Gabriela...

A tú incienso, por donde quiera que el viento lo lleve

 

 

 

Tus comentarios interesan: ang_hell_@hotmail.com

 

Mortalle e squissita

 

Mi garganta con excesos de nostalgias

Mi boca saturada de cenizas

La voz me sale como el viento

La que rompe los huesos en suspiros.

 

En cada nada secuestro a la noche

La que suele abocar mi rutina;

La lluvia tiembla como un cordero

Con su amargura diluida

Tras el lienzo de mis sueños

Formados por el humo

Y un par de ojos

Ajenos a los míos.

 

La noche esta temerosa

Asfixiada del hastío

Bajo sus párpados nace el atardecer

Prolongación de mi continua lucidez

Alimentando los milagros de mi soledad.

 

La noche llora, gime, muere

Sus alas convergen

A la cima del holocausto

Su brisa, aliento de los muertos

Los brazos, tan negros como un cuervos

¡Oh¡ mujer,

un alma descompuesta

tras el célibe beso de las horas.

 

Amor inverso (In – verso)

 

Fui la vertiente que caía de tus manos

En miradas de paroxismos previamente disecados

Con sus metáforas gastadas, su latir desubicado

En sonatas de una lluvia que nos cae encima como lepra diluida.

Mis manos lejos de ti

Dibujan mas que la fémina ausencia que provocas

De donde nace el árbol

Que estremece las primeras nubes del colapso

 

No me llames nunca...

Dios a perdido la brújula de pasiones

Tendido sobre la mesa

Apostando el paraíso

Convirtiendo el estruendo de campanas

En mares de palomas...

 

Acostumbraba cobijarte

Con mantos de falacias que rayaran tu cordura

Y giros circunflejos ahítos de abandono.

 

Dos relámpagos nutridos
Han cerrado el paraíso

En rosa negra que te esconde.

Déjame olerla
que no me alcanza la ironía para crearla

Nunca morirá la tarde

Recaída en su morbo desdeñoso.

Nuestras miradas inciden en naufragio

Y me anuncian que no está lejos el réquiem del olvido.

 

 

Ahora...

No queda mas que el adiós,

Un adiós que se cuelga de la mano de dios

Un dios anidado en sueños de relámpagos

Una partida de soles que estremece

El invierno lleno de diamantes.

 

Manos de velero

 

Tus miedos que mecen los veleros
En noches acunadas de falacias

Midiendo ola a ola el infinito

En mareas que agigantan el destino.

 

Tu austera distancia que me atañe

A un recuerdo bárbaro, moribundo

Limpio de rutinas y cariños marcados.

 

 

Mi poema trasnochado,

Que mañana burlará mi condena

Aullará mi ausencias y fracasos

Y seré un ángel expatriado de cordura.

 

Pero aquí, mujer...

En mi cueva de alternos sentimientos

Brindo mi poema en un  llano de silencio

Silencio que se pierden bajo tu gracia frágil.

 

Pero aun así mujer...

Mi amor por ti declamo.

 

Y en mi atmósfera anidada en tu aliento

Mas haya de tu ultimo horizonte

Caerán en ti mis plegarias de abandono

Prohibidas por tus ángeles al amanecer

Con sus dioses derramado en infinitos.

 

Con tus murmullos en cascada

Con tus labios de sabanas de seda

No nos dejan tiempo que perder

Para hablar de la clausura de la tierra

Que guió tus pasos

A un abismo de distancias y de llantos.

 

Poesía.

 

Pues si ya

Pues si ya

Pues si ia

Poes si ya

Poes sia

Poesía...

 

Poesía, amante fiel.

Colmada de melancólicas sonatas

Valses lacrimosos en mi lánguida mirada

Limitando líneas, cual fondo de un abismo.

 

Poesía, delicada piel

Frontera de las vanidades

Frágil rosa volcada de un revés

Suspiro de la mujer

Y el anhelo versado en flor.

 

Poesía que llora en la punta de el alma

Que ata con lazos la tierra y los mares

Que nace del aliento estrellado contra el suelo

Epiloga del deseo

Epitafio de consuelos.

 

Poesía, ingrata santidad

Exhalas amarguras de los dedos

Divina estirpe seductora

Seducción inconsistente, etérea lucidez.

 

¡Poesía... nuestro reino empieza¡

 

 

 

 

Derechos de autor. RÉQUIEM. Anghell®. ISBN 968-15-0269-8