MOLINOS Y BATANES DE FUENCALIENTE
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Corría el año 1575, época en la que España era la principal potencia mundial y en el imperio de Felipe II nunca se ponía el sol, cuando el monarca envió un cuestionario a todos los pueblos preguntando por su historia, sus habitantes, sus costumbres, y de paso, por sus fuentes de riqueza con el fin probable de establecer nuevos impuestos con los que mantener su vasto imperio. Estos escritos se conocen como la Relaciones Topográficas de Felipe II, y se conservan las contestaciones de muchos pueblos, entre ellos las de Fuencaliente, en la Biblioteca del Escorial.
Los vecinos de Fuencaliente Sebastián García Lozano, Juan Muñoz el Viejo, Lucas García, y el bachiller Rodrigo fueron los encargados de contestar las preguntas del cuestionario enviado por el rey a esta población, y respondiendo a una de sus preguntas dicen:
" Que en los ríos del término hay once molinos harineros, nueve en el río de la Yegua: dos son de Juan López Nevado, y otros dos de Francisco Rodríguez, y uno de la mujer y hijos de Diego Luchena y otro de Pero Hernández, vecinos de Fuencaliente y otro es de Miguel, y otro de Tomé de la Ferradilla, vecino de Villanueva de Córdoba, y en el río que pasa mas cerca de la villa tiene un molino de Tomasa Perlán, vecina de la villa y en las Ventillas otro en el arroyo de la Liseda, que es de Asensio Gómez".
"Y en el río La Yegua hay tres batanes: uno es de los hijos y herederos de Juan de Almagro, otro de los herederos de Juan de Cuellar, y el otro de Bartolomé Romero y de sus hermanos, vecinos de Pedroche."
¿Qué queda de aquellos molinos y batanes?
Dando una vuelta por el Río del Pueblo (Pradillo) y por el Río de Atrás (Cereceda), todavía podemos ver parte de lo que fueron aquellas construcciones hidráulicas, y hacernos una idea de lo que sería la vida en aquella época, con un trasiego de gente por el río (agricultores, arrieros, tejedores y pañeros) cuando los molinos estuvieran en funcionamiento. Como el pueblo era eminentemente agrícola y ganadero, la mayoría de los molinos eran harineros. Los batanes que había pertenecían a personas del Valle de los Pedroches, donde había una floreciente industria textil (Pedroche, Torrecampo) y los molinos aceiteros no existían porque aun no había olivos, y habrá que esperar bastante tiempo para ver las primeras plantaciones de olivos en el término.
MOLINOS HARINEROS
Los molinos harineros estaban situados en el río de Atrás (Cereceda) y no tenían problemas de abastecimiento de agua ya que el río no se secaba durante el verano, así que molían todo el año. Los agricultores guardaban el grano en sus cámaras, o trojes, y lo iban sacando para moler según sus necesidades. Muchas veces se molía a escondidas y de noche pues era obligatorio declarar lo que se molía y pagar impuestos, y el grano (trigo, cebada), se tenía escondido en el monte. Aparte de eso, el molinero se quedaba con una parte de lo molido, la maquila, y por eso también se les llamaba "molinos maquileros".
El agua se cogía del río mediante una pequeña presa o azud, y por un caz (canal), llegaba hasta el cubo del molino (pozo). El cubo tenía la función de almacenar agua, pero también conseguir que ésta tuviera más presión para poder mover la rueda de madera (palas) que hacía girar la piedra de moler. Después de realizar su trabajo, mover la rueda o palas, el agua salía por debajo del molino y volvía al río.
Reconstrucción de un molino harinero (Estratos, 2002)
Las piedras, también llamadas muelas, eran dos, una fija y otra que giraba, y encima de ellas estaba la tolva donde se echaba el grano que iba cayendo sobre la piedra superior y por un agujero se introducía entre las dos muelas. La velocidad de la piedra se controlaba regulando el caudal de agua, y en algunos molinos también se podía regular el espacio que quedaba entre las dos piedras para que la harina saliera más o menos fina. Para que la harina no se esparciera, las piedras estaban forradas de madera formando una especie de caja cuadrada. Después de mucho uso, la piedra se quedaba lisa y había que picarla con el martillo y el cincel para que se quedara rugosa y moliera mejor.
Podemos ver bastantes restos de los molinos harineros del término:
Molino de Brillorea: se localiza en la confluencia del Arroyo de Peñaescrita y el río Cerecea o Cereceda. Se puede ver el enorme cubo del molino excavado en las pizarras, los hormazos de las paredes y el caz. El edificio del molino es bastante pequeño pero el cubo es muy grande. Alguna gente le dice Molino de Bullarea, en vez de Brillorea, y no está muy claro cuál sería su nombre original. Todavía hay algunos viejos que dicen lo vieron moler en los "años del hambre".
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Molino de Ramírez: sus ruinas se encuentran
aguas arriba del Molino de Brillorea, en la margen derecha del río, y
antes de llegar al Molino de los Guindos. Parece de los más antiguos por
el tipo de construcción, toda de piedra de pizarra, sin ningún ladrillo
ni argamasa. Se puede ver el cubo y la gran pared de piedra que lo cerraba,
la plataforma del caz, la salida del agua por debajo del edificio (cárcavo),
y una piedra de moler partida en tres trozos. Por los restos de construcciones
que quedan parece que el molino era bien grande. En su construcción se
asemeja al de Brillorea. |
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Molino de los Guindos: se localiza en el paraje de los Guindos, más arriba del Molino de Ramírez, en una de las zonas más frondosas e interesantes del río Cereceda. Está muy tapado por la vegetación pero se ven las paredes viejas, restos de otras construcciones adyacentes, y un piedra de moler junto a la puerta, colocada como asiento. Muy escondido entre la vegetación, se conserva el cubo, en forma de pozo circular. Desde el Collado Canela, junto a la Cuesta del Chaparro, bajaba una vereda hasta el molino, y aun aparece en algunos mapas del Ayuntamiento como Vereda del Molino de los Guindos. |
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Molino del Corneta: estaba situado en La Dehesa,
enfrente del Molino de Macario, en lo que hoy son huertas particulares.
Se puede ver el azud (reformado) y el caz que se sigue utilizando para
regar la huerta. También se aprecia la vuelta del agua al cauce del río
después de pasar por los edificios donde estaría situado el molino. No
parece que quede nada reseñable pues se han hecho construcciones nuevas
donde se supone que estaba el antiguo molino. |
Molino del Mellado o Molino de Macario. Fue
conocido por ambos nombres, y también se le llamaba Molino de la Tía Cecilia.
Macario fue su último propietario, pero antes era de la familia de Rafaelillo
Mellado y de su mujer, la Tía Cecilia. Estaba situado en La Dehesa, en
el lugar que ocupa el chalet de Torregrosa y aun se puede ver parte del
cubo del molino bajo el voladizo de la nueva construcción.. Después de
estar cerrado se abrió tras la guerra civil para cerrarse definitivamente
a principios de los cincuenta. El enorme azud, y el caz, se pueden ver
todavía. |
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Fabrica de Lisardo: se localiza junto a la
confluencia de los dos ríos. Era conocida siempre como La Fábrica y se
le añadió el nombre de Lisardo, su último inquilino. Si lo comparamos
con los otros molino, queda justificado su nombre de "fabrica".
Es de suponer que su apertura supusiera el cierre de los pequeños molinos.
Sin embargo, antes de la guerra también estaba cerrado aunque fue reabierto
después. Aun quedan en pie sus impresionantes paredes de tapia, gran parte
de su maquinaria entre los escombros, la gran puerta de madera, el caz,
la balsa y su compuerta. Después de la guerra civil se reformó su maquinaria
y se colocó una gran tubería de hierro desde el cubo (en esta caso se
trata de una balsa) hasta el molino. Se abastecía de agua de ambos ríos,
un caz provenía del Río del Pueblo, cogiendo el agua cerca del Peñón de
Santa Ana, y el otro caz venía desde el Río de Atrás. Su importancia en
sus tiempos sería tal, que se supone que el nombre de lugar donde se encuentra,
El Egeño, proviene del que sería su primer nombre popular, El Ingenio. |
Molino de Chilín: situado junto a la Tabla
del Ahogado, al sur de Fuencaliente, cuando ya se han unido los dos ríos
para formar el Río Yeguas. En los "años del hambre" (después
de la guerra), se reabrió y estuvo funcionando hasta los años cincuenta.
Actualmente solo quedan las paredes pues, después de cerrar, fue usado
para encerrar ganado y luego como perrera. El Molino de Chilín fue el
último en cerrar y el que mejor se recuerda en el pueblo. Su último molinero
fue Berejeno. |
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Molino de Morrilla: más abajo
de la confluencia de ambos ríos, se encontraba el Molino de Morrilla,
justo antes de llegar a la Huerta de Conde. Hasta hace poco se podía ver
el caz y parte de las ruinas, pero fue destruido al hacer la nueva carretera.
El caz era el mismo que abastecía al Molino de Chilín. Actualmente no
queda ningún resto del molino, pero lo que era el cubo ha quedado colgado
sobre el talud de la carretera. |
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Molino de los Rasillos: se encontraba
en la junta de la Garganta de Peñaescrita y el Arroyo del Barranquillo
de las Piedras. Los restos están perdidos entre el monte pero todavía
se puede encontrar el cubo del molino entre las jaras y algunos restos
del edificio. |
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Molino de Navalajeta: Estaba en
el río Navalajeta, junto al lugar conocido como Cerro de los Membrillejos.
Es del que menos referencias hay y además no queda ningún resto. Se sabe
de su existencia por testimonios de personas que encontraron en el lugar
unas piedras de moler y lo refieren como si las hubiera arrastrado el
río, pero en escrituras antiguas se habla del Paraje del Molino al referirse
a esta zona del río. |
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Noria de la Cantina: Aunque por supuesto no
tiene que ver nada con los molinos, referimos aquí esta curiosa construcción
de nuestros ríos de la que poco se sabe. Se encontraba en el Río Yeguas,
en el Cortijo de La Cantina, en la esquina de la huerta vieja, junto al
cauce del río. Los restos que quedan son la plataforma que sustentaba
el eje de la noria, que era movido por medio de un burro que daba vueltas
sobre la plataforma. También se puede ver, al lado, un machón de piedra
del que saldría la viga que sujetaba la noria. El objeto de este artilugio
era regar la huerta adyacente. |
BATANES
Ya hemos visto que en 1575 había tres batanes en el río de la Yegua, y que eran propiedad de vecinos de Pedroche. El objeto de estos ingenios hidráulicos era abatanar o tundir los tejidos de lana, que consistía en golpearlos repetidamente para que adquirieran más consistencia y flexibilidad, y de paso se limpiaban del aceite que se había usado durante el proceso de tejido.
Esquema de un batán (Estratos, 2002)
Para abatanar o tundir los paños, se remojaban y se golpeaban después con unos mazos de madera; estos mazos eran movidos por una rueda de madera colocada en vertical, que a su vez era movida por la fuerza del agua. También se usaba una especie de arcilla, greda, cuyo fin parece ser que era el de desengrasar el tejido. El abatanado entrecruzaba más las fibras y el resultado era un tejido más uniforme, resistente y agradable de llevar. Después de abatanados, se les sacaba el pelo a los paños con una especie de cepillos con pinchos, el cardador. También se cardaban con una planta, la cardencha o cardón.
Como todas las partes eran de madera, su montaje era sencillo, y es probable que algunos batanes no tuvieran ni siquiera cubo ni caz, tomaran el agua directamente del río, y toda la construcción que tuvieran fuera un simple cobertizo.
Los batanes son una construcción de la Edad Media; antes de esta época el abatanado se hacía pisando los paños en una gran pila. El pisado se hacía por personas que calzaban unos grandes zuecos de madera, y por eso en algunas zonas del norte de España a los batanes también se les llama "pisones".
Batán original de Lacort y su posterior reconstrucción en Fiscal (Aragón)
El batán necesitaba de una pila para ablandar el tejido, una rueda de palas y un eje de levas, un par de mazos, y una pila donde éstos golpeaban el tejido. La rueda de madera giraba solidaria con el eje que llevaba dos levas intercaladas a 90º; de esta forma las levas levantaban los mazos y los dejaban caer alternativamente uno después de otro. Todo el conjunto descansaba sobre cuatro pies derechos de madera con un armazón superior del que colgaban los mazos.
Dibujos de la Universidad de Oviedo
Antes de llegar al batán, la lana había sido lavada; esmotada para quitarle las impurezas; cardada para separar bien los hilos; hilada con la rueca y el huso; y después se habían tejido los distintos tipos de paños. Pero como los tejidos de lana quedaban muy bastos había que pasarlos por el batan (abatanarlos) antes de confeccionar la prenda de vestir; con este proceso adquirían flexibilidad y se tupía el tejido, a la vez que se desengrasaba. Después del abatanado, los tundidores igualaban el paño recortándolo con las tijeras, se prensaba, y después se tintaba. Todavía se conservan batanes en el Norte de España: en Fiscal (Aragón), Ledantes y Aniezo (Cantabria), Val de San Lorenzo (León).
Batán de la Vega del Helechal: En Fuencaliente
sólo quedan los restos de un posible batán en la Vega del Helechal, junto
a la Chorrera de los Batanes. Allí es posible ver entre la maleza un pozo
o cubo redondo y con un tipo de construcción totalmente diferente a los
cubos de los molinos harineros. El tipo de construcción, y la proximidad
a la Chorrera de los Batanes, hacen pensar que se trata de uno de los
antiguos batanes, y una limpieza y excavación de las ruinas adyacentes
podrían confirmar este extremo. Tanto el cubo, como las ruinas anejas,
están tapados por la vegetación. |
MOLINOS ACEITEROS
A los molinos aceiteros (almazaras) también se les llama en Fuencaliente "molinas". En 1575 no había ninguno porque no había olivos plantados. Después se construyeron el Molino Viejo, la Molina de los Jaramagos, la Molina de los Chaparros y la Molina del Egeño, todas ya desaparecidas. Actualmente sólo está en funcionamiento la Molina de la Fuente de la Teja, propiedad de la Cooperativa Nuestra Señora de los Baños, y que es llamada comúnmente La Molina.
Molina del Egeño o Molina de los Muñoces:
Situada en el Egeño, en la junta de los ríos Cereceda y Pradillo, es el
edificio industrial más importante que se conserva en Fuencaliente. Se
encuentra en un lamentable estado de conservación y se derrumbará si no
se hace nada urgentemente. Era una gran almazara, pero la construcción
de la Molina de la Cooperativa, junto a la Fuente de la Teja, provocó
su cierre y abandono, ya que no fructificaron las negociaciones entre
los propietarios y la Cooperativa para unificar ambas empresas. Su nombre,
Muñoces, proviene de la familia propietaria, a la que sigue perteneciendo
el edificio. Estuvo más o menos bien conservada hasta hace poco, pero
actualmente sus dueños la utilizan como corral de ganado, y nadie muestra
interés por su conservación. Aunque fue modernizada en su momento, usaba
animales como fuerza motriz. No había un animal encargado de moler, sino
que cada agricultor llevaba su animal, mulo, burro o caballo. |
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Molino Viejo: La primera plantación de olivos
que se hizo en Fuencaliente, no sabemos la fecha, fue junto a la Huerta
de la Peralera, en los Collaíllos, y allí se construyó el primer molino
aceitero. Es el más antiguo, hasta el punto que nadie recuerda si tenía
nombre, y todos le llaman el Molino Viejo, y los mapas Molino Antiguo
y Molino Aceitero. Desde Fuencaliente se llegaba por el Camino de la Puente,
el que pasa por el Charco Matamujeres y por la Vega de la Virgen, y el
lugar donde se encuentra se conoce como Plantío del Molino. A pesar de
ser el más antiguo, estuvo en funcionamiento hasta los años cuarenta.
Ya está derruido pero se puede ver la balsa del alpechín, algunas piedras
de grano y las paredes viejas. Hasta hace poco se conservaban los rulos
y las piedras de moler, pero fue expoliado hace unos años. |
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Molina de los Chaparros: Se la conocía también
como Molina de la Fuente del Compadre; pertenecía a familia de los Gutiérrez,
y está junto a la Fuente del Compadre, en la salida del Camino de Conquista.
También molía con animales. La maquinaria provenía de la Molina de los
Jaramagos, de cuando ésta se cerró y sus socios se trasladaron a este
lugar, en las afueras del pueblo. Actualmente no queda mucho de interés
pero el edificio se conserva aunque en muy mal estado. |
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Molina de los Jaramagos o Molino de las Mestas:
El paraje donde se encuentra se llama Vega del Tío Planas, y su ubicación
responde a otra de las primeras plantaciones de olivos que se hicieron
en el pueblo. Alguna gente cuenta de ir sólo a moler la aceituna y después
se llevaban la masa a la casa o al cortijo donde la prensaban y sacaban
el aceite. El nombre de Molina de los Jaramagos corresponde a sus constructores,
la familia de los Jaramagos que eran los suegros del Tío Planas. Aunque
después se convirtió en un cortijo, el edificio es prácticamente el mismo
de la Molina, pero la maquinaria fue trasladada a la Molina de los Chaparros,
por lo que poco queda en el edificio que recuerde su antiguo cometido.
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