I.- PREÁMBULO.
El humanismo es una perspectiva ética, científica
y filosófica que ha cambiado el mundo. Su patrimonio comenzó
a fraguarse con los filósofos y poetas de las antiguas Grecia y
Roma, en la China de Confucio y con el movimiento Carvaka de la India clásica.
Artistas, escritores, científicos y pensadores humanistas han dado
forma a la edad moderna desde hace medio milenio. En realidad, el humanismo
y el modernismo aparecen como sinónimos con mucha frecuencia, porque
las ideas y valores humanistas expresan precisamente la renovada confianza
en el poder de los seres humanos para resolver sus propios problemas y
conquistar fronteras inexploradas.
El humanismo moderno eclosionó durante el Renacimiento.
Contribuyó al desarrollo de la ciencia moderna. Durante la Ilustración
hizo germinar nuevos ideales de justicia social e inspiró las revoluciones
democráticas de nuestro tiempo. El humanismo ha colaborado en la
construcción de una nueva perspectiva ética, que subraya
los valores de la libertad y la felicidad, así como las virtudes
de los derechos humanos universales.
Los firmantes de este manifiesto creemos que el humanismo tiene
mucho que ofrecer a la humanidad de cara a afrontar los problemas del siglo
XXI e incluso los del nuevo milenio. Muchas de las viejas tradiciones e
ideas a las que la humanidad se ha adherido han dejado de ser relevantes
ante las realidades actuales y las oportunidades futuras. Necesitamos renovar
el pensamiento, si queremos hacer frente a la sociedad global que está
emergiendo ahora, y renovar el pensamiento es precisamente el sello distintivo
del humanismo. Por eso presentamos el Tercer Manifiesto Humanista, como
un llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario.
Las siguientes recomendaciones se ofrecen con modestia, pero
también con la convicción de que pueden contribuir a un diálogo
entre los diferentes puntos de vista culturales, políticos, económicos
y religiosos del mundo. Aunque quienes suscribimos este documento partimos
de principios y valores comunes, estamos dispuestos a modificar nuestras
visiones a la luz de los nuevos conocimientos, circunstancias cambiantes
y problemas imprevistos que vayan surgiendo. No es posible redactar un
Manifiesto Permanente, pero es útil y juicioso producir un documento
de trabajo abierto a revisión..
Prólogo al Presente.
Cuatro grandes Manifiestos y Declaraciones humanistas han sido
emitidos a lo largo del siglo XX: El Manifiesto Humanista I, El Manifiesto
Humanistas II, La Declaración Humanista Secular y la Declaración
de Interdependencia.
El Manifiesto Humanista I apareció en 1933 al socaire
de la depresión mundial. Avalado por 34 humanistas americanos (entre
ellos el filósofo John Dewey), reflexionaba sobre los retos de aquella
época, recomendando en primer lugar una forma de humanismo religioso
no teísta como alternativa a las religiones de la época,
y, en segundo lugar, una planificación nacional de índole
económica y social.
El Manifiesto Humanista II fue publicado en 1973 para afrontar
las cuestiones que había emergido en la escena mundial desde entonces:
el auge del fascismo y su derrota en la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento
de la influencia y poder del Marxismo-Leninismo y del Maoismo, La Guerra
Fría, la recuperación económica postbélica
de Europa y América, la descolonización de amplias áreas
del mundo, la creación de las Naciones Unidas, la revolución
sexual, el desarrollo de los movimientos de mujeres, la demanda de las
minorías de la igualdad de derechos, y la emergencia del poder estudiantil
en los campus.
Este manifiesto estimuló un amplísimo debate. Fue
suscrito por muchos líderes del pensamiento y de la acción
a lo largo y ancho del mundo: Andrei Sakharov (notorio disidente soviético),
Julian Huxley (primer Presidente de la UNESCO), Sidney Hook, Betty Friedan,
Gunnar Myrdal, Jacques Monod, Francis Crick, Margaret Knigth, James Farmer,
Allan Guttmacher, Ritchie Calder y A Philip Randolph, entre otros. Defendía
los derechos humanos a nivel universal, alegando a favor del derecho a
viajar más allá de las fronteras nacionales en una época,
en la que la gente que vivía tras el telón de acero tenía
prohibido hacerlo. Muchos marxistas humanistas del Este de Europa atacaron
el estatalismo totalitario y saludaron esta defensa de la democracia y
de los derechos humanos.
El Manifiesto Humanista II ya no continuó defendiendo
la economía planificada, sino que dejó abierta la cuestión
sobre los sistemas económicos alternativos. En consecuencia, fue
suscrito por ambos, tanto liberales y liberalistas económicos, que
defendían el libre mercado, como también por social demócratas
y socialistas democráticos, que creían que el gobierno tenía
un papel esencial que jugar en una sociedad de bienestar. Propugnaba democratizar
los sistemas económicos y ponerlos aprueba para ver si incrementaban
o no el bienestar económico de todos los individuos y grupos.
El Manifiesto Humanista II fue escrito cuando nos sobrevino una
nueva revolución moral: defendía el derecho al control de
la natalidad, al aborto. al divorcio, a la libertad sexual entre adultos
que lo consintieran, y a la eutanasia. Pretendía proteger los derechos
de la minorías, las mujeres, los ancianos, los niños maltratados
y las personas con desventajas. Abogaba por la tolerancia de estilos de
vida alternativos y la negociación de las diferencias por procedimientos
pacíficos, y finalmente deploraba los antagonismos raciales, religiosos
y de clase social. hacia un llamamiento para acabar con el terror y el
odio. Fue escrito en la onda del Vaticano II, que había intentado
liberalizar el Catolicismo Romano. El Manifiesto Humanista II permitió
cohabitar a ambos, al humanismo naturalista con el humanismo religioso
liberal. El manifiesto era humanista respecto al panorama que se abría
ante la humanidad. Indicaba, además, los positivos beneficios de
la ciencia y la tecnología para le bienestar humano y predecía
que el siglo XXI llegaría a ser la centuria del humanismo.
La Declaración del Humanismo Secular fue publicado en
1980, porque el humanismo y, en particular El Manifiesto Humanista II,
había sido sometido a duros ataques por parte de los fundamentalismos
religiosos y de las fuerzas políticas del ala derecha en los Estados
Unidos. Muchas de esas críticas sostenían que el humanismo
secular era una religión. En consecuencia, la enseñanza del
humanismo secular en las escuelas, arguían, violaba el principio
de separación entre Iglesia y Estado y establecía una nueva
religión. La Declaración respondía que el humanismo
secular expresaba un conjunto de valores morales y un punto de vista filosófico
y científico no teísta que no podían hacerse equivalentes
con la fe religiosa. La enseñanza del punto de vista del humanismo
secular en modo alguno violaba el principio de separación. Al contrario,
defendía la idea democrática de que el Estado secular debe
ser neutral, sin ponerse ni a favor ni en contra de la religión.
En 1988, la Academia Internacional de Humanismo ofreció
todavía un cuarto documento, una Declaración de Interdependencia,
haciendo un llamamiento a favor de una nueva ética global y de la
construcción de una comunidad mundial, que era cada vez más
necesaria a la vista de las nuevas instituciones globales que se estaban
desarrollando con rapidez.
¿ Por qué un humanismo planetario?
Aún cuando la mayor parte de las provisiones de estos últimos
Manifiestos y Declaraciones son todavía viables, es evidente que
como el mundo entra en un nuevo milenio se hace necesario un nuevo Manifiesto.
Y aunque se han realizado muchos progresos desde los primeros manifiestos,
ha emergido nuevas circunstancias que nos desafían: el comunismo
totalitario ha colapsado en la Unión Soviética y en La Europa
del Este y los dos bloques de poder de la Guerra Fría se han disipado
en una gran proporción. Nuevas zonas del planeta han intentado llegar
a ser más democráticas, aunque muchos países carecen
todavía de instituciones democráticas eficaces. Sin embargo,
la economía del planeta ha llegado a estar incluso más globalizada.
Los conglomerados internacionales que han emergido y se han hecho transnacionales,
han conseguido, en este sentido hacerse más poderosos que muchas
naciones del mundo. Rusia, China y otros países han intentado entrar
en el mercado mundial. Ningún país aislado está en
condiciones de dirigir sus destinos económicos al margen del tráfico
y el comercio mundiales. Estos cambios fundamentales han ocurrido en gran
medida debido al acelerado crecimiento de la ciencia y la tecnología,
y en particular de la revolución informática, que nos ha
llevado hasta una red mundial de comunicaciones económicas y culturales.
Podría arguirse que los cambios ocurridos en el mundo desde el Manifiesto
Humanista II (1973) son tan grandes o mayores que los ocurridos desde la
Revolución Industrial hace doscientos años, o desde la invención
de los tipos móviles y la imprenta de Gutenberg.
Con todo, mientras el mundo llega a convertirse en una familia
global, rivalidades étnico-religiosas han intentado dividir los
territorios entre facciones contendientes. Los fundamentalismos religiosos
se han revitalizado, contestando los principios del humanismo y el secularismo
y demandando un retorno a la religiosidad de la era premoderna. De igual
manera han emergido creencias paranormales de la así llamada Nueva
Era, instigadas por los medios de comunicación de masas, que pregonan
una nueva visión de la realidad espiritual o paranormal. Los medios
masivos de comunicación se han globalizado. Las cadenaas de TV,
los filmes, las radiodifusoras, las editoriales de libros y revistas están
dominados por conglomerados mediáticos interesados casi únicamente
en anunciar y vender productos en el mundo de los negocios. Por añadidura,
ha aparecido el posmodernismo en muchas universidades, cuestionando las
premisas básicas del modernismo y el humanismo, atacando la ciencia
y la tecnología y vituperando los ideales y valores humanistas.
Muchas visiones habituales del futuro son pesimistas, incluso apocalípticas.
Pero nosotros objetamos todo esto, porque creemos que es posible construir
un mundo mejor. Las realidades de la sociedad global son de tal índole
que únicamente un nuevo Humanismo Planetario puede proporcionar
direcciones significativas para el futuro.
II.- PANORAMAS PARA UN FUTURO MEJOR.
Por primera vez en la historia de la humanidad poseemos los medios
- proporcionados por la ciencia y la tecnología - para mejorar la
condición humana, aumentar la felicidad y la libertad y conseguir
una vida auténticamente humana para todas las personas del planeta.
Mucha gente que habla del nuevo milenio está llena de miedo respecto
a qué sucederá. Muchos hacen profecías apocalípticas
- tanto religiosas como seculares - acerca de las calamidades que van a
ocurrir. Los pesimistas recuerdan las brutales guerras del siglo veinte
y advierten que nuevas formas de terrorismo y nuevas inquietudes pueden
embargar a la humanidad en el siglo entrante.
Nosotros pensamos, en cambio, que es más correcta una
valoración más positiva y realista del panorama humano en
el siglo XXI. Deseamos subrayar que, a despecho de las desgracias políticas,
militares y sociales, el siglo XX ha sido testigo de un gran número
de acontecimientos beneficiosos. En efecto en contra de los Jeremías
de turno, se han hecho realidad la prosperidad, la paz, la mejora de la
salud y unos estandares de vida en crecimiento - todo lo cual sigue avanzando
de igual modo. Estas grandes realizaciones tecnológicas, científicas
y sociales han sido con frecuencia pasadas por alto. Aunque se aplican
con mayor amplitud en el mundo desarrollado, en estos momentos sus beneficios
están llegando virtualmente a todas partes. Necesitamos hacer un
listado de algunas de ellas.
La medicina científica ha mejorado la salud enormemente. Ha reducido
el dolor y el sufrimiento y ha incrementado la longevidad. El descubrimiento
de antibióticos y el desarrollo de las vacunas, las técnicas
modernas de cirugía, anestesia, farmacología e ingeniería
biogenéticas han contribuido en conjunto a estos avances en el cuidado
de la salud.
Las provisiones de salud pública de largo alcance, la mejora
en los abastecimientos de agua y las disposiciones preventivas han reducido
en gran medida la incidencia de las enfermedades infecciosas. Los remedios
terapéuticos, ampliamente aplicados, han reducido la dramática
mortalidad infantil.
La Revolución Verde ha transformado la producción de
alimentos e incrementado el rendimiento de las cosechas, reducido el hambre
y elevado los niveles de nutrición por amplias zonas del planeta.
Los nuevos métodos de producción en masa han incrementado
la productividad, liberado a los trabajadores de muchos tipos de trabajos
físicos penosos, y han hecho posible los beneficios y lujos del
consumidor de bienes y servicios.
Los nuevos modos de transporte han reducido las distancias y transformado
las sociedades. Los automóviles y los aviones han capacitado a la
gente para atravesar continentes y superar el aislamiento geográfico.
La investigación astronáutica ha lanzado a la especie humana
hacia la excitante aventura de la exploración espacial.
Los descubrimientos tecnológicos han acelerado brutalmente nuevos
modos de comunicación sobre una base de amplitud mundial. Además
de los beneficios del teléfono, el fax, la radio, la TV y la transmisión
por satélite, la tecnología de los computadores ha transformado
radicalmente todos los aspectos de la vida socio-económica. Ninguna
oficina, ni casa particular ha quedado al margen de la revolución
de la información. Internet y las páginas Web han hecho posible
la comunicación instantánea en casi todos los rincones del
globo.
La investigación científica ha expandido nuestro conocimiento
del universo y el lugar de la espacie humana dentro del mismo. La investigación
humana está ahora en condiciones de avanzar y de confirmar sus hallazgos
mediante la razón y la ciencia, mientras las especulaciones teológicas
y metafísicas del pasado han hecho poquita cosa o no han progresado.
Los descubrimientos de la astronomía, la física, la teoría
de la relatividad y la mecánica cuántica han incrementado
nuestra comprensión del universo - desde la escala de las micropartículas
hasta la de las galaxias. La biología y la genética han contribuido
a nuestro conocimiento de la bioesfera. La teoría de la selección
natural de Darwin nos ha permitido entender Cómo evoluciona la vida.
Los descubrimientos del ADN y la biología molecular ha continuado
revelándonos los mecanismos propios de la evolución y del
funcionamiento mismo de la vida. Las ciencias sociales y de la conducta
han profundizado nuestro conocimiento de las instituciones políticas,
la economía y la cultura.
Muchos desarrollos sociales y políticos positivos han sucedido
también en el siglo XX y estos macizan bien de cara al futuro:
Los imperios coloniales del siglo XIX han desaparecido por completo.
La amenaza del totalitarismo se ha rebajado.
La Declaración Universal de Derechos Humanos ha sido aceptada
al día de hoy por la mayor parte de las naciones del mundo (de palabra
aunque no de hecho).
Los ideales de la democracia, la libertad y la sociedad abierta se
han propagado ampliamente por la Europa del Este, América Latina,
Asia y África.
Las mujeres en muchos países disfrutan ahora de mayor autonomía
y de derechos legales y sociales, y han ocupado su lugar en muchas áreas
de la empresa humana.
Como las economías nacionales han llegado a estar globalizadas,
la prosperidad económica está siendo transportada desde Europa
y Norte América a otras partes del mundo. Los libres mercados y
los métodos empresariales han abierto las regiones subdesarrolladas
a las inversiones de capital y al desarrollo.
El problema del incremento demográfico ha sido resuelto en los
países ricos de Europa y Norteamérica. En muchas zonas la
población crece no a causa de los nacimientos sino más bien
por causa del descenso de la tasa de mortandad y el incremento de la logevidad
- lo que constituye un desarrollo positivo.
El aumento de los niveles de educación, alfabetización
y enriquecimiento cultural está alcanzado ahora a más y más
niños en el mundo - aunque queden aún mucho más que
necesitan se les proporcionen estos bienes.
A pesar de estos avances, debemos afrontar honradamente los graves
problemas económicos, sociales y políticos que el mundo todavía
arrastra. Los profetas del Apocalípsis son pesimistas; los Jeremías
predicen infortunios y calamidades. Nosotros respondemos que si vamos a
resolver nuestros problemas, sólo será únicamente
con el concurso de la razón, la ciencia y el esfuerzo humano.
Amplios sectores de la población mundial aún no disfrutan
de los frutos de la prosperidad; continúan pudriéndose en
la pobreza, el hambre y la enfermedad, en particular del mundo en desarrollo,
en Asia , Africa, Centroamérica y Sudamérica. Millones de
niños y adultos viven al nivel de la subsistencia con una nutrición
y unos servicios sanitarios pobres y una salud mala. Y esto pasa también
en las así llamadas sociedades ricas.
La población continúa creciendo en muchas partes del
mundo con una tasa anual del 3 %. En 1900 el mundo tenía una población
estimada de 1700 millones de personas. En el año 2000 se excederán
los 6000 millones. Si las tendencias demográficas actuales continúan,
habrá que agregar otros 3000 millones de personas a mediados del
próximo siglo.
Si la población continua creciendo de acuerdo con estas proyecciones,
se producirá un drástico descenso en cuanto a la diponibilidad
de suelo para cultivar grano, que hacia el 2050 puede retroceder hasta
un cuarto de acre por persona en muchos países (en especial en India,
Pakistán, Etiopía, Nigeria, e Irán). Los depósitos
de agua corriente para riego están sobrexplotados, reduciendo la
productividad de los cultivos; muchos de los ríos del mundo están
comenzando a secar su cauce (incluyendo el Nilo, el Río Colorado
y el Río Amarillo en China).
Puesto que la población humana se ha expandido y el desarrollo
industrial se ha acelerado, los bosques y las tierra maderables han sido
desbastadas. Se estima que cada año desaparece casi un 2 % de los
bosques terrestres. Este tributo continuará a menos que se adopten
medidas preventivas.
El calentamiento global de la atmósfera probablemente está
creciendo, en parte a causa de la deforestación en los países
pobres y de las emisiones de monóxido de carbono, en particular
las producidas en las naciones ricas, que continúan desbastando
los recursos naturales. El promedio por persona de consumo y polución
en los Estados Unidos y los países occidentales es entre cuarenta
y setenta veces superior al promedio de emisiones por persona en los países
en desarrollo. El consumo despilfarrador además es fomentado con
frecuencia por las compañías en crecimiento, que pasan olímpicamente
del problema del desastre ecológico.
Las poblaciones de otras especies también han disminuido constantemente
y muchas formas de vida vegetales y animales han llegado a extinguirse;
quizá se esté produciendo ahora la mayor extinción
desde la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años.
Muchos gobiernos del mundo están enfrentando graves problemas
como el de las ciudades superpobladas por emigrantes provenientes de los
entornos rurales; la inmensa mayoría de estos emigrantes están
desempleados y apenas tienen lo mínimo para subsistir.
El desempleo sigue siendo un grave problema en muchos países
ricos, sobre todo de Europa, que está fallando a la hora de absorber
a los trabajadores jóvenes, reconvertir la tecnología, reeducar
a los ya empleados o encontrarles nuevas ocupaciones.
Para atajar muchos de los problemas internacionales de ámbito
social y ambiental que enfrenta la humanidad se ha llegado acuerdos de
largo alcance en una importante serie de Conferencias internacionales,
pero los gobiernos han fallado a la hora de sacar adelante los compromisos
asumidos; pocos de los países más ricos dan alguna prioridad
a ayudar a la mayoría de países pobres o incluso a ayudar
a los desahuciados y desposeídos de sus propias sociedades.
La democracia sigue débil o es inexistente en muchos países.
Con demasiada frecuencia la prensa libre es amordazada y las elecciones
manipuladas.
La suspensión del acuerdo sobre la igualdad de derechos para
las mujeres está todavía demasiado extendido en la mayor
parte de los países del mundo.
Muchas de las áres antes colonizadas han entrado en un grave
declive económico.
Enfermedades que se creían erradicadas, tales como la tuberculosis
o la malaria, se han revitalizado, mientras el virus del SIDA sigue circulando
libremente por amplias zonas del mundo en desarrollo.
Aunque el mundo ya no está dividido en dos superpotencias, la
humanidad tiene todavía la capacidad de autodestruirse. Terroristas
fanáticos, estados delincuentes, o incluso los mayores poderes pueden
provocar inadvertidamente sucesos apocalípticos, soltando armas
mortíferas de destrucción masiva.
La creencia de que en gran medida el libre mercado solucionará
todos los problemas sociales sigue siendo un dogma de fe. Permanece en
pie y sigue sin resolverse en muchos países del mundo la cuestión
de cómo deben equilibrarse las demandas del libre mercado con la
necesidad de articular programas sociales equitativos para asistir a los
discapacitados y a los empobrecidos.
Admitimos que estos problemas son serios y que necesitamos adoptar
medidas adecuadas para resolverlos. Creemos, sin embargo, que únicamente
pueden superarse con el uso de la inteligencia crítica y de esfuerzos
cooperativos. La humanidad ha enfrentado desafíos en el pasado y
se las ha arreglado para sobrevivir e incluso para triunfar. Los problemas
que atisbamos en el horizonte quizá no sean mayores que los que
enfrentaron nuestros antepasados.
Pero hay además otras peligrosas tendencias en el mundo
que están insuficientemente reconocidas, Estamos particularmente
preocupados por las tendencias anticientíficas y antimodernas que
incluyen la emergencia de estridentes voces fundamentalistas y la persistencias
del fanatismo y la intolerancia, sea de orígen religioso, político
o tribal. En muchas partes del mundo son las mismas fuerzas las que se
oponen a los esfuerzos para resolver los problemas sociales o mejorar la
condición humana:
* La persistencia de tradicionales actitudes espirituales fortalece
con frecuencia modos de enfocar los problemas sociales irreales, escapistas
y místicos, que fomentan el desprecio hacia los enfoques científicos
y defienden los mismos mitos que con demasiada frecuencia se hallan a la
base de arcaicas instituciones sociales.
* Muchos grupos religiosos y políticos se oponen a la
contracepción o a los fondos para programas destinados a reducir
la fertilidad o a estabilizar el crecimiento de la población. Como
resultado, se impide el desarrollo económico y la reducción
de la pobreza.
* Muchas de estas fuerzas también se oponen a la liberación
de la mujer y desean que continúen sometidas al varón.
* El mundo entero ha asistido al incremento de encarnizados
conflictos étnicos y a la intensificación de viejas rivalidades
tribales. Las dimensiones religiosas de estos conflictos con demasiada
frecuencia permanecen sin recibir la adecuada publicidad: En la Ex-Yugoeslavia
entre cristianos ortodoxos serbios, católicos romanos croatas y
musulmanes (en Bosnia y Kosovo); en Israel y Palestina entre judíos
ortodoxos y musulmanes; en Irlanda del Norte entre protestantes y católicos;
en Sri Lanka entre hindúes tamiles y budistas zingaleses: en el
Punjab y Cachemira entre hindúes, musulmanes y shijs; y en Timor
entre católicos y musulmanes.
* El mundo está justamente preocupado por el crecimiento
del terrorismo y de los genocidios, inflamados también en muchos
casos por nacionalismo étnicos y chauvinismos religiosos.
* El multiculturalismo aboga por la tolerancia de la diversidad
étnica y de las tradiciones culturales, así como por el reconocimiento
de su derecho a existir. Pero también se hace cómplice de
fracturas de la sociedad y demandas de separación y aislamiento,
irónicamente en la época en que las doctrinas nazis y del
appartheid en Sudáfrica han sido develadas a fondo y en consecuencia
repudiadas. La intolerancia ha generado la limpieza étnica y otras
manifestaciones violentas del odio social.
* En muchos países occidentales ha florecido con fuerza
la así llamada ideología postmodernista que niega la objetividad
de la ciencia, deplora el uso de la tecnología moderna y critica
los derechos humanos y la democracia. Algunas formas de postmodernismo
aconsejan el derrotismo: en el mejor de los casos, no ofrecen ningún
programa para resolver los problemas del mundo; en el pero, niegan que
las soluciones sean o bien posibles o bien realizables. Los efectos de
este movimiento filosófico literario son contraproducentes, e incluso
nihilistas. Pensamos que se trata de una mistificación profunda,
porque las ciencias ofrecen razonables estándares objetivos para
enjuiciar sus proclamas de verdad. En realidad. la ciencia ha conseguido
un lenguaje universal en que se pueden expresar todos los hombre y mujeres
al margen de su trasfondo cultural.
Creemos que es necesario presentar un panorama alternativo para
mañana. Los gobiernos nacionales y lideres organizativos deben abandonar
la política del corto plazo y fomentar una planificación
a largo plazo. Con demasiada frecuencia, estos líderes ignoran los
mejores informes de científicos y humanistas y basan sus políticas
sobre elecciones inmaduras o sobre informes que apenas tienen un horizonte
de un cuarto de hora. Los gobiernos nacionales no deben preocuparse exclusivamente
de las consideraciones político-económicas inmediatas, sino
prestar atención a las necesidades de todo el planeta y a la sostenibilidad
futura de la humanidad.
El humanismo planetario pretende recomendar fines alcanzables
a largo plazo. Esta es una distinción principal entre el humanismo
y las moralidades premodernas fundamentadas religiosamente. El humanismo
dibuja nuevas imágenes de futuro que son rigurosas y generan confianza
en la capacidad de la especie humana para resolver sus problemas mediante
métodos racionales y perspectivas positivas.
La Ilustración del siglo XVIII, que ha inspirado este
manifiesto, estuvo sin duda limitado por la época en que apareció.
Su visión de la Razón era absolutista frente a nuestra idea
de que se trata de un instrumento falible de investigación. Sin
embargo, su convicción de que las ciencias, la razón, la
democracia, la educación y los valores humanos pueden lograr el
progreso humano siguen teniendo atractivo para nosotros hoy. El humanismo
planetario que presenta este Manifiesto es en su perspectiva post-postmoderno.
Asume los mejores valores de la modernidad, pero intenta transcender la
negatividad del postmodernismo mirando hacia adelante, hacia la edad de
la información que ahora amanece y a todo lo que ella presagia para
el futuro de la humanidad.
III.- NATURALISMO CIENTÍFICO.
El único mensaje del humanismo sobre la escena mundial
actual es su compromiso con el naturalismo científico. La mayor
parte de las visiones del mundo aceptadas aún hoy son de carácter
espiritual, místico o teológico. Tuvieron sus orígenes
en las antiguas sociedades pre- urbanas, nómadas y agrícolas
del pasado, y no en la moderna sociedad industrial o postindustrial de
la información y la cultura globales que está emergiendo.
El naturalismo científico capacita a los seres humanos para construir
una visión coherente del mundo, superadora de viejas herencias metafísicas
y teológicas, y fundamentada ben las ciencias.
* Primero, el naturalismo científico está vinculado
a un conjunto de prescripciones metodológicas. Para el naturalismo
metodológico todas las hipótesis y teorías deben estar
comprobadas experimentalmente con referencia explícita a causas
y sucesos naturales. Es inadmisible introducir causas ocultas o explicaciones
transcendentales. Los métodos de las ciencias no son infalibles,
no nos colocan en presencia de verdades absolutas e inamovibles; pese a
ello en comparación, constituyen los métodos más fidedignos
que hemos encontrado para aumentar el conocimiento y resolver los problemas
humanos. Han tenido además un poderoso efecto en la transformación
de la civilización mundial. Amplios sectores de la población
aceptan hoy la utilidad de las ciencias; reconocen que las ciencias han
tenido consecuencias positivas.
Desgraciadamente, la aplicación de los métodos
de las ciencias ha sido con frecuencia confinada en estrechas especialidades,
y se han ignorado las más amplias implicaciones de las ciencias
para nuestra visión de la realidad. Los humanistas mantenemos que
es necesario extender los métodos de las ciencias a otros campos
del esfuerzo humano y que no deben existir restricciones a la investigación
científica, salvo en el caso de que su ejecución infrinja
el derecho de las personas. Los esfuerzos para bloquear la investigación
científica por razones morales, políticas, ideológicas
o religiosas han fracasado invariablemente en el pasado. Los posibles resultados
beneficiosos obtenidos gracias a la continuidad de los descubrimientos
científicos no pueden subestimarse.
* Segundo, las oportunidades que las ciencias proporcionan de
cara a incrementar nuestro conocimiento de la naturaleza y de la conducta
humanas son enormes. El naturalismo científico presenta un panorama
cósmico basado en hipótesis y teorías ya comprobadas.
Para sus informes sobre la realidad lo que no hace es sacar sus datos de
la religión, la poesía, la literatura o las artes, por más
que tales actividades sean importantes expresiones de intereses humanos.
Los naturalistas científicos manejan una suerte de materialismo
no reduccionista; los procesos y sucesos naturales están mejor documentados
cuando van referidos a causas materiales. Esta forma de naturalismo da
cobijo a un universo pluralista. Aún cuando la naturaleza sea básicamente
en sus raíces de índole física y química, los
procesos y objetos se manifiestan por sí mismos a muchos niveles
distintos de observación: partículas subatómicas,
átomos y moléculas; genes y células; organismos, flores,
plantas y animales; percepción psicológica y conocimiento;
instituciones sociales y culturales; planetas, estrellas y galaxias. Esto
autoriza explicaciones contextuales, extraídas a partir de campos
de investigación naturales, biológicos, sociales y conductuales.
Todo ello no niega la necesidad de apreciar las diversas expresiones morales,
morales y culturales de la experiencia humana.
* Tercero, el naturalismo sostiene que la evidencia científica
para las interpretaciones espirituales de la realidad y para la postulación
de causas ocultas es insuficiente. Las clásicas doctrinas trascendentalistas
no dudan en hacerse eco de los apasionados anhelos existenciales de los
seres humanos que desean sobrevivir a la muerte. Sin embargo, la teoría
científica de al evolución proporciona un informe mucho más
parsimonioso acerca de los orígenes humanos y se basa en evidencia
extraída a partir de un amplio número de ciencias. Denunciamos
los esfuerzos de unos pocos científicos, frecuentemente jaleados
por los mass media, por imponer interpretaciones transcendentales sobre
fenómenos naturales. Ni la cosmología moderna ordinaria,
ni el proceso de evolución proporcionan evidencia suficiente acerca
de designios inteligentes, que es un salto de fe más allá
de la evidencia empírica. Pensamos que ya es hora de que la humanidad
asuma su propia mayoría de edad y deje atrás el pensamiento
mágico y la construcción de mito, que deben ser sustituidos
por un conocimiento de la naturaleza bien comporbado.
IV.- LOS BENEFICIOS POSITIVOS DE LA TECNOLOGÍA.
Los humanistas han defendido consistentemente el valor beneficente de
la tecnología científica para el bienestar humano. Algunos
filósofos, desde Francis Bacon a John Dewey han subrayado el creciente
poder sobre la naturaleza que proporciona el conocimiento científico
y Cómo puede seguir contribuyendo inmensamente al progreso y a la
felicidad humanos.
Con la introducción de las nuevas tecnologías han aparecido
con frecuencia efectos colaterales imprevistos. Desde los luditas en el
siglo XIX hasta los posmodernos del siglo XX, los críticos han deplorado
las aplicaciones de la tecnología. Los humanistas han venido reconociendo
desde siempre que algunas innovaciones tecnológicas pueden engendrar
problemas. Desgraciadamente, las aplicaciones tecnológicas, con
más frecuencia de lo deseable, ha estado determinadas por consideraciones
económicas -bien para conseguir que los productos sean rentables-
bien a causa de sus usos militares y políticos. Hay graves peligros
asociados al uso incontrolado de las tecnologías. Las armas de destrucción
masiva (termonucleares, biológicas y químicas) todavía
no han sido reguladas de manera efectiva por la comunidad mundial. De manera
similar, invenciones innovadoras en genéticas, biología e
investigación médica (tales como la ingeniería biogenética,
la clonación, el transplante de órganos, y así sucesivamente)
entrañan posible peligros, pese a que ofrecen inmensas posibilidades
para la salud y el bienestar humanos.
Primero, los humanistas objetan enérgicamente los esfuerzos
para limitar la investigación tecnológica para censurar o
restringir a priori la investigación. Es difícil predecir
por anticipado cuando y cómo se producirá investigación
científica beneficiosa o pronosticar sus posibles beneficios. Debemos
por tanto tener mucho cuidado a la hora de censurar tales investigaciones.
Segundo, sostenemos que el mejor modo de tratar los asuntos relacionados
con las aplicaciones tecnológicas son los debates bien informados,
y no la apelación a dogmas absolutistas o a consignas emocionales.
Cada innovación tecnológica necesita ser evaluada en términos
de los potenciales riesgos y beneficios que pueden acarrear a la sociedad
y al medio ambiente. Ello supone un cierto nivel de instrucción
científica.
Tercero, no podemos abandonar las soluciones tecnológicas. La
estructura económica y social del mundo contemporáneo está
llegando a depende de manera progresiva de las innovaciones tecnológicas.
Si deseamos resolver nuestros problemas, ya no podemos regresar a un idílico
estado de naturaleza, sino que debemos desarrollar nuevas tecnologías
que satisfagan las necesidades y objetivos humanos, y hacerlo así
con sabiduría y humanismo.
Cuarto, deben favorecerse las innovaciones tecnológicas que
reduzcan al máximo el impacto humano sobre el medio ambiente.
Quinto, debe favorecerse la propagación de tecnologías
intermedias que sean suministrables a los pobres, de modo que los capaciten
para beneficiarse de la revolución tecnológica.
V.- ÉTICA Y RAZÓN.
La realización de los valores éticos más
altos es esencial en la cosmovisión humanista. Creemos que el crecimiento
de conocimiento científico nos capacitará a los hombres para
hacer elecciones más prudentes. En este sentido no hay un muro infranqueable
entre hechos y valores, o entre es y debe. Mediante el uso de la razón
y el conocimiento nos capacitaremos mejor para la realización de
nuestros valores a la luz de la evidencia y mediante la precognición
de sus consecuencias.
Los humanistas hemos sido injustamente acusados de ser incapaces
de proporcionar fundamentos viables para las responsabilidades éticas.
En realidad, los humanistas son frecuentemente acusados de atentar contra
los fundamentos morales de la sociedad. Este argumento está profundamente
equivocado. Durante cientos de años, los filósofos han proporcionado
sólidos fundamentos seculares para la acción moral humanista.
Y todavía más, millones de humanistas anónimos han
vivido vidas ejemplares, han sido ciudadanos responsables, han cuidado
a sus hijos con amoroso cuidado y han contribuido de manera significativa
a mejorar la sociedad.
Las doctrinas morales de índole teológica reflejan con
frecuencia concepciones heredadas sobre la naturaleza y la naturaleza humana
que son precientíficas. Recomendaciones morales contradictorias
pueden deducirse de su legado, y religiones diferentes con mucha frecuencia
proponen puntos de vista ampliamente divergentes sobre las cuestiones morales.
Los teístas y transcedentalistas han estado ambos a favor y en contra
de la esclavitud, del sistema de castas, de la guerra, de la pena capital,
de los derechos de la mujer y de la monogamia. Los religiosos de una secta
con mucha frecuencia han asesinado a los partidarios de otra secta con
total impunidad. Muchas de las guerras más crueles del pasado y
del presente están inspiradas por dogmas religiosos intransigentes.
No negamos que los religiosos hayan hecho mucho bien; lo que negamos es
que la piedad religiosa sea la única garantía de virtud moral.
Los humanistas han defendido siempre la separación entre religión
y estado. Creemos que el Estado debe ser secular: ni a favor ni en contra
de la religión. Por eso rechazamos las teocracias que intentan imponer
un único código moral y religioso a todo el mundo. Creemos
que el Estado debe permitir la coexistencia de una amplia pluralidad de
valores morales.
Los principios básicos de la conducta moral son comunes virtualmente
a todas las civilizaciones - sean religiosas o no. Las tendencias morales
están profundamente enraizadas en la naturaleza humana y han evolucionado
a lo largo de la historia humana. Por eso la ética humanista no
necesita acuerdos en torno a premisas religiosas o teológicas -que
quizá nunca lleguemos a alcanzar -, sino sólo respecto a
las elecciones éticas que en última instancia forman parte
de intereses, deseos, necesidades y valores humanos. Juzgamos esas elecciones
por sus consecuencias para la felicidad humana y la justicia social. Gentes
con transfondos socio-culturales muy diferentes aplican de hecho principios
morales generales muy similares entre sí, aunque sus juicios morales
específicos puedan diferir en función de condicionamientos
diferentes. De ahí que el desafío para las sociedades sea
subrayar nuestras similitudes , y no nuestras diferencias.
¿Cuáles son los principios clave de la ética
del humanismo?
1º) La dignidad y autonomía del individuo es el valor central.
La ética humanista se compromete a maximizar la libertad de elección:
libertad de pensamiento y conciencia, el libre pensamiento y la libre investigación,
y el derecho de los individuos a seguir sus propios estilos de vida hasta
donde sean capaces y hasta tanto que ello no dañe o perjudique a
otros. Esto es especialmente relevante en las sociedades democráticas
en donde pueden coexistir una multiplicidad de sistemas alternativos de
valores. Por consiguiente los humanistas aprecian la diversidad.
2º) La defensa humanista de la autodeterminación
no significa que los humanistas acepten como valiosas cualquier clase de
conducta por el mero hecho de ser humana. Ni la tolerancia de los distintos
estilos de vida implica necesariamente su aprobación. Los humanistas
insisten que acompañando al compromiso con una sociedad libre está
siempre la necesidad de alcanzar un nivel cualitativo de gusto y distinción.
Los humanistas creen que la libertad debe ser ejercitada con responsabilidad.
Reconocemos que todos los individuos viven en el seno de comunidades y
que algunas acciones son destructivas y están equivocadas.
3º) Los filósofos éticos humanistas han defendido
una ética de la excelencia (desde Aristóteles y Kant hasta
John Stuart Mill. John Dewey, y M.N. Roy). En ellos se hacen patentes la
templanza, la moderación, la continencia, el autocontrol. Entre
los tópicos de la excelencia se encuentran la capacidad de elegir
libremente, la creatividad, el gusto estético, la prudencia en las
motivaciones, la racionalidad y una cierta obligación de llevar
a su máximo cumplimiento los más altos talentos de cada cual.
El humanismo intenta sacar a flote lo mejor de la gente, de manera que
todo el mundo pueda tener lo mejor en la vida.
4º) El humanismo reconoce nuestras responsabilidades y deudas
con los otros. Esto significa que no debemos tratar a los demás
seres humanos como meros objetos para nuestra propia satisfacción;
debemos considerarlos como personas dignas de igual consideración
que nosotros mismos. Los humanistas sostienen que «todos y cada uno
de los individuos deben ser tratados humanamente». Aceptan la Regla
de Oro según la cual «no debes tratar a los demás como
no quieras que te traten a ti». También aceptan por la misma
razón el antiguo mandato de que debemos «recibir a los extranjeros
dentro de nuestras posibilidades», respetando sus diferencias con
nosotros. Dada la multiplicidad actual de credos, todos somos extranjeros
-aunque podamos ser amigos - en una comunidad más amplia.
5º) Los humanistas creen que las virtudes de la empatía
(o buena disposición) y la corrección (o el trato cuidadoso)
son esenciales para la conducta ética. Esto implica que debemos
desarrollar un interés altruista hacia las necesidades e intereses
de los demás. Las piedras fundamentales de la conducta moral son
las «decencias morales comunes»; es decir, las virtudes morales
generales que son ampliamente compartidas por los miembros de la especie
humana pertenecientes a las más diversas culturas y religiones:
Debemos decir la verdad, cumplir las promesas, ser honestos, sinceros,
hacer el bien, ser fiables y confiar, dar muestras de fidelidad, aprecio
y gratitud; ser bien pensados, justos y tolerantes; debemos negociar las
diferencias razonablemente e intentar ser cooperativos; no debemos herir
o injuriar, ni tampoco hacer daño o atemorizar a otras personas.
Pese a que los humanistas han hecho llamamientos contra los códigos
puritanos represivos, con el mismo énfasis han defendido la responsabilidad
moral.
6º) En lo más alto de la agenda humanista figura
la necesidad de proporcionar educación moral a los niños
y a los jóvenes, al objeto de desarrollar el carácter y fomentar
el aprecio por las decencias morales universales, así como para
garantizar el progreso moral y la capacidad de razonamiento moral.
7º) Los humanistas recomiendan que usemos la razón
para fundamentar nuestros juicios éticos. El punto decisivo es que
el conocimiento es esencial para formular elecciones éticas. En
particular, necesitamos comprometernos en un proceso de deliberación,
si estamos por la tarea de solucionar los dilemas morales. Los principios
y valores humanos pueden justificarse mejor a la luz de la investigación
reflexiva. Cuando existan diferencias, es preciso negociarlas siempre que
podamos mediante un diálogo racional.
8º) Los humanistas sostienen que debemos estar preparados
para modificar los principios y los valores éticos a la luz de las
realidades que vayan produciéndose y de las expectativas futuras.
Necesitamos ciertamente apropiarnos de la mejor sabiduría moral
del pasado, pero también desarrollar nuevas soluciones para los
dilemas morales, sean viejos o nuevos.
Por ejemplo, el debate sobre la eutanasia voluntaria se ha intensificado
de manera especial en las sociedades opulentas, porque la tecnología
médica nos capacita ahora para prolongar la vida de pacientes terminales
que anteriormente habrían muerto. Los humanistas han argumentado
a favor del «morir con dignidad» y del derecho de los adultos
competentes para rechazar el tratamiento médico, reduciendo así
el sufrimiento innecesario, e incluso para acelerar la muerte. También
han reconocido la importancia del movimiento hospitalario para facilitar
el proceso más deseable.
De la misma manera, debemos estar preparados para elegir racionalmente
entre los nuevos poderes reproductivos que la investigación científica
ha hecho posibles - tales como la fertilización in vitro, la maternidad
de alquiler, la ingeniería genética, el transplante de órganos
y la clonación-. No podemos estar mirando atrás, hacia las
morales absolutas del pasado para guiarnos en estas cuestiones. Necesitamos
respetar la autonomía de la elección.
9º) Los humanistas sostienen que debemos respetar una ética
de principios. Esto significa que el fin no justifica los medios; por el
contrario, nuestros fines están modelados por nuestros medios, y
hay límites acerca de lo que nos está permitido hacer. Esto
es especialmente importante hoy a la luz de las tiranías dictatoriales
del siglo XX, en las que determinadas ideologías políticas
manipularon comprometidos medios morales con fervor casi religioso para
realizar fines visionarios. Somos agudamente conscientes de trágico
sufrimiento infligido a millones de personas por quienes estuvieron dispuestos
a permitir un gran mal en la prosecución de un supuesto bien mucho
mayor.
VI.- UN COMPROMISO UNIVERSAL CON LA HUMANIDAD EN SU CONJUNTO.
La perentoria necesidad de una comunidad mundial emerge hoy para desarrollar
un nuevo Humanismo Planetario - que es aquel que pretende no sólo
preservar los derechos humanos y mejorar la libertad y la dignidad humanas,
sino que subraya además nuestro compromiso con la humanidad tomada
en conjunto.
Primero, el principio ético fundamental del Humanismo Planetario
es la necesidad de respetar el valor y la dignidad de todas las personas
de la comunidad mundial. No cabe duda de que cada persona reconoce ya múltiples
responsabilidades relativas a su contexto social:las personas tiene responsabilidades
con su familia, sus amigos, la comunidad, la ciudad, el estado o la nación
en que residen. Necesitamos, sin embargo, añadir a estas responsabilidades
un nuevo compromiso que ya ha emergido - nuestra responsabilidad con las
personas más allá de nuestros límites nacionales.
Segundo, debemos actuar de tal modo que, siempre que sea posible hacerlo,
mitiguemos el sufrimiento e incrementemos la suma de felicidad humana,
y extendamos esta responsabilidad al mundo en su conjunto. Este principio
debe ser reconocido tanto por los creyentes como por los no creyentes.
Es necesario para completar la estructura íntegra de la moralidad
humana. Ninguna comunidad humana puede sobrevivir si sigue tolerando violaciones
al por mayor de las decencias humanas universales entre sus propios miembros.
La cuestión clave concierne hoy al rango del principio. Sostenemos
que este compromiso moral debe generalizarse; debemos comprometernos no
sólo con el bienestar de aquellos que viven en nuestra comunidad
o dentro de los márgenes de nuestro Estado-nación, sino también
con la comunidad mundial íntegra.
Tercero, deberíamos evitar un sobredimensionamiento del multiculturalismo
parroquialista, que puede ser separatista y destructivo. Debemos ser tolerantes
con la diversidad cultural, excepto cuando esas culturas son ellas mismas
exclusivistas, intolerantes o represivas. Ya va siendo hora de dejar atrás
el cuento del tribalismo y de dedicarse a buscar fundamentos comunes. La
etnicidad es el resultado de aislamientos sociales y geográficos
pasados que ya no son relevantes por mucho tiempo en una sociedad global
abierta donde la interacción y el interemparejamiento entre diferentes
etnicidades no sólo es posible, sino que debe ser fomentado. Aunque
la lealtad a la propia nación, tribu o grupo étnico puedan
captar a los individuos más que sus propios intereses egoístas,
el chauvinismo excesivo entre las distintas naciones estados y los diferentes
grupos étnicos frecuentemente se convierte en algo destructivo.
En consecuencia, la solicitud y la lealtad morales no deberán finalizar
en el límite de los enclaves étnicos o de las fronteras nacionales.
Una moralidad racional nos impone construir y apoyar instituciones de cooperación
entre individuos de diferentes etnicidades. Eso nos integraría mejor,
en lugar de separarnos unos de otros.
Cuarto, el interés y la preocupación por las personas
debe extenderse a todos los seres humanos por igual. En lo sucesivo, esto
significa que todos los seres humanos deben ser tratados humanamente y
que en todo momento debemos salir en defensa de los derechos humanos dondequiera
que fueran conculcados. De acuerdo con esto, cada uno de nosotros tiene
el compromiso de ayudar a mitigar el sufrimiento de la gente en cualquier
parte del mundo y de contribuir al bien común. Este principio expresa
nuestro supremo sentido de la compasión y la benevolencia. Implica
que la gente que vive en las naciones ricas tiene una obligación
concreta de mitigar el sufrimiento y aumentar el bienestar de la gente
que vive en las regiones más empobrecidas del planeta, siempre que
puedan y en la medida de sus posibilidades. De la misma manera que significa
para los habitantes de las regiones subdesarrolladas la obligación
de reemplazar el resentimiento indiscriminado contra los que viven en los
países ricos por una benevolencia recíproca. Lo mejor que
los ricos pueden hacer por los pobres es ayudarles a que se ayuden a sí
mismos. Si los miembros más pobres de la familia humana deben ser
ayudados, los ricos tienen que limitar su propio consumo conspicuo y su
excesiva autoindulgencia.
Quinto, estos principios deben aplicarse no sólo a la comunidad
mundial en la actualidad, sino también en el futuro. Tenemos una
responsabilidad con la posteridad - tanto respecto al futuro inmediato
como en una escala temporal más larga. Así pues, las personas
que practican una ética racional reconocen que esta obligación
se extiende a los vástagos de los hijos de nuestros hijos y a la
comunidad de todos los seres humanos, presente y futura.
Sexto, en la medida de lo posible cada generación tiene la obligación
de entregar a la siguiente un entorno planetario algo mejor que el que
ha heredado. Debemos evitar la polución excesiva y usar sólo
lo que necesitamos racional y económicamente al objeto de evitar
el despilfarro de los recursos no renovables del la Tierra. En una época
de rápido crecimiento de la población y de consumo acelerado
de recursos, esto puede parecer un ideal imposible. Pero debemos intentarlo,
porque nuestras acciones presentes determinarán el destino de las
generaciones que vengan. Podemos mirar hacia atrás y evaluar retrospectivamente
las acciones de nuestros antepasados y podemos alabarles o echarles la
culpa por sus actos de omisión o por sus acciones. Por ejemplo,
podemos criticar con razón a quienes han drenado desenfrenadamente
las reservas de petróleo y de gas natural, o a quienes han agotado
las reservas de agua. Por el contrario, podemos agradecer a los arquitectos
e ingenieros del pasado por proteger las reservas naturales, por las plantas
de tratamiento de aguas residuales, por la construcción de los alcantarillados,
las carreteras y los puentes de los que disfrutamos hoy.
Podemos identificarnos con el mundo futuro y hacer prolépsis imaginativas en las que los que vivan entonces sean semejantes a nosotros y en consecuencia podemos inferir obligaciones ahora con aquel mañana. Nuestras obligaciones con el futuro proceden en parte de nuestra gratitud, pero también de nuestra condena, hacia las generaciones anteriores a la nuestra por los sacrificios que ellas hicieron y de los que nosotros nos beneficiamos. Las generaciones futuras necesitan hoy portavoces, que les sirvan de apoderados a la hora de defender sus derechos futuros. Vistas así las cosas, se puede entender que esta no es una obligación imposible, puesto que una buena parte de la especie humana ya está implicada moralmente en el futuro de la posteridad, incluyendo una preocupación por el medio ambiente. Se puede argüir además que el idealismo heroico consagrado a una causa altruista que va más allá de nosotros mismos y a favor del mayor bien de la humanidad ha inspirado siempre a los seres humanos.
Séptimo, debemos tomar todas la precauciones para no hacer nada que pudiera poner en peligro la supervivencia misma de las generaciones futuras. Debemos procurar para ello que nuestra sociedad planetaria no degrade la atmósfera, el agua y el suelo, de modo que la vida en el futuro resulte drásticamente amenazada. Debemos ver también la manera de que nuestra sociedad planetaria no desencadene su armamento de destrucción masiva. Por primera vez en la historia la humanidad tiene a su disposición medios para autodestruirse. El actual apaciguamiento de la Guerra Fría no garantiza que la última espada de Damocles no se deje caer por parte de fanáticos discípulos de la venganza o por alguna suerte de extremistas dispuestos a permitir que el mundo sea destruido con el objeto de salvarlo.
Por consiguiente, nuestra obligación más destacada
debe ser hacer viable un nuevo Humanismo Planetario centrado en un mundo
a salvo, seguro y mejor, y debemos hacer todo lo que podamos para engendrar
ese compromiso ético. Este compromiso deberá alcanzar a toda
la gente del Planeta, sean religiosos o naturalistas, teístas o
humanistas, ricos o pobres, de cualquier raza, etnia o nacionalidad.
Necesitamos convencer a nuestros congéneres de la especie humana
acerca de la necesidad de trabajar juntos a favor de la creación
de un nuevo consenso planetario, en el que la conservación y el
desarrollo de la mayoría de la humanidad en su conjunto se convierta
en nuestra suprema obligación.
VII.- UNA CARTA PLANETARIA DE DERECHOS Y RESPONSABILIDADES.
Para llevar a cabo nuestro compromiso con el Humanismo Planetario, proponemos «Una Carta Planetaria de Derechos y Responsabilidades» como materialización de nuestro compromiso planetario con la humanidad como un todo. La Carta incorpora la «Declaración Universal de Derechos Humanos», pero va más allá ofreciendo algunas nuevas provisiones. Muchos países independientes se han esforzado por implementar estas provisiones dentro del marco de sus fronteras nacionales. Pero existe una creciente necesidad de formular una Carta Planetaria de Derechos y Responsabilidades que sea de aplicación a todos los miembros de la especie humana. Su implementación, sin embargo, no será fácil. De hecho es contingente que haya suficientes recursos para ello. Aunque el libre mercado sea un máquina dinámica del crecimiento económico y el desarrollo, no es infalible y puede requerir correctivos y suplementos por parte de políticas públicas comprometidas con un bien social más amplio. Los medios adoptados para realizar los principios de esta Carta serán sacados en su mayor parte y primariamente del sector privado, pero el sector público tiene también un importante papel que jugar. Se producirá sin duda una tremenda oposición política a estas propuestas, pero desearíamos establecerlas al menos como fines a largo plazo, incluso aunque ellas puedan parecer en la actualidad difíciles de llevar a cabo en ciertas partes del mundo.
Primero, debemos esforzarnos por terminar con la pobreza y la desnutrición
y por proporcionar un adecuado cuidado de la salud y vivienda para la gente
de todos los rincones del planeta. Esto significa que no podría
negársele a nadie una alimentación adecuada y agua limpia
y que debemos dedicar nuestros mejores esfuerzos a erradicar las enfermedades
infecciosas, asegurar una sanidad decorosa y garantizar un mínimo
de instalaciones de habitabilidad para todo el mundo. Justamente esta es
la tarea; incluso sobre fundamentos morales es necesario que comencemos
a cimentar esta obra.
Segundo, debemos esforzarnos por proporcionar seguridad económica
e ingresos adecuados para todo el mundo. Esto significa dar a la gente
oportunidades justas de empleo, seguridad a los desempleados y seguridad
social para los jubilados. Deberán existir programas especiales
para educar a los discapacitados en tareas para las que estén capacitados
y ayudarles a encontrar empleo.
La premisa central aquí es la auto-ayuda; que los individuos
necesiten realizar sus propios esfuerzos para ganarse la vida y obtener
un ingreso suficiente. Todo lo que la sociedad puede hacer es proporcionar
oportunidades - bien sea con medios públicos o privados.
Tercero, todas las personas deberán estar protegidas contra
daños, peligros y muertes injustificada e innecesarias. Todos los
miembros de la especie humana deberán gozar de seguridad contra
la violencia física, los hurtos a sus propiedades personales y el
temor debido a intimidación (sea esta ejercida por parte de personas
privadas, o instituciones políticas o sociales). Todo el mundo deberá
estar protegido contra los abusos sexuales, el acoso y la violación.
La conducta sexual debe basarse en el principio del mutuo consentimiento.
El sexo o el matrimonio con niños menores no debe estar permitido
bajo ninguna circunstancia.
La pena capital es una forma inadmisible de retribución. Deberá
ser reemplazada por otros castigos tales como la cadena perpetua. La mayor
parte de las naciones civilizadas han prohibido ya la pena de muerte. El
derecho de los individuos a poseer armas de fuego debe estar regulado por
la sociedad.
Cuarto, los individuos deben tener el derecho a vivir en una unidad
familiar o en una casa de su elección, de acuerdo con sus ingresos
y deben tener el derecho de procrear o no procrear hijos. Todos los individuos
deben tener el derecho de elegir libremente a su pareja, si desea tenerla,
así como el número y la periodicidad de los hijos que quiera
tener. Los niños jóvenes y los adolescentes no deben ser
obligados a ejercer trabajos de adultos o excesivamente pesados. Los padres
no deben descuidar a sus hijos o negarles una nutrición decorosa,
sanidad, habitación, cuidados médicos y seguridad.
Los padres no negarán a sus hijos el acceso a la educación,
el enriquecimiento cultural y el estímulo intelectual. Aunque la
guía moral paterna sea vital, los padres no deben imponer simplemente
su propia visión religiosa o sus valores morales a sus hijos, ni
tratarán de indoctrinarles. Los niños, los adolescentes y
los adultos jóvenes deben estar expuestos a distintos puntos de
vista y ser incitados vigorosamente a pensar por sí mismos. Los
puntos de vista, incluso de los niños pequeños, deben ser
respetados.
Quinto, las oportunidades para la educación y el enriquecimiento
cultural deben ser universales. Todas las personas deberán tener
la oportunidad de aumentar su conocimiento. Como mínimo, la escolarización
deberá estar garantizada para todos los niños desde sus primeros
años hasta la adolescencia. Pero la oportunidad de educarse debe
continuar siendo accesible a todos los grupos de edad, incluida la educación
continua para los adultos. Existen unos mínimos estandar que toda
persona deberá alcanzar: las destrezas básicas de lectura,
escritura y matemáticas. Niveles superiores de logro se relacionan
con el talento y la capacidad. La admisión a las escuelas superiores
de educación deberá estar basada en el mérito; siempre
que resulte posible la escolarización debe estar garantizada, de
tal modo que ningún estudiante cualificado se viera obligado a abandonar
su oportunidad educacional a causa de estrecheces financieras.
Todos los niños deben ser instruidos en algunas destrezas
básicas comercializables, de manera que se les garantice la posibilidad
de encontrar un empleo con el que pueda ganarse la vida. Esta habilitación
incluiría alguna forma de alfabetización informática,
la edificación cultural y la habilidad para desenvolverse en el
mundo del comercio.
El curriculum debe promover la comprensión de los métodos
científicos de investigación y del pensamiento crítico.
No debe ponerse barreras a la libre investigación. La educación
debe inculcar el aprecio por las ciencias naturales, biológicas
y por las ciencias sociales. La teoría de la evolución y
los principios básicos de la ecología deben ser estudiados
también.
Los estudiantes deben aprender los principios de una buena salud,
una nutrición adecuada, la medicación y el ejercicio físico.
Deberá incluirse en este aprendizaje una cierta compresión
de la medicina científica y de cuáles son las funciones del
cuerpo humano. Deberán facilitarse oportunidades para una educación
sexual, que deberá incluir conducta sexual responsable, planificación
familiar y técnicas contraceptivas.
Los estudiantes deberán aprender a apreciar las diversas tradiciones
culturales. Esto podría lograrse mediante el estudio comparativo
de religiones, lenguajes y culturas y mediante una apreciación de
la expresión artística. Los estudiantes deberán estudiar
historia, comenzando por la historia del país o cultura concretos
en los que viven, pero deberán estudiar también otras culturas,
incluyendo la historia de las civilizaciones mundiales. Deberán
hacerse todos los esfuerzos por desarrollar una suerte de «alfabetización
planetaria», esto es, consciente del entorno ambiental. La enseñanza
no deberá quedar confinada en los márgenes de estrechas especializaciones,
sino que deberá gastarse cierta energía en alcanzar una comprensión
interdisciplinar.
Sexto, los individuos no deberán ser discriminados negativamente
a causa de su raza, orígen étnico, nacionalidad, cultura,
casta, clase, creencias, género u orientación sexual. Necesitamos
desarrollar una nueva forma de identidad humana - la de ser miembros de
una comunidad planetaria. Esta identidad debe tener prioridad sobre todas
las demás identificaciones y servir como base para erradicar la
discriminación.
Los odios raciales, nacionales o étnicos son inmorales.
Todos los individuos son miembros de la misma especia humana y como tales
deben tener el derecho de gozar de todos los privilegios y oportunidades
alcanzables.
El antagonismo de clase puede ser una fuente de discriminación.
La barreras tradicionales, tales como el sistema de castas, ha mantenido
a millones de personas en el subdesarrollo. Algunos han pretendido suturar
el abismo entre ricos y pobres arruinando a los primeros en lugar de mejorar
las condiciones de los últimos. Otros han ignorado las estrecheces
de los pobres o han intentado conducirlos hacia un estado de dependencia.
El derecho a creer y a practicar la religión de cada cual debe
ser respetado. La libertad equivalente a no practicar religión alguna
deberá garantizarse a los renegados religiosos, agnósticos
y ateos, cuyos puntos de vista no son dignos de un menor respeto.
La discriminación de género no deberá estar permitida.
Las mujeres tienen derecho a ser tratadas igual que los varones. La discriminación
en las oportunidades de trabajo, en educación o en actividades culturales
es insoportable. La sociedad tampoco debe negar iguales derechos a los
homosexuales, bisexuales, así como a los travestidos y transexuales.
Séptimo, los principios de la igualdad deben ser respetados
por todas las comunidades civilizadas en cuatro grandes sentidos:
Igualdad ante la ley: A toda persona deberá proporcionársele
el proceso debido e igual protección ante la ley. Deben aplicarse
las mismas leyes a los funcionarios del gobierno que a los ciudadanos corrientes.
Nadie debe estar por encima de la ley. La leyes deben ser ciegas ante la
raza, el color, la etnicidad, el credo, el género y la posición
económica.
Igualdad de trato: Todas las personas tienen igual valor y dignidad
y no deben negárseles los beneficios y derechos acordados para todos
los demás. Esto no contradice el derecho de la sociedad a ejercer
su capacidad coactiva de castigar o encarcelar a los individuos que infrinjan
la ley, usen la violencia o cometan crímenes contra otros.
Satisfacción de las necesidades básicas. Los individuos
pueden carecer de recursos y sin ser responsables de su propia situación,
resultar incapaces de satisfacer sus necesidades mínimas de alimento,
vestido, seguridad, atención sanitaria, enriquecimiento cultural
y educación. En tales casos, si la sociedad tiene medios, entonces
tiene la obligación de ayudar a satisfacer tanto como sea posible
esas necesidades básicas. Este compromiso con el bienestar se relaciona
con capacidad de trabajar. La sociedad no debe favorecer una cultura de
la dependencia.
Igualdad de oportunidades: En las sociedades libres deberá haber
un amplio campo de roles y niveles. En una sociedad abierta y libre, los
adultos y los niños deben gozar de las oportunidades suficientes
para satisfacer sus intereses y aspiraciones, y para poder expresar sus
talentos singulares.
Octavo, es un derecho de toda persona estar en condiciones de vivir
una vida buena, aspirar a la felicidad, lograr una satisfacción
y un ocio creativos en sus propios términos, en la medida en que
él o ella no cause daño a terceras personas. El principio
esencial es que cada persona deba gozar de la oportunidad de realizar su
personal perfeccionamiento, en consonancia con sus recursos sociales, pero
de tal modo que esta realización dependa del individuo y no de la
sociedad. La felicidad, sin embargo, depende de los ingresos, recursos
y actitudes personales de cada cual, y los individuos no deben esperar
que la sociedad les proporcionase los medios de satisfacción para
un amplio espectro de propósitos y gustos idiosincrásicos.
Noveno, los individuos deben tener la oportunidad de apreciar y tomar
parte en actividades artísticas -incluyendo la literatura, la poesía,
el drama, la escultura, la danza, la música y el canto. La imaginación
estética y las actividades creativas pueden contribuir inmensamente
al enriquecimiento de la vida, a la autorrealización y a la felicidad
humana. La sociedad deberá fomentar y sostener las artes y una amplia
difusión cultural de las mismas entre todos los sectores de la comunidad.
Décimo, los individuos no deben ser indebidamente reprimidos,
restringidos o coartados a la hora de ejercer un amplio espectro de elecciones
personales. Esto incluye la libertad de pensamiento y consciencia - el
inestimable derecho a cree o a no creer, la libertad de expresión
y la libertad de seguir cada uno su propio estilo de vida, en la medida
en que ello no prive a otros de ejercer sus propios derechos.
Incluido en lo anterior se encuentra el derecho a la privacidad:
Deberá respetarse la confidencialidad de los individuos.
Todos los individuos deben ser libres de imposiciones políticas
y coerciones sociales.
Las mujeres deben tener el derecho a controlar sus propios cuerpos.
Esto incluye la libertad reproductiva, la contracepción voluntaria
y el aborto.
Las parejas deben disponer de la información apropiada para
planificar la familia y la capacidad de hacer uso por sí mismos
de la inseminación artificial y de consultoría biogenética.
Los adultos deben tener el consentimiento para casarse con quien quieran,
incluso si su pareja es de diferente raza, etnia, clase, religión,
casta o extracción nacional. La mezcla generacional no deberá
estar prohibida. Las parejas del mismo sexo deben tener los mismos derechos
que las parejas heterosexuales.
El principio guía para el cuidado de la salud deberá
ser un consentimiento bien informado. Los individuos maduros deben tener
el derecho a seleccionar o rechazar el tratamiento médico que se
les aplique.
Los individuos deben tener el derecho de constituir voluntariamente
organizaciones para la consecución de intereses y la ejecución
de actividades comunes. El derecho de libre asociación debe ser
respetado siempre que se lleve a cabo de forma pacífica y no violenta.
VIII.- UNA NUEVA AGENDA GLOBAL.
Muchos de los altos ideales sociales surgidos al socaire de la
IIª Guerra Mundial y que han hallado expresión en instrumentos
tales como «La declaración Universal de los Derechos Humanos»,
han declinado hoy a lo largo y ancho del mundo. Si vamos a influir en el
futuro de la humanidad, será necesario de forma progresiva con y
a través de nuevos centros de poder e influencia dedicados a favorecer
la equidad y la estabilidad, aliviar la pobreza, reducir el conflicto y
salvaguardar el entorno. A la luz de las cambiantes circunstancias actuales
se han puesto de manifiesto un cierto número de objetivos prioritarios.
Primero, seguridad: El problema de los conflictos y guerras regionales
no se ha resuelto, ni ha desaparecido tampoco el indefinible peligro asociado
a las armas de destrucción masiva. En los últimos 50 años
la violencia intercomunitaria y las guerras civiles han superado con creces
a los conflictos entre naciones en términos de coste en vidas humanas.
Tales conflictos surgen invariablemente cuando una comunidad étnica
dentro de un estado se siente oprimida por el gobierno o por otra comunidad
y se siente además incapaz de hacer oír sus agravios por
procedimientos legales. La Carta de Naciones Unidas prohibe específicamente
interferir en los asuntos internos de los estados miembro; la comunidad
internacional, por tanto, carece de cualquier base legal para intentar
resolver los conflictos tribales, étnicos o inter-comunitarios dentro
de las fronteras nacionales contra los deseos de los grupos gobernantes
en los estados concernidos. Además, cualquier intento por parte
de la comunidad internacional por resolver tales conflictos mediante el
uso de la fuerza está igualmente sometido en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas al posible veto de un miembro permanente amigo del gobierno
concernido. Desde el final de la Guerra Fría, sin embargo, los estados
unidos, ayudados por la OTAN y otros poderes occidentales, han pretendido
con cierta frecuencia imponer la paz por la fuerza, sobrepasando los mandatos
de las Naciones Unidas y saboteando de este modo su autoridad.
Segundo, desarrollo humano: Convocamos a todos a favor del objetivo
audaz e innovador de maximizar el progreso humano a escala global. Hoy
como en el pasado sigue siendo un problema urgentes la disparidad entre
los sectores opulentos y subdesarrollados del planeta. El mundo desarrollado
puede ayudar a quienes se hallan por debajo de él, en buena medida
proporcionándoles capital, ayuda técnica y asistencia educativa.
Necesitamos un nuevo impulso sobre el desarrollo social, no solamente
en el terreno económico, reconociendo que mientras el crecimiento
económico no siempre conduce al desarrollo social, en cambio la
inversión directa en desarrollo social puede reducir la pobreza
y llevar más cantidad de población a una economía
de mercado. Hay la perentoria necesidad de apoyar medidas que incidan directamente
sobre la salud y el bienestar social de los más pobres, y especialmente
de las mujeres y de las jóvenes. Esto debe incluir algún
esfuerzo por estabilizar e incluso disminuir las tasas de crecimiento de
la población.
La asistencia al desarrollo ha sido vista con frecuencia por
parte de los países donantes como un instrumento de imperialismo
externo y de política comercial. Con el final de la Guerra Fría
ha disminuido la necesidad percibida de competir por el apoyo del mundo
en desarrollo, y con ello ha disminuido también los niveles de ayudas
al desarrollo. Esta tendencia debe invertirse.
Urgimos a todas las naciones industrializadas a aceptar como
primer paso las líneas maestras trazadas por las Naciones Unidas
para las ayudas al desarrollo en ultramar, en particular la de contribuir
con (o aceptar el impuesto) de un 0,7 % del Producto Interior Bruto cada
año para programas de ayuda al desarrollo, de cuya cantidad el 20
% sería para desarrollo social y, a su vez, el 20 % del presupuesto
de desarrollo social deberá ser distribuido entre la población
asistida. Esta asistencia deberá crecer en los años siguientes.
Debe realizarse el mayor esfuerzo en la tarea de suturar la brecha
de conocimiento de las naciones más pobres, entrenando y reciclando
a los desempleados, proporcionando mejores condiciones de trabajo (especialmente
a las mujeres y a los desfavorecidos) e invirtiendo más recursos
en el cuidado de la salud, la educación y el enriquecimiento cultural.
Recomendamos a todas las naciones apoyar el «Programa de Acción
del Cairo» de 1994 en orden a proporcionar salud reproductiva y derechos
reproductivos universales, ayudar a mejorar la calidad de vida de los más
pobres, y estabilizar el crecimiento de la población mundial. El
índice de Desarrollo Humano publicado anualmente por el PNUD deberá
erigirse en el metro patrón que sirva de guía para todos
los países en desarrollo.
Está creciendo el papel de las organizaciones no gubernamentales
(ONGs) en los países en desarrollo en la medida en que se están
convirtiendo en las receptoras de las ayudas al desarrollo y en la medida
en que logren cortar por lo sano la corrupción y los endémicos
retrasos burocráticos que caracterizan a dichos países. Las
organizaciones no-gubernamentales occidentales tienen un significativo
papel que jugar en tanto que contrapartes y canales de transmisión
para tales ayudas al desarrollo. [La cantidad de recursos canalizados por
este medio, sin embargo, sigue siendo dolorosamente insuficiente
Tercero, justicia social: La Carta Planetaria de Derechos y Responsabilidades
es esencial para el asunto de la justicia social. Deben rechazarse los
intentos de mediatizar el impacto de la justicia social y de restringir
su ámbito geográfico o cultural. Hay que subrayar la aplicabilidad
de la declaración de los derechos humanos a la esfera privada del
hogar, la familia y la comunidad. Urgimos en particular la pronta ratificación
por parte de todos los países de todas las convenciones internacionales
sobre los derechos de la mujer, los niños, las minorías y
los pueblos indígenas.
Cuarto, el crecimiento de conglomerados globales: Los últimos
veinte años han sido testigos de una creciente concentración
de poder y riqueza en manos de las corporaciones globales. No cabe duda
de que ello ha contribuido al desarrollo económico y comercial del
mundo. Pero las leyes internacionales han sido lentas a la hora de responder
a tan rapidísima evolución de las estructuras de poder en
el mundo económico. Las corporaciones multinacionales en este momento
se encuentran en condiciones de ignorar olímpicamente los deseos
de los gobiernos individuales al formular sus políticas, simplemente
trasladando sus recursos económicos a través de las fronteras
o exportando sus fábricas manufactureras a mercados más baratos.
Esta libertad es considerada beneficiosa para el libre mercado y es fomentada
por los mercados financieros globales. Pero tales corporaciones están
también ampliamente capacitadas para eludir los impuestos mediante
la exportación de las ganancias. Las instituciones financieras son
capaces de evadirse del control financiero mediante la ubicación
de sus estructuras en paraísos fiscales exteriores, de modo que
los fondos internacionales que se transfieren sin impuestos se acercan
al trillón de dólares cada día.
Cualquier intento de dirigir estos asuntos, pero que restringiera
la operatividad del libre mercado, sería enérgicamente rechazada
y además fracasaría. Por consiguiente se necesitan imaginativas
reformas tendentes a asegurar que la riqueza internacional, tanto de los
individuos como de las corporaciones, juegue limpio sus partidas sin perjudicar
el motor del mundo económico.
Quinto, ley internacional: La comunidad global necesita desarrollar
un sistema de leyes internacionales que trascienda las leyes de las naciones
por separado. Necesitamos transformar un mundo alegal en otro que tenga
leyes que todos y cada uno puedan entender y atenerse a ellas.
Sexto, el medio ambiente. Necesitamos reconocer que los estilos de
vida cotidianos de las sociedades industrializadas del Norte no son sustituibles
y que llegarán a crecer progresivamente, de modo que a medida que
se produzca un mayor desarrollo económico y un consumo creciente
entre las naciones más pobres del Sur crecerá la presión
sobre el medio ambiente global. El consumo galopante está ya produciendo
una presión sin precedentes sobre el medio ambiente y colocando
incluso a los que consumen menos en una situación doble de riesgo.
El problema consiste en desarrollar los niveles de consumo de un millón
de pobres que carecen incluso de una comida suficiente al día mientras
simultáneamente se implementan pautas de consumo sustentables que
reduzcan el daño medioambiental.
Los problemas del medio ambiente global deben ser manejados en
y con perspectiva planetaria: reduciendo la polución medioambiental,
incluido el dióxido de carbone y otros gases de producción
natural; desarrollando carburantes alternativos, reforestando las tierras
desérticas, contrarrestando la erosión del humus en las áreas
cultivables; facilitando los negocios que preserven el medio ambiente;
limitando la pesca en mar abierto que conduzca a la extinción de
poblaciones enteras de peces; protegiendo las especies en peligro de extinción;
reduciendo la adicción social a los estilos de vida de consumo conspicuo
y despilfarrador; y eliminando todas las armas de destrucción masiva:
Así pues, las medidas para proteger el medio ambiente requieren
una alta prioridad por parte de la comunidad planetaria.
IX.- LA NECESIDAD DE NUEVAS INSTITUCIONES PLANETARIAS.
La cuestión más urgente en el siglo XXI es si la humanidad
puede desarrollar instituciones globales para enfrentar estos problemas.
Muchos de los mejores remedios se han adoptado a nivel local, nacional
y regional gracias a esfuerzos voluntarios, tanto privados como públicos.
En un caso la estrategia es buscar soluciones a través de las iniciativas
del libre mercado; en el otro se trata de usar fundaciones y organizaciones
internacionales de voluntarios para el desarrollo educacional y social.
Sin embargo, nosotros creemos que todavía faltan por crear nuevas
instituciones globales que sean capaces de enfrentarse con los problemas
directamente y concentrarse sobre las necesidades de la humanidad como
un todo.
En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial fueron fundadas
una serie de instituciones internacionales, tales como las Naciones Unidas
y la Organización Mundial de la Salud. Desgraciadamente, se ha producido
un amplio abismo entre el modo como estas instituciones operan y las necesidades
de la nueva comunidad planetaria. Por consiguiente las instituciones existentes
deben cambiar drásticamente su forma de operar o de lo contrario
será preciso crear nuevas instituciones.
De hecho, las fronteras políticas del mundo son arbitrarias.
Necesitamos traspasarlas, ir más allá de ellas. Necesitamos
continuar defendiendo el incremento de la democracia in las diversas naciones
de la comunidad mundial, pero también necesitamos mejorar los derechos
transnacionales de todos los miembros de la comunidad planetaria. Necesitamos
ahora más que antes una corporación mundial que represente
a la gente y a los pueblos del mundo más que a las naciones estado.
Las Naciones Unidas, al igual que su precursora, la Liga de Naciones,
ha jugado un papel vital en el mundo, pero hay muchas más cosas
que necesitamos llevar a cabo. Para resolver los problemas a nivel transnacional
y contribuir al desarrollo del ancho mundo, necesitamos transformar gradual,
pero drásticamente las Naciones Unidas. Algunos de estos cambios
requieren enmiendas de la Carta de las Naciones Unidas; otros desafiarán
radicalmente la estructura de Naciones Unidas; estos cambios requerirán
el consentimiento de las naciones miembros. Cualesquiera que sean las alteraciones
que se efectúen, deberíamos preservar aquellos elementos
de Naciones Unidas que han mejorado la vida de millones de personas en
el planeta.
El cambio más fundamental sería acrecentar la efectividad
de las Naciones Unidas, transformándola de una asamblea de estados
soberanos en una asamblea de pueblos. Semejante transformación ha
tenido precedentes, incluyendo la autoconversión de la confederación
de los primeros estados soberanos de América en el actual sistema
federal. Si vamos a resolver nuestros problemas globales, las naciones
estados deberán transferir algo de su soberanía a un sistema
de autoridad transnacional. Fracasar a la hora de hacerlo así tendría
el riesgo de encerrar al mundo en un conflicto entre estados soberanos
cuyo interés primario sería su propia soberanía. Difícilmente
podemos permitirnos un despilfarro tal de oportunidades; la gente del planeta
se merece algo mejor. No cabe duda de que un sistema transnacional de estas
características suscitará la oposición de numerosos
líderes políticos - en particular los nacionalistas chauvinistas.
Pese a ello podría ocurrir y llegar a tener éxito, si trabajamos
a favor de un consenso ético planetario.
Cualquier sistema transnacional deberá ser democrático
y deberá tener limitación de poderes. Debería haber
una maximización de la autonomía, la descentralización
y la libertad para los estados y regiones independientes del mundo. También
debe crearse un sistema de restricciones y equilibrios como salvaguarda
contra la arbitrariedad del poder. El sistema transnacional tendría
que ver primariamente con cuestiones que sólo pueden resolverse
a nivel global, tales como el de la seguridad, la defensa de los derechos
humanos, el desarrollo económico y social y la protección
del medio ambiente planetario. Para que tales objetivos puedan conseguirse,
sugeriremos las siguientes reformas, trabajando a partir de la estructura
de las Naciones Unidas:
Primero, el mundo necesita establecer en algún momento futuro
un Parlamento Mundial efectivo - y elecciones para constituirlo basadas
en la población- que representará a la gente y no a los gobiernos.
La idea de un Parlamento Mundial es similar a la evolución del Parlamento
Europeo, que se halla todavía en su infancia. La actual Asamblea
General de Naciones Unidas es una asamblea de naciones. El nuevo Parlamento
Mundial podría sancionar políticas legislativas de una manera
democrática. Quizá una legislatura bicameral sería
lo más viable para articular ambas cosas, un Parlamento de los pueblos
y una Asamblea General de naciones. La estructura formal detallada sólo
puede desarrollarse mediante la convocatoria de una revisión sistemática
de las escrituras que nosotros recomendamos debe convenir en examinar exhaustivamente
las opciones para el fortalecimiento de Naciones Unidas y/o implementarlo
con un sistema parlamentario.
Segundo, el mundo necesita un sistema de seguridad efectivo para resolver
los conflictos que amenazan la paz. Necesitamos reformar la Carta de Naciones
Unidas para conseguir este fin. Así el veto del Consejo de Seguridad
de los Cinco Grandes debe ser eliminado. Tal veto existe a causa de las
circunstancias históricas del final de la Segunda Guerra Mundial
que han dejado de ser relevantes. El principio básico de la seguridad
mundial es que ningún estado singular ni alianza de estados tiene
derecho a modificar la integridad política y territorial de otros
estados mediante agresión. Ninguna nación o grupo de naciones
deberán ser llamadas a ejercer tareas de policía ni autorizado
a bombardear a otros sin la concurrencia del Consejo de Seguridad. El mundo
necesita una fuerza policial efectiva para proteger las regiones del mundo
de los conflictos y para negociar el establecimiento de la paz. Recomendamos
que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, elegido por la Asamblea
General y el Parlamento Mundial, deberá necesitar tres cuartas partes
de los votos para adoptar cualquier medida de seguridad. Esto significaría
que si se mantuviese el actual Consejo de 15 miembros, bastaría
que cuatro o más miembros estuviesen en desacuerdo, para que la
acción no pudiese ser llevada a cabo.
Tercero, debemos desarrollar una Corte Mundial de Justicia y un Tribunal
Penal Internacional con suficiente poder para hacer cumplir sus leyes.
La Corte Mundial de la Haya está ya moviéndose en esa dirección.
Esta Corte tendrá el poder de investigar las violaciones de derechos
humanos, los genocidios y los crímenes internacionales, así
como la capacidad de mediar en los conflictos y disputas internacionales.
Es esencial que aquellos estados que aún no han reconocido su autoridad
sean persuadidos a hacerlo.
Cuarto, el mundo necesita una agencia planetaria para monitorizar el
medio ambiente en el nivel transnacional. Recomendamos el fortalecimiento
de las agencias y programas de Naciones Unidas actualmente existentes que
están más directamente comprometidos con el medio ambiente.
Por ejemplo, el Programa Ambiental de Naciones Unidas deberá tener
poder para hacer cumplir las medidas contra la grave polución ecológica.
El Fondo de Naciones Unidas para la Población debe ser aprovisionado
con recursos suficientes para satisfacer la creciente necesidad mundial
de medidas contraceptivas y por consiguiente para ayudar a estabilizar
el crecimiento de la población. Si estas agencias resultasen incapaces
para gestionar problemas masivos, será necesario crear una agencia
planetaria más fuerte.
Quinto, recomendamos un sistema mundial de impuestos en orden a asistir
a los sectores subdesarrollados de la familia humana y para satisfacer
las necesidades sociales que no quedan cubiertas por las fuerzas del mercado.
Debemos comenzar con un impuesto vinculado al Producto Nacional Bruto de
todas las naciones como procedimiento para ser usado para la asistencia
y el desarrollo económico y social. Esto no deberá ser una
contribución voluntaria sino un impuesto efectivo. Las agencias
vitales actualmente existentes de las Naciones Unidas deberán ser
financiadas con los fondos así obtenidos. Esto incluye la UNESCO,
la UNICEF, la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial,
el Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones.
Se necesita un amplio acuerdo internacional sobre la reforma
de impuestos para asegurar que las corporaciones multinacionales paguen
la parte justa que les corresponde en la carga del impuesto global. Sobre
la base de estos impuestos deben concederse créditos para donaciones
caritativas destinadas al desarrollo humano y social. Una recaudación
imponible a las transferencias internacionales de fondos debe considerarse
seriamente para gravar estos fondos que de otra manera permanecerían
libres de impuestos y ayudar con ella a financiar el desarrollo social
de los países más pobres. Muchos estados miembros eluden
el pago de sus deudas con Naciones Unidas. Deberían imponerse censuras
y medidas más duras, tales como sanciones, a tales estados. Las
condonaciones selectivas de las deudas externas de los países más
pobres incapaces de pagar deben financiarse con estos fondos.
Sexto, el desarrollo de instituciones globales deberá incluir
algún procedimiento para la regulación de corporaciones multinacionales
y monopolios estatales. Esto va más allá de los actuales
mandatos de Naciones Unidas. Debemos fortalecer las economías de
libre mercado, pero no podemos ignorar las necesidades planetarias de la
humanidad como un todo. Si siguen sin controles, las megacorporaciones
y los monopolios probablemente dañarán los derechos humanos,
el medio ambiente y la prosperidad de ciertas regiones del mundo. Las extremas
disparidades entre sectores ricos y subdesarrollados del planeta puede
superarse potenciando las auto-ayudas, pero también encauzando la
riqueza del mundo para proporcionar capital, ayuda técnica y asistencia
educacional para el desarrollo económico y social.
Séptimo, debemos mantener vivo el libre mercado de ideas, el
respeto a la diversidad de opiniones, y mimar el derecho a disentir. A
este respecto hay una urgente necesidad de resistirse contra el control
de los medios de comunicación de masas, bien sea por parte de gobiernos
nacionales, bien por parte de poderosos intereses económicos, o
bien por parte de instituciones globales. Las dictaduras han usado los
medios para propósitos propagandistas, eliminando los puntos de
vista alternativos. Los mass media en las sociedades capitalistas están
frecuentemente bajo el control de oligopolios. Tales medios caen con frecuencia
hasta el más ínfimo denominador común en orden a maximizar
su cotización. Los hechos son desatendidos mediante la aceptación
acrítica de cualquier matasanos del New Age, mientras los reportajes
sobre milagros ganan más espacio de emisión que los últimos
descubrimientos científicos. Muchos medios -TV, radio, films, publicidad
- aparentan sentir muy poca obligación a la hora de proporcionar
contenidos factuales o educacionales.
Rechazamos cualquier tipo de censura, sea practicada por los gobernantes,
los publicistas o los propietarios de los medios. Debería potenciarse
la competencia en los medios a través de la creación de medios
públicos y de organizaciones sin ánimo de lucro y resistir
todo movimiento tendente hacia el monopolio o hacia el control oligárgico.
También deben favorecerse los movimientos populares voluntarios
dirigidos a controlar los medios y a denunciar sus excesos más crasos.
Hay en particular una necesidad urgente de lograr acceso libre a los medios
de comunicación. Esto significa que ningún poder global de
medios oligopólicos ni ningún Estado-nación deberá
dominar los medios. Necesitamos poner en escena un movimiento democrático
mundial que persiga la diversidad cultural y el enriquecimiento mutuo,
así como la libre circulación de ideas.
X.- OPTIMISMO EN TORNO AL PANORAMA HUMANO.
Finalmente, y tal vez más importante, como miembros de
la comunidad humana en este planeta necesitamos generar un sentido de optimismo
respecto al futuro humano. Aunque muchos problemas puedan parecer intratables,
tenemos buenas razones para creer que podemos emplear nuestros mejores
talentos para resolverlos, y que gracias a la buena voluntad y a la dedicación
se puede conseguir una vida mejor para cada vez más miembros de
la comunidad humana. El humanismo planetario encierra cuatro grandes promesas
para la humanidad. Queremos cultivar un sentido del asombro y una excitación
respecto a las oportunidades potenciales que nos aguardan para el enriquecimiento
de nuestras propias vidas y el de las generaciones que todavía no
han nacido. Los ideales son los progenitores del futuro. No tendremos éxito
a menos que resolvamos hacerlo así; y no resolveremos hacerlo así
a menos que tengamos confianza en que podemos hacerlo. Todo el optimismo
que generemos debe ciertamente estar basado sobre una percepción
realista de las posibilidades de realización, pero necesitamos estar
motivados por la creencia de que podemos superar la adversidad.
El humanismo planetario rechaza las filosofías nihilistas
del destino y de la desesperanza y todas aquellas que aconsejan abandonar
la razón y la libertad, las que presagian miedo y enfermedades y
están obsesionadas con los escenarios apocalípticos del Armageddon.
La especie humana ha estado enfrentando siempre desafíos. Esta es
la historia constante de nuestra aventura planetaria. Como humanistas urgimos
hoy, al igual que en el pasado, a que los humanos no miren más allá
de sí mismos para lograr la salvación. Sólo nosotros
somos responsables de nuestro propio destino y lo mejor que podemos hacer
es pasar revista a nuestra inteligencia, nuestro coraje y nuestra compasión
para alcanzar nuestras más altas aspiraciones. Creemos que la buena
vida es posible para todas y cada una de las personas de la sociedad planetaria
del futuro. La vida puede llenarse de significado para aquellos que quieran
asumir la responsabilidad y emprender los esfuerzos corporativos necesarios
en orden a cumplir sus promesas. Podemos y debemos contribuir a crear el
nuevo mundo del mañana. El futuro puede rebosar de salud y abundancia
y puede abrir nuevas, audaces y excitantes perspectivas. El Humanismo Planetario
puede contribuir significativamente al desarrollo de actitudes positivas
tan necesarias si vamos a llevar a cabo las inigualables oportunidades
que aguardan a la humanidad en el tercer milenio y más allá.
Los que suscribimos este documento buscamos seriamente confraternizar
con las distintas culturas del mundo, incluidas las grandes tradiciones
religiosas del planeta. Creemos que lo urgente es esforzarnos en encontrar
bases comunes y en buscar valores compartidos. Necesitamos entrar en un
continuo proceso de toma y daca, no sólo con aquellos que están
de acuerdo con nosotros, sino con quienes puedan discrepar. En medio de
nuestra diversidad y de la pluralidad de nuestras tradiciones, necesitamos
reconocer que todos formamos parte de una extensa familia humana, que compartimos
un habitat planetario común. Precisamente el éxito de nuestra
especie amenaza hoy el futuro de la existencia humana. Somos los únicos
responsables de nuestro destino colectivo. Para resolver nuestros problemas,
necesitaremos de la cooperación y la sabiduría de todos los
miembros de la comunidad mundial. Está dentro de las capacidades
de cada ser humano marcar una diferencia. La comunidad planetaria es nuestra
propia comunidad y cada uno de nosotros puede ayudar a hacer que florezca.
El futuro está abierto. Está en nuestras manos elegir. Juntos
podemos llevar acabo los más nobles fines e ideales de la humanidad.
Quienes firmamos el Manifiesto Humanista III (o 2000) no estamos de acuerdo necesariamente con cada una de las proposiciones contenidas en él. Aceptamos, sin embargo, sus principios fundamentales y lo ofrecemos en orden a articular un diálogo constructivo. Invitamos a otros hombres y mujeres que representen otras tradiciones a que se unan a nosotros para trabajar por un mundo mejor en la sociedad planetaria que está emergiendo ahora.
Copyright del texto original © 1999 by the International Academy
of Humanism, PO Box, 664, Amherst NY 14226-0664, U.S.A. (Publicado en Free
Inquiry, Fall, 1999, Vol. 19, Nº 4, pp. 4-20).
Copyright de la versión en español © 1999 Alberto
Hidalgo Tuñón, Humanista Laureado por la International Academy
of Humanism y profesor, Universidad de Oviedo. España. Revisión
de Manuel A. Paz y Miño, Presidente, Asociación Ediciones
de la Revista Peruana de Filosofía Aplicada y profesor, Universidad
Federico Villarreal (Lima, Perú).
FIRMAN:
Professor Paul Kurtz, (Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo;
Presidente de la International Academy of Humanism, USA), Phillip Adams,
(Columnista, Comentarista de Radio Nacional, Australia), Norm Allen, Jr.
(Director de Afroamericanos por el Humanismo, USA), Steve Allen, (Autor,
humorista, USA), Derek Araujo, (Presidente de la Alianza Universitaria
por el Librepensamiento, USA), Rubén Ardila, (Profesor de Psicología,
Universidad Nacional de Colombia), Khoren Arisian, (Ministro Emérito
de la Primera Sociedad Unitarista de Minneapolis, USA), Sadik Al Azm (Profesor
de Filosofía, Universidad de Damasco, Siria), Jovan Babic (Catedrático
de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Belgrado, Yugoslavia),G.R.R.
Babu (Director Ejecutivo, IHEU), Joseph E. Barnhart (Profesor de Filosofía
y de Estudios Religiosos, Universidad de North Texas, USA), Etienne Baulieu,
(Descubridor del Ru486, Academia de Ciencias, INSERM, France), Baruj Benaceraff,
(Premio Nobel, Dana Barber Cancer Institute, USA), Barry Beyerstein (Profesor
de Psicología, Universidad Simon Fraser), Pushpa Mittra Bhargava,
(Director Fundador del Centro de Biología Celular y Molecular, Hyderabad,
India), H. James Birx (Profesor de Antropología, Canisius College,
USA), Mario Bunge (Profesor de Filosofía, Universidad McGill), Colin
Blakemore,(Laboratorio de Fisiología, Universidad de Oxford, Reino
Unido), R.M. Bonnet (Agencia Espacial Europea), Jacques Bouveresse, (Profesor
de Filosofía, Colegio de Francia), Jo Ann Boydston, (Profesora Emérita
de la Universidad Southern Illinois, USA), Paul D. Boyer, (Premio Nobel
en Química, USA), Diana Brown (Representante de la IHEU en Ginebra,
Suiza), Roy W. Brown (Fundador de la Fundación World Population
Suiza), Robert Buckman (Físico, Canadá), Vern L. Bullough
(Profesor Emérito de la Universidad de California del Sur, USA),
Sir Arthur C. Clarke (CBE, autor; Canciller de la Universidad de Moratuwa,
Sri Lanka; y Canciller de la Universidad Internacional del Espacio, Sri
Lanka), Jean Pierre Changeux (Profesor de Neurobiología, Colegio
de Francia y Laboratorio de Neurología Molecular, Instituto Pasteur),
Matt Cherry, (Director Ejecutivo del Consejo por el Humanismo Secular),
Dobrica Cosic, (Autor; ex Presidente de la República Federal de
Yugoslavia), Alan Cranston (U.S. Senador, California, USA), Bernard Crick
(Profesor emérito de Política, Universidad de Londres, Reino
Unido) Amlan Datta, (Ex-Vicecanciller, Visva Bharati, India), Richard Dawkins,
(New College, Oxford, England), Daniel C. Dennett (Centro de Estudios Cognitivos,
Universidad de Tufs, USA), Jean Dommanget, (Observatorio Real de Bélgica,
Bruselas) Senal Edamaruku, (Secretario General de la Asociación
Racionalista Hindú, Nueva Delhi, India),Paul Edwards (Editor Jefe
de The Encyclopedia of Philosophy), Yuri Nikolaevich Efremov (Departamento
de Salud, Instituto Astronómico Sternberg, Universidad Estatal de
Moscú), Jan Loeb Eisler (Vicepresidente de la IHEU, USA), Lord Lionel
Elvin (Palacio de los Lores), Hugo Daniel Estrella (Pugwash Conference,
Argentina), Sir Raymond Firth, (Profesor de Antropología de la Universidad
de Londres, Reino Unido), Thomas Flynn, (Director Ejecutivo de la First
Amendment Task Force, USA), Gérard Fussman, (Profesor del Colegio
de Francia, Paris), Vitaliî Ginzburg (Físico, Academia de
Ciencias, Rusia), Adolf Grünbaum, (Profesor de Filosofía de
la Ciencia de la Universidad de Pittsburgh, USA), Peter Hare (Profesor
de Filosofía de la Universidad Estatal de New York en Buffalo, USA),
James Haught (Editor de la Charleston Gazette), Herbert A Hauptman, (Premio
Nobel de Química, USA), Jim Herrick, (Editor de New Humanist, de
la Asociación de Prensas Racionalistas), Alberto Hidalgo Tuñón,
(Profesor de Sociología del Conocimiento de la Universidad de Oviedo,
SAF, Presidente del MPDLA, España), Ted Honderich, (Profesor Emérito
de Filosofía de la Mente y Lógica de la Universidad de Londres,
Reino Unido), Narisetti Innaiah, (Profesor de Filosofía, Catedrático,
Comité contra el Abuso de la Infancia, India), Reid Johnson (Decano
del Centro para el Instituto de Investigación, USA), George Klein,
(Profesor y líder del grupo de investigación del Centro de
Microbiología y Tumorología, Instituto Karolinska, Suecia),
Richard Kostelanetz (Autor, USA), Sir Harold W. Kroto, (Premio Nobel, Escuela
de Química, Física y Ciencia ambiental, Inglaterra), Valeriî
Kuvakin (Profesor de Filosofía Rusa, Universidad Estatal de Moscú),
Gerald A. Larue, (Profesor Emérito de Estudios Bíblicos,
Universidad de California del Sur, USA), Thelma Z. Lavine (profesora Robinson
de la Universidad George Mason), Richard Leakey, (Antropólogo, Kenya
Wildlife Service, Kenya), José Leites Lópes (Profesor Emérito
del Centro Brasikleiro de Pesquisas Físicas, Brasil), Jacques Le
Goff (Especialista en Civilización y Literatura Medievasl Francesa,
ENESS, Francia) Jean Marie Lehn, (Premio Nobel, Universidad Louis Pasteur,
Francia), Youzheng Li (Instituto de Filosofía, CASS, Beijing, China),
Roberto Llanos (Psiquiatra, Asociación Peruana de Bioética)
Paul B. MacCready, (Ingeniero, Fundador y Jefe de Aerovironment Inc.),
Thomothy J. Madigan (Editor, University Rochester Press), Michael Martin
(Profesor de Filosofía de la Universidad de Boston), Molleen Matsamura
(Consejo Nacional para la Ciencia de la Educación, Berkeley, USA),
Mario Molina, (Premio Nobel de Química, USA), Henry Morgentaler
(Activista del Derecho al Aborto, Canadá), Ferid Murad, (Premio
Nobel, Universidad de Texas, Health Science Center-Houston, USA), H. Narasimhaiah,
Foro Bangalore por la Ciencia, Colegio Nacional, India), Taslima Nasrin,
(Autora, Defensora de los Derechos Humanos, Bangladesh), Indumati Parikh,
(Director del Centro de Desarrollo Humano M.N. Roy), John Arthur Passmore
(Profesor de Estudios históricos, Universidad Nacional de Australia.
Primer Presidente de la Academia de Ciencias), Manuel A. Paz y Miño
(Presidente, Ediciones de la Revista Peruana de Filosofía Aplicada),
Jean-Claude Pecker (Astrónomo, Colegio de Francia, Academia de Ciencias
de Francia), Mariano Querol (Psiquiatra, Profesor emérito, Universidad
de San Marcos de Lima, Perú), Salman Rushdie (Autor), Alexander
V. Razin (Profesor de ética, Universidad Estatal de Moscú),
Juan Rivera Palomino (Profesor, Instituto Pedagógico San Marcos,
Lima, Perú), José M. Rodríguez Delgado, (Profesor
de Neurobiología, Centro de Estudios Neurobiológicos, Madrid,
España), Avula Sambasiva Rao, (Ex-Jefe de Justicia de Andhra Pradesh;
Ex-Vicepresidente de la Universidad de Andhra, India), Sibnarayan Ray (Fundación
Librería Raja Rammohun Roy), Dennis V. Razis, (Sociedad Delphi,
Atenas, Grecia) José Saramago, (Premio Nobel, Portugal), Evry Schatzman
(Astrónomo, Ex-presidente de Asociación Francesa de Física,
Academia de Ciencias de Francia) Jens C. Skou, (Premio Nobel, Biofísico,
Univertity of Aarhus, Dinamarca), J.J.C. Smart, (Profesor Emérito
de la Universidad Nacional de Australia), Victor J. Stenger (Profesor de
F´sica de la Universidad de Hawai, USA); Svetozar Stojanovic, (Profesro
y Presidente del Instituto de Filosofía, Universidad de Belgrado,
Yugoslavia), Robert B. Tapp (Profesor de Educación de la Universidad
de Minnesota, USA), Jill Tarter, (Bernard M. Oliver Chair, SETI Institute,
USA), Richard Taylor (Profesor de Filosofía, USA), Yervant Terzian
(Profesor Duncan de Ciencias Físicas en la Universidad de Cornell,
USA), Lionel Tiger (Profesor de Antropología, Universidad Estatal
de New Jersey, USA), Lewis Vaughn (Editor de la revista "Free Inquiry",
USA), Vladimir Vassin (Canadá), Radovan Vukadinovic, (Profesor,
Croacia), Mourad Wahba (Presidente de la Asociación Internacional
de Averroes y la Ilustración, Fundador de la Asociación Afro-asiática
de Filosofía), Ibn Warraq (Autor, USA), Edward O. Wilson, (Museo
de Zoología Comparada, Universidad de Harvard, USA), Marvin Zayed,
(Ph.D., Canadá), etc.