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~~~ Eso no se hace... ~~~

Cuento por: Rafael Angel

(Te contaré un secreto): Acabo de tomar una voladita con un angelito que iba para tu casa.Te vi como estabas. No sé cómo no te diste cuenta, pero me detuve al lado tuyo...me bajé muy despacio... ni siquiera la perrita me sintió... te acaricié tu cabello con sigilo. El angelito me alumbró un poco y pude ver algunas vetas rubias. Te viraste de lado y yo me asusté porque creí que me habías visto; luego me di cuenta que no. Moviste los labios, como tragando; respiraste profundo y te quedaste ese rato hacia el lado de afuera de la cama, hacia donde yo estaba. Quedaste frente a mí. El angelito me estaba apurando porque no estaba supuesto a hacer eso; le dije: -espera un poco nada más. No quería que te despertaras porque te podías asustar. Y a riesgo de eso, me fui acercando bien despacio. Tuve que arrollidarme, ¿sabes? Me sentí en aprietos. Tu respiración era pausada. Fui acercando mis labios a los tuyos. El angelito quiso sujetarme y creo que lo empujé un poco (pero ya me excusé). Así que, bien despacio... muy despacito, acerqué mis labios a los tuyos... casi rozando... muy por encima para que no se fuera a despertar, fui palpando tus labios con demasiada suavidad. Pensé que podría darte cosquillas, pero no me importó. Continué mi recorrido, como tratando de tomar el sabor del labio superior primero... y lo fui bordeando con suavidad; estabas quieta, y en mi recorrido busqué a tu otro labio y sentí como un rico sabor a miel. Tu labio se movió con suavidad. Pareció como que había sentido sobre ellos algo extraño... como si hubiese descubierto que esos labios no le eran conocidos. Así era, de hecho. Volviste a moverlos, pero sin despertar. Parece que el contacto tan suave te hicieran dar una respuesta a todo tu cuerpo, porque cambiaste de posición. Muy poco... muy levemente; mas no moviste tu rostro mientras yo me deleitaba sintiendo tu respiración, ahora a través de tu boca, que se había abierto muy levemente. Te juro que me vi tentado, pero el angelito me miró y no quise contrariarlo. Sólo chupé dulcemente el néctar de miel de tu labio inferior y me contuve. El angelito, esta vez, fue más enérgico. -Vamos ya- casi me gritó. Lo miré con un poco de coraje, pero no quería que me abandonara en su habitación. No hubiese sabido volar de regreso por mí mismo. Te arropé tu pecho que casi se veía a través de tu bata, aún en la semi-oscuridad. Te miré con ternura, con cariño. Te hubiese traido conmigo, pero el angelito no quiso. Después de todo él tenía el control de la transportación. Ya a punto de salir, le dige al angel que volviera un poco... me miró con un poco de enojo. Me dijo: -y ahora qué..? Lléveme -le dije- al lado de su cama otra vez. -No mas besos- me dijo. -Está bien- respondí. Sólo fui a verte de cerca una vez más y a despedirme, y justo en ese momento, te volteaste hacia la pared, sin abrir los ojos. Me vi tan cerca de ti otra vez. Pero salimos volando de tu aposento. Y aquí estoy: escribiéndote esta cartita para que sepas que anoche te vi. No estabas desnuda. Si lo hubieses estado, te hubiese arropado con las mantas y -te juro por mi angelito- jamás te hubiese tocado. Sólo fui a besar tus labios y lo hice. Pese a que siempre te has negado. No se me vaya a escapar decirte que, si encuentra dos gotas de humedad bien a la orillita de la cama, fue cuando regresamos de la puerta. No estaba lloviendo. Fue que mi angelito, cuando me vio soltar una lágrima, también quiso acompañarme, y te tiró una de las de él. Es la que está al lado de la que no brilla. La otra es mía. Y aquí estoy, de vuelta en mi rincón, saboreando aún ese sabor a miel. Pero, ¿sabes, mi niña, de todo lo enojado que estaba el angelito..? Por todo reproche me dijo: -Eso no se hace- Y se fue volando, porque aquí está despuntando la mañana, sabe..! Si yo hubiese sido el angelito, lo hubiese dejado caer por los aires de regreso. Pero el mío no lo hizo. Me gustó dar el viajecito. Deja ver si vuelve mañana; el viaje fue muy duro para él hasta allá, por encima de toda esa agua... y luego cargando conmigo. Antes de irse le dije: -Enséñame a volar. Me miró con ternura... y se fue.

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