Como hemos dejado constancia anteriormente, la organización de los Testigos de Jehová mantiene como una de sus doctrinas principales la existencia de dos clases de personas dentro del cristianismo. La pertenencia a cada una de estas dos clases viene dada por una presunta selección divina, de manera que de antemano Dios asigna a cada uno el grupo al que pertenece.
Según mantienen además, esta selección se ha llevado a cabo en lo que podíamos considerar dos fases a partir de la aparición de Jesucristo hace casi veinte siglos. En primer lugar Jehová ha recogido a los 144.000, cosa que tiene sus contradicciones cuando se examinan algunos razonamientos que ellos mismos hacen, como por ejemplo, cuando señalan algunos textos para justificar quién debe participar del pan y del vino en la conmemoración de la Cena del Señor. Además y, según cabe deducir de sus escritos (tampoco exentos de contradicciones en este sentido) la tarea que Jesucristo empezó y continuaron sus discípulos, quedó interrumpida durante casi diecinueve siglos, reanudándose con la aparición de C. T. Russell y sus asociados. Una vez recogidos estos “ungidos”, cosa que, según señalan, terminó hacia 1.935, se dio comienzo a una segunda etapa, el agrupamiento de la “grande muchedumbre”, éstos sin limitación alguna en el número.
Como oportunamente iré señalando, esto deja prácticamente a una gran parte de las personas que han vivido después de Jesucristo fuera de esa labor de recogida por la única razón de haber vivido en un período de tiempo en el que a ellos (los fundadores de la Sociedad y quienes continúan al frente de la misma) no les ha tocado vivir. Lógicamente no iban a excluir a Jesucristo y sus discípulos de esta tarea. Naturalmente ellos hablan elogiosamente de personas que han vivido durante esa época que pretenden ignorar (William Tyndale, John Wicleff, Jan Huss, etc.). Son, entre otros, los elementos contradictorios a los que me refería antes.
Sin embargo, las palabras de Jesucristo, a las que nos hemos de atener, no dejan lugar a dudas:
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los dias hasta el fin del mundo Mateo 28: 20b. (BJ)Estas palabras eliminan cualquier paréntesis temporal que pudieran insinuar los escritores de la Sociedad Watch Tower.
Conceptualmente la diferencia entre un grupo y el otro queda determinada por el destino diferente que los individuos tienen para el futuro, ya que unos pocos (144.000 exactamente) vivirán en el cielo, mientras que para todos los demás su recompensa la disfrutarán en un paraíso en la tierra. También tienen diferentes funciones asignadas. El grupo de los 144.000, “ungidos por espíritu”, están destinados a compartir las tareas de gobierno y otras de tipo espiritual (ejercerán funciones de “reyes” y también “sacerdotales”), mientras los demás se beneficiarán de esas actividades del grupo minoritario.
Físicamente nadie puede corroborar con precisión quién pertenece a la privilegiada clase de los “ungidos”, siendo una convicción interna la que hace a la persona alistarse en ese grupo. Por omisión, los demás entienden que pertenecen al grupo que podríamos llamar “del montón”. Explicar esa distinción es muy difícil dado el carácter subjetivo que en la práctica determina la pertenencia al grupo de los “ungidos”. Pero alguien se arriesgó a explicarlo, alegando que esa tendencia que uno siente por vivir en la tierra, cultivando sus productos, haciéndose una casita junto a la montaña para albergar a los suyos y disfrutar de la vecindad de otros en similares condiciones era un indicio claro de que su lugar es la tierra y no el cielo como esperanza de futuro. Seguramente que si a cualquiera de los que afirman tener la “esperanza celestial”, se le ofreciera un buen huerto, con una cabaña junto al arroyo y unos amigos con quienes compartir los sabrosos frutos de su cultivo (cualquiera de las muchas ilustraciones que la Sociedad incluye en sus publicaciones puede servirnos de ejemplo) no le haría muchos “ascos”.
Como signo externo, el participar del pan y del vino cuando se celebra la conmemoración de la Cena del Señor, es lo que identifica a esa persona como candidata a tener un lugar reservado en los cielos. Con sólo estos datos como referencia, la tarjeta personal de cada individuo que mantiene la congregación y refleja la actividad de predicación de cada uno, siendo la base para una serie de cosas que ahora no vamos a considerar, lleva una anotación identificadora del grupo al que cada uno alega pertenecer (“Ungidos” ú “Otras Ovejas”).
En la actualidad, “el resto”, es decir, unos 8.795 actualmente, son los que visiblemente testimonian esa “realidad” de su candidatura a un futuro puesto de gobernación compartida con Jesucristo desde el cielo. Teóricamente ellos son además los responsables de impartir la enseñanza, aunque en la práctica, sólo una pequeña parte de ese número y paradójicamente otra pequeña parte no pertenecientes a ese grupo, sino al de “la grande muchedumbre” son los que realmente “cortan el bacalao” en ese sentido.
Lógicamente esa distinción entre una y otra clase está supuestamente respaldada por la Biblia, señalando a una serie de textos que sirven de apoyo a estos postulados. Al considerar las afirmaciones de la Sociedad, iremos analizando los textos envueltos en el proceso seguido para establecer su doctrina y señalar al mismo tiempo por qué sus alegaciones no son ciertas.
El libro “Unidos en la Adoración del único Dios Verdadero” dice:
En 1923 se llegó a discernir que las “ovejas” de la parábola de Jesús en Mateo 25: 31-46 y las “otras ovejas” a las cuales él se refirió en Juan 10:16 eran personas que ahora viven y que tendrían oportunidad de morar para siempre aquí en la tierra. [...] Después, en 1935, se vio que la “gran multitud”, o “grande muchedumbre”, de Revelación 7: 9-17 era lo mismo que las “ovejas” de la parábola de Jesús acerca de las ovejas y las cabras. [...]. Capítulo 13, párrafo 2, páginas 103-104. (subrayado nuestro)Hemos dedicado sendos artículos que analizan lo referente a Mateo 25:31-46 y Revelación 7: 9-17. Por su parte Jesucristo hizo una hermosa alegoría en la que se mostró a sí mismo como la única puerta de entrada al aprisco y como un buen pastor que conoce a sus ovejas y es conocido de ellas, cuidándolas de tal manera que hasta sacrifica su propia vida por la de ellas. (Juan 10: 1-16). Lógicamente el ámbito en el que Jesús pronunció estas palabras eran sus contemporáneos (sus discípulos) en el tiempo, y personas de Palestina, personas judías, en el espacio y la educación. Pero no eran los únicos a quienes iban dirigidas. En ese contexto es en donde tienen sentido estas palabras:
También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas tengo que llevarlas y escucharán mi voz; habrá un solo rebaño, un solo pastor. Juan 10: 16. (BJ)Personas que no escucharon las palabras de Jesús por imposibilidad física en el espacio, en el tipo de comunidad y en el tiempo llegarían a oir su voz, a través de su palabra, le aceptarían como la única “puerta” por la que entrar al redil y llegarían a formar parte del “un solo rebaño” perteneciente a un pastor único. Nada de un “rebaño pequeño” y otro grande.
Evidentemente los de la “grande muchedumbre” de Revelación 7: 9-17 forman parte de ese sólo rebaño, como también las “ovejas” de la parábola de Jesucristo de Mateo 25: 31-46, pero también están incluidos los 144.000 (se trate de un número literal o simbólico), es decir, todas las personas que finalmente alcancen la salvación, por las que Jesús, el buen pastor, no en vano ha dado su vida. La única distinción entre ellos es que unos escucharon a Jesús directamente, le siguieron de una parte a otra por tierras bíblicas, vieron sus milagros y además practicaban la religión judía como miembros que eran del pueblo de Israel, mientras que, por razones obvias, a la gran mayoría le ha estado vedado tal privilegio.
Lógicamente, al tratarse de los comienzos, los que tuvieron contacto directo con Jesucristo eran relativamente pocos, siendo natural que se refiriera a ellos como siendo todavía un “rebaño pequeño” (Lucas 12:32). Pero bien sabía que no serían los únicos. Su obra tendría continuidad después de su muerte y de la desaparición de sus discípulos directos. Todos esos, venidos después, constituyen esas “otras ovejas” que Jesús dijo tener, no circunscritas al entorno judaico. Sin embargo, aunque nosotros no hayamos formado parte de aquel grupo íntimo que estuvo en estrecha comunicación con Jesús, no estamos en desventaja con respecto a ellos, ya que al aceptarlo como nuestro Salvador, como la “puerta” y como nuestro “pastor”, “todos” pasamos a formar parte del “único rebaño” existente en orden a la salvación que él reconoce como sus “ovejas”.
De paso conviene hacer resaltar que esa referencia exclusiva a nuestros contemporáneos que queda subrayada en el párrafo citado del libro “Unidos”, de momento en lo que tiene que ver con el juicio que se relata en Mateo 25 ya no está vigente para la Organización.
Eso quiere decir que, puesto que las “ovejas” de Mateo 25 no serán identificadas hasta que tenga lugar el juicio allí relatado (lo cual es rigurosamente cierto), la interpretación que sobre los componentes de “la grande muchedumbre” aún mantiene la Watch Tower ya no se ajustaría a lo que el libro “Unidos” afirma tal y como señala el párrafo citado anteriormente, al romper su identidad con esas ovejas que son apartadas a la derecha del Rey Jesucristo. Además, si utilizamos la lógica seguida en esas afirmaciones del libro anteriormente anotadas, deducimos que tampoco “las otras ovejas” de Juan 10: 16 tienen nada que ver con las “ovejas” que se mencionan en el capítulo 25 de Mateo al haber sido éstas desplazadas en el tiempo. Quizá todo este juego resulte en un galimatías, pero os aseguro que yo no he sido el autor de ninguna de las afirmaciones del libro “Unidos”. Además tampoco merece la pena ir más allá en el análisis que una mera reflexión. Pero sí que es conveniente ir tomando nota de la consistencia de las afirmaciones de la Sociedad.
Claro que uno no sale de su asombro al contemplar esos esfuerzos titánicos de los redactores de la Watch Tower por justificar lo injustificable y tratar de buscar una adaptación prácticamente imposible del lenguaje para hacer encajar las piezas doctrinales de manera sutil, astuta y siempre manipuladora con el objetivo último de mantener sus doctrinas a toda costa. Así en La Atalaya del 1.2.98, página 18, párrafo 2 abordan este asunto de la siguiente manera:
A esta gran muchedumbre se la reconoció en 1.935, y hoy la componen más de cinco millones. A sus miembros, marcados para sobrevivir a la gran tribulación, se les separará para vida eterna cuando Jesús divida a “las ovejas” de “las cabras”. Estos cristianos de la gran muchedumbre pertenecen a las “otras ovejas” de la ilustración de Jesús sobre los apriscos. Tienen la esperanza de vivir para siempre en una Tierra paradisíaca (Mateo 25: 31-46; Juan 10:16; Revelación 21: 3-4.). Subrayado nuestroSi te fijas bien, este párrafo es, en lo fundamental, un reciclaje del que hemos comentado del libro “Unidos”, ya que contiene los mismos elementos y la misma idea. El reajuste introducido y que se debe a la necesaria adaptación por el cambio en la interpretación de Mateo 25: 31-46, no hace más que abrir nuevos interrogantes:
¿En dónde y de qué expresión del pasaje de Revelación 7: 9-17 cabe deducir que los miembros de la gran muchedumbre están marcados para sobrevivir a la gran tribulación? ¿No dice claramente que Estos son los que han salido de la gran tribulación? (Reina-Valera. Revisión 1.960)
¿Qué otro objeto tiene el decir que se les separará para vida eterna cuando Jesús divida a “las ovejas” de “las cabras, sino el mantener esa conexión de textos sin base bíblica posible? ¿No es cierto que en la visión que el apóstol Juan tuvo fue la de una muchedumbre de personas ya aprobadas, puesto que en adelante no experimentarían las dificultades y dolores inherentes a nuestra vida actual y, en consecuencia, separadas previamente de las cabras? (ver el artículo de esta serie Celebran su Salvación ante el trono de Dios).
¿Cuál es, si no, la razón para incluir también aquí una referencia a Juan 10: 16, sino mantener la posición de que todos estos textos se refieren a la misma clase de personas tal como se afirma en el párrafo que hemos comentado del libro “Unidos” y que sólo aplican al grupo de “las otras ovejas”?
Naturalmente, cada vez que se toca alguna pieza doctrinal, se hace necesario un reajuste de las demás que con la misma han relacionado para hacerlas “encajar” a la nueva situación. ¿Es eso honrado? ¿No cabe un replanteamiento más profundo que el meramente ir “parcheando” aquí y allá para recomponer el desaguisado?
(Cuando hayas terminado de leer este artículo, presta especial atención a los “retoques” en el lenguaje escrito de la Sociedad mencionados y reflexiona sobre los mismos. Hechos semejantes se producen con mucha frecuencia en sus escritos y pasan casi desapercibidos, porque no avisan de la importancia que tienen. Se trata del botón de muestra que nos ilustra esa práctica manipuladora.)
Por tanto, pretender establecer un vínculo entre estos textos en el sentido de identificar a las personas a las que se refieren como pertenecientes a una clase de cristianos diferente a esa otra clase que ellos llaman “ungidos”, es dar un salto en el vacío. Los textos que utilizan para tal propósito tienen un significado bastante más sencillo que todo ese enrevesado proceso interpretativo que conduce a la división forzada de los seguidores de Jesucristo en dos clases, con distintas esperanzas, nada más lejos del espíritu del cristianismo y, por supuesto, de lo que realmente dice la Sagrada Escritura:
Así pues, yo, el prisionero en el Señor, os exhorto a conduciros de una manera digna de la vocación a la que fuísteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, con comprensión, soportándoos unos a otros con amor, esforzándoos en guardar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también fuísteis llamados a una sola esperanza de vuestra vocación. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Un Dios y Padre de todos, el que está sobre todos, mediante todos actúa y está en todos. Y a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Efesios 4: 1-7 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).Este llamamiento de Pablo a la unidad es sumamente esclarecedor. En tan pocos versículos hay un abundante caudal de doctrina y un espíritu tan alto para la práctica de la vida cristiana que merece un comentario mucho más amplio. En esta ocasión quiero hacer resaltar algunas de las cosas que todos compartimos y por las que debemos estar unidos:
-Un solo Dios y Padre
-Un solo Señor
-Una sola fe
-Un solo bautismo
-Una sola esperanzaContinuando con las observaciones a ese comentario de la Sociedad, y teniendo en cuenta los conceptos de las dos clases de cristianos así como las fechas que mencionan, y que delimitan un calendario de agrupación y reclutamiento de unos y otros tal como decía al principio, implícitamente borran de la existencia a efectos relativos a la salvación a la práctica totalidad de los humanos que han vivido durante la mayor parte del período que va desde el siglo segundo hasta finales del diecinueve.
Resumiendo, Juan 10: 16, Revelación 7: 9-17 y Mateo 25: 31-46, cada uno de ellos tiene su contexto que le da sentido propio e independiente de los demás. Esa relación que la organización de los Testigos de Jehová establece entre los mismos sobre la base de que se refieren no a los cristianos en general, sino única y exclusivamente a la clase denominada “las otras ovejas” es producto de fantasías tendenciosas, carece de base bíblica y, por supuesto, es errónea y nociva al desvirtuar el sentido de estos pasajes.
Aunque el resultado final es para todos formar parte del un “sólo rebaño”, nada tiene que ver con esa visión “clasista” que la Sociedad Watch Tower patrocina.
En cuanto a llegar a identificar a una clase de cristianos “ungidos” diferenciada de los demás tanto por sus expectativas (vivir en el cielo) como por sus funciones (gobernar a los demás) forma parte también de ese complicado proceso al que antes aludía por el que establecen una relación entre unos textos que no existe en absoluto.
Quiero hacer notar también otro método para adoctrinar a las personas imbuyéndolas de su visión sectaria del contenido bíblico. Se trata de la insistencia en restringir el significado del texto bíblico y condicionar al lector para que lo entienda de una manera parcial, empobrecida y distorsionada. Esta operación se lleva a cabo añadiendo sistemáticamente expresiones para matizar el significado de manera que venga a decir lo que en realidad no dice, pero que se ajusta a su teoría de las dos clases de cristianos. Todos los testigos han estado sometidos a esta práctica y pueden comprobarlo con sólo prestar un poco de atención. Me refiero a la inclusión gratuita de la expresión “cristianos ungidos”, “otras ovejas” o similares en infinidad de declaraciones de la Biblia que con esa apostilla quedan adulteradas. Estas expresiones que aparecen aquí, allá y por doquier en sus escritos son semejantes a éstas citadas como ejemplo:
El apóstol Pedro escribió lo siguiente a los que habían sido escogidos para gobernar en ese Reino...(La Atalaya del 1.7.95, página 10, párrafo 5)El apóstol Pablo escribió que los cristianos ungidos...(“Apocalipsis”, página 115, párrafo 8)
Cuando el discípulo Santiago escribió a los cristianos ungidos del siglo primero ... (La Atalaya del 1.7.95, página 12, párrafo 14)
Jehová dijo además con relación a los que están en el nuevo pacto: ... (La Atalaya del 1.2.98, página 15, párrafo 10)
El mismo efecto se persigue al incluir en las preguntas elementos que la Biblia no contiene y que, como en el caso de las expresiones antes mencionadas, tienen por objeto condicionar al lector para que entienda el texto de la manera que ellos desean. Provisionalmente tanto a estas expresiones, como a las preguntas a las que me refiero les asignaremos el calificativo de “perturbadoras” para que nos entendamos en esta ocasión. Unas y otras aparecen con tal profusión en las páginas de su literatura, que ésta se parece a un campo sembrado de minas, pues no son otra cosa que trampas espirituales.
El abuso de estas matizaciones es tal que, junto con las insinuaciones de que la Biblia está escrita especialmente para los supuestos “ungidos”, ha creado un ambiente de dependencia de unas pocas personas que denigra el concepto de lo que es la congregación o iglesia de Dios, el cuerpo de Cristo. De hecho, afirman pretenciosamente que sólo el grupo de los 144.000 forma la congregación verdadera. Si a ello añadimos todas las atribuciones que se otorga ese grupúsculo formado por el “cuerpo gobernante” y sus colaboradores, llegamos sin lugar a dudas al marcado carácter sectario de la Sociedad.
Al utilizar esta práctica están, de hecho, decidiendo qué textos aplican a una clase y cuáles a la otra. Pero el hecho de que la Biblia no incluye semejantes distinciones aclaratorias es porque en realidad no existen y nadie está autorizado a introducirlas, so pena de adulterar la Palabra de Dios, introduciendo “clases” dentro de la Congregación Cristiana. Es evidente que eso es tristemente lo que ha hecho la Sociedad Watch Tower ininterrumpidamente. Sin embargo, la Biblia no tiene partes escritas exclusiva ni principalmente para ninguna clase, porque no existe esa división.
Habiendo considerado, pues, sus alegaciones para justificar la existencia del grupo secundario en la práctica para ellos, denominado como “la gran muchedumbre”, también vamos a hacer otro tanto en lo que se refiere al grupo de los “ungidos”.
El capítulo 9 del libro “La Verdad que lleva a Vida Eterna” titulado Por qué un “rebaño pequeño” va al cielo aporta textos en los que se apoyan para mantener esta doctrina. Así, entre otras cosas, el párrafo 3, en la página 76 dice:
En Revelación 20: 6 leemos acerca de los que serían resucitados a vida celestial: “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.” Jesucristo es el rey principal y el sumo sacerdote, y estos fieles tomados de la tierra sirven con él. - Revelación 5: 9-10.La parte que he subrayado puede considerarse como una de las expresiones “perturbadoras”, como podemos comprobar al examinar los textos que se mencionan. Empezaremos por Revelación 5: 9-10:
Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Apocalipsis 5: 9-10 (Thompson)Debemos situarnos en el contexto exacto de estas palabras que no es otro que una de las visiones que al apóstol Juan le fueron reveladas, en este caso vio un rollo de unas características especiales, sellado con siete sellos y que solamente Jesucristo pudo desatar. Pero en la visión había otros personajes que son los que entonan el cántico antes citado. El versículo 8 nos los identifica:
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Apocalipsis 5: 8. (Thompson)Estos personajes, de los que se dice que han sido hechos reyes y sacerdotes y reinarán sobre la tierra, nada tienen que ver con los 144.000. De ellos se dice que provienen de todo linaje, lengua, pueblo y nación, exactamente lo que se dice de la “grande muchedumbre” en Apocalipsis 7: 9. En cambio, en Apocalipsis 7: 1-8, en donde se describe cómo son sellados los 144.000, no se hace referencia alguna a estas criaturas vivientes ni a los ancianos a los que se menciona en Apocalipsis 5: 9-10, y en cuanto a su procedencia el contraste es evidente ya que estos 144.000 proceden de las doce tribus de Israel. De ellos no se dice que sean reyes y sacerdotes.
Por tanto, éstos de los que se dice que han sido hechos “reyes y sacerdotes” provienen de “todo linaje, lengua, tribu y nación”. Y lo que no podemos es dar a expresiones bíblicas perfectamente delimitadas en su significado una interpretación diferente en cada uno de los diferentes pasajes de la Biblia en que aparecen para hacerlas encajar con ideas predeterminadas, cuando el contexto no da pie a que se proceda de esa manera.
Para poder mantener su doctrina de que los 144.000 son reyes y sacerdotes, la Sociedad Watch Tower se empeña en identificar a los 24 ancianos con los 144.000. Así en el libro Apocalipsis, página 201, párrafo 11 dice:
¿Por qué se hace referencia a estos vencedores ungidos con dos diferentes expresiones: los simbólicos 24 ancianos y los 144.000? Esto se debe a que Revelación considera a este único grupo desde dos puntos de vista diferentes.Pero Revelación o Apocalipsis no da indicios por los que se pueda llegar a esa conclusión. Todo forma parte de esa charlatanería irresponsable de la que está plagada toda la literatura de la Watch Tower. Para examinar Revelación 20: 6 incluiremos otros versículos que forman parte del contexto:
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos, y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no llegaron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. Apocalipsis 20: 4-6 (Thompson).Hemos de situarnos en la descripción de los detalles que da Apocalipsis sobre el milenio, pasaje al que corresponden estos versículos. Sólo señalaremos algunas características de los que aquí se dice que “serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”:
-Habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios
-No habían adorado a la bestia salvaje ni su imagen
-No recibieron la marca de la bestia en sus frentes ni en sus manosDe ninguna manera se dice que pertenezcan a los 144.000 (los que serían resucitados a vida celestial, en el lenguaje que utiliza el libro “La Verdad”). Sin embargo, al analizar esta parte de la Biblia el libro “Apocalipsis... se acerca su magnífica culminación” recurre a esa clase de preguntas que hemos calificado como “perturbadoras”. Así en la página 289 la pregunta para el párrafo 10 dice literalmente:
a) ¿Cómo describe Juan ahora a los 144.000 reyes?
b) Por lo que Juan nos ha dicho antes, ¿Quiénes se hallan entre los 144.000 reyes?La pregunta para el párrafo 12 dice:
¿Qué informa Juan acerca de los 144.000 reyes, y cuándo llegan a vivir ellos?La respuesta a estas preguntas bien puede ser esta otra:
¿En donde en este pasaje bíblico hace Juan referencia alguna a los 144.000?Es un bombardeo constante del número 144.000. Tan sólo en el capítulo 29 hay más de 30 referencias a esta cifra. Es una verdadera obsesión. En el libro Apocalipsis, escrito por Juan, solamente aparece en el capítulo 7 y en el 14. En cambio este tema en sus diversas formas lo tratan con una desmesura tal que da la impresión que las publicaciones de la Sociedad no hablan de otra cosa.
El otro lugar en donde se menciona a los 144.000 es en el capítulo 14 en donde leemos:
Y miré; y apareció el Cordero sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas y como estampido de gran trueno; y la voz que oí era como de citaristas que tocan sus cítaras. Y cantan un cántico nuevo ante el trono y ante los cuatro seres vivientes y los ancianos. Nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero a dondequiera que va. Estos fueron rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. Y en su boca no se halló mentira. Son intachables. Apocalipsis 14: 1-5 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica)Este otro pasaje merece un comentario reposado. Debido a la propia dificultad que entraña empeñar una interpretación de manera categórica, a la manera que acostumbra hacerlo la Sociedad Watch Tower, sobre todo cuando se trata de pasajes del Apocalipsis, mi comentario debe entenderse como una reflexión que, sin pretender que estéis de acuerdo conmigo, me gustaría que la consideréis como una deducción lógica que creo puede ser razonable.
En primer lugar centraremos la atención en estas palabras del libro “Apocalipsis”, página 200, párrafo 6:
No sorprende que Juan, al oir 144.000 voces en un solo coro melodioso, recuerde el sonido de cataratas rugientes y poderosas tronadas.¿En dónde dice Juan que esa voz atronadora que resultó como el sonido de un grupo de arpistas tocando sus arpas, resultando finalmente en ese cántico procedente de delante del trono, etc., correspondiera a 144.000 gargantas?. Lo que Juan nos describe aquí es otra cosa bien distinta a todo eso.
Si nos fijamos bien, en el versículo primero los personajes (los 144.000) se sitúan en el monte Sión. El versículo dos nos habla de una voz procedente del cielo. Esta voz se describe con diversos detalles, el último de los cuales nos dice que era como de “arpistas que tocaban sus arpas”. Los pormenores que el versículo tercero nos da aclaran que los productores de este cántico estaban “ante del trono, ante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos”. Inmediatamente después de eso se nos informa que el papel de los 144.000 con respecto a este cántico es el de “aprenderlo”, no eran los “originadores” del sonido de dicha canción. Además, si tenemos en cuenta los detalles en cuanto a la ubicación que nos aportan los dos primeros versículos, se hace patente el contraste entre el monte Sión, ubicado físicamente en la tierra, y el cielo, de donde procede esa misteriosa canción que solamente pueden aprender los 144.000. El versículo dos establece una marcada diferencia en la ubicación con respecto al primero y, en general, la propia manera en que se lleva a cabo la exposición del relato, determina una clara diferenciación de los personajes tanto en lo que se refiere a su identidad como en lo concerniente al lugar en el que son situados. Así mismo, quienes entonaban esa canción ya la “sabían”, no necesitaban “aprenderla”.
Por tanto, lo que queda claro es que esos ancianos que vuelven a mencionarse en compañía de los cuatro seres vivientes, tal como se hacía anteriormente en Apocalipsis 5: 8, nada tienen que ver con los 144.000 que están ubicados en un sitio diferente, en el monte Sión, y nada hay que dé a entender que se trate de un monte Sión celestial, pero sí que podría ser una referencia válida a su condición de “israelitas” a diferencia de otros que proceden de “todas las naciones tribus y lenguas”. Sea como fuere, en ningún caso hay cabida para esa interpretación que llega a considerar a los ancianos como una “manera diferente de ver a los 144.000” (Ver el capítulo 29 del libro “Apocalipsis”). Siempre aparecen clarísimamente diferenciados los unos de los otros.
De pasada, dejando aparte los aspectos que acabamos de considerar, y fijándonos en las cualidades de éstos que la Biblia describe “como primicias para Dios y para el Cordero”, el versículo 5 dice:
Y en su boca no se halló mentira: son intachables.¡Toda una lección para quienes afirman ser de ese grupo!
Al principio he expuesto el comentario (uno de tantos) de un anciano cuando trataba de explicar cómo una persona puede percibir que no es parte del “rebaño pequeño”. Pues bien ¿Cómo saben que sí pertenecen a ese grupo quienes así lo afirman?
El Libro “La Verdad” en la página 78, párrafo 8 contesta así:
Por medio del funcionamiento del espíritu de Dios, que implanta y cultiva en ellos la esperanza de vida celestial. El apóstol Pablo, como uno del rebaño pequeño, escribió: “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, mas coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente”. (Romanos 8:16-17).Es este uno de los textos clave que citan en defensa de sus alegaciones. Sin embargo os invito seriamente a que leáis con tranquilidad todo el capítulo 8 de Romanos. Tal como Romanos 13: 1-7 tiene una enseñanza muy clara, este capítulo 8 también la tiene. Citaré sólo unos versículos:
Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, ya que las tendencias de la carne son contrarias a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no estais en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Romanos 8: 5-9. (BJ).Así pues, Pablo habla de dos clases. Pero de dos clases de personas, los siervos de Dios, que se dejan guiar por el espíritu y aquellos otros que se rigen por las exigencias de la carne, nunca se refiere a dos diferentes categorías entre los propios siervos de Dios. En ese contexto y no otro hay que entender también el resto de este capítulo.
Como este tema es suficientemente importante, volveremos a este capítulo en otra ocasión. Pero quizá resulte interesante hacernos una última pregunta:
Cuando Apocalipsis describe cómo son sellados los 144.000, también nos dice que están encuadrados dentro de doce tribus a diferencia de la “gran muchedumbre” que son incontables y de procedencias muy diversas. Si quienes afirman que pertenecen a ese grupo reducido están tan seguros de ello ¿No tendría también su lógica que supieran además a cuál de las tribus pertenece cada uno de ellos? ¿Cómo pueden saber que son uno de los 144.000 sin saber a cuál de los grupos de 12.000 pertenece?. Podría asemejarse a alguien que afirma pertenecer a la familia Gómez, pero ignora si es hijo de Oscar Gómez, de Laura Gómez, de Roberto Gómez o de Juan José Gómez. Con todos mis respetos para la, por supuesto, imaginaria familia Gómez, que conste.
(Contribuido)