Journal of Medical Ethics 2000:26:381-386
La confidencialidad médica y la protección del rechazo autónomo de la sangre por parte de los Testigos de Jehová
Osamu Muramoto, Kaiser Permanente Northwest Division Portland, Oregon, EUA.Abstract:
El señor Ridley de la Sociedad Watchtower (SWT), la organización religiosa que controla a los Testigos de Jehová, (TJ), describe equivocadamente el asunto de la libertad y la confidencialidad en el rechazo de sangre por parte de los TJ al confundir políticas organizacionales inconsistentes con prohibiciones bíblicas reales. Además de la exageración y la distorsión de mis escritos, Ridley no pudo presentar evidencia sustancial para apoyar su afirmación de que no existe presión para conformarse a la política organizacional ni monitoreo sistemático que comprometa la confidencialidad médica. En esta refutación, presento prueba de la literatura de la WT, apoyada por testimonios personales de los TJ, de que la SWT refuerza su política de rechazo a la sangre mediante presión coercitiva para conformarse y a través de la violación sistemática de la confidencialidad médica. La falta de honradez de Ridley al tratar con la petición de los TJ disidentes de libertad para tomar decisiones personales y a conciencia con relación a la sangre indica que prevalece un serio vacío ético en el cuidado médico de los TJ. La comunidad médica debería prestar seria atención a esto.
(Journal of Medical Ethics 2000:26:381-386)
Palabras clave: Religión; confidencialidad; Testigos de Jehová; autonomía; transfusión de sangre.
IntroducciónEn su respuesta1 a mi propuesta2 de una política de no preguntar y no decir para la toma de decisiones médicas personales de los Testigos de Jehová (JW), el señor Donald Ridley de la Sociedad Watchtower Bible and Tract (SWT) lanzó varios cargos serios que exigen comentarios adicionales. Sin embargo, antes de abordar estos asuntos importantes, tengo que señalar que Ridley apela a exageraciones y a términos extremados para oscurecer los asuntos presentados en mi propuesta. Intencionalmente, él lleva mi discusión hasta un extremo que no refleja la realidad. Por ejemplo, afirma: “Muramoto continúa con su teoría de que la gente nunca actúa sobre la base de la integridad y los principios personales...”, “según la opinión de Muramoto la gente está motivada (coaccionada) únicamente por la presión de grupo y el temor a la disciplina”, y “evidentemente Muramoto piensa que ningún miembro de ningún grupo o comunidad es verdaderamente autónomo si el grupo o la comunidad tiene autoridad para disciplinar a los miembros que no cumplen las normas” (énfasis añadido). Nunca he lanzado tales declaraciones extremas que incluyen a cada miembro de los TJ o a los miembros en general de otras organizaciones. A través de mis escritos, he presentado la situación de TJs “disidentes” que de manera consciente están en desacuerdo con la política de la sangre. Por supuesto que son una minoría de los miembros de los TJ. Ridley hasta le da un giro total a mi argumento al decir “los argumentos de Muramoto ignoran los elementos de la conciencia individual.” Resulta incomprensible cómo Ridley llegó a tal conclusión distorsionada cuando el punto central de mis escritos es precisamente proteger la libertad de conciencia de los pacientes TJ individuales.
Ridley también tergiversa mis argumentos al afirmar que “no es fácilmente perceptible cómo diferencias exegéticas entre Muramoto y los Testigos de Jehová avanzan el discurso de la ética médica.” Aquí está tergiversa mi argumento como una diferencia entre mi interpretación bíblica y la de los TJ. Sin embargo, he mencionado repetidamente en esta serie de artículos 3 que la diferencia es entre los TJ disidentes y la SWT que controla. Pero ese no es el problema ético que los TJ disidentes están presentando. El problema es el curso que sigue la SWT para controlar la toma de decisiones médicas personales de aquellos TJ que abrigan otras opiniones de la Biblia con relación al uso médico de la sangre. Es realmente un problema ético conspicuo que una organización religiosa controle la toma de decisiones de atención médica personales, confidenciales y que potencialmente pueden salvar la vida, a miembros individuales basada en “diferencias exegéticas.” Es incierto si Ridley en realidad no puede entender este importante problema ético o sólo finge no entender el punto con el fin de oscurecer el verdadero problema. En cualquier caso, el asunto vale la pena del “discurso médico ético” y daré una explicación más extensa en esta respuesta.
¿Conciencia personal o hipocresía?
Ridley trata de descartar mi propuesta al afirmar que una política de no preguntar y no decir promueve la hipocresía al ocultar la discrepancia entre las acciones públicas y las privadas. Ridley escribió que “los Testigos de Jehová creen que Dios ve todo lo que hacemos sin importar si otros humanos están al tanto de nuestras acciones.” Por tanto, según sus palabras, la decisión tomada por los Testigos de Jehová es vista por Dios y es Él el juez final. Ese es precisamente mi punto: que el asunto de hacer una elección acerca de las transfusiones de sangre debería quedar como un asunto entre la conciencia de las personas que las necesitan y su Dios, sin la vigilancia, intervención o sanción de una organización.
También causa confusión el que Ridley diga que los TJ están siendo animados por mi propuesta a actuar privadamente “de una manera que públicamente ellos consideran incorrecta”, y que diga que mi propuesta “hace trivial las convicciones religiosas personales de los Testigos de Jehová al sugerir que ignoren su creencia en que el amor de Dios significa que observen sus mandamientos.” La política de la sangre no se originó de la “convicción religiosa personal” de cada TJ; el complejo conglomerado de reglas para el uso médico de la sangre fue elaborado por los líderes y luego entregado a los TJ para que lo siguieran. Algunos TJ creen a conciencia que Dios no ha prohibido, ni en la Biblia ni en ningún otro lugar, las transfusiones de sangre, y que el aceptar una transfusión de sangre que puede salvar la vida no constituye desobedecer los mandamientos de Dios. Tal como los líderes que gobiernan han decretado a conciencia que la transfusión de ciertos productos sanguíneos no viola los mandamientos de Dios, estos TJ creen a conciencia que se pueden transfundir otros productos con el objeto de salvar la vida sin violar los mandamientos de Dios. No “declaran públicamente” sus opiniones debido a los castigos draconianos ejercidos por su organización y sus ancianos nombrados.
Se tiene en cuenta una política de no preguntar no decir, sólo cuando la libertad de acción de una persona entra en conflicto con la excesiva presión de grupo. No hay juicio moral inherente en tal política. Sea que realce la conducta moral o no, depende de la manera cómo se implemente tal política. Le preguntaría al señor Ridley si el cambio de política de la SWT en 1983 de dejar el sexo oral como asunto personal y de conciencia4 entre los cónyuges promovió la hipocresía. Su respuesta debería ser no. Si alguien en una cama o en un cuarto de hospital escoge un proceder que él o ella considera que no es prohibido por los mandatos divinos, sea practicar el sexo oral o recibir plasma (un componente sanguíneo prohibido por la SWT), entonces dejar calladamente esa acción en privado no es hipocresía. Aunque el asunto del sexo oral parece trivial comparado con el asunto de la sangre, la inmoralidad sexual está prohibida en Hechos 15:295, paralelamente con comer sangre; el asunto de si el sexo oral constituye inmoralidad sexual fue un tema de discusión en la literatura de los TJ, igual a como lo fue si la transfusión de plasma constituye comer sangre. Hay muchos paralelos entre estas dos acciones específicas que la SWT prohíbe.
¿Libertad de elección o mandato organizacional?
Ridley usa la frase bíblica “absténganse de la sangre” como justificación y validación de las normas de la organización, pero falla al abordar cómo ubicar este mandato en un contexto contemporáneo. Su argumento se mueve desde conceptos religiosos como Dios, la Biblia y los cristianos del primer siglo, hasta un conjunto complejo de normas organizacionales de la tecnología médica moderna sin tener en cuenta cómo tales normas complejas están relacionadas con los conceptos religiosos. Ignora el argumento presentado por los TJ disidentes que cuestionan la base bíblica de la compleja, ambigua y arbitraria división de fracciones y procedimientos aceptables e inaceptables y de la doctrina completa del rechazo de transfusiones de sangre (bien diferenciado de comer sangre). De hecho, para aquellos TJ disidentes, la decisión de aceptar o rehusar sangre no tiene que ver con Dios, la Biblia o los cristianos del primer siglo, sino cuál fracción sanguínea escoge un paciente TJ, en comparación con cuáles fracciones sanguíneas aprueba la SWT. Mientras la política de la SWT prohíba ciertas fracciones sanguíneas y permita otras, contrario a la abstención de todos los productos sanguíneos, estará contradiciendo su propia interpretación bíblica “abstenerse de sangre significa no introducirla en su cuerpo de ninguna manera.”6 Solo esta contradicción hace que ciertos TJ lleguen a la conclusión de que la política no se origina de Dios o de la Biblia.
Servicio militarComo funcionario experimentado de la SWT, Ridley sabe que cuando la organización “ajusta” cualquier parte de su política, la mayoría de los TJ se someterán a ello, sin importar su decisión personal. Eso sería cierto de cualquier adición o sustracción de las opiniones aceptadas actualmente. Recientemente sucedió un cambio así con relación a la política del “servicio alternativo” a las obligaciones militares. Hasta 1995, la SWT prohibió a los hombres TJ no solo unirse al ejército, sino también el servicio militar alternativo como trabajar en un hospital u otros deberes civiles provistos por el gobierno para los objetores de conciencia. La SWT razonó que, como “sustituto”, tal servicio era equivalente al servicio militar y por lo tanto se tenía que rechazar. Mientras esta política estuvo en vigor, es un hecho documentado que cartas de las oficinas sucursales de los países más importantes al cuerpo gobernante de los TJ reconocían francamente que, en general, los jóvenes en sus países no entendían la base para la posición de la SWT en este asunto, pero estaban dispuestos a ir a prisión a fin de conformarse con ella.7 Miles de Testigos jóvenes lo hicieron por unos cincuenta años. La nueva política permite que el asunto quede en el ámbito de la conciencia personal. Ridley introduce la frase “control mental” (término que no usé en mis artículos), pero no es necesario para calificar una situación cuando los hechos hablan por sí solos. Miles de hombres jóvenes escogieron seguir la política ahora extinta y pasar tiempo en prisión. No fueron coaccionados abiertamente para que lo hicieran. Pero claramente la mayoría no lo escogió hacer por estar firmemente convencido en su propia mente y corazón de lo correcto o razonable de esta política. Esto lo dejan claro las cartas de los dirigentes nombrados por la organización en sus países. Sin emplear términos como “control mental”, la evidencia de que sintieron presión para conformarse está ahí.
La comunidad médica debería aprender de nuestro debate que existe actualmente un problema ético más serio que el encarcelamiento por rehusar el servicio militar alternativo en la atención médica de los TJ. ¿Debería la comunidad médica descartar este asunto por considerarlo como sólo un asunto teológico interno, como lo presenta Ridley, cuando se están perdiendo vidas humanas debido a una política organizacional que la mayoría de los TJ no comprende y donde la presión para conformarse se ve reforzada por la amenaza de excomunicación? Ridley compara la influencia dominante de la SWT sobre la decisión de los TJ con influencias externas como la TV, los periódicos y revistas. Esta analogía está viciada porque el receptor de otras influencias externas no está bajo presión de aceptar las opiniones como si vinieran de Dios, enviadas a través de su canal divino, y no es castigado si él o ella actúa contrario a esa influencia.
Con relación al “control mental”, Ridley también afirmó que la manipulación coercitiva “aplicada a los movimientos religiosos carece de cualquier fundamento científico” al citar el memorando interno de 1987 de la American Psychological Association (APA).8 Sin embargo, el memorando, dirigido de Board of Social and Ethical Responsibility for Psychology (BSERP) a los miembros de Task Force on Deceptive and Indirect Methods of Persuasion and Control, no expresa ninguna teoría oficial de rechazo del control mental. Simplemente rechaza un informe preparado por el grupo de trabajo debido a la falta de métodos apropiados. El memorando de hecho concluyó que “luego de extensa consideración, la BSERP no cree que tengamos disponible información suficiente para guiarnos a tomar una posición en este asunto.” Esta conclusión está lejos de la afirmación de Ridley de que la manipulación coercitiva es “una teoría desacreditada categóricamente por la comunidad científica desde hace aproximadamente una década.” La junta de la APA simplemente afirmó que la información es insuficiente en este asunto. Se reconoce que el asunto del “control mental” es sumamente polémico, que requiere investigación adicional, pero no ha sido “desacreditado categóricamente” como afirma Ridley. Por ejemplo, los criterios de diagnóstico de trastornos mentales ampliamente usados de la American Psychiatric Association (DSM-IV) alistan el “lavado cerebral, la reforma del pensamiento, o la adoctrinación bajo cautiverio” como ejemplos de estados de disociación debido a persuasión coercitiva prolongada e intensa.9
La práctica del rechazo como coacción organizacionalRidley repite el argumento de David Malyon10 de que todos los TJ se unieron a su religión libremente con total entendimiento de la política de la sangre. Aquí Ridley ignora los cientos de miles que son miembros porque fueron criados por padres TJ y se bautizaron siendo menores. Fueron adoctrinados desde la infancia en la religión con exposición mínima, si acaso alguna, a opiniones críticas. Basta con señalar que la SWT desanimó enérgicamente a los jóvenes TJ de emprender la educación superior hasta 1992, que hoy se les desanima enérgicamente de participar en foros de discusión en Internet, y que los niños TJ son entrenados para recitar su posición sobre la sangre a médicos y jueces. ¿Dónde está el libre albedrío y el total entendimiento de la doctrina para estos TJ de la próxima generación?
Ridley da a entender que salir de la religión tiene poco costo social y que la expulsión de miembros no presiona a nadie a conformarse a la política de la sangre. Afirma que es un “hecho indiscutible” que “aquellos que desean salir de la religión o escogen volverse inactivos no participantes no tienen inconveniente en hacerlo.” Sigue afirmando que la expulsión corta sólo los vínculos espirituales y que las “asociaciones que no son de carácter espiritual no se ven terminadas.” El hecho es que hay miles de anteriores TJ sufriendo el rechazo total por los familiares TJ que creen que ese es el único camino de fidelidad para los TJ. Contrario a la insistencia de Ridley, la asociación social se ve prohibida. Hasta el anterior miembro del cuerpo gobernante Raymond Franz fue expulsado por cargos de haber almorzado con su empleador que se había desasociado de la congregación, como se informó en un artículo de la revista Time.11
¿Cuáles son las enseñanzas subyacentes sobre el rechazo de miembros expulsados? Ridley usó la revista La Atalaya de 198112 que yo había citado en un intento de demostrar que los “vínculos familiares” no se ven cortados por la expulsión. Una lectura cuidadosa de la instrucción de La Atalaya demuestra que los “vínculos familiares” que no se ven afectados por la expulsión son solamente las relaciones genéticas y legales de los miembros de la familia. Puesto que Ridley da una impresión errónea a los lectores con relación a estas prácticas coercitivas, aclararé las instrucciones oficiales de la SWT.
En el artículo de La Atalaya citado por Ridley,13 aparece el siguiente párrafo con relación a las relaciones familiares:
“Dios ciertamente está al tanto de que el cumplir con sus justas leyes sobre cortar el trato con los malhechores frecuentemente envuelve y afecta a parientes. Como ya se ha mencionado, cuando se ejecutaba a un malhechor israelita no era posible continuar la asociación familiar. De hecho, si un hijo era borrachón y glotón, sus padres tenían la obligación de llevarlo ante los jueces; y si no se arrepentía, los padres habían de participar en ejecutarlo, ‘para eliminar lo que era malo de en medio de Israel’. (Deuteronomio 21:18-21.) Como usted puede comprender, esto no habría sido fácil para ellos. Además, piense en lo que sentirían los hermanos y hermanas, o hasta los abuelos, del malhechor. Sin embargo, el que pusieran la lealtad a su Dios de justicia por encima del afecto familiar podía salvarles la vida.”
En pocas palabras, la SWT compara la actual práctica de la expulsión con la ejecución de malhechores que practicaban los israelitas. El artículo también afirma: “Con relación a varios asuntos serios, los violadores voluntariosos eran ejecutados. ... Cuando eso sucedía, otras personas, aunque fueran parientes, ya no podían hablar con el violador de la ley, que estaría muerto.” Luego se explica así por qué continúan los “vínculos familiares”: “Cortar o separar a alguien de la congregación cristiana no envuelve muerte inmediata, y por eso los vínculos familiares continúan.” En otras palabras, la SWT enseña a los TJ a tratar a los familiares expulsados como si estuvieran muertos por ejecución, pero debido a que están vivos físicamente los vínculos genéticos y legales como miembros de la familia continúan.
Cuando un miembro de la familia inmediata que vive en la misma casa es expulsado, continúan las relaciones familiares legales. Sin embargo, no se le permite al miembro expulsado participar en ninguna actividad religiosa como dirigir estudios bíblicos y oraciones o discutir asuntos doctrinales. Para una familia cristiana, ¿puede ser esto considerado como “afectos y tratos familiares normales”? Es cierto que la SWT no recomienda el divorcio inmediato de cónyuges expulsados. Sin embargo, si un hombre TJ fue expulsado por disentir de la política de la sangre de la SWT y él tratara de explicar sus opiniones a su esposa, ¿qué sucedería? No se permite tal discusión íntima ni siquiera en el círculo familiar inmediato. La SWT ha provisto un medio para que la esposa se separe de su esposo sin violar la prohibición de la SWT del divorcio excepto por adulterio: se llama “peligro absoluto de la espiritualidad”14 Bajo esta política, un TJ ortodoxo puede obtener una separación legal (de cuerpos) del TJ disidente que discutiera sus opiniones. Esto es exactamente lo que le sucedió a Wayne Rogers, un TJ californiano de segunda generación, que expresó su desacuerdo consciente con la política de la sangre en correos electrónicos personales. Su esposa TJ descubrió el mensaje y lo enseñó a los ancianos de la congregación. Como resultado de esto, Rogers fue expulsado en enero de 1999 y su esposa obtuvo una separación. Su testimonio sobre la expulsión y la separación de la familia ilustra vívidamente la tragedia de la expulsión practicada por los TJ.15
Para los parientes que no son parte del círculo familiar inmediato y para los amigos TJ, se cortan todos los contactos personales y sociales a excepción de los contactos de negocios necesarios. La instrucción oficial afirma: “Posiblemente tuviera que hablar con ella acerca de asuntos de negocio o tener trato con ella en el lugar de trabajo, pero las conversaciones espirituales y el compañerismo de relación personal serían cosas del pasado.”16 La práctica del rechazo de los TJ incluye toda clase de actividad familiar y social; ha causado traumas psicológicos irreparables en muchas familias TJ. De hecho, el rechazo es uno de los traumas más dolorosos con el que muchos anteriores TJ tienen que vivir a lo largo de sus vidas. Para detalles, remítase a los testimonios recogidos en sitios web de anteriores TJ.17
¿Cómo surte efecto esta práctica del rechazo para coaccionar a los miembros a cumplir con las políticas organizacionales? El artículo de La Atalaya citado arriba discutió la conveniencia de cortar la asociación debido a los resultados que logra.18 Citó a una TJ diciendo: “El cortar completamente toda asociación con [mi hermana expulsada] Margaret sometió a prueba nuestra lealtad al arreglo de Jehová. Dio a nuestra familia la oportunidad de mostrar que realmente creemos que el camino de Jehová es el mejor.”—Lynette. Luego describió la reacción de “Margaret” a ser rechazada: “’Si no hubieras tomado tan en serio el punto de vista respecto a la expulsión, sé que no habría dado los pasos para el restablecimiento tan pronto como lo hice. El verme totalmente separada de las personas a quienes amaba, y privada de comunicación estrecha con la congregación, me impulsó a arrepentirme. Comprendí lo equivocada que había estado y lo serio que había sido el haberle vuelto la espalda a Jehová.’” 19 Tales testimonios publicados en su revista oficial La Atalaya hablan por sí mismos al mostrar cómo la práctica de rechazar a otros surte efecto para alcanzar conformidad con el “arreglo de Jehová” como lo denomina la SWT.
Como resumen de esta sección, en respuesta a la afirmación de Ridley de que “Muramoto repetidamente se refiere a la ‘enorme’ presión para conformarse que, según Muramoto, resulta de la práctica basada en la Biblia de la expulsión... la expulsión exige rechazo y la ruptura de los vínculos personales con los miembros de la familia —otra tergiversación de los hechos”, he presentado los hechos que se afirman en las instrucciones oficiales de la SWT y los testimonios TJ mismos. En realidad, los hechos hablan por sí mismos que la práctica actual del rechazo de la SWT puede coaccionar a los TJ para rehusar transfusiones de sangre incluso bajo riesgo de muerte.
¿Libertad de asociación o derecho de la organización?
En defensa de la práctica coercitiva de la expulsión y el rechazo, Ridley justifica la restricción de la libertad de elección en la atención médica de los miembros de los TJ. Afirma que la declaración de John Stuart Mills sobre la sociedad libre no aplica a la comunidad TJ porque esta aplica al gobierno civil, a pesar de la salvedad que cité en la declaración de Mills, “sea cual sea su forma de gobierno.” Lo que Ridley no logra decir es que la SWT enseña que el “gobierno teocrático” empezó en la nación hebrea en 1513 a.E.C. y continúa en la forma de la “organización teocrática del día moderno” tal como la SWT. 20 En su revista oficial es equiparada con una “nación separada” y una “tierra teocrática.”21 Lo que es indiscutiblemente hipócrita de parte de Malyon y Ridley es usar la declaración de Mills para solicitar libertad para su organización en la comunidad humana extensa, mientras que a la vez promueven entre la comunidad TJ un “gobierno” que niega la libertad de Mills para ir en pos de valores personales.
La cita de Ridley con relación a los “inconformes” que pueden “amenazar el bienestar común” de una comunidad aplicaría sólo si la comunidad TJ es una que exige conformidad total y no permite el ejercicio de la conciencia personal e individual. Además, la “amenaza” al bienestar común no se demuestra, solo se aduce. Claramente, permitir el ejercicio de la conciencia personal e individual en el asunto del servicio militar alternativo no se cataloga como una amenaza al bienestar común de los TJ. ¿Por qué entonces el ejercicio de la conciencia personal e individual en un asunto como la transfusión de sangre autóloga amenaza ese bienestar común? La única “amenaza” parece ser la autoridad absoluta de los líderes de los TJ y su control omnipresente sobre las decisiones de los TJ individuales.
¿Respeto por la privacidad o monitoreo organizacional?
Ridley niega categóricamente el monitoreo sistemático de la organización de la iglesia sobre la vida privada de los pacientes TJ al decir: “Las propuestas de Muramoto para detener a los ancianos supuestamente entrometidos y educar a los Testigos individuales sobre sus derechos a la privacidad abordan problemas inexistentes. Los ancianos de los Testigos y los miembros del comité de enlace con los hospitales no están comisionados, de manera explícita o de cualquier otra, a entrometerse en los asuntos privados de Testigos individuales”, “Muramoto no proporciona ninguna autoridad para estas declaraciones.” El hecho más sorprendente es que Ridley, como abogado representante de la SWT, nunca se retracta o denuncia la política ampliamente publicada por la SWT en 1987 para animar a los empleados de hospital que sean TJ a romper la confidencialidad médica.22 El artículo usó una empleada de hospital hipotética pero típica, “María”, quien incidentalmente obtuvo información médica confidencial que indicaba que una compañera TJ había obtenido un aborto en el hospital donde María trabajaba. El artículo animó a María a romper la confidencialidad médica por medio de revelar esta información a los ancianos de la congregación incluso si tal acción es ilegal en muchas jurisdicciones. Nunca ha habido ninguna publicación de la SWT que revoque o se retracte de esta política de mala fama. Ridley está muy al tanto de esta política, la cual repetí en dos partes de mis artículos, sin embargo él no proporciona ninguna evidencia o documentación para apoyar su afirmación de que este es uno de los “problemas inexistentes” que estoy abordando. Él revisa el asunto de la confidencialidad médica en su respuesta y tiene una oportunidad para responder, no obstante en ningún momento aborda esta política. La ausencia obvia de una respuesta del consejero legal de la SWT indica que, aun si afirma la ausencia de monitoreo al paciente por sus compañeros, la política de animar a veces la revelación ilegal de la confidencialidad médica está todavía vigente en la comunidad TJ.
Recientemente obtuve una copia de una carta interna emitida por la SWT y que circuló entre los miembros de los comités de enlace con los hospitales que indicaba que el “grupo de visita al hospital” tenía instrucciones de “verificar” que el paciente a quien visita ya ha hablado con el personal médico y les ha dicho que él o ella necesita evitar las transfusiones de sangre. 23 También se ordena a los grupos de visita a hospitales a contactar los hospitales locales regularmente para ver si algún paciente TJ está hospitalizado para que ellos puedan visitar a todos los pacientes TJ. Aunque el objetivo primordial del grupo no es monitorear a los pacientes TJ, sino dar “atención pastoral”, no obstante, tal visita y “verificación” sistemática de información médica privada tal como el rechazo de la sangre resulta inevitablemente en monitoreo sistemático y, en esencia, entrometerse en la toma de decisiones médicas privadas de los miembros.
El siguiente testimonio presenta esta práctica como la experiencia personal de un anciano TJ24
“En mi congregación un publicador de la misma que estaba hospitalizado [un TJ activo en la predicación] recibió una visita inesperada de un miembro del Comité de Visita a Hospitales que observó que él estaba recibiendo una transfusión de sangre. Luego se pasó esta información confidencial al superintendente presidente y se convocó un comité judicial mientras el hombre aún estaba en el hospital. Rápidamente se expulsó al hombre. Los tres ancianos pensaron que no había nada que el hombre pudiera hacer para demostrar arrepentimiento puesto que la sangre ya había sido transfundida. Unos seis meses después el hombre expulsado solicitó ser restablecido y yo serví en el comité que escuchó su solicitud. Todavía puedo recordar el aspecto de la cara de este pobre hombre mientras lloraba y nos pedía que lo restableciéramos para que no muriera en el disfavor divino. Lo restablecimos ese día y unas semanas más tarde perdió su lucha contra la leucemia.”
Conclusión
El señor Ridley, representante oficial de la SWT, afirma en su respuesta que no se puede conceder a los TJ la libertad de tomar una decisión médica personal y confidencial para recibir una fracción sanguínea prohibida porque el permitir tal decisión de conciencia es equivalente a promover la hipocresía. Además afirma que la SWT tiene el derecho de negar la libertad personal a los TJ de escoger tratamiento médico sobre la base de la conciencia personal y de mantener confidenciales tales decisiones porque esto es necesario para proteger el “bienestar común” de la “sociedad organizada.” Puesto que él niega la presencia de prácticas coercitivas y la invasión de la privacidad del paciente, he presentado evidencia adicional de que se están empleando actualmente serias violaciones éticas para reforzar la política de la sangre. Obviamente la declaración oficial del señor Ridley exige más escrutinio y consideración por parte de la comunidad médica en general. Son vitalmente importantes las discusiones adicionales de gran alcance en esta área por parte de las comunidades médicas, éticas y religiosas. Por mi parte, creo que los médicos deberían informar a todos los pacientes TJ que rehúsen transfusiones de sangre que pudieran salvarles la vida que hay desacuerdo interno dentro de la comunidad de los Testigos de Jehová en cuanto a si los mandamientos de Dios exigen tal negativa, y que el paciente está en libertad de tomar una decisión a conciencia de aceptar tal transfusión en total confidencialidad médica.
Exención de responsabilidad
Los puntos de vista y opiniones expresados aquí son personales y no reflejan los del Kaiser Permanente and Northwest Permanente PC.
Reconocimiento
Agradezco a muchos actuales y anteriores Testigos de Jehová que me proporcionaron documentos y discusiones valiosos, que formaron la base de este artículo. Infortunadamente, no se pueden revelar sus nombres públicamente debido al temor de castigo por la organización religiosa.
Referencias y notas
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Beacon Light for Former Jehovah's Witnesses (http://www.xjw.com) tiene varios artículos sobre el rechazo, incluyendo el testimonio de un anterior TJ que no pudo volver a ver a su madre luego de su expulsión hasta su funeral (http://www.xjw.com/ron-mom.html), y otro testimonio sobre una devota madre TJ que fue expulsada tras décadas de leal adherencia porque rehusó rechazar a su único hijo (http://www.xjw.com/rawe-df.html).
Véase referencia 13: 26.
Véase referencia 13: 30.
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Anónimo. Jehová gobierna mediante la teocracia. La Atalaya, 15 de enero de 1994: 14.
Anónimo. "Tiempo de hablar”...¿cuándo? La Atalaya, 1 de septiembre de 1987: 12.
Watch Tower Society. Regulations of the visitation group of the patients. Esta es una carta enviada a los miembros del comité de enlace con los hospitales en octubre de 1993. Se puede ver en línea una copia en español en: http://www.ajwrb.org/visitation.htm
Este testimonio está disponible en línea en: http://www.ajwrb.org/letest.htm
Osamu Muramoto Kaiser Permanente Northwest Division Portland, Oregon, USA
Osamu Muramoto, MD, PhD, es miembro del Regional Ethics Council at Kaiser Permanente Northwest Division y neurólogo en Northwest Permanente PC, Portland, Oregon, USA. Dirija su correspondencia a: Kaiser Permanente Interstate Medical Office East, 3550 N Interstate Avenue, Portland, Oregon 97227 USA. E-mail: muramotosa@kpnw.org