Bitácora de la lluvia
No pude contar las veces que he visto llover este año. El agua parece estar de sobra en el cielo cartagenero y me aterra pensar que son los ángeles los primeros afectados por la humedad. ¿Cómo estarían sus alas después de repetidos ciclos del agua?; sin embargo no es menos aterrador la innumerable cifra de hogares que sufren las consecuencias de torrenciales aguaceros en la supuesta última semana de invierno en la costa, según el IDEAM.
Charcos y ríos de agua sucia son fotografiados en primeras páginas del diario local, mientras la muerte de un joven al tropezar por uno de los canales de desagüe se convierte en un llamado de atención a la prudencia de los demás. No se puede confiar ni en el clima.
A esto se suma la pobreza que atrae la destrucción de una fuerte lluvia durante horas. Infecciones, destrucción de inmuebles y electrodomésticos, casas sin tejados. Es como una forma más que tiene el cielo de dar un pellizco a la sociedad de todos los estratos, porque hasta los más ricos se ven afectados, eso si, en menor medida.
Es una forma de aterrizarnos, como diciendo: “si no sienten los problemas de violencia en el país, lo sentirán de otra manera”. Pero el hombre parece resistir más de tres guerras mundiales, la guerra empezó hace mucho y es contra la adversidad... tenemos que ganarla.
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