DOCUMENTO: PONENCIA AUTÓNOMOS

Nosotros, partiendo de la inexistencia de una “verdad revolucionaria” preferimos ir elaborando la teoría a partir de la práctica cotidiana; entre teoría y práctica se da una interrelación dialéctica: la teoría sólo avanza como soporte de una lucha, la práctica sólo avanza cuando a través de ella se va realizando una construcción teórica. Nos alejamos, pues, de aquellos que quieren hacer la revolución a golpes de reunión, y de aquellos que se lanzan al activismo o la acción por la acción. No somos antimarxistas y por supuesto tampoco anti-anarquistas, tomamos de ambas teorías aquello que nos sirve, las ideologías del siglo XIX ya no pueden explicar la totalidad de los fenómenos sociales (por ejemplo, la amenaza nuclear, la nueva división internacional del trabajo, la catástrofe ecológica), pero si aportan instrumentos de análisis y de lucha a los que no podemos renunciar, podemos decir que somos marxistas y anarquistas pero con minúsculas, entendiendo que no podemos construir una teoría globalizadora y que las deformaciones globalizadoras que suponen el Marxismo (en sus diversas escuelas) y el Anarquismo son un obstáculo para nuestra lucha. Para ejemplificar esto podríamos referirnos a la diferente concepción que del término “revolución” tienen ellos y nosotros. Tradicionalmente, sobre todo los marxistas y también las simplificaciones mesiánicas del anarquismo, han entendido la revolución como un acto, había un trabajo previo de preparación de ese acto final, lo importante era ese día maravilloso en el que el proletariado se levantaría rompiendo las cadenas y acabaría por siempre con la explotación. Tras ese día el paraíso bíblico se extendería sobre la tierra; esa interpretación cuasi-religiosa de la revolución se ha revelado como una mistificación y los resultados son palpables en las revoluciones que han triunfado ; frente a esa concepción, nosotros entendemos la “revolución” como proceso, proceso que comienza en el momento en que individuos o grupos entienden que es posible y necesaria esa revolución, proceso que comienza en la revolución de las vidas cotidianas de los que apuestan por la lucha, y proceso en el que no hay un día grande, la revolución ya no es la instauración del paraíso bíblico sino la lucha colectiva ( también individual) por llegar a desarrollar al máximo las capacidades de hombre y mujeres para ser felices.

Como hemos visto, ser autónomo no es sólo estar al margen y en contra de los partidos, de las instituciones y de las organizaciones que frenan la lucha de clases (sindicatos), sino enfrentarnos a las falsas ideologías que se convierten en cómplices y legitimadoras de la explotación. No es sólo darnos un rimbombante nombre, es realizar una práctica autónoma, es decir, no mediatizada por el poder o sus representaciones (parlamentarismo, delegación, autoritarismo, machismo...) no es tratar de construir otra falsa ideología o asumir una posición vanguardista desde la que dictar nuestras verdades sino analizar por donde van los movimientos, asumir las prácticas de resistencia espontáneas de la población como forma de lucha política (por ejemplo los robos, las coladas en buses y metro, la destrucción del mobiliario urbano, son expresiones de insatisfacción y de rechazo que la gente hace de modo espontáneo e incluso inconscientemente; se trata de asumir estas prácticas, darlas contenido político y extenderlas), apoyar los mecanismos de autoorganización que la gente se da en determinadas situaciones para responder a agresiones (p.ej: las recientes movilizaciones casi espontáneas de los alcarreños contra el cementerio nuclear, al margen de los partidos que iban por otro lado e incluso al margen de los ecologistas...), denunciar y desenmascarar al poder y a sus gestores (los partidos políticos) mediante acciones...etc.

No hay pues un área de autonomía con fronteras delimitadas, no hay autónomos, hay luchas que están más o menos cerca, que avanzan hacia planteamientos revolucionarios, que se organizan y actúan de modo revolucionario, hay individuos que se transforman a sí mismos mientras se enfrentan a la miseria, que toman en lugar de esperar, son los individuos y los grupos los que definen en cada momento que es la autonomía. Pero a pesar de esto si existen unos ejes mínimamente definidos: vamos a enumerarlos y explicarlos brevemente.

AUTOGESTIÓN: a todos los niveles y no reducida al plano económico. Constituirnos en sujetos de la historia, empezando por autogestionar nuestras vidas, desarrollando al máximo nuestras capacidades creativas para lo cual debemos enfrentarnos a las limitaciones que nos impone el trabajo, el capitalismo, relaciones sexuales normalizadas, educación castrante...

ANTIAUTORITARISMO: entendido también de modo global; superando jerarquizaciones, superando la división sexual impuesta por el patriarcado y estableciendo mecanismos de democracia directa que permitan una toma de decisiones colectiva e igualitaria.

ACCIÓN DIRECTA: como instrumento de lucha acorde con lo anterior.

NO DIFERENCIA ENTRE FINES Y MEDIOS: de acuerdo con nuestra concepción de revolución como proceso, ya no hay fines y medios, los métodos de lucha son la lucha misma, los fines de la lucha no están definidos a priori; son los grupos e individuos que se enfrentan al Estado cotidianamente los que eligen los métodos de lucha y los objetivos los va marcando la propia relación dialéctica entre al práctica y la teoría. Como veremos luego, la oposición luchas violentas/luchas no violentas es falsa; la oposición se da entre luchas mediatizadas por el poder y sus representaciones ideológicas y por tanto no liberadoras (estas pueden ser tanto violentas como no violentas) y entre luchas autónomas y por tanto liberadoras.

ANTICAPITALISMO: Superación de la lógica productivista y economicista que está llevando al mundo a la destrucción. Esto supone empezar a renunciar ya a los mitos del trabajo y su moral, al mito del dinero, y al mito del consumo de mierda (pues no otra cosa consumimos con el capitalismo) como realización máxima de la felicidad.