Los medios de comunicación han estado históricamente vinculados al desarrollo político y social de las naciones, sin embargo, es hasta la década de los años 70, cuando los estudiosos de ambas disciplinas comienzan a evaluar su potencial y a generar estrategias integrales para su aplicación.
Los procesos de globalización, la interacción permanente de los actores y sectores políticos y sociales, así como el constante desarrollo tecnológico, son elementos que han contribuido a la emergencia de nuevas tendencias de expresión y relación humana que obligan a la búsqueda de modelos distintos para su interpretación y estudio.
La ciencia política y las ciencias de la comunicación, son disciplinas inmersas en esa dinámica y requieren de una estrecha relación para construir mejores esquemas de análisis.
Los dedicados a la ciencia política se valen de los estudios en comunicación y del acercamiento con la prensa, como mecanismo optimo para allegarse de datos y construir nuevos modelos teóricos de interpretación sobre el comportamiento político de las sociedades.
Una acción similar es realizada por investigadores en comunicación, quienes además interactúan con otras disciplinas para elaborar planteamientos con aplicación pragmática, acordes a una realidad amorfa y en constante movimiento.
Los medios han sido actores fundamentales en los procesos políticos de las naciones, no sólo al retratar la realidad de cada una de ellas, sino al constituirse en foros de expresión y debate sobre diversos tópicos.
Los personajes o grupos dedicados al ejercicio político, utilizan a los medios de comunicación como vehículos para la difusión de sus ideas y como instrumento para la consolidación y legitimación de sus acciones.
La conclusión parece obvia, los medios no sólo son instrumentos de transmisión de datos, sino que se les debe considerar actores permanentes que junto con el resto de las instituciones de estado y gobierno, participan en el crecimiento y en el desarrollo de la sociedad.
Tenemos que tener en cuenta que una sociedad en su conjunto también observa las virtudes y acciones de la relación entre los medios y la política, explotándolas con la finalidad de obtener beneficios estructurales y particulares. En México, dichas afirmaciones tienen amplia correspondencia, tanto en el desarrollo histórico como en tiempos recientes. Instituciones públicas y privadas, partidos políticos, organizaciones e incluso grupos y personas al margen de la ley, hacen uso de los medios para transmitir mensajes y captar el interés de la ciudadanía con diversos fines.
La presente ponencia plantea; en base a la observación de los medios de comunicación masiva que utiliza el estado como son: sus emisoras de radio, el canal de televisión y su redacción de prensa, quienes han perdido la encomienda y objetivos para la cual fueron creados. Ya que en la actualidad han dejado de ser verídicas entre la población, los cuales se han considerado los siguientes puntos:
La relación entre medios de comunicación y política ha sido definida de muy diversas formas, aunque desde la perspectiva de muchos políticos los medios cuentan con dos características que pueden ser determinantes para conseguir una relación estrecha entre el gobierno y la sociedad y que los medios influyan no solo a las opiniones, sino que sea parte de la conducta de los individuos y para ellos 15 minutos en una pantalla o en una emisión radiofónica, puedan resultar más efectivos que una tarde entera entre la multitud en una plaza cívica. Por la otra, desde una perspectiva liberal, se considera a los medios de comunicación como los aliados naturales de la arena pública abierta y, hoy diríamos, democrática en la que los políticos no sólo ven juzgadas sus acciones, sino en la que deben justificar su conducta. En este sentido, en las democracias occidentales modernas y los medios de comunicación tendrían tres funciones básicas para mantener un orden político “abierto”:
Vigilar los abusos de poder por parte de cualquier autoridad.
Proveer de información a los ciudadanos con el fin de que éstos puedan sustentar sus opiniones, decisiones y elecciones en relación con la cuestión pública.
Son en sí mismos, espacios abiertos para el libre debate en donde no existe ninguna opinión dominante de forma permanente y sin una amplia discusión.
Para hablar de democracia; es lograr un equilibrio responsable entre libertad e igualdad en una sociedad democrática, es necesaria la voluntad política compartida de garantizar lealmente y sin restricciones la libertad de prensa, y sea un resguardo del derecho de la sociedad a informarse debidamente.
Este es un derecho fundamental del público: a ser informado, considerado como parte de un acto de justicia: dar a la sociedad una correcta percepción de sí misma, al tiempo que se permite a cada persona tener una adecuada integración al entorno que lo rodea. Con la adecuada información cada persona tiene más opciones donde elegir, lo que aumenta, consecuentemente, la libertad social. Así, la información de prensa puede sustentar tanto una libertad de expresión para todos los ciudadanos, como también el respaldo más profundo de un derecho a la información.
Eso significa no solamente asumir el valor de la libertad de expresión individual, sino; el valor de la expresión medido también en términos de beneficio público. Antes que nada es necesario establecer que la libertad de expresión es el primer fundamento de un régimen democrático. Toda persona debe tener el pleno derecho de expresar libremente sus opiniones, recoger la información que estime conveniente, y divulgarla por los medios adecuados.
Y hacer valer el Paradigma de Lasswell al mencionar que para que exista una buena comunicación debemos tener siempre presente ¿Quién dice qué?, ¿Por qué canal?, ¿A quien?, y ¿Con qué efecto?
En la actualidad debemos de tener en cuanta, al igual que los actores políticos que la relación también es a la inversa, donde el poder político convierte a los medios en simples extensiones de su función, o voceros de sus propios postulados. La prensa, en ese caso, sólo refleja las problemáticas, los intereses y las proporciones de poder del sistema político. Ejemplos de esto es la llamada «prensa de trinchera», en cuya acción, más que la información misma, interesa el objetivo político del medio. Una de las maneras de medir la independencia de los medios informativos por diversos canales, es el trabajo de análisis de las fuentes a las cuales consulta. En el caso de un sistema informativo sano, los medios recurren a las fuentes políticas como una forma de obtención y comprobación de la información. Si el sistema es dependiente, las fuentes deciden qué informar y se recurre siempre a las mismas personas que suelen ser los voceros del sector. Y, en el caso de la trinchera extrema, esas mismas fuentes no entregan información sino más bien sólo propaganda. Entre estas dos formas de difusión de trinchera se produce una distancia creciente con la realidad. Pero, además de la programación de trinchera, hay diversas formas en las que el poder político condiciona o intenta condicionar la acción de los medios. El gobierno, por ejemplo, tiene siempre una variada serie de técnicas y procesos tanto formales como informales para ejercer influencia en los medios. Voceros de prensa, oficinas de comunicación, llamados por teléfono, persuasión amistosa, la entrega de datos, entrevistas o noticias exclusivas, son algunos de estos múltiples mecanismos. Los gobiernos y también los partidos políticos establecen verdaderos «sistemas informativos», a través de las formas en que diseminan la información o se insertan en los medios para lograr la atención pública. Y estos problemas se producen tanto en los canales informativos formales como en los informales.
La industria de la comunicación y el estado comparten el problema de la legitimación. Cada día, es necesario obtener de la sociedad la aprobación y el consenso de sus acciones. El estado, se legitima a través del voto y las encuestas de opinión, que le dicen; lo que la gente piensa de él pero sobre todo, fundamentan y justifican su presencia en el gobierno. La legitimidad de la industria de la comunicación se basa en el derecho a la información y la capacidad de crítica que cada medio tenga.
De cualquier forma, ambos actores buscan siempre la aprobación social. La necesidad de legitimarse ha hecho que los mismos se alíen para difundir una comunicación creíble a pesar de sus diferencias. En la nueva lógica el poder económico-político de la industria de la comunicación hace que el estado adapte sus acciones y propósitos de esa industria. Se convierten así en aliados para obtener un beneficio común.
Es por ello que se explican tres situaciones que se dan en la relación industria de la comunicación-estado:
La conveniencia del estado en compartir un conjunto de valores con la ideología común de la industria de la radio, televisión y la prensa escrita.
Formalizar un carácter administrativo y facultativo de las disposiciones jurídicas dictadas en materia de medios de comunicación.
La actuación de los medios de comunicación, no como grupo de presión, sino de expresión abierta y con la disposición jurídica.
Para obtener legitimidad social la industria de la comunicación y el estado necesitan construir una opinión favorable a ellos dentro del espacio de acción social que les compete; es decir, el espacio público.
Entendemos por espacio público el "marco mediático gracias al cual el dispositivo institucional y tecnológico propio de las sociedades es capaz de presentar a un público los múltiples aspectos de la vida social". Es el medio en el cual la sociedad se representa a sí misma.
El nuevo espacio público se fundamenta en un aparato tecnológico, propuesto por los medios de comunicación, y un aparato institucional constituido por el estado, al cual se le debe de respetar.
Hoy en día no existe el espacio público sin los medios de comunicación. Y esta condición no es sólo para la sociedad. El ámbito de la política requiere también de los medios y sus modelos para permanecer en el ámbito de lo público. La política ha tenido que hacer uso de los medios y de sus lógicas para difundir sus propuestas, ideas y acciones a desarrollar.
En el marco político de la comunicación, las instituciones son el fundamento de cualquier sistema, que deben de responder a las necesidades sociales. Si entendemos a las instituciones como las reglas del juego de cualquier sociedad que establecen límites al intercambio material y simbólico de los actores sociales, económicos y políticos y disminuyen la incertidumbre que genera la conducta humana, observamos que; para el caso mexicano, las instituciones políticas no han actuado correctamente en ese sentido. Y en tanto que su acción no corresponda a las necesidades sociales, la pérdida de legitimidad es irremediable.
La política entonces requiere reconstruir esa legitimidad que le asegure una credibilidad y generar un consenso social, implicado a apelar a los ciudadanos y que lo lleve a un uso mediático adecuado.
Así la política actual, entra en la dinámica de los medios de comunicación. Aprendiendo y adecuando los ritmos y tiempos, los medios en la comunicación política no son la construcción de falsos argumentos en los discursos, y mucho menos una preparación publicitaria que confunda a las masas, más que nada, es la presentación de una política real en la creación de hechos concretos donde la venta de la imagen, sea verídica; en lógica y ética, todo esto para crear una opinión pública que legitime la acción del estado.
La opinión pública es el sistema de representación de lo que piensa la mayoría y que se legitima a través de los medios de comunicación quienes han tomado el papel representativo en la construcción de la misma.
Como comunicólogos no debemos de perder la pauta de que la opinión pública se construye a partir de los siguientes elementos:
Surgimiento de un tema de interés social.
Valoración del tema por los diferentes sectores.
Culminación de la discusión en el escenario propuesto por las partes interesadas, siendo los medios el canal de concertación y difusión.
Solución aceptada mayoritariamente y difundida por todos los medios de comunicación.
En la actualidad hay que estar conscientes, que todo gobierno debe ser parte integral del proceso de creación de opinión pública, donde los medios juegan un papel importante de transmisión de información, ya que son ellos quienes proponen los límites del llamado espacio público.
Las relaciones entre estado y medios, en una interacción con la sociedad, generan la construcción de la opinión pública que se establece, tomando en cuenta que:
Los medios de comunicación, son un puente de retroalimentación entre los políticos y la opinión pública.
Los medios de comunicación interactúen junto a los políticos con la sociedad y formar la opinión pública real, siendo así, los medios el canal entre ambas partes.
El gobierno nunca debe olvidar que el resultado de estas relaciones se establecen de acuerdo a los intereses de cada actor y al peso específico de cada uno en el espacio que comparten y por el que compiten.
En síntesis la opinión pública es el resultado de la relación de los diferentes actores políticos y sociales que juegan un papel importante, es preciso volver a decir que esta opinión es producto de un consenso, donde se expresan la mayoría de las opiniones sin olvidar que quedan algunas exentas.
Para que un gobierno sea creíble, la opinión pública debe ser expresada sin riesgo de sanciones y, difundirse transparentemente hacia el público. Y no quedar en lo que conocemos como espiral del silencio, y no dar una imagen de opinión dominante o conducta de sumisión que amenaza con un aislamiento social y de miedo.
El gobierno del estado debe de respetar la opinión pública de la mayoría social con bases y argumentos verídicos y no de unos cuantos, con ello existirá una relación armónica entre estado y sociedad, y borrar la teoría de una relación de poder donde se impone una opinión dominante sobre una dominada. En este sentido, es importante la relación que se establece entre los medios, el estado y la sociedad que forma parte de la opinión pública.
La opinión pública puede ser vista entonces como una herramienta que utilizan el estado y la industria de la comunicación para mantener su legitima posición al construir su legitimidad.
En el fondo estamos en presencia de dos modos de legitimación: la de los medios de comunicación y la del procedimiento, que aunque diferentes entre sí, pueden guardar una relación de competencia a sus intereses mutuos y en ocasiones de complemento recíproco.
Guillermo Chávez Martínez Víctor Hugo Guerrero Gálvez. Correo electrónico: tlecatzin@yahoo.com Pablo Herrera Ciudad de México.
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