· Mis libros de magia, etc., etc..

Claudia no podía salir de su asombro. Si no alcanzó a conocerlo aunque si a amarlo.

Cómo lo gustaría que estuviera con ella.

Entró por primera vez al piso de la calle Sarmiento y lo primero que vió fue un retrato de Rodrigo y ella a su lado, era un retrato muy bien logrado, obedecía exacto a las muchas descripciones vía Internet que ella le había hecho.

Asombroso, no lo podía creer.

En el que fue su dormitorio, dos rojas rosas con una tarjeta que decía:
"Amada Claudia, sé que el destino nos esta preparando una mala pasada, estoy amenazado por la ETA.

Solo quiero que sepas que te amé más que a nada en este mundo, sabia que Internet podía cambiar el mundo pero no mi vida, si algo me sucede, nos veremos en otro mundo o en el ciberespacio".

Claudia se sentó, observó las rosas, aunque llevaban varios días allí, estaban frescas y perfumadas, las llevó a su boca, las besó amorosamente y dijo:
"Adiós mi Ro, nos vemos algún día en él mas allá".

Vendió todos los bienes en España, volvió a Chile, contó a su abuela la historia completa e instaló una hermosa librería La Hispano-Chilena que lleva el nombre de Rodrigo Alcerreca en el logo de sus tarjetas.

Nunca se casó y guardó para siempre a Ro en su corazón.

Cuentan que curiosamente, jamás las dos rosas se pusieron mustias y con sus pétalos formaban la palabra RO.


Autor: Arturo Vivanco Zaragoza
Escrita en memoria de su padre.


Enviado por Arturo.
¡Gracias Amigo!

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