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Crítico feroz de la política exterior de su país, analista impiadoso de las hipocresías del discurso del poder, autor de muchos libros donde la palabra imperialismo figura en primer plano, Chomsky es un lingüista estadounidense "defensor" de causas aparentemente perdidas, según algunos. En su pequeña oficina universitaria del Instituto Tecnológico de Massachusetts, atiborrada de libros, este científico famosísimo como el fundador de la lingüística moderna explicó a Página/12 por qué el Plan Colombia es de todo menos “humanitario” y por qué China tendría derecho a bombardear a Estados Unidos.
Cuando llegó la descolonización el mundo se diversificó y no podíamos
esperar más que todos estuviesen de acuerdo. En consecuencia nos
reservamos el derecho de decidir lo que está dentro de nuestra jurisdicción.
En el caso de Nicaragua significó rechazar el fallo internacional contra
el uso ilegal de fuerza. –Esto hace de los Estados Unidos el último poder
imperial. –Lo que llamamos imperialismo del siglo XIX fue
breve. Hubo un imperialismo de ocupación real. Pero en su mayor parte la
dominación de estados no tomó forma de ocupación directa. Los Estados
Unidos no ocupan países actualmente (1), pero tenemos enorme influencia en América
Central y el Caribe. La conquista de las Filipinas fue un imperialismo
anticuado, llamado neocolonialismo, aunque fue simplemente una relación
de poder. Desde la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos no ha sido la única
potencia, pero ciertamente es la más poderosa. –Usted ha definido la frase “intervención
humanitaria” como el nuevo nombre del imperialismo y la diplomacia de cañoneras.
–¿Por qué ha sido aceptable la intervención
humanitaria en Kosovo pero no en apoyo de los kurdos, por ejemplo? –Antes que nada, no es correcto decir Kosovo sí, kurdos no. Los Estados Unidos intervinieron contra los kurdos y apoyaron las atrocidades turcas. Es muy común en Occidente evaluar la forma en que se hacen las cosas. Es decir, mirar para otro lado. Eso deja el camino abierto al argumento de Clinton y otros y es que quizás seamos inconsistentes, pero no podemos hacer todo, etc, etc. Eso no es cierto. Los Estados Unidos intervinieron en forma directa en Turquía, mucho más que en los Balcanes, para intensificar las atrocidades. En realidad es asombroso observarlo y esto pesa también en América latina.
–¿Qué pasó desde 1997? –En 1999 Turquía era el principal receptor de ayuda
militar estadounidense, fuera de Israel y Egipto, que están en categorías
diferentes. En 1999 Turquía fue reemplazada por Colombia. –¿Por qué Colombia? –Porque Turquía ya había suprimido la resistencia
kurda e impuesto un dominio muy brutal y Colombia no. Colombia había
recibido más ayuda militar estadounidense que ningún otro país del
hemisferio. Hay que recordar que sustancialmente, aunque no totalmente, la
ayuda va a la gente que perpetra las atrocidades. El Departamento de
Estado acepta que los militares les subcontraten las atrocidades a sus
socios paramilitares. En 1999, mientras todos hablaban de la intervención
humanitaria en Kosovo, mientras los Estados Unidos era partícipe de
enormes atrocidades dentro de OTAN, trasladaba su participación en
atrocidades aun mayores en Colombia. Esto no es mirar para otro lado. Y lo
mismo es cierto en otros lugares. Por ejemplo, en Timor Oriental. Llegamos
a ser noticia en setiembre (1999) cuando los paramilitares del ejército
indonesio expulsaron tres cuartas partes de la población y prácticamente
destruyeron el país. A principios de 1999 las atrocidades eran mucho
peores ahí que en Kosovo antes del bombardeo. El ejército indonesio
demostraba que iba a ser mucho peor si la gente votaba por la autonomía
en el referéndum. Los Estados Unidos y Gran Bretaña apoyaron a los
militares. Eso no es mirar para el costado. No se puede hablar de
inconsistencia. Hay una política muy definida de intervenir y sostener
atrocidades cuando es en apoyo de nuestros intereses. Y siguiendo esa
misma línea, hay intervención militar cuando otro comete atrocidades y
entonces se le llama “intervención humanitaria”. Pero no hay
inconsistencia y no hay doble mensaje. –¿Se hubiera evitado las masacres en los años
treinta de haber existido la intervención humanitaria? –Concretamente, Occidente no se opuso a las
atrocidades. Tomemos a Mussolini: su invasión de Abisinia fue formalmente
condenada pero aprobada internamente. Esto se ve en los archivos secretos
abiertos recientemente. El Departamento de Estado describió la intervención
de Mussolini en Etiopía en términos positivos. Lo elogiaron por su éxito.
Era muy querido en Gran Bretaña y los Estados Unidos (no sé si en el
resto de Europa) y se aprobaba lo que estaba haciendo en Italia. Roosevelt
lo describió como un admirable caballero italiano. En 1939 Roosevelt decía
que Mussolini era un tipo decente pervertido por Hitler. Mussolini
describió la invasión de Etiopía como “intervención humanitaria”.
Por supuesto, fue una matanza horrible. –¿Y con respecto a Hitler? –Los británicos lo apoyaban bastante... –Vamos... ciertos sectores de la monarquía y algunas
familias... –Me refiero al Foreign Office. No lo veían mal. El
panorama es confuso. Lo que se llamó el apaciguamiento de Chamberlain
funcionaba con Mussolini. No le temían. Los Estados Unidos no estaban
comprometidos en Europa. Hay un informe sobre Hitler de cuando anexó
Austria. Los principales asesores de Roosevelt decían internamente que
esto no era preocupante; era natural que los países de habla alemana se
unificaran bajo un líder fuerte. En 1937, la oficina europea del
Departamento de Estado describía a Hitler como un moderado entre los
extremos de derecha e izquierda. Fue la posición del Departamento de
Estado, que probablemente describiría también a los generales
argentinos. Veremos cuando se abran los archivos. Los documentos decían
que Hitler debía tener éxito o las masas de pobres y las clases medias
desilusionadas podían volcarse a la izquierda. Esto fue en 1937. Otro
ejemplo: los Estados Unidos criticaron la guerra de Japón en Manchuria y
la invasión de China. Pero la posición sostenida por el embajador Joseph
Crewe y por el secretario de Estado Cordell Hull hasta Pearl Harbour, era
que podíamos establecer un modus vivendi con Japón si aseguraban los
intereses de EE.UU. en China. Japón no quiso y eso condujo a la guerra.
Hay un estudio académico sobre intervención humanitaria realizado hace
dos o tres años por un profesor de derecho. En el período de 1928 hasta
el estatuto de las Naciones Unidas en 1945 el autor identifica tres casos
de intervención humanitaria: la invasión de Manchuria por Japón; la
invasión de Abisinia por Mussolini y la anexión de las Sudetes por
Hitler. Se justificó la fuerza en términos de objetivos humanitarios.
Cuando Hitler tomó las Sudetes a Checoslovaquia, se llenó de retórica
sobre el fin del conflicto étnico y la necesidad de ayudar a la gente.
Fue un recordatorio de que todo uso de la fuerza militar, quizás desde
Atila, se inicia para el bien, para ayudar a la gente que lo reclama, etc.
Esto nos dice es que la acción humanitaria hay que evaluarla.
Pero
dijo que no era el momento de discutir lo que estaban haciendo contra la
gente que estaban liberando, mientras ellos disparaban a sus libertadores. –Proyectando eso... –Proyectando... Hay libros sobre guerra humanitaria.
El único caso que se cita comúnmente es la intervención francesa en el
Levante en 1860, para proteger a los cristianos. Sin embargo, si miramos
la historia, veremos que Francia, Inglaterra y el Imperio Otomano estaban
compitiendo por el poder en la región. Desde la Segunda Guerra Mundial
hay pocos casos de acción militar que tuviera consecuencias benignas. Está
la invasión vietnamita de Camboya en 1978 y 1979 que derrocó a Pol Pot.
Eso detuvo el terror. El otro es la invasión india de Paquistán
Oriental, hoy Bangladesh. Yo no las llamaría intervenciones humanitarias
porque no lo eran, pero sus consecuencias lo fueron. ¿Cómo reaccionó
Estados Unidos? En el caso de Vietnam reaccionó con amargura. Impuso
sanciones a Vietnam. Apoyó la invasión china para darle a Vietnam una
lección. En el caso de laIndia Henry Kissinger estaba indignado. En aquel
momento intentaba un viaje secreto a China, era un contacto de relaciones
públicas a través de Paquistán. Temía que la invasión india lo
pusiera en ridículo. No importaba que la invasión hubiera salvado un par
de millones de bengalíes. ¿A quién le importó? Enfureció a Kissinger
y él quería imponer sanciones. También tuvimos la invasión de Lyndon
Baines Johnson a Santo Domingo en 1964. El ataque de Estados Unidos contra
Vietnam del Sur se denominó “la defensa de Vietnam”. Es como si a la
invasión soviética de Afganistán la llamáramos defensa de Afganistán.
Este es un reflejo del poder ideológico. Pero por supuesto se hizo bajo
un velo humanitario. El argumento para derrocar a Salvador Allende fue
proteger al pueblo de Chile... –Henry Kissisnger decía que los Estados Unidos no
podía permitir que un pueblo fuera tan estúpido que quisiera ser
comunista. ¿Debemos esperar una intervención humanitaria en Colombia? –Primero tenemos que preguntar si es humanitaria.
Segunda pregunta, ¿qué razón tiene la ayuda militar a Colombia? Ni
fingimos que sea humanitaria. Lo que se finge es un intento de detener el
tráfico de drogas, que tiene que ver con los intereses estadounidenses. –Una acción policial. –Es una acción militar contra el narcotráfico. Pero ¿es cierto? Siempre tenemos que preguntar de cualquier estado, del propio o de otro, si el pretexto expuesto es genuino. Bien, ¿es plausible en este caso que sea parte del control de la droga? Dudoso. El gobierno colombiano, incluyendo las guerrillas, pide apoyo para desarrollar cultivos alternativos, una manera de resolver el problema y crear oportunidades. ¿Cuánto del plan Colombia va a cultivos alternativos? Están excluidas las zonas controladas por FARC. Los analistas de las Naciones Unidas han señalado que las FARC piden ayuda para cultivos alternativos y no han destruido los dirigidos por las Naciones Unidas en las áreas que controlan. Esto es sugestivo. Por otro lado ¿cuántos fondos se destinan a reprimir a los paramilitares quienes, hasta el Departamento de Estado lo dice, son responsables de las mayores atrocidades y están totalmente metidos en el narcotráfico? La respuesta es nada. Otra pregunta, dónde está el problema de la droga. ¿En Colombia? ¿O en los Estados Unidos? Hay que resolverlo en los Estados Unidos. ¿Puede hacerse? Sí. En realidad, hay importantes estudios del Pentágono, de la Drug Enforcement Agency (DEA), la Rand Corporation y consultores militares, que analizaron cómo tratar el problema de las drogas. Dicen que el tratamiento y prevención es alrededor de siete veces más rentable que la criminalización. Once veces más eficaz que el control de fronteras y veintitrés veces más efectivo que destruir plantaciones de droga en países extranjeros. Pero hoy, un gran número de adictos no puede conseguir tratamiento. Cuando el plan Colombia fue llevado por Clinton al Congreso, sólo un congresal o dos pidieron invertir pequeñas sumas en prevención y tratamiento. El gobierno reconoció que era más rentable. Pero lo que eligieron fue lo que sabían que era lo menos eficaz para solucionar el problema de la droga. ¿Eso apoya el argumento que esto está dirigido contra el narcotráfico? Y una pregunta final, ¿qué derecho tiene Estados Unidos de llevar la guerra biológica, con fumigación y ataques militares, a otro país si ese país está produciendo cultivos que los Estados Unidos no quiere? Gran parte del mundo está obligado a aceptar las sustancias agrícolas letales estadounidenses, bajo amenaza de severas sanciones comerciales. En realidad tienen que aceptar hasta la publicidad de esas sustancias. En Asia, el número de muertes por el tabaco en la población joven y de mujeres, creció después que se vieron forzados a aceptar exportaciones estadounidenses. ¿Tiene China derecho a bombardear los Estados Unidos? Me parece que si. Y esto es sólo parte de la historia. ¿Por qué los campesinos colombianos cultivan coca? No porque les guste ni porque sea saludable. En la década del cincuenta Colombia era unimportante productor de granos. Ya no lo es. La producción triguera de Colombia fue minada por exportaciones agrícolas subsidiadas desde los Estados Unidos.
–¿Por qué se dio una lectura tan equivocada? –¿Quién leyó mal? Acabo de decirle que los líderes
del ochenta por ciento del mundo lo censuraron. –Pero el lenguaje político de Estados Unidos siempre
habla de acción humanitaria. –Esto no tiene nada que ver con lenguaje, es ideología.
Así, cuando el mundo, probablemente Argentina también, describe la
invasión de Vietnam como una defensa, no se trata de lenguaje. Eso es
ideológico. Eso es la subordinación de los intelectuales al poder del
estado. Durante la guerra de Kosovo intenté ver la opinión del mundo.
Aquí no se informó nada acerca de la opinión mundial. Había que
recurrir a fuentes extranjeras para encontrar algo. Era interesante. Por
ejemplo, la India, la democracia más grande del mundo, describía la acción
como diplomacia de cañoneras. Israel, un estado cliente, expresó una
condena muy dura. Un analista militar lo describió como un retorno al
imperialismo del siglo XIX. En Egipto, otro estado cliente de Washington,
el Al Ahram, diario oficial, publicó una fuerte condena. –Pero el resto del mundo no hizo la misma lectura. –Eso se debe a la subordinación al poder. Si en
otras partes los intelectuales aceptan la posición de Estados Unidos y
Gran Bretaña, es sólo por su subordinación al poder. Y no tiene nada
que ver con el lenguaje usado. Si se retrocede a la retórica de Hitler y
Mussolini es igual. El lenguaje es un fenómeno importante pero no es un
asunto clave. –Entonces el lenguaje del poder no es el poder del
lenguaje. Usted es un analista político. ¿Ha puesto el lenguaje en
segundo lugar? –Mire los libros en mi escritorio. Lenguaje, derechos humanos, utilización del agua en Israel, y gramática. Bueno, política también
Chomsky, Noam (1928 - )
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Notas del editor del sitio: 1. Obviamente esta entrevista otorgada al diario Página 12, se realizó antes de las guerras de Afganistán (2001) e Irak (2003), actualmente ambos países están ocupados y gobernados por Estados Unidos, en el último caso en contra de la voluntad de las Naciones Unidas. 2. Esta actitud del Secretario Annan, empezó a cambiar desde el inicio de la última aventura militar de EE.UU. en Irak, en septiembre de 2003 Annan hizo unas declaraciones muy fuertes contra Bush y sus militares que sepultaron su antiguo servilismo. |
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