En Noviembre
pasado los ucevistas y el país entero recibíamos
jubilosos, de parte de la UNESCO la declaratoria de la Ciudad Universitaria de
Caracas como Patrimonio Mundial.
Meses atrás, cuadrillas de obreros iniciaron el remozamiento
de los jardines y los expertos curaban las variadas obras de arte del museo
abierto. El Presidente de la República —en un acto histórico— visitó la
Universidad para regresarle el Jardín Botánico, expropiado a principios de los
70. Con ávido interés leímos los planes y anuncios para devolver al Patrimonio
su originalidad, y el control del desarrollo de obras arquitectónicas en el
santuario del arte mundial.
Llevados por la emoción, dibujamos un espacio universitario
liberado de los antiestéticos galpones, que con pintura o cerámica siguen
siendo galpones y un obstáculo para la contemplación de la monumental obra de
Villanueva. Los hay en todas las facultades. Imaginamos a la Facultad de
Ciencias sin el monstruoso muro que la aísla de la Ciudad Universitaria.
Observamos fotos de finales de los 60 cuando desde la plaza descubierta se
divisaba la Tierra de Nadie. El edificio aéreo, detrás del Reloj, no había sido
degradado con una construcción provisional para oficinas. Tampoco colgaban del
edificio del Rectorado, los feos cajones de aires acondicionados.
Muchos muros y construcciones provisionales en la Ciudad
Universitaria tienen que caer para que este museo al aire libre muestre todo su
esplendor a la humanidad. La unidad ejecutora creada para devolverle al recinto
ucevista toda su belleza trabaja para ello. Cuenta
con el apoyo consciente de la colectividad universitaria.
Como también cuenta con el respaldo y el reclamo de
participación para todos, la inaplazable transformación de la educación
superior en Venezuela, cuya discusión, raíz de los hechos del 28 de marzo en la
UCV, ha cobrado impulso e interés por todos los actores del sector. Ahora el
debate, debe apartarse de los señalamientos, y aterrizar en una agenda para los
cambios, con un una metodología amplia, democrática y académica.
No hay duda que el actual ordenamiento administrativo y
representativo de la universidad venezolana es legal. Está regido por la Ley de
Universidades de 1970. Ahora bien, muchos de los aspectos de esa Ley han
cumplido su ciclo histórico, y hoy están a la zaga de la nueva Constitución
Nacional aprobada en el referéndum de 1999. Entre otros la organización de las
universidades, el funcionamiento administrativo, la composición y competencia
de los consejos; y el sistema electoral, que luce desconectado del crecimiento
y madurez política de la población universitaria
En
cuanto a la UCV. Históricamente se ha revisado así misma. Y ha avanzado. Si
hoy, al igual que debería pasar con los muros y galpones, caen los intereses
individuales y grupales en pro de una Universidad a la altura de los nuevos
tiempos, mostraremos al mundo, además del patrimonio cultural, una institución
universalista rectora de la educación, la cultura y la ciencia. Ejemplo del sistema.
Verdadera orientadora del país.
Reinaldo Bolívar
Profesor Universitario
2 de mayo de 2001 El
Universal