Un rostro,
una cara, no es, sino el reflejo de toda una verdad. Reflejo del alma
de todos aquellos cuyo corazón late, incluso de quien permanece
ajeno al sentir. Dos mundos que giran alrededor de un mismo eje, dos
mundos que se unen para formar un mismo ser. Cúmulo de sensaciones
que se apoderan de mi ser, una extraña reflexión que me
tiende la mano y me acerca un poquito más a la realidad, tristeza
y alegría que finalmente me trasladan a una misteriosa calma.
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