No es poco común conocer gente que cree que ya conoce lo que
la Biblia enseña acerca de la música de la iglesia, sin embargo, han
hecho poco o ningún esfuerzo para descubrir lo que realmente enseña en
esta materia. Su actitud me recuerda la historia de un hombre, en el
período de campaña política, que tenía pegado en el para-golpe de su
auto un pequeño cartel que decía: “ya tomé una decisión, por favor no
me confundan con argumentos”. Como cristianos, no podemos pagar el
precio de cerrar nuestras mentes a la investigación de las verdades
bíblicas, porque hemos sido llamados a crecer en “gracia y
conocimiento” (2 Pedro 3:18)
Algunas veces creemos que sabemos todo lo que la Biblia
enseña en cierta doctrina, pero cuando empezamos a investigarla,
pronto descubrimos cuan poco realmente sabemos. Esta ha sido mi
experiencia en relación con la música. Los muchos meses que he
dedicado a examinar las referencias bíblicas de la música, canto, y
música instrumental, me han abierto los ojos al hecho de que la Biblia
tiene mucho más que decir acerca de música, especialmente música de la
iglesia, de lo que me había imaginado. Es un privilegio poder
compartir esta experiencia de aprendizaje con aquellos que están
dispuestos a entender más completamente los principios bíblicos de la
música.
Objetivos de esta presentación
El mayor objetivo de esta presentación es destilar de la
Biblia algunos principios básicos con relación a la música apropiada
para los servicios de la iglesia y el uso privado. La tarea no es
fácil porque la Biblia no está presentada como un manual doctrinal con
una sección dedicada exclusivamente a la música. En lugar de ello, la
Biblia es una fuente que contiene unas 500 referencias, distribuidas
en toda ella acerca de música, músicos, canto, e instrumentos
musicales. No es un desafío encontrar esas referencias, pero si
definir los principios que son aplicables a nuestros días.
No voy a tratar de hacer una reseña de la historia de la
música en la Biblia. Estudios serios se han realizado en esta
materia. Nuestro objetivo es mirar a la música de la Biblia desde un
punto de vista teológico, más que histórico. Lo que queremos entender
es la naturaleza y función de la música en la vida social y religiosa
del pueblo de Dios. Más específicamente, queremos saber con certeza
si la Biblia hace distinción, si es que hay alguna, entre la música
sacra y la secular. Queremos encontrar en una manera especial si la
música rítmica asociada con la danza y el entretenimiento fue alguna
vez usada en el Templo, en la sinagoga o en la iglesia primitiva.
Esta presentación está dividida en tres partes. La primera
parte examina la importancia de la música en la Biblia, especialmente
el canto. Vamos a presentar el tema de cuando, donde, como y porque
deberíamos cantar.
La segunda parte considera el ministerio de la música en la
Biblia. La investigación comienza con el ministerio de la música en
el Templo y luego continúa con el de las sinagogas y finalmente con la
iglesia del Nuevo Testamento. Los resultados de esta investigación
son significantes porque nos muestra que, contrariamente a las
suposiciones prevalecientes, la Biblia hace una clara distinción entre
la música sacra y secular. Los instrumentos de percusión, música
rítmica con un “pulso” y la danza nunca fueron parte del ministerio de
la música en el Templo, en la sinagoga o en la iglesia primitiva.
La tercer parte de este capítulo examina lo que la Biblia
enseña acerca de la danza. La pregunta que presentamos esta
relacionada al hecho de sí la Biblia acepta la danza como un
componente positivo de la adoración de la iglesia. Esta es una
pregunta muy importante, debido a que aquellos defensores de la música
“pop” apelan a algunas referencias bíblicas a la danza para justificar
el uso de música rítmica de baile en la iglesia. Y finalmente, como
una conclusión, voy a presentar un breve sumario de los principios
bíblicos que surgen como resultado de este estudio.
La importancia de la Música en la Biblia
La importancia de la música en la Biblia esta indicada por el
hecho que las actividades creativas y redentoras de Dios fueron
acompañadas y celebradas con música. En el momento de la creación, se
nos dice que “... cuando alaban todas las estrellas del alba, Y se
regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7) En la encarnación, el
coro celestial cantó: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra
paz a los hombres de buena voluntad!” (Lucas 2:14) En el momento
final de la consumación de la redención, la gran multitud de redimidos
cantará: “¡Aleluya! ¡Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas
del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido
que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente” (Apocalipsis
19:6-8)
En la Biblia hay numerosos ejemplos de que lo creado por Dios
ha sido invitado a cantar alabanzas a Él. (Salmos 96:11-12; 98:8;
103:12; Isaías 44:23; 42:1-12) Más maravilloso que toda la naturaleza
cantando es la invitación extendida a todos los seres humanos a
cantar: “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; ¡cantemos con júbilo a
la roca de nuestra salvación!” (Salmos 95:1) “Cantad a Jehová,
vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad” (Salmos
30:4; 107:8)
Glorificación de Dios
La Biblia menciona específicamente que el canto debe ser
dirigido directamente a Dios. Su propósito no es el de la
gratificación personal, sino la glorificación de Dios. Moisés le dijo
al pueblo: “Cantaré yo a Jehová porque se ha magnificado grandemente”
(Éxodo 15:1) David declaró: “Por tanto, yo te confesaré entre las
naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre” (2 Samuel 22:50)
Igualmente, Pablo exhorta a los creyentes a cantar y crear melodías
“al Señor con todo tu corazón” (Efesios 5:19)
Cantar en la Biblia no es solo para Dios, también es de
Dios. Es un regalo de Dios a la familia humana. Al alabar a Dios por
su redención, David dijo: “Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios” (Salmo 40:3) Así, la música puede ser
inspirada por Dios, de la misma manera que lo es su Santa Palabra.
Una prueba fehaciente de ello es el hecho de que el libro más largo de
la Biblia es el de Salmos, un himnario para el pueblo de Dios en los
tiempos bíblicos. Esto significa que la música sacra no es solamente
una expresión artística humana, sino también una revelación de las
verdades acerca de Dios. Podemos diferir en el estilo o en el tipo de
música, pero ningún Cristiano puede legítimamente oponerse a la música
porque sí, porque la música es parte de la gracia provista por Dios
para la familia humana.
La
razón del Canto
En la Biblia la música religiosa está centrada en Dios, no en
sí misma. La noción de alabar al Señor por entretenimiento o
diversión es extraña a la Biblia. Ningún concierto “judío” o
“cristiano” se llevaba a cabo por grupos musicales o cantantes
solistas en el Templo, sinagoga o iglesias cristianas. La música
religiosa no era un fin en sí mismo, sino un medio de alabar a Dios
por medio del canto de su palabra. Un maravilloso descubrimiento
moderno es que todo el Antiguo Testamento, originalmente tenía por
intención el ser cantado por medio de un método conocido como “cantilena”,
es decir, una manera monótona de cantar dentro del rango de unas pocas
notas.
Cantar en la Biblia no es por placer personal o para alcanzar
a los Gentiles con melodías conocidas por ellos. Es para alabar a
Dios por sus actividades creadoras y redentoras. El placer por el
canto no viene de los pulsos rítmicos que estimulan a la gente
físicamente, sino de la experiencia de alabar al Señor como nuestro
Dios. “Alabar al señor, porque él es bueno, cantad Salmos a su
nombre, porque él es benigno” (Salmos 135:3) “Alabad a Jehová, porque
es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la
alabanza” (Salmos 147:1)
Cantar al Señor es “bueno” y “placentero”, porque le permite
a los creyentes a expresarle su gozo y gratitud por las bendiciones de
la creación, redención, protección y salvación. Cantar es visto en la
Biblia como una ofrenda de acción de gracias al señor, la que es
comparable con las ofrendas de sacrificio. Este concepto está
expresado especialmente en Salmos 69:30,31: “Alabaré yo el nombre de
Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza. Y agradará a Jehová más
que sacrificio de buey, o becerro que tiene cuernos y pezuñas”.
Cantar agrada más a Dios, que los sacrificios, porque a través del
canto, los creyentes ofrecen a Dios culto de adoración y acción de
gracias.
El
ministerio de la música en el Templo
Aquellos que defienden el uso de la música rítmica en el
culto, recurren a ciertos textos bíblicos, que hablan de instrumentos
de percusión y danzas. La suposición que prevalece es que la Biblia
autoriza el uso de música rítmica para la danza y el culto con
instrumentos de percusión. Un estudio cuidadoso del ministerio de la
música en la Biblia, revela todo lo contrario.
Cuidadosamente organizada y rígidamente controlada
El ministerio de la música en el Templo era cuidadosamente
organizada y rígidamente controlada. Lo que era correcto en el
Templo, fue también correcto para la sinagoga y la iglesia primitiva.
Por ejemplo, in el Templo, los músicos pertenecían al clero
profesional, tocaban en horas específicas y limitadas, y usaban solo
algunos instrumentos específicos. No había ninguna posibilidad de
convertir el servicio del templo en un festival musical donde alguna “
banda de rock” judía pudiese tocar la música de entretenimiento de esa
época.
El libro de Crónicas describe con detalles considerables como
David organizó el ministerio musical de los Levitas. Para asegurarse
que no haya confusión o conflicto entre el ministerio de sacrificios
de los sacerdotes y el ministerio de la música de los Levitas, David
delineó cuidadosamente la posición, rango, y campo de acción de los
músicos (1 Crónicas 23:25-31) El desarrollo del ministerio de la
música estaba subordinado a los sacerdotes (1 Crónicas 23:28)
La naturaleza del ministerio de los músicos está descripta
gráficamente en 1 Crónicas 23:30-31: “y para asistir cada mañana todos
los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y asimismo por
la tarde; y para ofrecer todos los holocaustos a Jehová los días de
reposo, lunas nuevas y fiestas solemnes, según número y de acuerdo con
su rito, continuamente delante de Jehová.”
El contexto sugiere que los músicos se paraban en algún lugar
enfrente del altar, ya que la actividad musical coincidía con la
presentación de la ofrenda ardiente. El propósito de su ministerio
era el de agradecer y alabar al Señor. Ellos anunciaban la presencia
del Señor a las personas allí reunidas (1 Crónicas 16:4),
asegurándoles la disposición favorable de Dios hacia ellos.
En 1 Crónicas 16:8-34 encontramos un remarcable himno de
alabanza que era cantado por el coro del Templo. Esta canción
consiste en porciones de los Salmos 105, 96 y 106, los que fueron
trabajados y combinados para producir este tan importante texto
litúrgico. La canción en sí mismo comienza y termina con un llamado a
la acción de gracias. Una petición concluyente y una doxología se
agregan en 1 Crónicas 16:35:36. Así tenemos in 1 Crónicas 16:8-34 una
cuidadosamente elaborada composición que ha sido colocada allí para
demostrar el patrón básico de acción de gracias que David instituyó
para ser interpretado por los cantantes en Jerusalén.
Cuatro razones para el éxito del ministerio de la música.
El ministerio de la música en el Templo era exitoso debido a
cuatro razones importantes, que son relevantes para la música de
nuestra iglesia hoy.
Primero, los músicos levitas eran entrenados musicalmente.
Leemos en 1 Crónicas 15:22 que “y Quenanías, principal de los levitas
en la música, fue puesto para dirigir el canto, porque era entendido
en ello”. Él llegó a ser el director de música porque había llegado a
ser un buen músico, que era capaz de instruir a otros. Fuentes judías
nos informan que la preparación de un cantante Levita tomaba por lo
menos cinco años de una preparación intensa.
Segundo, el ministerio musical del Templo tenía éxito porque
sus músicos estaban preparados espiritualmente. Ellos eran separados
y ordenados para su ministerio, como el resto de los sacerdotes.
Hablando a los líderes de los músicos Levitas, David dijo:
“Santificaos, vosotros y vuestros hermanos . . . así los sacerdotes y
los Levitas se santificaron” (1 Crónicas 15:12,14) A los músicos
levitas les fue dada una confianza santa para ministrar continuamente
delante del Señor (1 Crónicas 16:37)
Tercero, los músicos levitas eran sostenidos financieramente
como trabajadores de tiempo completo. 1 Crónicas 9:33 declara:
“también había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales
moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque
de día y de noche estaban en aquella obra.”
Y por último, los músicos levitas servían pastoralmente, no
como cantantes invitados a entretener a la gente en el Templo, pero
como ministros de la música. Por lo menos siete veces en el Antiguo
Testamente, los Levitas son mencionados como ministradores del pueblo
a través de la música (1 Crónicas 16:4, 37; 2 Crónicas 8:14; 23:6;
31:2) Por ejemplo, leemos en 1 Crónicas 6:31-32: “Estos son los que
David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después
que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del
tabernáculo de reunión en el canto”. A través de sus servicios
musicales, los Levitas “ministraban” al pueblo.
El ministerio de los músicos levitas está bien definido en 1
Crónicas 16:4: “y puso delante del arca de Jehová ministros de los
levitas, para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová Dios de
Israel.” Los tres verbos usados en este texto: “recordasen”,
“confesasen” y “loasen” sugieren que el ministerio musical era una
parte vital de la experiencia de culto en el pueblo de Dios.
Una indicación de la importancia del ministerio de la música
puede verse en el hecho que los músicos levitas recibían su paga de
los mismo diezmos dados para sostener al sacerdocio (Número 18:24-26;
Nehemías 12: 44-47; 13:5, 10-12) El principio bíblico es que la obra
del ministerio de la música debiera ser un “trabajo por amor,” pero sí
un ministerio sostenido por el ingreso de los diezmos de la iglesia.
Se entiende que si un laico ayuda voluntariamente en el programa de
música de la iglesia, estos servicios no necesitan ser remunerados.
Resumiendo, el ministerio musical en el templo era dirigido
por levitas maduros y con experiencia que tenían una muy buena
formación musical, preparados espiritualmente, sostenidos
financieramente y que daban un servicio pastoral.
La función de la música durante el sacrificio ritual no
ensombrecía o reemplazaba el sacrificio en sí mismo, pero favorecía
que la congregación se involucre en algunos momentos designados
durante el servicio. En otras palabras, los israelitas no iban al
Templo a escuchar a las “bandas de Levitas” interpretando conciertos
sacros. En vez de ellos, iban al Templo para atestiguar y
experimentar la redención de Dios de sus pecados. La música que
acompañaba los sacrificios de redención invitaban a aceptar y celebrar
la generosa provisión de Dios de salvación.
En una época en la que muchos cristianos eligen sus iglesias
de acuerdo al estilo musical del culto, necesitamos recordar que en la
Biblia la música nunca fue un fin en sí mismo. En el Templo la música
servía para enriquecer el servicio de los sacrificios por medio de
involucrar la participación de la congregación en ciertos momentos
específicos.
Igualmente, en la sinagoga y en la iglesia primitiva, la
música reforzaba la enseñanza de la proclamación de la Palabra de
Dios. Para ser sinceros con el testimonio de la Biblia, la música de
nuestra iglesia debería sustentar las enseñanzas y la predicación de
la Palabra de Dios, y no ensombrecerla.
La
música instrumental en el Templo
El rey David no solo instituyo los lugares, momentos y las
letras en que el coro de Levitas participaba, sino que también él
“hizo” los instrumentos musicales que iban a ser usados en su
ministerio. (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas 7:6) Esta es la razón por la
que son llamados “los instrumentos de David” (2 Crónicas 29:26,27)
A las trompetas, que habían sido ordenadas por el Señor a
través de Moisés, David agregó los címbalos, liras y arpa (1 Crónicas
15:16; 16:5,6) La importancia de esta combinación como que fue
ordenada divinamente es indicada por el hecho de que dicha combinación
de instrumentos fue respetada por muchos siglos hasta la destrucción
del Templo. Por ejemplo, en el año 715 a.c., el Rey Ezequías “puso
también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas,
conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del
profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio
de sus profetas.” (2 Crónicas 29:25)
Los sacerdotes tocaban las trompetas y su número variaba
entre dos para el culto diario (1 Crónicas 16:6; Núm. 10:2) hasta
siete o más en ocasiones especiales. (1 Crónicas 15:24; Nehemías
12:33-35; 2 Crónicas 5:12) En el culto en el Templo, las trompetas
daban la señal para que la congregación se postre durante la
presentación de las ofrendas ardientes y también actuaban en el
servicio coral (2 Crónicas 29:27-28)
Los címbalos consistían en dos platos metálicos con bordes
reflejados de aproximadamente 25-32 cm. de ancho. Cuando eran
chocados juntos, verticalmente, producían un sonido como el de un
zumbido, o tintineo. Estos no eran usados para dirigir el ritmo del
canto al ser percutidos, sino que se los usaba para anunciar el
comienzo de una canción o de una estrofa de dicha canción. Debido a
que las trompetas y los címbalos eran ejecutados juntos para anunciar
el comienzo de una canción, a sus interpretes se los llamaba “los que
tocaban” en 1 Crónicas 16:42.
El tercer grupo de instrumentos musicales estaba compuesto
por dos instrumentos de cuerda, la lira y el arpa, los que eran
llamados “instrumentos de música ” (2 Crónicas 5:13) o “instrumentos
de música de Dios” (1 Crónicas 16:42) Como es indicado por sus
nombres descriptivos, su función era la de acompañar los cantos de
alabanza y de acción de Gracias al Señor (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas
5:13) Los músicos que tocaban el arpa y la lira también cantaban las
canciones son su propio acompañamiento (1 Crónicas 9:33; 15:16, 19,
27; 2 Crónicas 5:12,13; 20,21)
Los instrumentos de cuerda eran usados extensamente para
acompañar el canto ya que estos no sonarían más fuerte que la voz de
“la palabra de Jehová” que estaba siendo cantada. Se ponía mucho
cuidad para estar seguros que la alabanza vocal del coro de Levitas no
sería ensombrecido por el sonido de los instrumentos.
Restricciones de instrumentos musicales.
Había restricciones en el uso de instrumentos musicales y
expresiones artísticas en la casa de Dios. Dios prohibió cierto
número de instrumentos, los que si estaban permitidos fuera del Templo
para las festividades nacionales y el placer social. La razón no era
que ciertos instrumentos de percusión eran malos en sí mismos. El
sonido producido por cualquier instrumento musical es neutral, como
una letra del alfabeto. Entonces, la razón es que esos instrumentos
eran comúnmente usados para producir música de entretenimiento, la que
era inapropiada para el culto en la Casa de Dios. Por medio de la
prohibición de instrumentos y estilos musicales, como el de los
bailes, asociados con el entretenimiento secular, el Señor enseñó a su
pueblo a distinguir entre la música sacra ejecutada en el Templo, y la
secular, música de entretenimiento usada en la vida social.
Las restricciones en el uso de los instrumentos tenía por
objetivo ser una regla obligatoria para generaciones futuras. Cuando
el Rey Exequias reavivó el culto del Templo en el año 715 a.c., él
siguió meticulosamente las instrucciones dadas por David. Leemos que
el rey “puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos,
salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente
del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de
Jehová por medio de sus profetas.” (2 Crónicas 29:25)
Dos siglos más tarde, cuando el Templo fue reconstruido bajo
Esdras y Nehemías, las mismas restricciones se volvieron a aplicar.
No se permitía el uso de instrumentos de percusión para acompañar al
coro de levitas o para tocar como una orquesta en el Templo (Esdras
3:10; Nehemías 12:27, 36) Esto confirma que la regla era clara y
obligatoria por muchos siglos. El canto y la música instrumental del
Templo tenían que ser diferentes que la que era usada en la vida
social de la gente.
Podemos aprender tres lecciones significantes del uso de la
música en el Templo. Primero, se debe hacer una distinción entre la
música secular usada para entretenimiento social y la música sacra
empleada para el servicio de culto en la Casa de Dios. La ausencia en
el templo de instrumentos de percusión, como tambores, tamborines,
panderetas o tamboriletes, que eran usados comúnmente para la música
de entretenimiento, nos enseña que la música de la iglesia debería ser
diferente que la música secular, porque la iglesia, como el Templo
antiguo, es la Casa de Dios in la que nos reunimos para alabar al
Señor y no para ser entretenidos. Los instrumentos de percusión, que
estimulan físicamente a la gente por medio un fuerte y marcado ritmo,
son tan inapropiados para la música de la iglesia hoy, como lo fueron
en la música del Templo del antiguo Israel.
La segunda lección enseñada por la música del Templo terrenal
como el celestial es que los acompañamientos instrumentales deben ser
usados para ayudar el responso vocal hacia Dios y no para conducir el
canto. En Apocalipsis, es un ensamble instrumental de arpas el que
acompaña el canto de los coros, porque el sonido del arpa armoniza
bien con la voz humana, sin suplantarla. Esto significa que ninguna
música rítmica, o fuerte que dirige el sonido de la letra es
inapropiada para el culto de la iglesia.
Tercero, la música de la iglesia debe expresar el deleite, el
gozo y la reverencia de estar en la presencia del Señor. El canto de
varios coros en el Apocalipsis es de sentido profundo, expresivo,
diciendo “Amen, Aleluya” (Apoc. 19:4) En los templos de Jerusalén,
así como en el santuario celestial, Dios es adorado con gran
reverencia y respeto. La misma actitud debiera ser manifestad en
nuestra adoración hoy, porque Dios no cambia.
El
ministerio de la música en la Sinagoga
La función de la música en la sinagoga era diferente a la del
Templo, primeramente porque las dos instituciones tenían propósitos
diferentes. El Templo era el primordialmente el lugar donde se
ofrecían los sacrificios a favor de toda la nación y de los creyentes
como individuos. La sinagoga, por otra parte, surgió probablemente
durante el exilio en Babilonia como el lugar donde se ofrecían las
oraciones y la escritura era leída y enseñada. Mientras que había un
solo Templo para toda la nación, de acuerdo al Talmud, había 394
sinagogas sólo en Jerusalén, en la época de Jesús.
La diferencia de funciones entre el Templo y la sinagoga está
reflejada en los diferentes roles que la música desempeñaba en esas
dos instituciones. Mientras que la música del Templo era
predominantemente vocal, con instrumentos de cuerda acompañando el
canto, la música de las sinagogas era exclusivamente vocal, sin ningún
instrumento. La única excepción era el “shofar” (cuerno de carnero),
que servía como un instrumento que daba una señal.
En el Templo, el ministerio de la música estaba en manos de
músicos profesionales. La música coral que practicaban era accesoria
a los sacrificios rituales. Podemos decir la música era “centrada en
los sacrificios”. La participación de la congregación estaba limitada
a los responsos afirmativos como “Amen” o “Aleluya”. Por contraste,
el servicio en la sinagoga, incluyendo la música, estaba en manos de
una persona laica y su música era llamada, como dice Curt Sachs, “logénica”,
es decir “centrada en la Palabra”.
Confusión de la música y el habla.
La distinción entre la música y el hablar en público era
confusa en la sinagoga, porque el culto centrado en la palabra migraba
de uno a otro entre el habla y las canciones. La ambigüedad musical
del servicio de la sinagoga era causada por el hecho de que mucho de
ese servicio consistía en oraciones y la lectura pública de la
Escritura, que muchas veces tomaba la forma de canto, llamada
“cantinela”.
“El concepto que todo el Antiguo Testamento tenía por
intención original el ser cantado es un concepto nuevo para los
pastores y los músicos de la iglesia, pero es un hecho largamente
establecido entre los académicos de la música de la Biblia. La razón
de que esto sea un secreto tan bien guardado es el hecho de que
tendemos a ignorar aquellos que no entendemos”.
“Las entonaciones o cantilenas, mencionadas tan antiguamente
como el siglo primero, estaban organizados en un sistema de modos o
fórmulas, uno por cada libro de la Biblia con la intención de ser
leídos públicamente. . . Poco es conocido acerca de cuando empezó a
ser evidente la transición entre lo declamatorio y la lectura musical,
excepto que los Salmos eran cantados en el culto del templo.
Idelsohon y Wener creían que el canto de la Escritura, de una forma o
de otra, va hacia atrás probablemente tan lejos como la época de
Esdras (Siglo 5 a.c.), y que su eventual complejidad y organización
eran el resultado de cientos de años de cristalización”.
Uno de los descubrimientos sorprendentes de años recientes es
el hecho de que los acentos del Texto Hebreo Masorético eran
notaciones musicales. Esto permitió a algunos expertos descifrar la
música antigua de la Biblia, de la que se encontró que consistía en
una escala diatónica de siete notas, llamativamente similar a nuestra
escala diatónica moderna.
Relevancia de la Música de la sinagoga para nuestros días.
¿Qué lecciones podemos aprender del ministerio de la música
en la sinagoga? ¿Será que se nos requiere cantar la escritura de la
manera en que los judíos lo han hecho históricamente en la sinagoga?
No. Nada en la Biblia nos obliga a cantar las escrituras. Esto no
excluye la posibilidad de aprender la escritura por medio de
“canciones de la escritura” y “salmos cantados”. De hecho, se han
realizado esfuerzos considerables en los últimos años para arreglar
música para numerosos Salmos y pasajes de la Biblia.
Hemos visto que el ministerio de la música en la sinagoga era
significativamente un ministerio de la Palabra. Los Judíos iban a la
sinagoga de una manera informal para orar, leer, y cantar las
escrituras. Para ellos, la música no era un fin en sí mismo, sino un
medio de alabar al Señor por medio del canto de Su Palabra y de esta
manera aprender su voluntad revelada.
En una época en que mucha de la música Cristiana
Contemporánea es deficiente en contenido de las escrituras y que los
artistas Cristianos muchas veces llaman la atención de la gente hacia
sus habilidades técnicas más que a las enseñanzas de la Palabra de
Dios, es bueno recordar que la música de la sinagoga, la que Jesús
mismo cantó, estaba “centrada en la Palabra”, y había sido diseñada
para enseñar y proclamar las grandes verdades de las escrituras.
¿Nos ayuda la música de nuestra iglesia a escuchar la Palabra
de Dios claramente? Recordemos que “la fe viene por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios. (Romanos 10:17) La música de la Iglesia
debería ayudarnos a escuchar la Palabra de Dios a través de su sonido,
del carácter de la composición y de su letra.
Otra lección importante es el hecho de que la música del
Templo y de las sinagogas era distinta a la de la sociedad pagana.
Mientras mucha de la música interpretada por la sociedad pagana era
improvisada, “la rígida preparación de los levitas como es descripta
por Josefo y las fuentes rabínicas dejan poco lugar a la improvisación
espontánea. . . En este respecto, la música del Templo (y la de la
sinagoga) no debe haber sido la típica música de Medio Oriente, en la
cual la improvisación era normalmente indispensable”.
El
Ministerio de la Música en el Nuevo Testamento
Hablar acerca del ministerio de la música en el Nuevo
Testamento puede ser visto como completamente fuera de lugar, porque
el Nuevo Testamento hace silencio en referencia a cualquier “oficio”
musical en la iglesia. Fuera del libro de Apocalipsis, en el que la
música es parte del rico drama escatológico, solo hay una docena de
pasajes referidos a la música.
Ninguno de esos pasajes, de todas maneras, nos da una clara
visión del rol que la música desempeñaba durante los servicios en el
tiempo del Nuevo Testamento. Esto no es sorprendente, porque los
creyentes del nuevo Testamento no veían sus reuniones de adoración muy
diferentes a aquellas que se realizaban en las sinagogas. Ambas era
dirigidas en un ambiente informal, con laicos liderando las oraciones,
lecturas, cantos y exhortaciones. Las referencias del Nuevo
Testamento a las reuniones de culto refleja largamente los servicios
de culto de la sinagoga. La diferencia fundamental entra las dos era
la proclamación mesiánica, que estaba presente solamente en el culto
Cristiano.
Instrucciones relacionadas a la Música.
En las epístolas se encuentran pocas instrucciones
relacionadas a la música de la iglesia. Santiago declara que si una
persona está contenta “cante alabanzas” (Santiago 5:13) Esto implica
que cantar debe surgir de un corazón alegre. Se presume que el cantar
alabanzas no ocurre solamente en una forma privada en el hogar,
también sucede de una manera pública en la iglesia. Otros textos
sugieren que cantar himnos de alabanza era una parte importante del
servicio de la iglesia.
La información más específica nos llega de Pablo, que nos
provee de información relacionada al rol de la música en los servicios
de culto del Nuevo Testamento. En el contexto de sus admoniciones
relacionadas a las manifestaciones de exaltación a la iglesia de los
Corintios, Pablo llama a un balance en la producción de música,
urgiendo a que el canto sea hecho con la mente como así también con el
espíritu: “cantaré con el espíritu y también con el entendimiento” (1
Corintios 14:15) Aparentemente, algunos cantaban con éxtasis sin
involucrar en ello a la mente. Cantar sin sentido es como hablar sin
sentido. Ambos deshonran a Dios, porque, como Pablo dice: “Dios no es
un Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33)
El mandato de Pablo, de cantar con la mente, o con
entendimiento, es relevante para nosotros hoy día, cuando el canto en
algunas iglesias carismáticas consiste en arranques emocionales de
gritos de éxtasis, que no pueden ser entendidos. Nuestro cantar debe
ser con entendimiento porque Dios espera de sus criaturas inteligentes
“un culto racional” (Romanos 12:2 - logike, en griego significa
lógico)
El cantar debe ser para lograr una edificación espiritual y
no una estimulación física. Pablo dice: “cuando os reunís, cada uno
de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene
revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación” (1
Corintios 14:26) Este texto sugiere que el servicio del culto era más
bien informal, como en la sinagoga. Cada uno contribuía con algo a la
experiencia del culto.
Algunos miembros contribuían con el servicio de himnos. Lo
más probable es que un himno era una composición nueva y consistía en
un canto de alabanza dirigida a Cristo. Los eruditos bíblicos han
identificado varios himnos “centrados en Cristo” en el Nuevo
Testamento. El punto importante es que el canto, como todas las
partes del servicio del culto, era para edificar a la congregación.
El principio bíblico, entonces, es que la música de la iglesia debiera
contribuir a la edificación espiritual de los creyentes.
Salmos, Himnos y Cantos espirituales
Los otros dos otros textos paulinos que quedan (Efesios 5:19;
Colosenses 3:16) son los más informativos acerca de la música en el
Nuevo Testamento. Pablo estimula a los Efesios a “ser llenos del
Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”
(Efesios 5:18,19) De una manera similar, el apóstol amonesta a los
Colosenses: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos, himnos y
cánticos espirituales” (Col. 3:16)
Ambos pasajes proveen una temprana indicación de cómo la
iglesia apostólica diferenciaba los salmos, himnos y canciones
espirituales. Es difícil de trazar una distinción rápida y precisa
entre estos términos. Muchos eruditos coinciden en que los tres
términos por separado se refieren a las varias formas de composiciones
musicales usadas en el servicio del culto.
Los salmos, seguramente eran esos del Antiguo Testamento,
aunque es probable que haya habido algunas adiciones cristianas. Los
himnos deben haber sido canciones nuevas, de alabanza, dirigidas a
Cristo. Algunas evidencias de esos himnos “centrados en Cristo”
aparecen en el Nuevo Testamento (Efesios 5:14; 1 Timoteo 3:16; Fil.
2:6-11; Col. 1:15-20; Heb. 1:3) Las canciones espirituales se
referían probablemente a canciones espontáneas de alabanza, que el
Espíritu inspiraba en los labios de los adoradores embelesados (1 Cor.
14:15)
La frase “hablando unos a otros con salmos, himnos y
canciones espirituales” sugiere que el canto era interactivo.
Presumiblemente, algo del canto era responsorial, con la congregación
contestando a un líder de canto. El canto debía ser con “acción de
gracias” y “con todo el corazón”. A través de su canto, los
cristianos expresaban tener el corazón lleno de gratitud “al Señor”
por su maravillosa provisión de salvación.
Himnos centrados en Cristo
Mientras que en la sinagoga el canto era “centrado en la
palabra”, es decir, designado para alabar a Dios cantando Su Palabra;
el canto de la iglesia del Nuevo Testamento era “Cristo-céntrica”, es
decir, designada para exaltar los logros de redención de Cristo.
Un buen ejemplo de un himno “Cristo-céntrico” es el de 1
Timoteo 3:16, que consiste un una sentencia introductoria “e
indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad), y es seguido
por las siguientes seis líneas:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.
Este himno encierra en una manera críptica la verdad
fundamental del mensaje del Evangelio. Como Ralph Martín explica,
“por medio de una serie antitética de coplas en las que la segunda
línea complementa el pensamiento de la primera, el mensaje del
Evangelio . . . es presentado. Trata los dos órdenes del mundo, lo
divino y lo humano; y muestra como Cristo a juntado las dos esferas
por medio de su venida desde la gloria de la presencia de su Padre a
este mundo (‘revelado en carne’ Juan 1:14; Rom. 8:3) y por medio de
elevar a la humanidad otra vez al reino divino. Entonces el cielo y
la tierra se unen y Dios y el hombre se reconcilian”. (27)
La celebración de la redención de Cristo es el tema básico de
otro himno del Nuevo Testamento (Fil. 2:6-8; Col 1:15-20; Heb 1:3), y
especialmente en el libro de Apocalipsis, donde el coro angélico que
está alrededor del Trono de Dios y canta un canto nuevo diciendo
“Digno es de tomar el libro y de abrir sus sellos; Porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación, y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes”, (Apoc. 5:9-10) El canto “Cristo-céntrico” practicado por
la iglesia terrenal refleja el canto “centrado en el Cordero”
practicado por las criaturas vivientes en el cielo.
Un
Testigo pagano
La evidencia que más habla de cantos “Cristo-céntricos”
interpretados por la iglesia primitiva se encuentra en la
correspondencia privada entre el Gobernador Romano Plinio y el
Emperador Trajano. En una carta escrita en el año 112 d.c., Plinio
reportaba al emperador que había torturado a una joven diaconisa
cristiana, con el objetivo de descubrir posibles crímenes cometidos
por los cristianos en sus reuniones religiosas.
Para su sorpresa, Plinio encontró que “La suma total de sus
culpas o la cantidad de sus errores no es más que esto. Ellos se han
encontrado regularmente antes del amanecer en días preestablecidos
para cantar alternativamente versos entre ellos mismo en honor a
Cristo, como a un dios, y también para unirse a sí mismos en voto, no
con propósitos criminales, sino para abstenerse de hurto, robo y
adulterio, no quebrantar contratos de confianza y no negar un depósito
cuando se pedía que lo devuelvan”.
¡Qué
inspirador testimonio pagano acerca del culto de los cristianos
primitivos!
Los cristianos llegaron a ser conocidos por cantar “a Cristo como a un
dios”, y por comprometerse a sí mismos a seguir su ejemplo de vida, de
pureza y honestidad. Es evidente que el tema principal de sus cantos
era Cristo. Ellos testificaban al Señor cantando acerca de Él y
viviendo vidas devotas en su honor.
El testimonio del canto del Nuevo Testamento es relevante
para nosotros hoy. ¿Son nuestros cantos “Cristo-céntricos” cómo los
de la iglesia apostólica? ¿Alaba nuestra música al Salvador por el
logro pasado, presente y futuro de redención? ¿Nos da una apreciación
más grande por el amor creativo y redentor de Cristo?.
Si te sientes tentado a escuchar música rock, pregúntate a ti
mismo: ¿me ayuda el pulso, ritmo y letra de esta música a apreciar la
pureza, majestuosidad y santidad de Cristo? ¿Magnifica Su carácter?
¿Tiene palabras apropiadas, una tonada pura, y una bella melodía? La
música acerca de Cristo debiera ser como Cristo, reflejando la pureza
y amor de su carácter.
No
había música instrumental en la Iglesia Primitiva
Ninguna de las referencias del Nuevo Testamento a la música
hace ninguna alusión a instrumentos musicales utilizados por los
cristianos del Nuevo Testamento para acompañar sus cantos.
Aparentemente, los cristianos seguían la tradición de la sinagoga en
la prohibición del uso de instrumentos musicales en los servicios de
la iglesia debido a su asociación con lo pagano.
Indudablemente, Pablo entendió que la música podía ser una
fuente efectiva de ayuda para que la iglesia lleve a cabo las
abrumadoras tareas de evangelización de los gentiles. Él sabía lo que
era útil para atraer a la gente. Él dice: “porque los judíos demandan
señales y los griegos buscan sabiduría” (1 Cor. 1:22) Pero no eligió
usar el lenguaje de los judíos o de los gentiles para proclamar el
evangelio. ¿Porqué? Porque él quería alcanzar a la gente, no
dándoles lo que ellos querían, sino proclamándoles lo que
necesitaban. “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los
judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; Mas para
los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y
sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:23-24)
La franca condena de los instrumentos musicales, algunas
veces incluso el arpa y la lira, está presente en numerosos escritos
de autores cristianos primitivos. En su disertación acercad de
Aspectos Musicales del Nuevo Testamento, William Smith concluye su
investigación de la crítica actitud de los lideres de la iglesia hacia
el uso de instrumentos musicales enumerando varias razones. Las tres
primeras son: “(a) Más importante que todo, por lo menos ostensible,
parece ser la asociación de los instrumentos con el culto pagano. (b)
El uso de instrumentos, de excesos seculares como en el teatro y el
circo. (c) La sensualidad de la música instrumental y sus efectos
estéticos” (29)
Contrariamente a la filosofía en boga que la música rock
puede ser adoptada y adaptada para alcanzar a la sociedad secular, los
cristianos primitivos se distanciaban a sí mismos no-solo de las
canciones seculares sino también de los instrumentos musicales usados
para entretenimiento secular y cultos paganos. En su libro El Puente
Sagrado (The Sacred Bridge), Eric Werner concluye su estudio acerca de
música en la iglesia primitiva: “hasta el tercer siglo, las fuentes
cristianas reflejan casi la misma actitud hacia la música Helenística
así como al Judaísmo contemporáneo. La misma falta de confianza a los
acompañamientos instrumentales en las ceremonias religiosas, el mismo
horror de la flauta, timbal (tambor), y címbalo, los accesorios de los
misterios orgiásticos está aquí en evidencia” (30) El mismo punto
está enfatizado en “The New Grove’s
Dictionary of Music and Musicians”
(El diccionario de música más especializado que existe) en su
descripción de la iglesia primitiva: “La prohibición de la danza en
los servicios de culto muestra que lo rítmico no tenía mucho lugar en
la liturgia”. (31)
No podemos aprobar el rechazo radical de los cristianos
primitivos a todos los instrumentos musicales para el servicio del
culto simplemente porque eran usados por los paganos en su vida social
y religiosa. Pero si debemos admirarlos por reconocer el peligro de
traer a la iglesia la música y los instrumentos que están asociados
con un estilo de vida pagano.
La iglesia cristiana entendió la verdad fundamental de que
adoptando música pagana, y los instrumentos para producirla, podría
eventualmente corromper el mensaje, identidad y testimonio Cristianos,
además de tentar a la gente a volver a caer en su estilo de vida
pagano. Eventualmente esto fue lo que pasó. Empezando en el siglo
cuatro, cuando el Cristianismo llegó a ser la religión del imperio, la
iglesia trató de alcanzar a los paganos adoptando algunas de sus
prácticas, incluyendo la música. El resultado ha sido la
secularización gradual del Cristianismo, un proceso que continúa hoy
en día. La lección de la historia es clara. La evangelización de la
gente con su lenguaje secular, finalmente resulta en la secularización
de la iglesia misma.
EL
BAILE (LA DANZA) EN LA BIBLIA
La pregunta final que queremos abordar es la del baile
(danza) en la Biblia. Históricamente, la Iglesia Adventista a
mantenido el concepto que la Biblia no acepta el baile, especialmente
en el contexto del servicio de culto. En años recientes, de todas
maneras, esa cuestión ha sido reexaminada, especialmente por lideres
Adventistas jóvenes que claman haber encontrado sustento bíblico para
el Baile
¿Bailamos?
Un buen ejemplo de esta corriente es el simposio ¿Bailamos? (Shall
We Dance) Redescubriendo los estándares “Cristo-céntricos”. Esta
investigación fue producida por unos veinte contribuyentes y está
basada en los hallazgos del estudio de la “Génesis de los valores” (Valuegenesis
Study) Este estudio es el proyecto más ambicioso que se haya tomado
por la iglesia adventista para determinar con que eficacia la iglesia
transmite sus valores a las nuevas generaciones.
La contratapa de ¿Bailamos? Indica que este libro es
“producido conjuntamente por el Departamento de Educación de la
División Norteamericana y el Centro John Hancock de Ministerios
Jóvenes (John Hancock Center for Youth Ministry), la Universidad La
Sierra, y La Sierra University Press”. El patrocinio de estas
importantes cuatro instituciones de la Iglesia Adventista, sugiere que
el contenido del libro refleja el pensamiento de las instituciones
Adventistas más importantes.
Hay cuatro capítulos dedicados a la danza y escritos por
cuatro autores diferentes. La conclusión dice “El baile es un
componente del culto divino. Cuando estudiamos las escrituras,
encontramos que lo que ella dice en cuanto al baile y bailar, no
solamente no lo condena sino que en algunos casos lo prescribe
totalmente: “Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa.
Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. (Salmos
150:3-4)”
El pasaje continúa diciendo: “Media hora con una buena
concordancia nos deja impresión persistente que hay más en la
verdadera perspectiva Bíblica acerca de la danza de la que conocieron
nuestros ojos adventistas previamente. De 27 referencias al baile
(Danza, danzas, danzar, danzado) en las Escrituras, solo cuatro
ocurren en un contexto claramente negativo, e incluso estas
referencias en ningún lugar describen el baile como objeto de
desagrado de Dios”.
Ese capítulo presenta un sorprendente desafío a la iglesia
Adventista: “Tan desafiante como lo es a nuestra noción de
respetabilidad y decoro, parece evidente que los Adventistas debieran
repensar y estudiar la inclusión de danzas como parte del culto a
Dios, por lo menos en comunidades selectas y en ocasiones especiales”.
Tres Defectos Importantes
Después de examinar no “media hora” si no varios días
examinando la información bíblica que es relevante en el baile
(danza), encontré que estas conclusiones son insostenibles y que el
desafío es innecesario. Con el propósito de ser claro, quisiera
responder a la posición de que “el baile es un componente del culto
divino” en la Biblia analizando lo que desde mi punto de vista, son
los defectos más importantes de esta posición.
El punto de vista de que el baile (danza) en la Biblia es un
componente del culto divino, descansa mayormente en una interpretación
injustificada de Salmos 149:3 y 150:4, donde encontramos la invitación
de alabar al Señor “con danza” (baile) Para muchas personas, estos
textos proveen el sustento bíblico mas fuerte para la danza religiosa
en la iglesia y el baile social fuera de la iglesia.
La razón de esto es que si el baile es un componente bíblico
del culto divino, entonces debe ser aceptado también como una forma
legítima de entretenimiento social. Esta presuposición tan popular
está basada en una lectura superficial y una interpretación imprecisa
de los dos textos en cuestión. Más allá de eso, esta suposición
ignora la exclusión consistente de cualquier forma de baile religioso
en los servicios del Templo, así como la naturaleza de la danza social
en los tiempos bíblicos, la que era radicalmente diferente a los
bailes románticos de hoy día.
Lingüísticamente hablando, la traducción del término hebreo
machowal como “bailando” en Salmos 149:3 y como “baile” en Salmo 4, es
discutible. Algunos eruditos creen que la palabra machowal deriva de
chuwl, que significa “hacer un lugar, o abrirse” -como una alusión a
un instrumento de viento (familia de las flautas) De hecho la lectura
marginal dada por la versión King James, en Salmo 149:3 dice:
“dejadles alabar mi nombre en la danza” [ o con una “flauta” margen
de KJV]
Igualmente el Salmo 150:4 dice: “ Alabadle con tamboril y danza” [o
“flauta”, margen de KJV]
La
lectura marginal de la Versión King James, es sostenida por el
contexto de ambos textos, Salmos 149:3 y 150:4, donde el término
machowal aparece en el contexto de una lista de instrumentos a ser
usados en la alabanza al Señor. En Salmos 150 esta lista incluye ocho
instrumentos: trompeta, salterio, arpa, tamboril, instrumentos de
cuerdas, órganos, címbalos y címbalos chocados (KJV) Ya que el
salmista está haciendo una lista de todos los instrumentos que se
pueden usar para alabar al Señor, es muy razonable asumir que el
machowal también es un instrumento musical, cualquiera sea su
naturaleza.
Otra consideración importante el lenguaje figurativo de estos
dos salmos, los que difícilmente permiten una interpretación literal
de baile en la casa de Dios. En Salmos 149:5 se alienta a la gente a
alabar al Señor en sus “camas”. En el versículo 6, la alabanza debe
hacerse con “espadas de dos filos en las manos”. En los versículos 7
y 8, el Señor debe ser alabado por “castigar a los pueblos, por
aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de
hierro”. Es evidente que el lenguaje utilizado es figurado, porque es
difícil de creer que Dios espere que el pueblo lo alabe estando parado
o saltando en las camas o cuando están sosteniendo espadas de dos
filos.
La misma verdad se encuentra en Salmos 150, que habla de
alabar a Dios, en una manera muy figurativa. El salmista hace un
llamado al pueblo de Dios, de alabarlo por “sus proezas” (versículo 2)
en cada lugar posible y con cada instrumento musical disponible. En
otras palabras, el salmo menciona el lugar para alabar a Dios, el cual
es llamado “su santuario” y “la magnificencia de su firmamento”; la
razón para alabar a Dios, es decir: “por sus proezas. . . conforme a
la muchedumbre de su grandeza” (Vers. 2) y los instrumentos a ser
usados para alabar al Señor, es decir, los ocho mencionados
anteriormente.
Este salmo solo tiene sentido si tomamos su lenguaje como
algo altamente figurativo. Por ejemplo, no hay manera de que el
pueblo de Dios alabe al Señor “en la grandeza de su firmamento”,
porque ellos viven en la tierra y no en el cielo. El propósito del
salmo no es el de especificar el lugar y los instrumentos a ser usados
para la adoración en la música de la iglesia. Tampoco intenta dar
permiso para bailar para el Señor en la iglesia. En vez de ello, su
propósito es invitar a todo lo que respira o produce sonidos a alabar
al Señor en todas partes. Interpretar este salmo como un permiso para
bailar, o para usar percusión en la Iglesia, es interpretar
equivocadamente la intención del Salmo y contradecir las reglas que el
mismo David dio con relación al uso de instrumentos en la Casa de
Dios.
No
había música bailable o instrumentos en el Servicio Divino.
David fue el fundador del ministerio de la música en el
Templo. El no solamente instituyo los momentos, lugares y las
palabras en las interpretaciones del coro de Levitas, sino también él
“fabricó” instrumentos especiales para ser usados en ese ministerio (1
Crónicas 23:5; 2 Crónicas 7:6) Esta es la razón por la que son
llamados “los instrumentos de David” (2 Crónicas 29:26-27)
Los dos instrumentos que acompañaban al coro de levitas eran
el arpa y la lira, que son llamados “los instrumentos del canto” (2
Crónicas 5:13) o “los instrumentos de canto de Dios” (1 Crónicas
16:42) Como lo indica la descripción de sus nombres, su función era
la de acompañar los cantos de alabanza y acción de Gracias al Señor (1
Crónicas 23:5; 2 Crónicas 5:13) Los músicos que interpretaban el arpa
y la lira, podía también cantar los cantos con su propio
acompañamiento (1 Crónicas 9:33; 15:16, 19, 27; 2 Crónicas 5:12-13;
20:21)
En su libro, The Music of the Bible in Christian Perspective,
(La música de la Biblia desde una perspectiva Cristiana), Garen Wolf
explica que “los instrumentos de cuerda debían ser usados extensamente
para acompañar el canto, ya que ellos no cubrían las voces de la
“Palabra de Jehová”, que estaba siendo cantada” (2) Se tenía mucho
cuidado al asegurarse que la alabanza vocal del coro de levitas no sea
ensombrecida por el sonido de los instrumentos.
Instrumentos de percusión asociados con el baile, como
tamboriles, panderetas o tambores, nunca fueron permitidos en los
servicios religiosos del Templo. ¿Porqué? No porque su sonido haya
sido malo en sí mismo, sino porque esos instrumentos eran usados
comúnmente para producir música de entretenimiento, la que era
inapropiada para la alabanza en la Casa de Dios. Al prohibir
instrumentos asociados con la música con estilo de baile, el Señor le
enseñó a Su pueblo la distinción entre la música sacra utilizada en el
Templo, y la secular, con estilo de entretenimiento de la música
utilizada en la vida social.
La restricción del uso de los instrumentos tenía el propósito
de ser una regla obligatoria para generaciones futuras. Cuando el Rey
Exequias revivió el culto en el Templo en el año 715 a.c., siguió
meticulosamente las instrucciones dadas por David. Leemos que el rey
“puso levitas en la casa del Señor con címbalos, harpas y liras, de
acuerdo al mandamiento de David. . . porque dicho mandamiento venía de
Dios a través de sus profetas (2 Crónicas 29:25) Los címbalos eran
usados para marcar la transición entre estrofas.
Dos siglos y medio más tarde, cuando el templo fue
reconstruido por Esdras y Nehemías, las mismas restricciones fueron
aplicadas otra vez. No se permitieron instrumentos de percusión para
acompañar al coro de levitas o tocar como una orquesta en el Templo
(Esdras 3:10; Nehemías 12:27, 36) Esto confirma que esta regulación
era clara y obligatoria durante muchos siglos. El canto y la música
instrumental del Templo, tenían que ser diferentes a la usada en la
vida social del pueblo.
Baile Social
Un estudio de las 28 referencias al baile en la Biblia,
indica que el baile en esta era esencialmente para celebraciones
sociales y eventos especiales, tales como victorias militares,
festivales religiosos y reuniones familiares. Estos bailes (danzas)
eran procesionales, en círculos o extáticos. Mayormente a cargo de
mujeres y niños.
No hay indicaciones bíblicas que los hombres y las mujeres
bailaban (danzaban) juntos en parejas de una manera romántica. Como
H. Wolf observa “Mientras que el modo de bailar no es conocido en
detalle, es claro que hombres y mujeres, generalmente no danzaban
juntos, y no hay evidencia real de que alguna vez lo hayan hecho”. Y
más allá de esto, como fue mencionado anteriormente, el baile en la
Biblia nunca fue hecho como parte del culto divino en el Templo,
sinagoga o en la iglesia primitiva.
Los bailes (danzas) mencionados en la Biblia tenían lugar en
los eventos sociales incluso con connotaciones religiosas, porque
tenían lugar en el contexto de eventos religiosos, tales como los
festivales anuales. Estos pueden ser comparados con las celebraciones
anuales de carnaval que se llevan a cabo en países católicos, con
bailes coloridos. Ningún católico podría considerar dichos bailes
como parte de los servicios del culto.
Lo mismo es verdad para los varios tipos de bailes (danzas)
mencionados en la Biblia. Hombres y mujeres bailaban, no como parejas
y en forma romántica sino en procesiones o en danzas circulares.
Viendo la orientación religiosa de la sociedad Judía, estos bailes
(danzas) de tipo folclórico son caracterizados como bailes
religiosos. Pero no hay indicaciones en la Biblia que ninguna de
estas formas de baile estaba asociada con el servicio del culto en la
Casa de Dios.
Una distinción importante debe hacerse entre la música
religiosa interpretada para entretenimiento en un ámbito social y la
música sacra interpretada en el culto en el Templo. No debemos
olvidar que toda la vida de los israelitas tenía una orientación
religiosa. El entretenimiento era provisto, no por conciertos o obras
teatrales en un teatro o circo, sino por las celebraciones de los
eventos y festivales religiosos, muchas veces a través de los bailes
folclóricos a cargo de hombres y mujeres por separado.
Aquellos que apelan a las referencias bíblicas a la danza
para justificar los bailes románticos modernos o fuera de la iglesia
ignoran la gran diferencia que hay entre las dos. Pocas personas en
nuestros días estarían interesadas en participar de los bailes
folclóricos mencionados en la Biblia, simplemente porque no había
contacto físico entre hombres y mujeres. Cada grupo de hombres,
mujeres y niños hacían su propio “show”, que en muchos casos era una
especie de marcha con cadencias rítmicas.
En Etiopía, donde muchas costumbres judías han sobrevivido,
incluso el guardar el sábado, presencié “La danza alrededor del Arca”
a cargo de sacerdotes Cópticos. Francamente, no he podido entender
porque le llaman a eso “baile”, ya que es meramente una procesión de
sacerdotes que marchan en un círculo con ciertas cadencias rítmicas
alrededor del arca. Aplicar la noción bíblica del baile al baile
moderno es engañar, por decir poco, porque hay un mundo de diferencias
entre los dos.
CONCLUSIÓN
Los Adventistas del Séptimo día creemos que vivimos en la
cuenta regresiva de la gran controversia entre la adoración verdadera
y falsa, como es descripta en el libro de Apocalipsis a través de la
imagen de la bestia que promueve el culto falso de Babilonia. Esta
profecía apocalíptica muestra a Babilonia guiando a todas las naciones
a realizar cultos falsos a Dios (Apocalipsis 13:16; 14:8; 18:3)
Para apreciar la imagen apocalíptica del culto falso
promovido por Babilonia, es importante notar que esta imagen deriva
del capítulo histórico de Daniel 3, un capítulo que describe un evento
profético significante del fin del tiempo. En las planicies de Dura,
todos los habitantes del Imperio Babilonio fueron llamados a adorar la
imagen de oro del rey Nabucodonosor. Un horno de fuego había sido
preparado para aquellos que rehusaban adorar a esa imagen de oro.
Daniel nos informa que “toda clase de música” (Daniel 3:7, 10) fue
usada para que gente de todas las provincias del imperio alabe junta a
la imagen de oro (Daniel 3:10),
Dos veces aparece en Daniel tres una lista larga de los
diferentes instrumentos musicales usados para producir “toda clase de
música” (Daniel 3:7, 10) Esta música ecléctica era utilizada para
inducir al pueblo a adorar a la imagen de oro. ¿Será que, como en la
Babilonia antigua, Satanás esté usando hoy en día “toda clase de
música” para guiar al mundo en una adoración falsa a Dios? ¿Será que
muchos cristianos han llegado a amar el “Rock Cristiano” porque suena
casi igual a la música de Babilonia? ¿Será que la música rock juega un
papel significante promoviendo el culto falso, el que promueve la
auto-gratificación, antes que la glorificación de Dios?. Este no es
la única referencia bíblica en las escrituras en las que la música ha
sido utilizada para cultos falsos. Al pie del monte Sinaí, la música
y el baile fueron usadas en la adoración del becerro de oro (Éxodo
32:19) En las planicies de Moab, en la frontera con la tierra
prometida, los israelitas “seducidos por música y baile” en una
apostasía terrible (Números 25:1-2) Ellos fueron tentados a través de
la música a participar en el culto al mal, algo a lo que quizá
hubiesen resistido en otras circunstancias.
Es imposible estimar el impacto global de la música rock en
los valores morales y religiosos de la humanidad. Su rechazo abierto
a la fe Cristiana, y su promoción de una nueva experiencia religiosa
caracterizada por música rítmica, sexo, drogas y baile, nos puede
probar que es uno de los medios más efectivos usados por Satanás hoy
en día para guiar a la humanidad a ese falso culto apocalíptico de
auto-gratificación.
El llamado del mensaje de los Tres Ángeles a salir de la
babilonia espiritual rechazando su falso culto, bien podría incluir el
rechazo a la música rock de Babilonia. Pronto, el mundo entero se
unirá para una presentación apocalíptica final en las Planicies de
Dura, en las que “toda clase de música” será interpretada para guiar a
los habitantes de la tierra a “adorar a la bestia y a su imagen” (Apoc.
14:9) Vale la pena mencionar que en Apocalipsis, el final de esa
presentación involucra el silenciar la música de Babilonia: “Con el
mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más
será hallada. Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de
trompeteros no se oirá más en ti”; (Apocalipsis 18:21-22)
Aquellos que razonan que no hay nada de malo con la música de
Babilonia quizá se estén condicionando a sí mismos a aceptar el culto
falso que promueve Babilonia, un culto que está basado en la
auto-gratificación en lugar de la glorificación de Dios. ¿Será que al
adoptar la música de Babilonia, algunos perderán la oportunidad de
cantar el Canto de Moisés y del Cordero?. Ojalá que esta pregunta
resuene en nuestras conciencias y nos desafíe a mantenernos firmes en
el culto verdadero a Dios como aquellos tres hebreos. Ojalá que la
música que utilicemos para entretenimiento privado y el culto público
refleje nuestro compromiso de glorificar a Dios con todo nuestro
corazón, mente y alma.