Los Testigos de Jehová

En torno a la Inminencia del fin


Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Mateo 24: 36 (BJ).

Estas palabras de la Biblia deberían bastar para que nadie se entretuviera en hacer apuestas y cábalas de ningún tipo sobre ese asunto, al menos de una forma continuada y obsesiva. La voluntad de Dios en cuanto a información sobre el instante de ese acontecimiento queda francamente fuera del alcance de todo intento especulativo. Eso permite además que el cristiano acepte sus responsabilidades y se mantenga vigilante sobre su vida en todo tiempo por amor a Dios y a Jesucristo, independiente de la cercanía o lejanía del fin. En ese sentido, la vida de un cristiano del siglo primero, del sexto, del decimocuarto o la del que viva cinco minutos antes de Armagedón no ha de diferenciarse absolutamente en nada. Eso también quiere decir que utilizar como señuelo para conseguir adeptos la supuesta inminencia del fin está fuera de lugar en la praxis cristiana.

No parece ese el sentir de algunos grupos religiosos. Así, el que podría catalogarse como segundo gran error de la Sociedad Watch Tower está sin duda en todo lo relacionado con la venida del Señor y el fin del mundo (“el fin de este sistema de cosas”, en la terminología que ellos prefieren). De hecho, para la mayoría de la gente, tal vez sea lo primero que le viene a la mente y aquello con lo que identifican a los testigos de Jehová: el anuncio continuado de la inminencia del fin del mundo. Es de público conocimiento las predicciones fallidas de la organización y constituye sin duda, junto a lo relacionado con las transfusiones de sangre, la primera barrera que ahuyenta a la persona cuando toma contacto con la organización a través de sus “agentes de publicidad”.

Recuerdo que, con ocasión de un curso relacionado con mi profesión, uno de los profesores hablando de lo que es la misión en las empresas, dijo más o menos que es aquello a lo que tiende toda empresa, pero que nunca lo alcanza, ya que cuando lo tiene cerca, coloca el objetivo más lejos. Mencionó que todos los organismos e instituciones tienen una meta, ya sea de tipo económico, deportivo, religioso, etc. y añadió: los testigos de Jehová, por ejemplo, tienen la meta de comunicar el fin del mundo a toda la gente y en torno a eso planifican toda su actividad. Independientemente de lo cierto o desacertado del comentario, sí que refleja el mensaje que la gente ha percibido de la obra de “proselitismo” (predicación para ellos) llevada a cabo por la Sociedad Watch Tower. Resulta interesante la parcial semejanza con la práctica empresarial de poner más lejos el objetivo cuando se está cerca del mismo. Desde las primeras predicciones en el siglo pasado hasta la actualidad, se ha venido aplazando unas veces los acontecimientos, trasladándolos de una fecha a otra, y otras transformando los conceptos haciendo distinciones entre presencia y venida, atribuyéndole a aquella el carácter de invisible. La diferencia con las sociedades mercantiles u otras en cuanto a la actuación en torno a una determinada meta, haciendo ésta más ambiciosa y lejana cuanto más cercana se tiene, está en que la Watch Tower traslada y aleja sus predicciones cuando comprueba la imposibilidad de su cumplimiento y el mecanismo que utiliza para ello es la doctrina del “esclarecimiento progresivo”. El ejemplo más cercano lo tenemos en lo de “la generación que no pasará”.

Así como lo relacionado con la doctrina de las dos “clases” de cristianos, cuyo principal efecto es el establecimiento del “esclavo fiel y discreto” como canal de Dios, ha llevado en la práctica a la constitución de una autoridad incontestable para enseñorearse sobre el rebaño, el tema de la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cercanía del fin y todo lo que envuelve a eso lo han utilizado como argumento de persuasión para atraer a la gente y mantenerla ocupada en una actividad frenética de distribución de libros y revistas por todo el mundo. Aunque, debido a los numerosos fracasos cosechados durante la totalidad de su breve historia, desde que comenzaron en el último cuarto del siglo pasado (el XIX), a menudo introducen matices en el sentido de que las motivaciones sinceras no deben estar basadas en “fechas”, etc., en la práctica vuelven una y otra vez sobre el tema de la “inminencia del fin” y la “urgencia de actuar” con rapidez y sin tregua, especialmente en la obra de distribuir literatura por contribuciones “voluntarias” (ellos lo llaman predicar).

Si nos fijamos un poco en el contenido de la literatura de la Watch Tower, observaremos que sumando lo que dedican al asunto de los cristianos “ungidos” (o a las dos clases de cristianos) y el espacio dedicado a lo relacionado con el tema que ahora nos ocupa (la inminencia del fin y su relación con 1914), veremos que acapara una gran parte de su producción literaria, en detrimento de las cualidades cristianas, a las que Jesucristo dedicó su vida y sus seguidores recogieron ampliamente en sus escritos. El otro gran asunto que ocupa buena parte de la producción literaria de la Watch Tower está relacionado con la “predicación” (lo que ellos entienden por predicación). Si hacemos ese mismo ejercicio de investigación sobre el Nuevo Testamento encontraremos que la proporción del espacio dedicado al desarrollo y práctica de las cualidades morales, el amor, la limpieza espiritual, la fe, la esperanza, la libertad... prevalecen sobre las consideraciones escatológicas. De las dos clases de cristianos no se habla, porque no existe tal división, y de predicar sí se habla, pero en nada se parece ni en la forma ni en el fondo a esa práctica rutinaria de acercarse a la gente ofreciéndole literatura.

Para centrar un poco el tema y tener una visión de conjunto del mismo, quizá necesitemos retroceder algo en el tiempo, refrescar la memoria histórica, pese a la alergia a hacer lo propio por parte de la Sociedad, para entender y poder valorar con mayor conocimiento de causa la posición de la Watch Tower en esta cuestión. Para llegar al estado actual de la doctrina ha tenido que llover mucho, pero no en “iluminación” a través de supuestas revelaciones percibidas mediante el proceso de la “luz aumentante” que supone lo del “conocimiento progresivo”, sino más bien a través de fracasos más o menos estruendosos, de los que, por desgracia, no han sabido y no han querido aprender. La razón para esa carencia en extraer las conclusiones que la honradez y el sentido común aconsejan ha sido su propia actitud arrogante. Ellos mismos han edificado el muro que les impide una y otra vez salir de ese círculo y desembarazarse del cúmulo de despropósitos doctrinales a los que se han esclavizado.

Básicamente lo único que ha cambiado desde que empezaron hasta la actualidad son las fechas concretas y algunos aspectos que la evidencia del tiempo ha obligado a eliminar. El fondo de la cuestión, en cambio, es decir, la terquedad en aferrarse a su percepción de que la Escritura marca que vivimos en lo último de lo último de este viejo sistema de cosas y la utilización de ese asunto en su obra propagandística y de presión hacia los propios testigos no ha cambiado un ápice. Puede decirse que algunos nacieron y recibieron desde su infancia esa apreciación de que no llegarían a mayores, ni siquiera pasarían de adolescentes, han permanecido en esa ¿convicción? de que en cuestión de pocos años serían testigos de la venida del Reino de Dios y continúan, en su ancianidad, inculcando la misma urgencia temporal a todos.

Al abordar este tema, la intención no era incluir muchas citas de la literatura de la Watch Tower de tiempos pasados. Más bien la idea era acudir al texto bíblico y examinarlo, teniendo en cuenta la doctrina de la Watch Tower, para sacar las conclusiones a que nos puede llevar una consideración serena y equilibrada de la Sagrada Escritura en esas cuestiones. La razón para eso era que parece evidente que “todos” tendríamos que “reconocer” la temeridad de muchas de las afirmaciones hechas a lo largo de los años y no se necesitaría, por tanto, traerlas a colación aquí. Pero la experiencia me sugiere no dar por sentado todo eso. Más bien he observado la tendencia a la amnesia estimulada por un cúmulo de información interesada de la Watch Tower que reemplace los asuntos espinosos en connivencia con un extraño interés del subconsciente de muchos testigos para darse unas explicaciones exculpatorias que acallen las exigencias de respuestas lógicas, convincentes, teniendo en cuenta que eso mismo exigiría de ellos tomar unas decisiones de orden práctico en sus vidas para las que no han sido educados y que para ellos representan unos inconvenientes que no están dispuestos a asumir.

Por eso, a pesar de que no era mi intención primera traer esas citas de La Atalaya y otras publicaciones, finalmente he decidido incorporarlas y centrar en ellas este artículo a fin de dar una idea del ambiente que hemos vivido los que estábamos activos en una época algo distante de la actual, pero no excesivamente lejana. Igualmente me han resultado esclarecedoras las citas recogidas por Raymond Franz en su libro Crisis de Conciencia, algunas de las cuales también he reproducido aquí y que espero que, junto a estas más recientes, pero también con algunos años de reposo en las estanterías de quienes las hemos conservado, hagan reflexionar a otros que, por razones de edad o por haberse incorporado en tiempos más recientes, no han tenido la oportunidad de “estudiarlas”, “vivirlas” y “soportarlas”.

Corro, también, el riesgo de que se me llame demagogo, ya que desde la Watch Tower suele hacerse un ejercicio permanente de descrédito sobre quienes traen a colación los errores que han cometido en el pasado, especialmente cuando se hacen referencias a 1874, 1914, 1925, 1975, etc. Lo hacen en términos tales que identifican como apóstatas a quienes hacen constatar los hechos, sacándolos del olvido al que ellos los han condenado. Fieles a su estilo, aprovechan la ocasión para dañar la reputación de otros, en lugar de hacer un reconocimiento de los errores esparcidos por ellos a los cuatro vientos en la letra impresa y en ardientes discursos emitidos entusiásticamente por oradores más parecidos a charlatanes de feria que a cristianos responsables de sus palabras.

Hay otro aspecto que también quiero que quede desligado de esta decisión de considerar declaraciones hechas en el pasado por los hombres de la Sociedad Watch Tower. En ningún caso debería entenderse que se trata de una burla en cuanto a la tardanza del día de Jehová. Creo firmemente en que ese día llegará y no me fijo en absoluto en si me parece o no que se tarda, porque pensar eso es absurdo. Lógicamente, también me hacen pensar los acontecimientos y procuro estar preparado. Aparte de eso anhelo la venida del Señor como cualquier cristiano, pero no me siento con opinión autorizada para hacer ninguna declaración relacionada con la proximidad de ese acontecimiento. Por tanto, quede bien claro que, personalmente, no me siento entre los “burlones” (2 Pedro 3: 3) y no quisiera dar motivo a nadie para que pueda caer en la tentación de asignarme ese papel.

Hechas estas aclaraciones, como les he dicho, aquí trato de otra cosa bien diferente, aportar elementos de reflexión para quienes tengan la actitud de aceptar los hechos como son y apegarse a la “verdad” por encima de toda palabrería engañosa. Nada de lo que aquí se expone es inventado, todo está documentado apropiadamente. De manera que lo que sigue es una consideración representativa, ni mucho menos exhaustiva, de la actividad “profética” de la Sociedad Watch Tower. Aunque, como es lógico, no eludo el razonamiento bíblico, dejo para otra ocasión concentrarme más en doctrinas concretas.

Los capítulos 7 (“Predicciones y presunción”) y 8 (“Justificación e intimidación”) de Crisis de Conciencia, escrito por Raymond Franz, contienen suficiente documentación como para ver el origen de esta doctrina de la que, en su tiempo, fueron incapaces de deshacerse.

Para quienes no hayan leído ese libro, citaré brevemente lo imprescindible para que tengan información de lo que fue en sus orígenes esta doctrina tal como la recibieron los Estudiantes de la Biblia de entonces:

Es cierto que es esperar mucho al declarar, como lo hacemos nosotros, que dentro de los próximos veintiséis años todos los gobiernos presentes serán derrocados y disueltos; pero vivimos en un tiempo especial y peculiar, en el “Día de Jehová”, en el cual los asuntos tienen una conclusión rápida...

En vista de esta fuerte evidencia bíblica con relación a los tiempos de los gentiles, la consideramos una verdad establecida el que el fin de los reinos de este mundo, y el completo establecimiento del Reino de Dios, se realizarán y tendrán culminación para fines del 1914. (Crisis de Conciencia, página 182, cita de El tiempo se ha acercado publicado en 1889).

Por lo tanto podemos confiadamente esperar que 1925 marcará el regreso de Abraham, Isaac, Jacob y los fieles profetas de antaño... (Crisis de Conciencia, páginas198-199, cita de Millones que ahora viven no morirán jamás).

Los hechos indisputables, por lo tanto, muestran que “el tiempo del fin” empezó en 1799; que la segunda presencia del Señor comenzó en 1874. (Crisis de Conciencia página 206, cita de La Atalaya del 1 de Marzo de 1922),

La evidencia concerniente a la segunda presencia del Señor, el tiempo de la cosecha, y que el cargo “del siervo” ha sido ocupado por el hermanos Russell, es abrumadora. (Crisis de Conciencia página 207, cita de La Atalaya del 1 de Mayo de 1922),

No tenemos ninguna duda con relación a la cronología referente a las fechas 1874, 1914, 1918 y 1925. (Crisis de Conciencia página 208, cita de La Atalaya del 15 de Mayo de 1922),

Fue a base de de esta manera de computación que las fechas 1874, 1914, 1918 se localizaron Y el Señor ha puesto su sello más allá de toda posible corrección ¿Qué más evidencia necesitamos? (Crisis de Conciencia página 209, cita de La Atalaya del 15 de Mayo de 1922),

Por las Escrituras, científicamente, e históricamente, la cronología de la verdad actual es correcta más allá de toda duda. Su exactitud ha sido abundantemente confirmada por las fechas y eventos del 1874, 1914 y 1918. (Crisis de Conciencia página 211, cita de La Atalaya del 15 de Junio de 1922),

La profecía bíblica muestra que el Señor estaba destinado a aparecer por segunda vez en el año 1874. El cumplimiento de profecía muestra fuera de toda duda que él sí apareció en 1874. (Crisis de Conciencia página 214, cita de La Atalaya del 1 de Noviembre de 1922),

El declaró que durante su presencia él tendría una persona que ocupara el puesto de un siervo fiel y sabio. (Crisis de Conciencia página 214, cita de La Atalaya del 1 de Noviembre de 1922),

La rotundidad de las afirmaciones de antaño sobre diferentes fechas se corresponde exactamente con las que se hacen en la actualidad sobre 1914. La fiabilidad de las afirmaciones que ahora se hacen no merece más crédito que las que merecen las que en aquellos tiempos se hicieron. Note, por ejemplo, cómo se asigna el puesto de “siervo fiel y sabio” a una persona única. Ni que decir tiene que dicha persona hace muchas décadas que dejó de existir, murió en 1916. Eso exigió una adaptación.

En esa misma Atalaya se habla de un día de preparación y dice cosas increíbles que conviene recordar:

Los tiempos de los gentiles bajo la supervisión del dios de este mundo terminaron el 1º de agosto de 1914. (Crisis de Conciencia página 215, cita de La Atalaya del 1 de Noviembre de 1922),

Más exactitud imposible (Se les puede perdonar que no nos anotaran la hora exacta, tal vez podíamos interpretar que serían las 00:00 horas. Quizá también puede concederse que debamos computar la hora vigente en Jerusalén, o tal vez en New York).

Puesto que él ha estado presente desde 1874, síguese, de acuerdo con los hechos como los vemos ahora, que el período desde 1874 hasta 1914 es el día de la preparación. Esto de ningún modo milita contra el pensamiento de que “el tiempo del fin” cuenta desde 1799 hasta 1914. El período desde 1799 hasta 1874 no podía llamarse el día de la preparación, sino un día de luz aumentante. (Crisis de Conciencia página 215, cita de La Atalaya del 1 de Noviembre de 1922),

Pues resulta que esos mismos hechos, tal como los ven “ahora”, el tiempo del fin no “terminó” en 1914, sino que ése fue el año de su comienzo y no 1799. El día de “luz aumentante” parece que se ha prolongado “un poquito” más. Supera incluso a lo de “la generación que no pasará”. Y como de costumbre una pregunta intimidadora y amenazante.

¿Lo cree usted?

¿Creer qué cosa? A continuación cito de la página 215 de Crisis de Conciencia e invito al lector a que compare con la Página 72 del libro Proclamadores (que he tenido en cuenta) para que observe cómo han omitido las primeras declaraciones. No sea tan ingenuo el lector para pensar que eso carece de importancia. Tal vez si se tratara de algo esporádico, pero es una práctica habitual en ellos. Una forma de no ser honestos, de faltar a la verdad:

“¿Creen ustedes que el Rey de la gloria está presente, y lo ha estado desde 1.874? ¿Creen ustedes que desde entonces él ha dirigido el trabajo de la cosecha? ¿Creen ustedes que durante ese tiempo él ha tenido un siervo fiel y sabio a través de quien él dirigió su trabajo y el dispensar alimento a la casa de la fe? ¿Creen ustedes que el Señor está ahora en su templo, juzgando las naciones de la tierra? ¿Creen ustedes que el glorioso Rey ha comenzado a reinar? Entonces, ¡otra vez al campo, oh hijos del Dios altísimo! ¡Cíñanse la armadura! Sean sobrios, sean vigilantes, sean activos, sean valientes. Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de importancia máxima. ¡Miren, el Rey rige! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”

Como final a este recordatorio de lo que fueron los primeros cincuenta años de la organización cito algunas de las alocuciones que se implantaron en la mente de los jóvenes de principios de los años 1920s. Para ellos se preparó un folleto titulado El camino al paraíso. Aquellos jóvenes pudieron ser seducidos engañosamente (según lo corroboran los hechos históricos) con estas palabras:

El tiempo límite que Dios le había asignado a las naciones gentiles expiró en 1914, como ya hemos visto. Cristo comenzará pronto a bregar con el mundo como individuos, empezando, por medio de los fieles del pasado, con el judío primero. Debemos esperar, por lo tanto, ver poco después del 1925 el despertar de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Melquisedec, Job, Moisés, Samuel, David, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Juan el Bautista, y otros mencionados en el capítulo once de Hebreos. Si Jerusalén va a ser la capital del mundo, deberá ser capaz de estar en rápido contacto, con toda localidad. (Citado de Crisis de Conciencia, páginas 216, 217, 218).

Después de haber considerado las declaraciones de los primeros tiempos, tal como están en las publicaciones de entonces, creo conveniente echar un vistazo a lo que ha sido el equivalente de entonces a los tiempos que a muchos de nosotros nos ha tocado vivir, al mensaje que machacona e insistentemente hemos oído a partir de la década de los años 60 en adelante, aunque nunca podré reflejar el ambiente en el que se desarrolló todo por la imposibilidad física de reproducirlo.

En ese pasado relativamente reciente se han despachado a gusto emitiendo declaraciones rotundas y contundentes, así como resoluciones cargadas de una retórica solemne, a las que han concedido una importancia no menos trascendental, acorde con su distorsionada visión de las cosas. La Atalaya del 15 de Mayo de 1964, páginas 300-304, recoge una de esas resoluciones. De la misma extraigo estas palabras:

En el año 1914 comenzó en la tierra la combinación de acontecimientos que él dijo que sería señal visible a nosotros de que Jehová Dios había tomado su poder soberano en ese año y había establecido el reino de su Hijo Jesucristo para la gobernación de esta Tierra. Según la información publicada en la Santa Biblia, entonces vino el tiempo en que todas las naciones políticas deberían haber cedido pacíficamente su soberanía en la Tierra al reino celestial del Hijo entronizado de Dios, Jesucristo. (Párrafo 4, página 301. Subrayado nuestro.)

“Según la información publicada en la Santa Biblia” nada de eso es cierto. De haber sido así, ¿Cómo podríamos someternos a la autoridad civil como se nos ordena en el capítulo 13 de la carta a los Romanos?. Si las autoridades políticas quedaron deslegitimadas de sus funciones y deberían haber cedido su soberanía en 1.914, se entiende que con mayor razón el cristiano tendría que abstenerse de rendir una sumisión ilegítima a quienes detentan un poder para el que no están autorizados por haberles sido cancelado su ejercicio. Pero en ninguna parte de la Escritura se afirma que ese arreglo haya de tener interrupción temporal en tanto estemos en este mundo. ¿Quién habría ocupado esa función de “servidor de Dios para el bien” (Romanos 13:4) durante los más de 80 años transcurridos desde entonces?. Y está claro que, pese a toda la imperfección, el abuso, la corrupción, etc. no han dejado de cumplir con ese cometido correspondiente a la parcela de actuación beneficiosa para la sociedad en general y, por ende, para el cristiano.

Acorde con toda esa verborrea y el estado de euforia imperante en cuanto a la intervención divina inmediata, en el párrafo de conclusión sentencian:

QUE, por lo tanto, tenemos inmediatamente ante nosotros el período más importante de la historia de la humanidad; la hora de la ejecución del juicio justo de Dios está por sonar, y estamos en el día de decisión. (Párrafo 12, página 303. Subrayado nuestro.)

Ha pasado mucho tiempo para poder dar crédito a esas palabras y muy poco para echarlas en el olvido y no tenerlas en cuenta a la hora de examinar lo que ha sido una constante de la secta en toda su historia. Deben servirnos como uno más de los innumerables ejemplos de afirmaciones parecidas.

Los testigos de Jehová han estado sometidos ininterrumpidamente a declaraciones sobre la seguridad de estar viviendo los últimos días de su vida. Ejemplos:

¿Estamos viviendo ahora en los “últimos días” de este sistema de cosas mundano? ¡Sí! Toda la evidencia física en cumplimiento de las profecías bíblicas señala hacia esa conclusión. Tal como ciudades, naciones y hasta imperios en el pasado han experimentado sus últimos días, así ahora hemos llegado al tiempo cuando TODAS las naciones y los reinos se encuentran, al mismo tiempo ¡en sus últimos días! Es verdad, quizás parezca increíble, ¡Pero es una realidad! La evidencia es concluyente. (La Atalaya del 15 de Agosto de 1967, página 487. Subrayado nuestro)

Cuando se reúnen los muchos factores, hallamos que nuestra generación, nuestro día es el único que la Biblia identifica como los “últimos días.” De hecho, en este año de 1967 ¡Realmente estamos viviendo la parte final de ese tiempo! Esto se puede comparar, no sólo al último día de una semana, sino, más bien, a la última parte de ese último día. (La Atalaya del 1 de Septiembre de 1967, página 517. Subrayado nuestro).

El futuro inmediato ciertamente habrá de estar lleno de acontecimientos culminantes, porque este viejo sistema se está acercando a su fin. En el transcurso de unos cuantos años a lo más se cumplirán las partes finales de las profecías bíblicas que tienen que ver con estos “últimos días,” con el resultado de que la humanidad sobreviviente será libertada para que entre en el glorioso reinado de 1.000 años de Cristo. ¡Qué días difíciles, pero, al mismo tiempo, qué magníficos días nos esperan en el futuro inmediato! (La Atalaya del 15 de Septiembre de 1967, página 562, párrafo 7. Subrayado nuestro).

Si creemos en Dios, éste de veras es el mejor tiempo de todos en el cual estar viviendo. Porque nosotros, de todas las generaciones de gente, tenemos la oportunidad de ver la destrucción de la iniquidad, la limpieza de la Tierra, y la supervivencia a un justo nuevo orden. (La Atalaya del 1 de Marzo de 1974, página 136. Subrayado nuestro).

Inequívocamente, la Biblia marca con exactitud a 1914 E.C. como el tiempo en que “el reino del mundo” llegó a ser el reino del Señor Dios y de su Cristo. Antes que la generación que estaba viva entonces pase de la escena, la “tribulación grande” azotará. Rev 11: 15; Dan. 4: 10-17; Mateo 24: 21, 34. (La Atalaya del 15 de Junio de 1974, página 371, párrafo 11. Subrayado nuestro).

Verdaderamente, desde 1914 en adelante las condiciones se han hecho más críticas en toda la tierra. Ya ha pasado gran parte de los “últimos días,” y la destrucción de toda la iniquidad a manos de Cristo Jesús está muy cerca. (La Atalaya del 15 de Agosto de 1974, página 485)

La Atalaya del 15 de Septiembre de 1975 Bajo el subtema DETERMINANDO EL TIEMPO dice:

¿Cuándo será, pues, que el Hijo del hombre vendrá con poder destructivo para limpiar esta Tierra de todos los que aman el camino de la injusticia? Jesús mismo contesta: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas.” (Mat. 24: 34; Mar. 13: 30) ¿Cuál “generación” es ésa? La que ha presenciado los acontecimientos que cumplen la profecía desde 1914 E.C. No hay duda en cuanto a la veracidad de lo que Jesús dijo. Enérgicamente añadió: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán”. Mat. 24: 35; Mar. 13: 31; compare con Mateo 5: 18. (Página 564, párrafo 22. Subrayado nuestro).

Estas declaraciones tenían el efecto de enardecer los ánimos en la gente a unos límites alarmantes e irracionales. A tal grado que tuvieron como efecto el que muchos efectuaran cambios drásticos en sus vidas, amoldándolas teniendo en cuenta las perspectivas del corto plazo que otros les iban marcando desde la Watch Tower. Para muchos eso los llevó a pasar de una situación llevadera o normal a una situación de penuria prolongada a la que han tenido que hacer frente a lo largo de muchos años y de la que tal vez nunca se recobren.

En medio de ese fragor expectante azuzado desde las páginas de La Atalaya, ésta seguía:

... reconocen la importancia de poner sobre aviso a la gente en todas partes en cuanto a la necesidad de entrar en una relación aprobada con el Creador antes que estalle la “gran tribulación” (Compare con Ezequiel 33: 2-9; 1 Corintios 9: 16)... (Página 571, párrafo 18)

... un número considerable de ellos han renunciado a carreras prometedoras, se han despojado de intereses comerciales lucrativos, han vendido posesiones materiales que les parecieron innecesarias, o de otras maneras han ajustado sus circunstancias. Por la misma razón muchos se han mudado a otras partes de su propio país o hasta a otros países. También hay quienes optaron por la soltería o, como casados, decidieron privarse del gozo de tener hijos a fin de hacerse disponibles para servicio que de otra manera habría sido difícil de efectuar. (Página 571, párrafo 19).

Todo ese estado anímico de triunfalismo, todas esas decisiones tomadas precipitadamente bajo el estímulo de superintendentes de circuito y ancianos ignorantes y desequilibrados ha hundido a muchas familias en la miseria y ha condicionado la vida de muchos jóvenes de entonces para siempre. Ha sido el resultado de haberse sometido a la palabrería vana, a la charlatanería barata, ciega y fanática de unos falsos iluminados que aún siguen sin entender lo más elemental de la Escritura: el amor genuino al prójimo, sin utilizarlo en beneficio propio, la libertad del cristiano sin presiones, sin insinuaciones, sugerencias y artimañas de ningún tipo encaminadas a que la persona tome un derrotero de vida que a la larga le pueda resultar perjudicial. Sería justo que asumieran públicamente su responsabilidad moral por los efectos nocivos en otros de ese tipo de declaraciones.

Hubo publicaciones con títulos tan sugestivos como los siguientes:

¡Babilonia la Grande ha caído! ¡El Reino de Dios Domina!,
El paraíso restaurado a la humanidad...¡Por la teocracia!,
Entonces queda terminado el Misterio de Dios,
El hombre al umbral de ser salvo de la angustia mundial,
El Reino de Mil años de Dios se ha acercado

Todas esas publicaciones alentaron la expectación y contribuyeron juntamente con discursos y más discursos a la creación de una atmósfera irracional e infundada de la intervención divina en cuestión de poco tiempo (pocos años). Ninguna de esas publicaciones se utiliza hoy. Han corrido la misma suerte que las publicaciones de los tiempos de Russell o de Rutherford:

Los Estudios de las Escrituras
El tiempo se ha acercado
Venga tu Reino
El Misterio terminado
El Arpa de Dios
La fe en Marcha...

Si tan buenos han sido esos escritos ¿Por qué no los reeditan para beneficio de todos?

Después del varapalo que supuso lo de 1975, encajado de mala manera (sin llegarlo a reconocer plenamente), se produjo un cambio en las formas, más aparente que real. Fue una época en la que veladamente se desacreditaba todo lo que representara poner fe en fechas concretas, atribuyéndolas a personas (nadie sabe quiénes) que se habían adelantado por su cuenta a contar el tiempo y establecer fechas. Todo eso permanece hasta la actualidad. El objetivo de introducir ese factor de confusión que, por un extraño interés propio es asumido dentro de la comunidad, no es otro que aligerar la carga de responsabilidad de todos por las declaraciones irresponsables emitidas una y otra vez, hasta el grado de eximirse totalmente de culpa. Pero, al mismo tiempo, no ha sido óbice para seguir erre que erre en el mismo proceder insensato.

No he creído necesario traer citas de hace diez o quince años, porque sería interminable y también debido a que una gran parte de los testigos de la actualidad han vivido y considerado esa información personalmente, teniendo elementos suficientes para que, con el complemento de lo aquí aportado, cada uno se haga las reflexiones que crea oportunas. No obstante, sí que creo conveniente referirme a algunas declaraciones de los años más recientes a fin de que quede patente que no se ha tratado de algo incidental, ocurrido en alguna época particular y breve, sino que ha sido una constante en la actuación de la Sociedad Wach Tower. Ello le acredita, a mi entender, como falso profeta. En ella se ha probado hasta la saciedad lo que puede extraerse de las palabras de Deuteronomio 18: 21-22:

Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él. (Valera)

Puede alegarse que ellos no han hablado en el nombre de Jehová, pero eso no puede aceptarse desde el momento en que afirman que son el “canal de Dios” para distribuir el “alimento” a la casa de la fe y que rechazar lo que dice y enseña el “esclavo fiel y discreto” es rechazar lo que Dios mismo dice. Eso está escrito por activa y por pasiva en términos similares a los aquí expresados. Si se tratara de meras “opiniones” ¿por qué no lo han expuesto así inequívocamente desde el primer momento?. Además, vuelva a leer las citas y verá cuán a menudo el lenguaje sugiere, cuando no declara expresamente, que eso es lo que dice la Escritura, que es lo que Dios mismo dice, etc.

Reitero que todo esto ha sido traído en este artículo debido a la constatación de que hay muchos testigos en la actualidad que desconocen la historia y lo que ha sido la especulación no tan lejana de la Sociedad Watch Tower, lo que tal vez, le ha dado el impulso definitivo para consolidarse como un grupo religioso de cierta magnitud. Sé de casos concretos de ancianos y siervos ministeriales de treinta y cinco años hacia abajo y que han crecido dentro de la organización que ignoran toda esa fuerte mentalización que se produjo en los años sesenta y setenta. Hasta que no se les ha presentado documentación escrita estaban convencidos de que todo eso había sido cosa de unos cuantos que iban diciendo tonterías por cuenta propia. Aún después de constatarlo, se les hace difícil la aceptación de la evidencia. Esa es la fuerza del adoctrinamiento de la Sociedad. Al tener control sobre toda la información que llega a las personas en las congregaciones, en pocos años borran lo que no interesa y tergiversan el pasado a su antojo. Además, como también he señalado antes, silencian, demonizan y tachan de “apóstata” a todo el que intenta hurgar en el pasado para que pueda entenderse mejor el presente. Cualquiera que no esté de acuerdo con esa práctica, de una u otra manera, sufre la injusticia de verse señalado como contestatario o rebelde. De ninguna manera he querido hacer demagogia con todo esto.

En el artículo Una Pausa les hacía un pequeño análisis a propósito de un comentario de La Atalaya del 1 de Junio de 1998, página 5. Me permito volver sobre ello, entendiendo que la enseñanza a extraer les aplica de lleno, pero en el sentido contrario al que dan a entender en dicha Atalaya:

CIERTO pastor que solía gritar “¡Que viene el lobo!” sin ser cierto, se encontró que nadie hizo caso a sus posteriores gritos de socorro justificados. Del mismo modo, hoy día muchas personas pasan por alto la inminencia del día de Jehová porque han oído innumerables advertencias que han resultado falsas alarmas. El gran enemigo de Dios, Satanás, el falso “angel de luz”, se aprovecha precisamente de que muchos no distingan la auténtica advertencia y le presten atención (2 Corintios 11: 14).

¿Quién ha dado esas falsas alarmas? ¿Acaso no han sido una y otra vez ellos mismos? La moraleja de la fábula ¿no imputa culpabilidad a las “bromas” del pastor? Pues que se apliquen el cuento.

¿Cuál es la auténtica advertencia: 1914, 1925, 1975, la generación que no pasará? Todas esas, entre otras intermedias, han sido fechas tope o aproximaciones dadas en el pasado y que no serían rebasadas. El objeto de traer a colación todas esas citas es para estimular la memoria histórica que con las omisiones y tergiversaciones de la historia por parte de los responsables actuales de la Watch Tower se ha intentado enterrar. Es cierto que ha pasado tiempo, pero no tanto. La táctica es la misma, aunque utilizando como es lógico otras referencias temporales y otros parámetros. Lo importante es no dejarse adormecer por los cantos de sirena de la Watch Tower, no dejarse regalar los oídos y despertar del sueño a fin de darse cuenta de la trampa del lenguaje utilizado por la Sociedad para encubrir sus inacabables errores. La historia enseña, si uno quiere aprender de ella. Está claro que los responsables de la Watch Tower renuncian a aprender, ya que es palpable la manipulación de la misma. Es lo que mejor saben hacer, manipular.

En ese sentido, aunque con matizaciones, dando una de cal y otra de arena, el tema de la proximidad del fin lo exprimen una y otra vez, manteniendo o tratando de mantener a todos en esa expectativa falsa de que es cuestión de muy poco tiempo más lo que puede alargarse la espera. Digo “expectativa falsa” no porque yo afirme que el tiempo está lejos, como tampoco que esté cerca. Como muchos, observo la situación de la humanidad, estudio la Palabra de Dios y me hago mis reflexiones y puedo comentar o hablar del tema, de mis sensaciones o de mis anhelos con mis amigos, pero con los elementos disponibles nadie puede emitir una opinión autorizada que pueda rayar en doctrina. Entre otras, me baso en estas declaraciones de Pablo:

Acerca del tiempo y del momento, hermanos, no necesitáis que os escribamos; porque vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como ladrón en plena noche. 1 Tesalonicenses 5: 1 (NT. Versión Ecuménica)

Pablo consideró una pérdida de tiempo hablar de algo que era absolutamente incierto para todos. Un suceso que acaecería como sobreviene la indeseada visita de un ladrón en la noche. Posteriormente volvió a escribir a los Tesalonicenses en estos términos:

Y ahora, hermanos, a propósito de la Parusía de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os hacemos un ruego: no os desconcertéis tan pronto, perdiendo el buen sentido, ni os alarméis, sea con motivo de una inspiración o de una declaración o de una carta que se nos atribuya, sobre la inminencia del día del Señor. 2 Tesalonicenses 2: 1-2 (NT. Versión Ecuménica).

Esas palabras deben ser válidas para todos hoy, como lo fueron ayer para los cristianos del primer siglo. No perder el buen sentido por esos pretendidos “entendimientos” de los que el “esclavo” alardea y en los que se ha estrellado siempre. El buen sentido exige una buena conciencia para con Dios, eso es vivir en la luz no en la oscuridad, eso es estar alerta. De esa manera, sin importar cuando venga ni estar obsesionado por ello, uno estará preparado para poder recibirlo dignamente.

Para dejar constancia de su incapacidad para rectificar seriamente su trayectoria y el talante de su comportamiento en todo esto, consideremos algunas declaraciones más, correspondientes a publicaciones recientes, que pueden contribuir a tener la visión de conjunto, cerrando así el ciclo de la actividad profética y manipuladora de la organización.

La revista ¡Despertad! del 22 de Junio de 1995 es un ejemplo de autojustificación, de minimización de los errores cometidos. El artículo titulado ¿SON FIABLES LAS PROMESAS DE DIOS? despista bastante en lo que puede ser el mensaje real que quiere transmitir. Tras breve reconocimiento de lo que califican de opiniones erróneas (no errores), leemos en la página 9:

Tales opiniones erróneas no implicaron que las promesas de Dios estuvieran equivocadas ni que él hubiera cometido un error. ¡En absoluto!

¡Qué duro resulta enfrentarse a una manera de razonar tan retorcida! ¿Cómo se puede introducir a Dios en esa forma de expresarse, sabiendo de antemano que la deducción lógica es que El no está expuesto a cometer errores? Pero es que el subconsciente les traiciona, acostumbrados como están, a hablar en nombre de Dios mismo. Esa es la razón por la que suelen abundar en razonamientos semejantes a ese. Y concluyen:

Las conclusiones erradas no estaban motivadas por intenciones torcidas o infidelidad a Cristo, sino por el anhelo de ver cristalizadas las promesas de Dios durante su vida.

¡Lástima que jamás concedan ese beneficio de intención a quienes rectifican doctrinalmente antes de que se comprueben todas esas barbaridades!

Uno diría, bueno al menos han aprendido un poquito. Falsa ilusión, amigo mío. Eso es más de lo que pueda esperarse de ellos. Es lo mínimo que podían decir y, aún así, esas no son las expresiones de alguien dispuesto a reconocer con franqueza el error, sino más bien a justificarlo. En ese empeño no dudan ni tan siquiera en implicar a los primeros discípulos. Esa misma revista ¡Despertad! afirma:

Pese a todas estas advertencias, los primeros cristianos, en su afán por gozar de las bendiciones que acompañarían la presencia de Cristo, empezaron a especular sobre el tiempo en que se materializarían las promesas del Reino. Página 5. (Subrayado nuestro)

Esa imputación es improcedente y falsa. Acostumbran a utilizar Hechos 1: 6-7 para justificación de lo que ellos no han parado de hacer: especular. Equiparan y adulteran ese pasaje para justificar su conducta, haciendo ver a los demás que, al fin y al cabo, los primeros cristianos hicieron lo mismo. Los discípulos de Jesucristo le hicieron una pregunta lógica para la ocasión y sencilla:

“Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el Reino de Israel?” (BJ)

Jesús les respondió aclarando esa cuestión:

“A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (BJ)

¿Dónde está la especulación? ¿Qué derecho tienen a atribuir intención especulativa a una simple pregunta con ánimo de obtener una respuesta sobre un tema importante de quien para ellos era el único que tenía la posibilidad de aclararles el asunto? ¿Quién no le haría preguntas a Jesucristo si tuviera la oportunidad? ¿Sería eso especular?.

Si reflexionamos un poco más, observamos claramente la manipulación del tema, cuya finalidad es eximirse de responsabilidad, inculpando a otros y ausencia total de capacidad para aprender. Dicen: “Pese a todas estas advertencias, los primeros cristianos, en su afán por gozar de las bendiciones que acompañarían la presencia de Cristo, empezaron a especular...” La referencia previa es que Jesús había instruido a sus discípulos sobre la incertidumbre en cuanto al momento del fin y la necesidad de mantenerse alerta. Pues bien, esas mismas advertencias siguen vigentes y aún es la hora en que la Watch Tower haga lo propio. Es más, podíamos decir: Pese a la interminable sucesión de fallos proféticos por parte de la Sociedad, continúan haciendo para hoy las mismas declaraciones fallidas de ayer y de anteayer, cuando el ayer y el anteayer eran “hoy”.

El lector puede acudir a las experiencias que suelen venir en La Atalaya de personas de muchos años en la organización. Observará cuán a menudo mencionan frases parecidas a: “por aquél entonces los Estudiantes de la Biblia (como se llamaba entonces a los Testigos de Jehová) creían que el fin vendría en aquellos años”. Esas personas tienen nietos adultos o edad para haberlos tenido. Pero llevan a la espalda el síndrome de la “madre organización”, que no se cansa de decir, contra toda evidencia, que sabe rectificar a tiempo de acuerdo al “conocimiento progresivo”, concepto acuñado por ella misma en beneficio propio. Si usted es una persona joven y va proclamando que “el fin está muy cerca”, porque eso es lo que lee en La Atalaya y le “programan” que diga, ¿Qué pensaría de la organización que le envía con ese mensaje si creyera que usted mismo iba a rebasar los ochenta años y siguiera diciendo lo mismo?. Eso es lo que ha sucedido, en un grado más o menos aproximado a ese período de tiempo, a muchos testigos de Jehová de la actualidad. El problema es que un período tal de tiempo no pasa de repente, sino que transcurre día a día, mes a mes, año a año. Pero para hacerse la reflexión ese hecho no debería constituir obstáculo alguno. De manera que estamos ante hechos pasados, algo ocurrido en realidad, no ante esa mera hipótesis planteada con la finalidad de que pueda servirnos para reflexionar.

Naturalmente, el día a día lo aprovechan para el adoctrinamiento a fin de que se acepten los fallos no como tales, sino como un conocimiento “imperfecto”. Así mismo inculpan a otros siempre que lo creen necesario:

Es verdad que este viejo sistema ya ha durado más de lo que muchos creían. Tal vez haya quien piense ahora que de haberlo sabido antes, quizá no habrían hecho ciertos sacrificios. Pero nadie debería lamentarse de haberlos hecho. (La Atalaya del 15 de Agosto de 1997. Subrayado nuestro).

La verdad no es precisamente esa. La realidad es que ha durado más de lo que los responsables de la Sociedad Watch Tower (Los redactores y el Cuerpo Gobernante) han hecho creer a otros. Ese tipo de declaraciones muestra su inconfundible pésimo estilo, su irresponsabilidad ante los demás. Tratan a la gente sin consideración alguna, con total desprecio de su dignidad. Lamentablemente muchos nunca podrán rehacer su vida por haber seguido una guía equivocada, teniendo en cuenta declaraciones tajantes y rotundas en torno a la brevedad del tiempo.

Esa mirada a la información actual que sale de las rotativas de la Watch Tower nos confirma que nada esencial ha cambiado en su mensaje. En prueba de ello considere lo siguiente:

El día de la eliminación de la maldad está por fin a las puertas (Sofonías 2: 1-3; Mateo 24:3, 7-14) ¡Despertad! del 8 de agosto de 1998, página 11 (Subrayado nuestro).

Estas declaraciones son exactamente las mismas que las que se hicieron a finales del siglo pasado, a principios de este siglo, a mediados del mismo y, como estamos observando, también en sus postrimerías. Tal vez un ejemplo pueda servirnos, si nos paramos a pensar en lo que representa ese e innumerables casos más. La Atalaya del 1 de Febrero de 1998 relata la experiencia de Calvin H. Holmes, remontándose nada menos que a los años 1930s. Entre otras cosas, en la página 24 leemos:

Mi padre decía que las personas que publicaban esos libros se llamaban Estudiantes de la Biblia y que, según ellos, estábamos viviendo en los “últimos días” (2 Timoteo 3: 1-5).

¿Le es familiar esa afirmación? Si le queda alguna duda, observe La Atalaya del 15 de Septiembre de 1998. La portada (reloj incluido) no puede ser más elocuente al respecto:

¿SE DA CUENTA DEL TIEMPO EN QUE VIVIMOS?

Esa pregunta, formulada en los mismo o parecidos términos, la encontramos centenares, quizá miles de veces en su literatura. En la página 6 de esa Atalaya podemos volver a leer lo que leíamos hace 30, cincuenta o cien años:

Tenemos buenas razones para creer que el “fin” es inminente... Lo que hemos de esperar es el fin inminente del inicuo sistema de cosas, que tanto sufrimiento ha causado a la humanidad. (Subrayado nuestro)

El artículo concluye con estas palabras:

De hecho, este es el momento crítico: es hora de despertarse del sueño. (Subrayado nuestro)

En esa misma Atalaya podemos leer declaraciones tan contradictorias y desconcertantes como éstas:

Nosotros también estamos convencidos de que nuestra liberación del presente sistema de cosas inicuo está cerca. Página 13, párrafo 13 (Subrayado nuestro).

Es posible que permita que algunas situaciones se extiendan más de lo que muchos esperaban. Página 19, párrafo 15. (Subrayado nuestro).

A este inicuo sistema de cosas le queda muy poco tiempo. (Página 20, párrafo 18).

Nosotros también estamos convencidos de que nuestra liberación del presente sistema de cosas inicuo está cerca”... “Es posible que permita que algunas situaciones se extiendan más de lo que muchos esperaban”. Ese es el lenguaje que utilizan repetidamente. Traducido a la práctica, eso se convierte en algo parecido a esto: Nosotros estamos convencidos, absolutamente seguros, con pruebas irrefutables de que este viejo mundo se acaba ya. Pero, cuando pasen unos años sin que nada de eso ocurra, es que algunas cosas se tardan más de lo que ustedes, que son unos impacientes, esperaban. Si esa no es una actitud estudiada y premeditada, entonces ha de considerarse al menos como la expresión del subconsciente de una mente egocéntrica, defensora a ultranza de su posición, a la que le importa un bledo el resto del mundo.

Teniendo en cuenta todo eso, hacemos bien en recurrir a la Sagrada Escritura, donde leemos:

Entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Lucas 21: 8. (Valera)

¿En su nombre? Sí, nombrados por él en 1919 para emitir los mensajes aquí considerados. No se han cansado de repetirlo. Recapacite, por favor, en las expresiones de la Sagrada Escritura que se refieren a la venida del fin. Considere uno a uno los más de cien años en todos los cuales se ha afirmado que el fin estaba a la vuelta de la esquina, exactamente lo mismo que nos dicen hoy. ¿Es lógico pensar que a esa dilatada historia de predicciones más o menos concretas tiene el apoyo divino?

Los testigos de Jehová no son los únicos que han hablado o hablan del fin del mundo, de permanecer alerta, de las condiciones mundiales con valores morales en retroceso, etc. En sí mismo, eso no tiene nada de objetable. Lo que los caracteriza o en lo que sobresalen por encima de otros muchos es el haber hecho de eso el fundamento que justifica su trabajo por encima de cualquiera otra consideración. El problema radica en la falta de justificación bíblica para lo que afirman, habiendo ido mucho más allá de lo que la Sagrada Escritura autoriza. Las palabras de Jesucristo no dejan lugar a dudas:

Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. Mateo 24: 44 (Valera).

A partir de esas palabras es inútil comenzar a confeccionar calendario alguno partiendo de ningún otro acontecimiento bíblico o a aplicar calificativos en términos de cuantía o duración al tiempo que falta. Por eso, haciendo un balance equilibrado de toda la información que la Biblia contiene referente al tiempo del fin, atendiendo a la letra escrita y al espíritu que la anima, lo único cierto que puede obtenerse es la incertidumbre para todos sobre el momento en que ha de producirse la venida del Señor para hacer juicio. Con esa premisa previa, todo intento de cálculo está condenado por la propia Escritura al fracaso. Y por la misma razón debe rechazarse toda fecha establecida, ya sea pasada o que mire hacia el futuro, que tenga relación alguna o a la que uno pueda referirse asociándola de alguna manera a ese evento. Es lo que el conocimiento y la propia sensatez exigen. La experiencia frustrante, la triste historia, en el caso concreto de los testigos de Jehová avala eso con creces.

Cuando Jesucristo dijo que su Venida se produciría precisamente a la hora que no pensáis, previamente en ese mismo contexto, junto a la necesidad de estar preparados, dijo:

Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no dejaría que horadasen su casa. Mateo 24: 43 (BJ)

Ninguna pista posible, en cuanto a si en la primera vigilia o en el último segundo de la noche. Esas palabras, a la vez que sencillas, son muy claras. Ante la imposibilidad de saber ni tan siquiera el período nocturno en que vendría el ladrón en la ilustración de Jesucristo, y si uno lo entiende bien, a lo cual el propio Jesús invita encarecidamente, uno no puede pasarse de “listillo” y andar divagando y contando a otros veleidades especulativas en cuanto al tiempo que a ninguna parte buena conducen. Claro que para eso hay que tener unas buenas entendederas, asunto este poco acorde con el cerrilismo mental de los “lumbreras” de Brooklyn. En todo caso, a los que tenemos aprendida la lección nos corresponde rechazar tanto a las especulaciones en sí como a los propios especuladores por traernos unas buenas nuevas diferentes a las que tan claramente predicó Jesucristo y sus seguidores registraron en la Biblia.
(2 Juan: 10).

(Contribuido)




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