Preámbulo
Este artículo, queridos hermanos, estaba en principio programado para más adelante, ya que hay abundante información sobre el asunto de la sangre en esta página. Sin embargo y, ya que se han acelerado algunos acontecimientos relacionados con el tema, me ha parecido bien interrumpir lo que hubiera sido el desarrollo normal en la elaboración de esta serie de artículos e introducir esta consideración en este preciso momento. También se debe, en parte a que algunos de ustedes me han pedido información sobre el tema de la sangre, de manera que a lo largo de estas páginas trataré de exponer lo que creo personalmente que la Sagrada Escritura nos transmite para nuestro conocimiento y nuestra observancia en cuanto a la cuestión.
Notarán que, aunque ha sido mi costumbre copiar los textos bíblicos íntegramente a fin de facilitarles su lectura y acercarlos más al comentario, en esta ocasión no siempre sucede así debido a que cito incluso capítulos enteros. Sin embargo, creo muy importante que se consideren (se lean) esos capítulos ya que en ellos se aprende a extraer el espíritu que apoya, en mi opinión, lo que aquí se considera. No es, por tanto, cuestión de abarcar toda la información de prisa, sino más bien estudiar porciones de la Palabra de Dios que, aunque se refieran a otros temas (distintas circunstancias en tiempo y espacio), también nos ilustran y nos arrojan luz, porque encontramos los principios bíblicos que nos capacitan y desarrollan nuestra mente espiritual para relacionar unas cosas con otras y encontrar el punto justo del mensaje que nos transmite la Palabra de Dios, la sabiduría divina, no la humana.
Creo que echar un vistazo a las condiciones y a la vida de aquellos primeros tiempos, a las preocupaciones y los problemas con los que tuvieron que bregar Pablo y sus compañeros entre los incircuncisos, así como Pedro, Santiago y otros entre los de la circuncisión puede resultar clave en esclarecer todo lo relacionado con el tema que abordamos en esta ocasión. En todo caso, piensen (como siempre) que es una reflexión que, aunque creo extrae enseñanza sana, nunca la considero inamovible en todos sus puntos, siendo ustedes libres de concordar o no con lo que expreso. Aparte de eso, me permito expresarles que, aunque a lo largo del artículo se aborda el tema bajo diversos ángulos, para mí el aspecto más importante es el tratamiento bajo el punto de vista bíblico, ya que estoy convencido de que el texto sagrado, analizado cuidadosamente no prohibe ni el comer sangre, ni admitir sangre mediante una transfusión sanguínea.
Sé que algunos de ustedes incluso han considerado en grupo los artículos de esta serie. Me siento feliz de que les puedan haber sido y les sigan siendo útiles, sin olvidar nunca que es la Palabra de Dios la que nos instruye. Teniendo todo eso en cuenta, les invito a considerar lo que creo podemos aprender entre todos de aquella memorable reunión que tuvieron los apóstoles y hombres de mayor edad en el primer siglo y que ha dado en llamarse el “Concilio de Jerusalén”. Cualquier observación que quieran hacerme sobre este o cualquier otro tema, saben que pueden hacerlo dirigiéndose a:
comentar@yahoo.com Circunstancias
Al comienzo de la congregación cristiana no sucedió que automáticamente todos los nuevos creyentes dejaran de observar completamente todas las cosas de la Ley de Moisés, sino que de hecho acudían a las sinagogas judías y allí exponían la nueva situación, basada en la muerte y resurrección de Jesucristo.
El propio apóstol Pedro reconoció que “jamás cosa profana o impura entró en mi boca” cuando tuvo una visión en la que vió toda suerte de animales y se le dijo que matara y comiera de ellos. Hechos, 10: 14; Hechos, 11: 8. Previamente los de la circuncisión le habían reprochado su encuentro con los no circuncisos. Hechos 11: 1-3.
Por otra parte muchos de los no judíos que también se convertían al cristianismo no estaban acostumbrados a las observancias judaicas y para seguir a Jesucristo y ser discípulos de él no se requería que observaran todo lo que se hallaba escrito en la Ley mosaica. De hecho esa Ley quedó clavada en el madero, es decir, la muerte de Jesucristo hizo inservible, en cuanto a obtener la salvación se refiere, el código de leyes que regulaba la vida de los israelitas.
En estas circunstancias eran frecuentes las discusiones y hasta las tensiones entre los judíos conversos y los gentiles, especialmente en Antioquía de Siria y los territorios relativamente cercanos a Palestina en donde había multitud de personas de origen judío (en la diáspora), viéndose envueltos los apóstoles y misioneros del primer siglo.
Leer los capítulos 10 a 14 de Hechos.
Concilio de Jerusalén
Cuando Pablo regresó a Antioquía de Siria después de su primer viaje misional, relató a toda la congregación lo que Dios había hecho con los gentiles:
A su llegada reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar todo cuanto Dios había hecho juntamente con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Y permanecieron no poco tiempo con los discípulos. Hechos 14: 27-28 (BJ)Pero surgió un problema con los de origen judío en cuanto a la Circuncisión:
Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: “si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros”. Hechos 15:1 (BJ).Eso provocó tensión entre aquellas personas y Pablo y su compañero Bernabé. Debido a que era una cuestión suficientemente importante, con buen criterio decidieron exponer el asunto a los apóstoles y ancianos en Jerusalén para entre todos llegar a un entendimiento común, conciliando a las partes en el ejercicio de la nueva fe:
Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén donde los apóstoles y presbíteros para tratar esta cuestión. Hechos 15:2 (BJ).Aunque aquí se menciona sólo la circuncisión, en realidad estaba envuelta la observancia de la Ley mosaica, ya que una vez en Jerusalén y, después de ser recibidos por los apóstoles y presbíteros, se encontraron con opiniones discrepantes:
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Hechos 15:5 (BJ).De manera que todo en conjunto era fuente de polémica y desacuerdo. Para dilucidar las cosas se convocó una reunión:
Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto. Hechos 15: 6. (BJ).Pero tampoco estaba completamente claro para los apóstoles y ancianos cómo manejar la situación a fin de encontrar la mejor manera de solventar satisfactoriamente los problemas, ya que también hubo una larga controversia entre ellos. (Hechos 15:7). Eso nos da a entender que no era una cuestión de que se estaban enfrentando a una ley claramente expuesta en las Escrituras, como el asesinato por ejemplo. De otro modo no se hubiera producido disparidad de opiniones.
Entonces tomó Pedro la Palabra y, para exponer que estaban en una nueva situación como pueblo de Dios diferente a la anterior a la muerte y resurrección de Cristo, dijo:
“Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos”. Hechos 15: 7-11 (BJ).Este discurso de Pedro, después de una larga discusión y previo a la intervención de Pablo es muy importante tenerlo en cuenta, porque forma parte esencial de toda la argumentación y el razonamiento doctrinal latente a fin de entender mejor la decisión tomada. Del mismo se pueden resaltar las siguientes palabras:
“... y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe”. Hechos 15: 9.Es decir, la fe en Jesucristo los limpió, sin otras consideraciones. Evidentemente ellos no observaban la Ley mosaica, ni se circuncidaban, posiblemente comerían animales sin desangrar dependiendo de sus costumbres. Nada de eso fue obstáculo para ser limpiados por la fe y compartir el espíritu santo. En cambio sí que es de suponer que no participaban en inmoralidad, fornicación, adulterio... como requisito para ser admitidos en la nueva fe y limpiados.
“...¿por qué tentáis a Dios, pretendiendo imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos sido capaces de soportar? Es por la gracia del Señor Jesús por la que creemos ser salvos, de la misma manera que ellos. (Hechos 15: 10-11). (NT versión Ecuménica)Toda la asamblea calló entonces para escuchar el testimonio de Pablo y Bernabé referente a la aceptación de los gentiles por parte de Dios. Eso corroboraba las palabras de Pedro. Habían sido aceptados, sin observar requisitos que estuvieran en la Ley de Moisés. Pablo y Bernabé habían sido utilizados por Dios para llevar a cabo señales y prodigios entre las naciones. Con todo, la reunión fue convocada por diferencias de opinión basadas en las costumbres derivadas de la práctica judía y de las costumbres de los no judíos que chocaban con fuerza con algunos hábitos de los circuncidados. Se hacía necesario un arbitraje conciliador, que hiriera lo menos posible a todos y que no fuera gravoso para nadie.
En esas circunstancias y una vez oído todo, Santiago tomó a continuación la palabra y, después de hacer alusión a las palabras de Pedro, entre otras cosas dijo:
«Por ello pienso yo que no se debe seguir molestando a los gentiles que se conviertan a Dios, sino escribirles que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo estrangulado y de la sangre. Porque desde hace muchas generaciones Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que lo leen en las sinagogas todos los sábados». Hechos 15: 19-21 (NT versión ecuménica)Por lo tanto, estaba muy arraigado en los conversos de origen judío debido a su asistencia a la sinagoga en donde escuchaban la lectura, era algo consustancial a su género de vida. El verbo que emplea Santiago (Krino) tiene el significado de escoger, decidir, preferir, juzgar, interpretar. Por tanto claramente se da a entender que estaba exponiendo su opinión (posiblemente acordada con otros) y lo que creía que era apropiado decidir.
Esto (lo que pensaba Santiago) pareció bien a todos y en el escrito que enviaron a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia (No se menciona ninguna otra congregación, ya que estaban en la zona en la que se había originado el conflicto) se dice:
Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros otra carga fuera de éstas, que son indispensables: que os abstengáis de las carnes consagradas a los ídolos, de la sangre, de lo estrangulado y de la fornicación. Preservándoos de estas cosas obraréis rectamente. Conservaos bien. Hechos 15: 28-29 (NT versión ecuménica).Leer Hechos 15 completo.
¿Quiere decirse que no eran las únicas posibles cargas o normas que se les podría haber impuesto?, es decir, ¿Podrían haber añadido alguna otra carga menos indispensable? En otras palabras, ¿No se da a entender que todo ello fue resultado de una deliberación ponderada, teniendo en cuenta los planteamientos y las cuestiones surgidas y que todo ello les parecía tanto a ellos como al Espíritu Santo suficiente como para apaciguar los ánimos?
Es de notar que no citan de lo escrito en las Sagradas Escrituras como apoyo a la decisión tomada, sino más bien utilizan frases que dan a entender la conveniencia de dicha decisión. Además “Porque Moisés desde hace muchas generaciones tiene en cada ciudad sus predicadores que lo leen en las sinagogas todos los sábados”. Hechos, 15: 21. La única cita de Santiago a la Escritura es para corroborar la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios. Hechos 15: 16-17.
El criterio seguido era correcto y la decisión acertada y aprobada por el espíritu santo. Tal vez aquí apliquen además las palabras de Jesucristo: “Os lo aseguro: todo lo que atéis en la tierra, atado será en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, desatado será en el cielo”. Mateo, 18: 18.
Repercusiones y ambiente general de la Congregación primitiva
En su siguiente viaje Pablo iba recomendando la observancia de los decretos acordados por los apóstoles y ancianos en Jerusalén, haciendo entrega de los mismos a las congregaciones en la zona de Siria y Cilicia, tal como se indica en hechos 16: 4 (Hechos 15:41). Es más, fue más lejos y circuncidó a Timoteo obedeciendo a razones que se explican en hechos 16:3: “... en atención a los judíos que había en aquellos lugares; pues todos sabían que su padre era griego.” Por tanto, podría decirse que Pablo hizo una interpretación adaptada de la decisión tomada en Jerusalén, ampliándola en este caso particular al asunto concreto de la circuncisión, pero con el mismo espíritu, evitar tensiones.
Leer Hechos 15:26 a 16:5.
También se sometió a otros requisitos de la Ley mosaica cuando las circunstancias lo requerían. Así, cuando al término de su tercera gira misional regresó a Jerusalén y se reunió con los ancianos, siguió las recomendaciones verbales de éstos a fin de tranquilizar a los “millares” de judíos conversos y “celosos” de la Ley. Hechos 21:17-26.
Teniendo en cuenta que el incidente que provocó la reunión en Jerusalén se produjo al finalizar el primer viaje misional de Pablo y que este nuevo regreso a la capital judía tuvo lugar después de su tercera gira misional, se entiende que Pablo no inculcaba en absoluto la observancia de los requisitos de la Ley mosaica en los nuevos territorios incluso después de aquella memorable reunión, y que eso debía ponerlo bajo escrutinio entre muchos de aquellos miles de conversos procedentes del judaísmo.
En efecto, tal como se expresa en Hechos 21:24: “... Así sabrán todos que no es verdad nada de lo que han oído decir de tí, sino que tú también sigues guardando la Ley”.
Y precisamente a continuación añaden nuevamente y, como en un paralelismo con lo anterior y, a modo de causa (motivo o razón por la cual), las estipulaciones del concilio de Jerusalén:
“Por lo que respecta a los gentiles que han creído les hemos mandado a decir que se debían abstener de los alimentos sacrificados a los ídolos, de sangre, de carnes ahogadas y de fornicación.” Hechos, 21:25 (La Santa Biblia. Dir. Dr. E. Martín Nieto).En una nota a este versículo la Biblia de Jerusalén incluye el Texto occ.: “En cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, no hay nada que decirte, pues nosotros hemos comunicado nuestra decisión: ninguna otra cosa tienen que observar sino abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre y de la impureza”.
El hecho de incluir esta alusión explícita a lo acordado en el decreto apostólico junto con una fuerte recomendación a Pablo para que cumpliera con ciertos ritos de la Ley Mosaica (a los que no estaba obligado) es significativo, ya que pone ambas cuestiones al mismo nivel de obligatoriedad, que en la práctica se trata de la conveniencia de no constituirse en un obstáculo o tropiezo para ningún cristiano, cualesquiera que fueran sus antecedentes. ¿Qué sentido tiene, si no, el traer a colación el decreto apostólico en este contexto?. Entiendo que es muy importante observar este hecho y hacerse esa reflexión. Además, tanto el lenguaje de Santiago, ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, como esa expresión nuestra decisión de la nota citada en la BJ denotan la existencia de una decisión tomada por conveniencia circunstancial, no de algo exigible por las Escrituras de las que en absoluto se cita como base para dicha decisión.
A continuación se relata cómo Pablo se sometió al rito de la purificación juntamente con los hombres que estaban sometidos a un voto. Hechos 21:26. (Normas para los nazareos en Números, 6: 13-21).
Así, entre este acto en el que Pablo se somete a unos requisitos de la Ley mosaica por una parte y las recomendaciones para observancia de lo acordado en el Concilio de Jerusalén por parte de los gentiles por otra, se evitaba perturbar la conciencia escrupulosa de aquellos nuevos conversos judíos. Además eran cosas fáciles de hacer, no contradecían ningún principio ¿Por qué, entonces, no someterse a ellas en beneficio de la buena convivencia?. En cuanto a Pablo, Hechos 21:24 menciona que: “... Así sabrán todos que no es verdad nada de lo que han oído decir de tí, sino que tú también sigues guardando la Ley”. ¿De verdad Pablo era un estricto observante de la Ley después de su conversión al cristianismo? Es evidente que no era ese el caso, pero sí que es cierto que no tenía inconveniente en someterse en aquella o cualquiera otra ocasión a uno de sus requisitos a fin de salvar la paz entre los hermanos. En ese sentido él continuaba guardando la Ley.
Naturalmente, los cristianos ya no estaban sometidos a las estipulaciones de la Ley mosaica, sin embargo eran considerados con quienes aún tenían muy arraigada su observancia. Pablo lo hizo así en esta ocasión por sugerencia de los ancianos de Jerusalén. Ellos estaban familiarizados con el ambiente y las costumbres de sus hermanos en aquella ciudad, sabían lo arraigado de su celo en la observancia de la Ley mosaica y entendieron que era mejor no violentar sus conciencias. También en este caso se actuó de una manera que fue más allá de lo estrictamente exigido en el Concilio de Jerusalén. Pero se aplicó el mismo principio expuesto en 1ª a los Corintios 10: 29 en cuanto a tener en cuenta la conciencia ajena, aunque en este caso no se trataba de “abstenerse” de algo para no perturbar la conciencia del prójimo, sino de “hacer” algo con ese mismo propósito.
El apóstol Pablo fue un ejemplo en amoldarse a toda circunstancia para ganar a todos para Cristo. Así pudo escribir:
“Libre, de hecho, como estoy de todos, me hice siervo de todos para ganarlos a todos. Y con los judíos me hice judío; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo ella sin estarlo, para ganar a los que están bajo la Ley; con los que están sin Ley, como quien está sin ella, para ganarlos, no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo.”. 1ª Cor., 9:19-21. (La Santa Biblia. Dir. Dr. E. Martín Nieto)Hay suficientes consejos y comentarios del apóstol Pablo relacionados con algunos de los puntos del decreto apostólico enviado a los conversos gentiles que amplían el entendimiento de aquellas normas y permiten deducir el espíritu con el que fueron emitidas, su alcance y obligatoriedad (ámbito) de su observancia.
En lo que a la fornicación se refiere, es evidente que no sólo el apóstol Pablo la condena en sus escritos, sino que en toda la Escritura está muy claro que forma parte esencial de la limpieza moral de todo servidor de Dios. Pablo lo explica de esta manera:
“¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo”. 1ª Cor., 6:18 (BJ).Es un pecado explícitamente declarado. Alguien pudiera decir y, de hecho se ha dicho, que las otras observancias decretadas por los apóstoles y hombres de mayor edad en Jerusalén han de tener la misma obligatoriedad que la prohibición de la fornicación. Pero eso no es verdad. Allí se anotan las cosas a las que los gentiles estaban más expuestos y a las que podían ser más vulnerables por su cultura y el entorno en que desarrollaban su vida. De no ser así, se tenían que haber añadido cosas como el asesinato, el robo, la mentira y otras que, es evidente, tenían que observar.
Años después de la decisión tomada por los Apóstoles y ancianos de Jerusalén, Pablo respondió a varias preguntas que le hicieron los cristianos de Corinto. Precisamente el tema de la carne inmolada a los ídolos es objeto de un amplio y profundo tratamiento, aclarándonos plenamente cómo debe entenderse y cómo aplica dependiendo de las circunstancias.
Para empezar, algunos versículos del capítulo 8 son ilustrativos y esclarecedores:
“Respecto a lo inmolado a los ídolos, es cosa sabida, pues todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha, el amor en cambio edifica.” 1ª Cor,8: 1 (BJ)“Ahora bien, respecto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios”. 1ª Cor., 8: 4 (BJ)
“Mas no todos tienen este conocimiento. Pues algunos, acostumbrados hasta ahora al ídolo, comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancha”. 1ª Cor, 8:7 (BJ)
“Por tanto, si un alimento causa escándalo a mi hermano, nunca comeré carne para no dar escándalo a mi hermano”. 1ª Cor., 8:13. (BJ)
A continuación Pablo se extiende en un dilatado desarrollo de temas relacionados con estas cuestiones, concluyendo con estas palabras:
“Todo es lícito, mas no todo es conveniente. Todo es lícito, mas no todo edifica. Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás”. 1ª Cor., 10:23-24. (BJ).“Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios; lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para que se salven”. 1ª Cor., 10:31-33. (BJ)
Observamos cómo años después de aquella importante resolución tomada en Jerusalén, Pablo no iba imponiendo la norma de abstenerse de carne sacrificada a los ídolos en las congregaciones más lejanas, establecidas con posterioridad en sus otros viajes misionales.
Leer 1ª Corintios capítulos 8, 9 y 10.
El asunto de comer sangre y animales estrangulados no se menciona más. Teniendo en cuenta que la sangre era la representación de la vida, que sólo pertenece a Dios, resultaba muy difícil para un judío el aceptar que se violara una ley tan arraigada, ya que los sacerdotes debían derramar la sangre del toro de la ofrenda en derredor del altar. Levítico, 1:5. Por otra parte, no debería resultar una cosa difícil de observar por los creyentes de entre los gentiles en atención a los de la circuncisión.
En su carta a los colosenses, Pablo escribió lo siguiente:
“Así pues, que nadie os critique en asuntos de comida o bebida, o a propósito de una fiesta o de una luna nueva o de un sábado, las cuales cosas son sombra de las venideras, pero la realidad es Cristo”. Colosenses, 2: 16-17 (NT versión ecuménica).Por lo que respecta a la circuncisión, que fue el tema central del debate, es evidente que quedó excluída de las exigencias para la vida cristiana. De hecho, en el decreto apostólico no se incluye. No obstante hemos visto cómo Pablo se sometió a este requisito en alguna ocasión a fin de no causar tropiezo a los de la circuncisión. Sobre este asunto leer Gálatas 5: 1-12.
Para quienes puedan equiparar y poner al mismo nivel de prohibición el abstenerse de sangre y el abstenerse de fornicación (ya que se mencionan juntas en el decreto apostólico y podría resultar lógico hacerlo así), se puede hacer el razonamiento de otra manera. Es decir, siguiendo esa misma lógica, tampoco se podría participar de ningún modo de la carne inmolada a los ídolos. Pero no es ese el caso. Aparte de los textos antes mencionados, dijo claramente:
Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia; ... mas si alguien os dice: esto ha sido ofrecido en sacrificio”, no lo comáis a causa del que lo advirtió y por motivos de conciencia. No me refiero a tu conciencia, sino a la del otro...” 1ª Corintios 10: 25-29 (BJ).Además hay otras consideraciones en la Biblia que nos pueden ilustrar que esa manera de razonar, tan apegada a la letra no es la procedente. Así, cuando Pablo expone a Timoteo las cualidades que deben tener los superintendentes y los siervos ministeriales, es evidente que no pueden catalogarse todas como del mismo nivel “moral”. Entiendo que no están al mismo nivel el requisito de tener un único cónyuge, el no ser un borracho, el ser moderado, ser hospitalario y el tener capacidad para enseñar a otros, por ejemplo. Algunas de esas cualidades eran exigibles igualmente a quienes no tuvieran esos privilegios.
Las tres cosas alistadas juntas de las que los cristianos gentiles harían bien en abstenerse, lo están por el grado de posibilidad y riesgo de que en sus prácticas los gentiles pudieran escandalizar a los conversos entre los de la circuncisión independientemente de su respectiva gravedad moral intrínseca. De la única que hay constancia de que sea considerada como pecado es la fornicación.
La aclaración que Pablo hace del caso concreto del participar de carne inmolada a los ídolos debería ser suficiente para hacer el principio extensible al asunto de la sangre y lo estrangulado. Ya había pasado tiempo, Corinto no era Antioquía, pero las leyes y los principios eran los mismos para todos, el tener consideración para con la conciencia de los demás, aún adquiriendo matices diferentes era una cuestión de amor al prójimo, y eso no cambia ni en el tiempo ni en el espacio. Así creo yo, después de examinadas las Escrituras, que debe entenderse el tratamiento dado a aquellas primeras disputas, resueltas con esas concesiones en deferencia a los judíos.
Parte 2 de 2
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