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Se quiebran las horas, Se desvanecen los muros, Desaparece el silencio. Desplazo las palabras a tus manos, lleno tu piel de caricias Y me ahogo en tú sed de triunfo. Me convierto en instrumento del destino, Cegando la envidia, Salvando mi alma, haciéndome tuya. Mis ojos se atreven a tocarte, a dejarte alejar Para volver a tus manos, a tus palabras, a tu silencio.
Sonia Luisa Arenas Gimon |
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