Cuenta una historia, que un jorobado escuchando a un predicador, se le hacía difícil creerle sobre la perfección de la obra de Dios.

Un día lo esperó a la salida de la iglesia y le dijo:
- Usted pretende que Dios lo hace todo bien, pero ¡¡mire cómo me hizo a mí!

El predicador lo examinó un instante y le contestó:
- Pero amigo mío, ¿de qué se queja? Está muy bien hecho para ser un jorobado!


¡¡Hasta nuestras imperfecciones son perfectas, aceptémosnos!!




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