¿Música para el espíritu?

                     Por Irmgard Bontinck y Desmond Mark


      Gracias a una serie de experimentos científicos de terapéutica musical, sabemos hoy que la música puede actuar poderosamente sobre el sistema nervioso reflejo del hombre. el efecto es especialmente manifiesto en lo que toca al corazón, a la circulación sanguínea y al ritmo respiratorio.

      Estas relaciones fisiológicas permiten afirmar que la música beat, por ejemplo, no es percibida únicamente a través del aparato auditivo, sino también del pulso, de la piel, de la respiración y del propio corazón. La música afecta a todo el organismo.

      Cuando una interpretación musical se amplifica hasta niveles anormales, aumenta en el oyente la producción de hormonas y surge en él un estado de excitación. El sonido superamplificado produce en el organismo el efecto de una señal de alarma que obliga a descargar más adrenalina -la hormona del miedo o de la agresividad- en el sistema químico del cuerpo.

      Esta situación física de estrés puede resultar estimulante, pero también puede provocar actos de agresividad, por ejemplo, la destrucción de las butacas al final de un concierto. En cuanto a la reacción de huida, escapa totalmente al control consciente y, en casos extremos, puede provocar desvanecimientos.

      Más importantes todavía son los estudios realizados recientemente sobre los efectos en el organismo de un sonido superamplificado. Según esos estudios, las consecuencias van mucho mas allá de sus efectos iniciales sobre el sistema nervioso, repercutiendo sobre la sustancia misma del cerebro. Un choque acústico puede tener como consecuencia que se borren los engramas, esos delicados senderos trazados en el cerebro que producen los recuerdos. Pueden así originar se fallas de la memoria.

      En resumen, vivimos hoy en una situación de crisis -de crisis acústica. Tendremos, pues, que reexaminar la reacción global del hombre con su medio acústico, así como el aumento de la posibilidad de producir ruido de nuestros instrumentos técnicos. El control consciente de nuestro medio acústico y musical parece más necesario todavía si recordamos que la misma tecnología que ha ampliado la gama sonora del repertorio de la música contemporánea en tan impresionante medida, amenaza también nuestra capacidad misma de oír, de seguir siendo sensibles al sonido.

      Ha llegado el momento de emprender una campaña en pro de la calidad acústica de la vida y de una ecología del sonido.

      Irmgard Bontinck y Desmond Mark
      Material obtenido del correo de la UNESCO, Noviembre de 1976


 

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