Yo era el viejo roble
Tan sereno, fuerte,
imperturbable
Erigido hacia el cielo,
siempre noble
Generoso, y de fronda amable
Tu llegaste como suave brisa
Alimentando la sed que me
agobiaba
E invadio en mis ramas tu
sonrisa
Y el suave movimiento que
ansiaba
Mas el tiempo paso, y en el
otoño
En tormenta la brisa se
troncó
Y en ves de sonrisa, duro el
ceño
Y la lluvia que hiere, ahí
llego
En media de aquella tempestad
Crujian mis ramas, lastimeras
Y aquella fortaleza que da la
edad
Se volvio la razon para que
muera
Espero con ansia el fin de la
tormenta
Que despeje ya las nubes de
mis cielos
Desaparezca la ventisca de mis
celos
Y sobreviva, feliz, con tu
sereno.