Los Testigos de Jehová

Reflexiones ante la Manipulación (Contribuido)



Todo un estilo

Si has seguido hasta aquí los artículos de esta serie, a estas alturas habrás observado más que de sobras, que quien esto escribe está, doctrinalmente hablando, en las antípodas de las enseñanzas de la Sociedad Watch Tower. No sé lo que tú piensas y, desde luego, respeto tu manera de pensar por muy opuesta que sea a la mía siempre que sea producto de una convicción personal razonada. Por mi parte me gustaría poder seguir llamando “hermanos” a quienes así considero. Seguramente en las diversas consideraciones hay cosas que no habrán gustado a algunos, no sé bien a quiénes, pero la intención de las mismas, expuesta más o menos en otras ocasiones, es ofrecer la posibilidad de observar ciertas doctrinas desde otro punto de vista al que habitualmente hemos “padecido” todos, aportar razonamiento bíblico a disposición de la capacidad de análisis del lector. Aquí estoy exponiendo simplemente lo que me hubiera gustado comentar en las reuniones de congregación. He sentido la obligación de expresarlo para otros, lógicamente con el convencimiento de que lo único que pueden sacar es beneficio. Siempre se tiene la oportunidad de verificar con la propia Palabra de Dios las ideas expuestas. He tratado de ser fiel al espíritu y la letra de la Biblia. En todo caso, sí que creo que es nefasta esa postura amenazante de la sociedad: “no leas, no mires, no escuches...” ante todo aquello que no está en total conformidad con sus criterios. Este es uno de los rasgos que caracteriza a los responsables de la organización, es uno de los aspectos que conforman ese “estilo”, esa forma de hacer y comportarse.

Parte de esa “cultura” preponderante es lo que analizaré en estas líneas. Aunque lo primordial es, evidentemente, el examen de las doctrinas a la luz de la Sagrada Escritura, he creído además oportuno dejar constancia de algo que también estimo importante, el talante de quienes dirigen la organización y que, a la postre, ejercen una profunda influencia en millones de personas. Se trata, en mi opinión, de un asunto de tal magnitud, que merece un comentario exclusivo.

No está mal empezar por una foto, una radiografía de alguna parte de ese cuerpo que nos exponga algo de su patología. El párrafo 7 en las páginas 13 y 14 de La Atalaya del 1 de junio de 1.997 es un buen ejemplo:

A diferencia de los seres humanos, cuya vida tiene una duración limitada, Jehová nunca siente que el tiempo lo obliga a revelar sus secretos prematuramente. Este hecho debería impedir que nos impacientemos cuando ciertas preguntas bíblicas no se nos pueden contestar satisfactoriamente en el momento. La modestia de la clase del esclavo fiel y discreto, comisionada para suministrar el alimento al debido tiempo a la casa cristiana, le impide adelantarse presuntuosamente y hacer conjeturas aventuradas sobre asuntos que todavía no están claros. La clase del esclavo procura no ser dogmática. No es demasiado orgullosa para reconocer que por el momento no puede contestar todas las preguntas, y mantiene bien presente Proverbios 4: 18. Pero qué emocionante es saber que Jehová continuará revelando los secretos con relación a sus propósitos cuándo y como lo crea conveniente. Nunca deberíamos impacientarnos por cómo Jehová hace las cosas, tratando con insolencia de apremiar al Revelador de secretos. Tranquiliza saber que el conducto que Jehová utiliza hoy no obra de ese modo. Es tanto fiel como discreto. (Mateo 24: 45; 1 Corintios 4: 6). Subrayado nuestro.

Pero ¿A quién quieren engañar?...¿Cómo se puede llegar a redactar semejante párrafo ante una historia como la que tienen a sus espaldas?. Sólo se explica por ese “estilo”, esa actitud permanente de desprecio a asumir responsabilidad.

Como de costumbre, tienen la osadía de poner a Jehová como garante de toda su cuestionable actuación. Claro, nadie va a discutirle a Jehová derecho alguno en ningún punto y en ningún sentido. Son ellos los responsables de esa cantidad de despropósitos. No tienen el respaldo de Dios, porque nunca Dios aprueba especulaciones humanas sin base en la Biblia. El espíritu santo no puede estar respaldando un camino tan tortuoso, tan errático, tan lleno de temerarias predicciones fallidas. No tienen derecho a manchar el nombre de Dios, cuyo respaldo proclaman, imputándole colaboración y responsabilidad en sus proyectos, en lo que llaman “esclarecimiento progresivo de doctrinas” y hasta en la edición de su literatura.

Esto, tal vez sea, a nivel ideológico y de principio, lo más nefasto (además de ser el núcleo fundamental) del acervo doctrinal de la organización: Identificar la actuación propia con la de Dios mismo, teorizando sobre revelaciones y tiempos para las mismas y atribuyendo a sus especulaciones la intervención divina. Equivale, de hecho a tomar una posición tal que sus proyectos y sus publicaciones caen bajo el dominio de la intervención y responsabilidad divina.

Se me quedó grabado el modo de presentar publicaciones como el libro “Vida eterna en Libertad de los Hijos de Dios”, con más o menos estas palabras: “Jehová nos suministra esta inestimable publicación...”. Curiosamente ese libro desapareció como por arte de encanto, ante el fiasco de 1.975.

Pero analicemos un poco ese párrafo de la Atalaya. En primer lugar condicionan al lector metiendo a Jehová por en medio, de una manera sutil, con una frase casi inocente: Jehová nunca siente que el tiempo lo obliga a revelar sus secretos prematuramente. Evidentemente eso es así, Pero ¿A qué viene todo eso?. Está muy claro ante la velada acusación en estas otras palabras: Este hecho debería impedir que nos impacientemos cuando ciertas preguntas bíblicas no se nos pueden contestar satisfactoriamente en el momento. Sí, aquí hay una acusación. Saben de sobras que los cambios llevados a cabo han introducido preguntas muy razonables en la mente de todos. Manera de atajarlo, insinuar que todo eso es “impaciencia”, “Jehová no tiene sentido de urgencia para revelar sus asuntos”. Es más: Nunca deberíamos impacientarnos por cómo Jehová hace las cosas, tratando con insolencia de apremiar al Revelador de secretos.

Es decir, somos unos insolentes, porque “apremiamos a Dios” para que revele sus secretos. Querido hermano, la culpa la tenemos tú y yo, porque estamos reprochando a Dios que tarda en “revelar sus secretos”. Tú y yo y algún otro somos esos “algunos” que habíamos “fijado” la fecha de 1.975 como el momento “apropiado” para que Dios actuara, amén de toda esa retahíla interminable de afirmaciones “presionantes” para que Dios “revelara” su propósito. Debemos sentirnos culpables por ello.

¡Qué contraste con el “esclavo”! Fíjate: La modestia de la clase del esclavo fiel y discreto, comisionada para suministrar el alimento al debido tiempo a la casa cristiana, le impide adelantarse presuntuosamente y hacer conjeturas aventuradas sobre asuntos que todavía no están claros. La clase del esclavo procura no ser dogmática. No es demasiado orgullosa para reconocer que por el momento no puede contestar todas las preguntas, y mantiene bien presente Proverbios 4: 18.

Jamás el “esclavo” diría algo así como: En vista del poco tiempo que queda “¿Es este tiempo para tener hijos?”, ¿Puedes justificar ante Jehová el no ser precursor?”... Tú y yo nos hemos precipitado, hemos sido engreídos. En cambio ellos, cuando “todavía no están claros los asuntos”, jamás se les ocurre mencionarlos. Todo lo que han anunciado estába clarísimo: “Millones que ahora viven jamás morirán”, “La profecía bíblica muestra que el Señor estaba destinado a aparecer por segunda vez en el año 1874. El cumplimiento de profecía muestra fuera de toda duda que él sí apareció en 1874. Profecía cumplida es de otro modo llamada datos físicos; y estos son indisputables”. (The Watch Tower del 1 de Noviembre de 1.922. Crisis de Conciencia página 214), “Esta revista promueve la confianza en el Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro antes de que desaparezca la generación que vio los acontecimientos de 1.914” (¡Despertad! 22.6.95 página 4), todo son “hechos indisputables”, historia verídica. Como ilustración, puedes acudir a la página 163 del libro “Los testigos de Jehová proclamadores del reino”.

Entre otras cosas, puedes ver un rótulo en inglés en el que se lee:

¡El mundo ha terminado! ¡La edad de oro está aquí!
MILLONES QUE AHORA VIVEN JAMAS MORIRAN
ESO QUIERE DECIR LO QUE DICE: ESO ES UN HECHO: INVESTIGUE

Investigue, investigue... Aunque no lo creo necesario, simplemente piense... o mire a su alrededor.

La “modestia” del “esclavo” no tiene límites. Claro que, hasta Don Quijote, que mantenía un sector de su personalidad fuera del control de la mente, tenía unos razonamientos, unas conversaciones tan llenas de sentido con su buen escudero, que para sí quisieran muchos sesudos caballeros en el uso de sus plenas facultades mentales. Así, en medio del desatino en el que estaba sumido no dejó de introducir en su discurso con la ventera una chispa de sentido común que aquí subrayo:

“Todas estas pláticas estaba escuchando muy atento don Quijote, y sentándose en el lecho como pudo, tomando la mano de la ventera le dijo: -Creedme, fermosa señora, que os podéis llamar venturosa por haber alojado en este vuestro castillo a mi persona, que es tal, que si yo no la alabo, es por lo que suele decirse, que la propia alabanza envilece; pero mi escudero os dirá quién soy.”. (Capítulo XVI. Primera Parte).

No cabe duda que forma parte de ese “estilo” el “enjabonarse” continuamente en las páginas de su literatura que obligatoriamente serán consideradas por todos. Esa reiteración en presentarse como “los únicos”, los intachables, los mimados por Dios, encuentra su contraste en la realidad de la prepotencia, la arrogancia y el despotismo que su actuación refleja. Tienen tan alto concepto de sí mismos y lo propagan hacia los demás con tal desmesura que ni siquiera ante la evidencia de los errores, en los que no se distingue bien si destacan por su cantidad o por la magnitud y gravedad de los mismos, en lugar de entonar el “mea culpa”, arrecian en un “laudes” constante que se asemeja más a los alardes de un “pavo real” que a las cualidades inherentes al sentido común, no ya a las que corresponden a una personalidad cristiana.

No perdamos de vista que la revelación está contenida en la Biblia, no hay más revelación posible. Cuando se cumplan las cosas escritas, seremos testigos de su cumplimiento, pero a nadie se le revelará nada para que lo haga saber a otros. Podría ironizar más sobre este asunto, pero no viene al caso. Por tanto eso de que Jehová continuará revelando los secretos con relación a sus propósitos cuándo y como lo crea conveniente es insinuar que son depositarios de posibles revelaciones divinas a medida que se produzcan, cosa a todas luces carente de sentido. Lo que Dios ha estimado necesario revelar para provecho de los humanos, ya lo ha hecho. La Biblia contiene toda esa la revelación.

Pensándolo mejor, creo que ni tú ni yo nos hemos adelantado a nada. No hemos tenido esa “insolencia” de “apremiar” a Dios en la revelación de secreto alguno. Me baso en que no formamos parte de ese “canal” que nos distribuye la “doctrina”, por tanto podemos quitarnos ese sentimiento de culpabilidad que pudiera interesar a alguien que nos echáramos encima. Sin embargo, según se afirma el conducto que Jehová utiliza hoy no obra de ese modo. Con lo que llegamos a la conclusión de que no hay tal, nadie se ha adelantado a nada. Pero entonces ¿A qué viene todo ese comentario?. ¿Ha habido conjeturas?, ¿No las ha habido?. Parece que no, porque la clase del esclavo no es demasiado orgullosa para reconocer que por el momento no puede contestar todas las preguntas. Eso es cierto, simplemente ha dado “respuestas” a preguntas que nadie le ha hecho. Lo que ocurre es que esas “respuestas” han resultado falsas y, además, se han esparcido por todo el mundo, y, por resultar falsas, se convierten en conjeturas, pero como nadie ha hecho tales conjeturas (la modestia les “impide adelantarse presuntuosamente” a semejante cosa), resulta que se han esfumado. Un poco confuso sí que estoy...

Podemos tranquilizarnos, tal como nos exhorta la última parte del párrafo. Además, podemos sentirnos libres ya que La clase del esclavo procura no ser dogmática. Es decir, si eres relativamente joven y decidiste hacer el servicio civil sustitutorio hace algunos años, porque no veías razonamiento bíblico suficiente para negarte a eso, puede que estés expulsado (sé de algún caso concreto). Si creías que no se estaba llevando a cabo tal cosa como un juicio de separación de la gente entre ovejas y cabras, porque también carece de apoyo bíblico, quizá tuvieras que morderte la lengua para expresarlo, o correr riesgo de expulsión. En la actualidad, si dices que lo de 1914 es un camelo, serás expulsado sin duda, al menos que te calles y esperes no sé cuántos años a que el “canal” decida recibir una nueva “revelación” que rectifique las tres o cuatro “revelaciones” anteriores correspondientes a otras tantas versiones y traspasos de fecha de la venida “invisible” de Jesucristo. ¿Qué no tenías noticia de eso?... Bueno, yo tampoco, hasta no hace mucho. Es normal, forma parte de su “estilo”, ocultan todo lo que les perjudica o bien mutilan y distorsionan la información de tal manera, que en realidad termina en falsedad total. Es un constante ejercicio de ocultar o falsear la verdad. El libro “Proclamadores”, por ejemplo, está lleno de omisiones, arreglos de la realidad a tal grado que sería bueno consultar otra documentación para establecer el contraste y enterarse de lo que realmente han sido los “hechos”. Al acceder a esta y otras páginas de Internet, seguro que tienes disponible información suficiente.

También es un consuelo que tomen a pechos Proverbios 4: 18. Claro que entendiéndolo de la manera que lo entienden, difícilmente va a afectar su conducta como es el propósito declarado de ese texto. (Ver el artículo “Doctrina del Esclarecimiento Progresivo”). Es interesante notar que hasta han adulterado este texto para “utilizarlo” siempre y cuando les venga en gana a fin de descargar por esa vía toda su responsabilidad, presentando sus fracasos como si de logros tratara. Ahí pretenden lavar su culpa y tiñen y destiñen sus doctrinas con el color que creen más les va a favorecer. Todo tipo de errores pasan una y otra vez por ese falso tamiz del que salen moldeados a capricho de esos maestros de la ingeniería dialéctica, que no tienen reparo alguno en presentar la metamorfosis sufrida por sus enseñanzas como producto, no ya de un “aggiornamento”, sino de nuevo entendimiento o revelación.

Ese párrafo de La Atalaya que acabamos de analizar no creas que se ha escrito solo, ni está redactado en esos términos por casualidad, ni encierra el mensaje que aparentemente quiere transmitir. Muy al contrario de todo eso, está estudiado a conciencia, se ha elaborado pensando hasta el más mínimo detalle y no tiene la intención de esclarecer la verdad y ayudar a los lectores a que la encuentren. Es esencialmente un párrafo de auto defensa, de propia justificación, de hacer desaparecer la culpabilidad de la organización por los errores propagados durante toda su existencia. Es, al mismo tiempo, intimidatorio, ya que contiene un velado mensaje de imputación de culpabilidad para cualquiera que se haga preguntas incómodas y hasta molestas para la organización en períodos de cambio. No se aparta un ápice de su mal “estilo”, de su deshonesta forma de actuar, de su práctica habitual de manipular a la gente.

No es tanto que tengan problemas para rectificar errores, que al final, de una u otra forma, terminan por negarlos, se trata de un problema moral enquistado en esa especie de “senado” extremista, mental y espiritualmente empobrecido, que compone el Cuerpo Gobernante y sus colaboradores directos.

Consideremos otro ejemplo típico de su “estilo”, de su peculiar forma de actuar. La Atalaya del 1 de agosto de 1.997, página 12, párrafo 16 se expresa de esta manera:

El progresivo esclarecimiento de la luz de la verdad revelada trae consigo ciertas modificaciones. (Proverbios, 4:18). Recientemente, “el esclavo fiel y discreto” nos ayudó a entender mejor el término “generación”, que se usa en Mateo 24:34, y el tiempo de juicio de “las ovejas” y “las cabras” mencionadas en Mateo 25:31-46, así como lo que pensamos de ciertos tipos de servicio civil. Mateo 25:45. Sin duda, a algunos apóstatas les hubiera complacido que muchos testigos de Jehová se hubiesen adherido rígidamente al modo anterior de entender los asuntos y no hubieran querido progresar. Pero no ha sido así. ¿Por qué? El pueblo de Jehová es leal.

Este otro párrafo aparentemente inofensivo, como de niño bueno, que nunca ha roto un plato, encierra un razonamiento mucho más retorcido de lo que pueda parecer. Parte del mismo fue analizada en el artículo “Un tiempo para soltar lastre”. Teniendo en cuenta la intransigencia con que han defendido esos asuntos sobre los que ahora declaran que imperativos del “esclarecimiento progresivo” (Ver el artículo sobre este tema) han traído consigo ciertas modificaciones, total, casi nada, unas nimiedades. Sólo que quienes manteníamos que, por ejemplo, lo de “la generación que no pasará” no tenía apoyo bíblico, por la misma razón que seguimos manteniendo que lo de 1.914, a lo que estaba ligado, no tiene apoyo bíblico, corríamos el riesgo de ser tachados de aquello que nunca queremos ser, de “apóstatas”, palabra que tienen siempre en la recámara para arrojarla sobre quien no está de acuerdo con sus arbitrariedades. Al final estoy convencido que terminará volviéndoseles en contra. Es cuestión de tiempo y de que fluya la información. Del “nuevo entendimiento” sobre la “generación” sólo están convencidos quienes se tapan los ojos para no ver. La experiencia y el trato con hermanos de diferentes congregaciones así me lo ha demostrado. O sea, que la “ayudita” para llegar a ese “entendimiento” bien se la podrían haber ahorrado. Al menos, habrían dejado de extraviar nuevamente en ese punto concreto.

Es curiosa esta frase: Sin duda, a algunos apóstatas les hubiera complacido que muchos testigos de Jehová se hubiesen adherido rígidamente al modo anterior de entender los asuntos y no hubieran querido progresar.

Es el summum en el arte de hacer demagogia. Si, aparentemente el modo de entender los asuntos era tan malo (que lo era, como lo es el actual en lo de la “generación que no pasará”), ¿Por qué no piden disculpas? ¿No sienten remordimiento de conciencia par haber enviado a centenares de miles de personas durante décadas a publicar mensajes que han resultado ser falsos?. ¿Qué es progresar para ellos? ¿Por qué recurren a esa expresión tan a menudo para encubrir sus errores y manipular la mente de quienes leen semejantes falacias?. Sencillamente, porque su estilo es la “irresponsabilidad”. Hoy dicen “blanco”, mañana “rojo” y pasado “negro” y todo carece de importancia para ellos. Redactan un párrafo del estilo de los que aquí analizamos, exculpan su responsabilidad, pasan por alto todo tipo de acciones que hayan tomado contra personas inocentes por no haber concordado con sus “doctrinas”, les lanzan la invectiva de “apóstatas” ante la opinión de sus lectores, califican de “progreso” a esa desconsiderada manera de actuar, se lavan las manos y se ensucian la conciencia.

No es el ajustarse a la letra y el espíritu de la Biblia el criterio para medir, no es el apego a la verdad y a lo que es justo, sino la sujeción a ultranza a la ortodoxia de la organización, a la secta. Y lo que es peor aún, esa “cultura”, esa “filosofía”, la transmiten a muchos responsables en todo el mundo “contaminándolos” con ese espíritu de hipocresía, de escudarse en la “obediencia debida” al “esclavo”. Para ellos, eso es lealtad. Quien no actúe de esa forma es desleal. Una vez más, ese es su “estilo” inconfundible.

Naturalmente, estoy hablando de la manera “oficial” de actuar y de modo general. Estoy seguro que habrá personas, como siempre las ha habido, que no estarán de acuerdo con esa manera de actuar y que la estarán “padeciendo”. Me da la impresión, además, que cada vez el número de tales personas es y va a ser mayor. Para ellos nuestra comprensión y simpatía. No pretendemos ser jueces de nadie, sólo exponer y denunciar lo que consideramos injusto a todas luces. El grado de presión que cada uno pueda estar soportando es un asunto personal; de hecho todos la hemos padecido y, de alguna manera, aún podemos padecerla más o menos indirectamente.

Todavía podemos examinar otra de sus declaraciones típicas. La Atalaya del 15.8.97, página 16, párrafo 17 dice:

La clase del Atalaya de hoy día ha tenido, así mismo, que aclarar sus opiniones de vez en cuando. Ahora bien, ¿Puede negar alguien que Jehová ha bendecido al “esclavo fiel”? Además, vistas en su contexto, ¿no han sido relativamente pequeñas la mayoría de las modificaciones? Nuestro entendimiento fundamental de la Biblia no ha cambiado. Nuestro convencimiento de que vivimos en los últimos días es más fuerte que nunca. (subrayado nuestro)

Cuando uno se encuentra con tanta profecía falsa, con tanta doctrina mutante (comienza por ser sólida y termina en mera opinión), con tanto descaro para encubrir la responsabilidad propia y endosarla a los demás, con ese cúmulo de consejos desacertados (no estudiar, evitar tener hijos, menosprecio solapado del trabajo “para este sistema”) es difícil entender cómo pueden hacerse semejantes declaraciones. Ahora resulta que cosas por las que pudo haber “expulsiones” son relativamente pequeñas.

Por otra parte, Nuestro convencimiento de que vivimos en los últimos días es más fuerte que nunca. Eso no obstante, no es obstáculo para afirmar que: Es verdad que este sistema ya ha durado más de lo que muchos creían. (La Atalaya del 15.8.97, página 16, párrafo 19).

Ambas frases en negrita han sido una constante en las publicaciones. Por una parte, no se cansan de afirmar que el fin está a la vuelta de la esquina (no se sabe de qué esquina. Con esto no quiero hacer mofa de quienes razonablemente piensen que el fin puede estar cerca) y por otra parte son “otros” los que han pensado que este sistema no podía durar tanto. Esa doble manera de concebir las cosas, dependiendo del interés del momento, minimizando los errores propios, trasladando la responsabilidad propia a los demás, haciendo declaraciones temerarias y recriminando después a quiénes se las creen, forma parte de un estilo en el que lo que destaca es una doble moral.

La prodigalidad en afirmaciones especulativas, propagadas con rotundidad y constancia, impuestas con autoridad y amenazas, contrasta con la mordaza que ponen a toda expresión levemente crítica o deseosa de aclaraciones. El peso de la fuerza de su autoritarismo cae sin contemplaciones sobre personas sinceras que se atreven a invocar su conocimiento y su conciencia. No importa que con el tiempo la razón caiga de su lado. Da lo mismo que, a posteriori, lo que se impuso como doctrina sólida resulte que tan sólo era una opinión. Lo único que cuenta es el criterio de quienes, abusando de la posición de poder que con la colaboración de todos (con nuestras contribuciones) han llegado a adquirir, hacen y deshacen a su antojo, guiándose tan sólo por unas normas humanas, cuya finalidad última es la defensa de la organización. Ahí está la razón y la única vara de medir.

El hecho cierto es que muchas personas han padecido la actitud intransigente del dichoso “esclavo”, al más puro estilo inquisitorial. No quiero decir que hayan llegado a los extremos de los inquisidores de tiempos pasados. Eso es, además, imposible hoy en día. Los tiempos han cambiado. Seguramente que si Torquemada o cualquier otro inquisidor de renombre viviera en nuestro tiempo, sería respetuoso para con la vida humana y los excesos que cometió se verían atemperados por la moderación alcanzada en el espíritu de las legislaciones occidentales. Hoy sería imposible que cometiera los excesos que se le atribuyen. Pero el espíritu inquisidor probablemente sería el mismo y tendría su campo de acción en el ámbito que la libertad religiosa y la ambigüedad de la ley positiva le permite.

Sin embargo, por encima del ámbito legal, sin enfangarse en sus lagunas, está el espíritu de la Ley divina, que, normalmente nunca entorpece la aplicación de las leyes nacionales, sino que va más allá de la letra de las mismas y las perfecciona con la aportación del funcionamiento beneficioso de la conciencia. Todo lo contrario del talante inquisitorial, que aprovecha las inevitables carencias legales para sacar provecho de esos espacios grises. De manera que, muy probablemente, los integristas de antaño formarían comités judiciales para perseguir al que discrepara en lo más mínimo de sus “opiniones”, intentarían que los demás les negaran la amistad y hasta el saludo, como forma de “mantener limpia” su iglesia, haciendo la vida dura para las víctimas y los familiares. Ahí parece difícil que puedan penetrar las leyes civiles actuales.

Y ese es precisamente el ámbito en el que aún pueden moverse muchos grupos sectarios de hoy. También lo han hecho los de la Watch Tower, invocando como es natural el respaldo de unos textos bíblicos sacados de contexto. El trato dado a los que no están de acuerdo con su posicionamiento doctrinal es de una impiedad inconcebible en personas que alegan que el amor al prójimo es lo que motiva su actuación. Adoctrinan a sus adeptos en el rechazo sin discriminar, ni pararse a pensar en los motivos por los que una persona legítimamente puede expresar su pensamiento de acuerdo con su conciencia, y sin tener en cuenta el daño a la honorabilidad de las personas. Incluso incitan al rechazo de familiares allegados como padres, hijos, hermanos, deshumanizando a las personas a tal grado que las hacen indiferentes a los sentimientos de anteriores amigos. Atrincherados en su búnker ideológico, ejercen una maligna influencia sobre millones de personas a las que explotan materialmente y esclavizan mentalmente. Los sentimientos naturales, implantados por el Creador en los humanos para que sean desarrollados, fomentados y cultivados, que están amparados por la ley natural puesta por Dios en lo más íntimo del ser humano y que además están explícitamente reconocidos en la Biblia como un patrimonio por encima de cualquier otra consideración legalista y de corte farisaico, los destruyen, traspasando la ley Divina para con la familia con su fría y despiadada normativa. Multitud de familias deshechas para siempre debido a la intransigencia ciega (no a la integridad moral), a la falta de equilibrio y de visión razonable del propósito de Dios es el resultado de someterse a su férreo control. Y como todos los dictadores, no tienen que rendir cuentas a nadie, sólo se sirven de la gente, la utilizan.

Todo un estilo, sí señor.

(Contribuido)




Primera página.




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