NACIMIENTOS Y PASTORELAS |
Por: Sóstenes De Hoyos Martínez.
Colegio de Investigaciones Históricas del Centro de Coahuila,
A.C.
NACIMIENTOS.
En nuestra tierra, los frailes franciscanos introdujeron las costumbres navideñas cristianas para la evangelización de los naturales, entre ellas los nacimientos y las pastorelas.
Antes, no había familia, por humilde que fuera, que no gozara
“al poner” el nacimiento.
Se cortaba un pedazo de pino o pinabete para ponerlo de fondo y la
gente se ponía a fabricar manualmente adornos navideños,
como los eran los graciosos arcángeles, vírgenes de mantas
bordadas, flores multicolores, entre otras, sin faltar el tradicional vestidito
del niño Jesús, que cada año tenía que ser
nuevo y confeccionado por los padrinos.
No podían faltar las figuras de barro, adoptando personajes tradicionales y seres cotidianos con los que todos estamos familiarizados.
Entre ellos estaban los pastores, figuras de distintos animales, gente asando carne en una fogata, niños jugando, e incluso, sin faltar el tradicional diablo.
PASTORELAS
Las pastorelas son una escenificación de la natividad. En Castaños
en tiempos antiguos se realizaban en la parroquia de Nuestra Señora
del Buen Suceso y en algunas casas particulares.
Fueron muy famosas las realizadas en la casa del Sr. Pedro Javier Flores “el chaparro”, en donde cada año se juntaban diversos personajes que escenificaban toda la noche, reproduciendo a humildes pastores, guiados por el ermitaño hacia Belén, con la ayuda de San Miguel que los defiende de Luzbel, así como los Reyes Magos adorando al niño Dios, todos ellos representados por personas del pueblo.
Los personajes tenían que aprenderse sus versos de memoria, que generalmente estaban en rima, empezando a ensayar desde meses antes para estar listos para el gran día.
Los acompañaban también un grupo de músicos con
violín y guitarra, para amenizar los cantos de alabanza.
No faltaba la cena y el ponche de frutas, para todo el que llegara a presenciar la pastorela y algunas botellas de mezcal o tequila aparecían entre el público y los actores.
Se repartían tamales de carne de puerco y pollo, hojarascas, buñuelos, así como el tradicional menudo de res con pata de puerco, champurrado y el café de la olla bien caliente, para poder aguantar el frío y la desvelada.
Actualmente las escenificaciones en las casas son pocas, pero en las
Escuelas Primarias y Secundarias es común verlas en temporada navideña,
resurgiendo así entre niños y jóvenes esta gran tradición
nuestra.
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