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Beldades, mojitos... y nada más

Otra serie de TV llega al cine. Sonny Crockett y Ricardo Tubbs vuelven en esta cinta con Michael Mann detrás de cámaras. Pero el argumento es devorado por el tiempo. Y a Colin Farrell los zapatos de Don Johnson le quedan como de Tribilín

Miami Vice
Jamie Foxx, Colin Farrell, Gong Li, Naomie Harris, Ciaran Hinds
Dirigida por Michael Mann
Universal/2006

AGOSTO, 2006. Sonny Crockett y Ricardo Tubbs fueron durante los ochenta la esencia de dos policías rudos pero a la vez seductores. A ritmo de la música de Jan Hammer, Miami Vice se convirtió, durante un lustro, en la serie televisiva que marcaba el casual look (pantalones holgados, camisas con manga arremangada y zapatos sin calcetines), mismo que determinó la moda en esa época y que fue también la de los capos colombianos. Tiempos aquéllos, señor don Simón.

Miami Vice es el blanco más reciente de un Hollywood carente de ideas. Afortunadamente tenemos aquí a Michael Mann, director con tablas que lo mismo incursiona exitosamente en cine que en TV: de él son esos thrillers policiacos como Heat, Thief y esa cinta que acá conocimos como El Informante, aunque también produjo Camarena, serie afortunadamente hoy olvidada. Pero por lo demás, los méritos de Mann no pueden hacerse de lado.

Por tanto, y advertidos de que Mann da giros muy drásticos a sus películas muy diferente cuando incursiona en TV, Miami Vice es una cinta bastante violenta. Pero al menos podemos decir que la violencia no es gratuita, tanto así que la tensión previa a la primera balacera en estacionamiento consigue el efecto de sentirnos parte de la acción. La tensión también la experimentamos no a través del ruido de disparos sino de los sentimientos. Es así como se desarrolla la trama de Miami Vice.

Como suele ocurrir en las tramas policiacas, los protagonistas saben que al defender un flanco, exponen otro. Es el caso de Tubbs (Foxx), a quien su relación con la analista Trudie (una irresistible Noamie Harris) lo deja en una posición vulnerable. Todavía más riesgos asume Crockett (Farrell) quien irremediablemente se enamora de Isabella (Gong Li), una exótica chino-cubana y que vale lo que pagamos en taquilla. El detalle es que Li es amante de Jesús Montoya (Luis Tosar), un narcotraficante que da el pésame antes de mandar matar a la víctima y para quien los detectives trabajan como agentes encubiertos. Pero el riesgo no pesa tanto como la atracción; cuando ella le expresa su gusto por los mojitos, Crockett se la lleva directamente a Cuba y de ahí, bueno, a la cama.

Naturalmente, las respectivas relaciones de Tubbs y Crockett tendrán que enfrentarse alguna vez ante la realidad, y el encontronazo, de sus destinos. Hasta ahí todo bien. Pero que Mann decida incluir, ahora sí que con cuña, a un grupo de neonazis en la trama, marca el inicio de los convencionalismos que terminan por derrumbar la trama de Miami Vice; Mann parece quedar encerrado en un callejón argumental, pecado en el cual han caído la mayoría de las series de TV que son llevadas al cine: el director abre cofres tenebrosos y los cierra, asustado.

Lo que no baja el ritmo es la aparición de esas beldades que pululan por Miami, un plus a esta película, filmada en buena parte en Paraguay. Y aunque no podemos tacharlo de filme mediocre, que no lo es, deja cierto sabor de inapetencia en vez de saturación. Si ello se debió a dos actores que trastabillean constantemente en sus papeles (sobre todo Farell, a quien considero que los zapatos de Don Johnson le quedaron como si fueran de Tribilín) es punto a discusión. Por lo demás y si el lector busca atmósferas de acción fuertes, Miami Vice es una fuerte opción a considerar.