La música en la Biblia
Por
Elena de White
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ISRAEL
EN EL DESIERTO.
Mientras el pueblo vagaba
por el desierto, el canto era un medio de grabar en sus mentes muchas lecciones
preciosas. Cuando fueron librados del ejértito del faraón,
toda la hueste de Israél se unió en un canto de triunfo.
Por el desierto y el mar resonaron a lo lejos las estrofas de júbilo
y en las montañas repercutieron los acentos de alabanzas: "¡Cantad
de Jehová, porque en extremo se ha engrandecido!" (Éxodo,
15: 21). Con frecuencia se repetía durante el viaje este canto que
animaba los corazones y encendía la fe de los peregrinos. Por indicación
divina se expresaban también los mandamientos dados desde el Sinaí,
con las promesas del favor de Dios y el relato de los milagros que hizo
para librarlos, en cantos acompañados de música instrumental,
a cuyo compás marchaba el pueblo mientras unía sus voces
en alabanza.
De ese modo, se apartaban
sus pensamientos de las pruebas y dificultades del camino, se calmaba el
espíritu inquieto y turbulento, se inculcaban en la memoria los
principios de la verdad, y la fe se fortalecía. La acción
en concierto servía para enseñar el orden y la unidad, y
el pueblo se ponía en más íntima comunión con
Dios y con sus semejantes.
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EN
EL CIELO.
Habrá allí
música y canto tales como, salvo en las visiones de Dios, ningún
mortal a oído ni concebido ninguna mente. Y "habrá cantores
y tañedores en ella" (Salmo 87: 7). "Estos alzarán su voz,
cantarán gozosos por la grandeza de Jehová" (Isaías,
24: 14). "Ciertamente consolará Jehová a Sión; consolará
todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y
su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría
y gozo, alabanza y voces de canto" (Isaías, 51: 3).
Elena G. de
White
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