En el orden en que Mateo nos relata los hechos, Jesús dejó sin palabra en primer lugar a unos fariseos que intentaron entramparle en una pregunta en la que estaba implicado el pago de impuestos al César. A continuación fueron los saduceos quienes, desconociendo tanto las Escrituras como el poder de Dios, creyeron que con su razonamiento superficial pondrían en entredicho la creencia en la resurrección y dejarían en evidencia al Maestro y el grueso de su doctrina basada en la esperanza de la resurrección.
Nuevamente lo intentaron los fariseos. Uno de entre ellos le hizo la pregunta:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?”. El le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos penden toda la Ley y los Profetas.” Mateo 22: 36-40 (BJ).Jesucristo no solamente dio la respuesta para el primer mandamiento, sino también para el segundo, cerrando además, la posibilidad de prodigarse en otras búsquedas, porque de hecho no había más. Estos dos mandamientos son el compendio de toda la Ley. La gran fuerza del Cristianismo, la esencia misma de la práctica cristiana, reflejo fiel de la personalidad de Dios, radica en el amor. Dios es amor. 1 Juan, 4:8. El amor es no solamente altruismo, generosidad, entrega (que lo es), sino que además encierra un enorme sentido de justicia.
Ante semejante respuesta, el evangelio de Lucas incluye un relato que aclara perfectamente esta otra pregunta adicional: “Y ¿quién es mi prójimo?” Lucas 10: 29.
Después de relatar la actitud de un sacerdote, un levita y un samaritano hacia un hombre en extrema necesidad, Jesús preguntó a aquel doctor de la Ley: “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” Lucas 10: 36
Jesús obtuvo una respuesta obvia de aquella persona. Entonces le dijo: “Vete y haz tú lo mismo”. Lucas 10: 37.
Y ¿Qué es “hacer lo mismo”?. Fue el propio Jesucristo quien puso este relato como modelo de manifestación de amor al prójimo. Cualquiera que lea este pasaje bíblico ve enseguida el espíritu que hay detrás del mismo y la enseñanza que encierra.
Se habla de “un hombre” que bajaba de Jerusalén a Jericó. Para nada se mencionan sus creencias, sólo su situación crítica. Había sido expoliado y golpeado, necesitaba ayuda. Dos personajes, cuya situación social (sacerdote el uno y el otro un levita) les asociaba íntimamente con el sistema judío, quedan implícitamente desaprobados, mientras un “samaritano”, con todas las connotaciones asociadas a su condición, es el que actúa correctamente, el que es puesto como ejemplo por Jesucristo.
El amor en la Biblia abarca muchas facetas y es precisamente la persona cristiana la que ha de detectar dónde puede hallarse la necesidad y cómo puede abordar un problema para contribuir a su solución con los medios a su alcance. En la vida real de cualquiera se presentan multitud de ocasiones para practicar esta cualidad en su multiforme variedad. El capítulo 13 de la primera carta de Pablo a los Corintios es todo un himno a las excelencias del amor bíblico. Ahí hallamos un campo inmenso de posibilidades accesible a todos y sin alardes, ni grandes signos externos.
Hasta tal grado es fundamental y completa esta cualidad que se dice que “el que ama al prójimo ha cumplido la ley”. Romanos 13:8.
Por la misma razón Jesucristo relató cómo se efectuaría el juicio final y en base a qué se daría el veredicto definitivo cuando él regresara. Este es el punto en el que quiero centrar este comentario. Lo que precede se incluye como ampliación por la conexión que tiene con el tema y porque esclarece aspectos fundamentales de la exposición que Jesucristo hizo del mencionado juicio tal como Mateo nos lo transcribe:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dísteis de comer; tuve sed, y me dísteis de beber; era forastero, y me acogísteis; estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitásteis; en la cárcel, y vinísteis a verme.’ Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicísteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicísteis’. Mateo 25: 31-40. (BJ)Este ha sido uno de los temas recurrentes, que cíclicamente vuelven a las páginas de las publicaciones de la Watch Tower. El siguiente comentario ilustra su posición:
Estas “ovejas” de la parábola hacen el bien hasta al más pequeño de los “hermanos” espirituales del Rey Reinante Jesucristo. Las “ovejas” cooperan con estos “hermanos” de él por medio de efectuar, por mucho, la mayor parte de la predicación predicha de “estas buenas nuevas de reino” por toda la Tierra como testimonio final”. Atalaya 15.12.83 página 30, párrafo 17.La Atalaya del 15.5.97 lo expresaba así:
Prediciendo el apoyo cálido y amoroso que estas “ovejas” brindarían a sus hermanos ungidos, Jesús les dijo proféticamente: “Me dio hambre, y ustedes me dieron de comer; me dio sed, y me dieron de beber. Fui extraño, y me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, y me vistieron. Enfermé, y me cuidaron. Estuve en prisión y vinieron a mí. [...] En verdad les digo: al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron. (Mateo 25:35-40.)Efectivamente, la explicación que se ha venido dando por muchos años a este pasaje de la Biblia es que durante este “tiempo del fin” y mediante la obra de la predicación se estaba colaborando en llevar a cabo un juicio consistente en separar a unas personas de otras de acuerdo a la receptividad del mensaje presentado.
Al mismo tiempo esa misma obra es el aspecto principal de ayuda a los “hermanos” (ungidos) de Cristo tal como queda reflejado en el párrafo citado de la Atalaya y que, en esencia, es lo que se dice en las incontables veces que se alude a este tema. Como último ejemplo y, por la ilustración gráfica que lo acompaña, citamos estas palabras tomadas del folleto El Gobierno que nos traerá el Paraíso:
Jesús dijo que en nuestros días toda la humanidad sería dividida entre personas semejantes a ovejas y personas semejantes a cabras. (Mateo 25:31-46). Las “ovejas” serían las personas que amaran a él y a los hermanos de él. Las cabras serían los que no lo amaran. Las “ovejas” tendrían vida eterna, pero las “cabras” no. Esta obra de dividir se está efectuando mediante la predicación de las buenas nuevas del Reino. (Subrayado nuestro)Invito al lector a que examine la página 23 del citado folleto. La parte correspondiente a la “obra de juicio” llevada a cabo mediante la predicación ha sido desechada recientemente. Eso quiere decir que lo que supuestamente dijo Jesús y que con tanto alarde tipográfico se ha defendido por décadas con una autoridad insultante, ahora resulta que NO dijo tal.
El segundo aspecto no merece más crédito que el primero, pero resultará útil examinarlo un poco.
En primer lugar, lo que conviene tener en cuenta es lo abarcador, lo universal del juicio que aquí se relata tanto en el espacio como en el tiempo. “Todas las naciones” serán congregadas ante él. Cuando en la Biblia se habla de juicio de las características que aquí se describen, se refiere siempre a un único juicio, aunque se aborde desde diferentes ángulos o puntos de vista y es un juicio que abarca tanto a los vivos como a los muertos.
El lector puede recordar diferentes pasajes referidos a juicio, a recibir premio o castigo, etc., llevados a cabo directamente por Jehová como acto supremo de vindicación de la justicia o, como en este caso, efectuados por Jesucristo. Todos son complementarios, enriquecedores de nuestro conocimiento, pero nunca contradictorios, porque todos convergen en una única realidad: El juicio universal para todos. Las diferentes maneras de relatar o ilustrar este hecho cumplen con el propósito de instruirnos, concienciarnos y estimularnos a estar vigilantes. En este caso para que seamos solidarios, para que practiquemos el amor a nuestro semejante, nuestro prójimo.
La Watch Tower mantiene que la práctica totalidad de los cristianos del primer siglo pertenecían al grupo que ellos llaman “los hermanos” de Cristo. Siendo esto así es difícil que puedan entrar en el cuadro de este juicio, porque no tenían un referente hacia el que hubieran hecho el bien. Ellos no serían “de todas las naciones” que hacen el bien a “otros” (los “hermanos” de Cristo, ya que serían ellos mismos.).
En la actualidad también es difícil hacer el bien a los susodichos “hermanos” de Cristo debido a que es rara la congregación que tiene alguno que se identifique como tal. Sólo queda ese aspecto genérico y polivalente de la predicación. Pero seamos serios, cuando la Biblia habla de la predicación ¿acaso no tiene palabras explícitas y expresiones claras para hacerlo? ¿No lo hace así, de hecho?. ¿Por qué hemos de entender que cuando se habla de “hambre”, “sed”, “desnudez”, “enfermedad”, que todos sabemos lo que significa, tenemos que ir traduciendo y entender otra cosa diferente?
Con ello han conseguido desfigurar un pasaje (uno más) claro como la luz del dia, con una enseñanza directa y referida a cosas específicas y primordiales, a necesidades comunes de la gente y convertirlo en algo parcial, sectario y sin sentido.
Todo ello no muestra más que el egocentrismo de los responsables de la Watch Tower, que siempre “barren” para casa. Todo para ellos. Eso los excusa de cumplir de veras con lo que realmente leemos en Mateo 25: 31-46. Siempre menosprecian cualquier obra de tipo social y no emplean un solo centavo en tales menesteres por considerarlos inútiles. De esta manera, mientras sus precursores y precursoras están dando vueltas por las calles para poder presentar un “informe ejemplar”, sus mayores y necesitados están siendo cuidados por organizaciones a las que vilipendian en su literatura o por familiares a los que siempre han catalogado de “incrédulos”. Hablo con conocimiento de causa y no quiero ser más explícito, porque temo que en su cerrilismo y “celo” equivocado puedan poner trabas a la ayuda que personas desvalidas están recibiendo
Nadie pone en tela de juicio que Jesucristo es el modelo en todo. También en esto. ¿Qué hizo él?
Y Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Mateo 9:35 (BJ)Jesucristo curó a diez leprosos en una ocasión sin tener en cuenta su actitud posterior. De hecho solamente uno volvió a dar gloria a Dios. Lucas 17:11-19. En su rudimentaria organización, hasta tenían un fondo para ayuda a los pobres. Juan 13:29. Una de las cosas que quedan claras y que son clave en el ministerio de Jesucristo y posteriormente de sus discípulos es el sentimiento de compasión de la gente desgraciada. Santiago es explícito cuando dice:
La religión pura e intachable ante Dios Padre, es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación, y conservarse incontaminado del mundo. Santiago 1:27. (BJ)La Atalaya del 15.11.97 que analiza superficialmente (y de manera adulterada) porciones de la carta de Santiago pasa por este versículo como de puntillas y a regañadientes. Dice (página 13, párrafo 20):
Aunque Santiago no especifica todo aspecto de la adoración limpia, dice que incluye el “cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación” (cursivas nuestras)Con esa fraseología eliminan toda la fuerza y el sentido real de esas palabras de Santiago. El escritor no simplemente incluye de una manera vaga (“dice que”), sino que expone lo que es lo esencial en la religión verdadera. Esta frase de Santiago está en perfecto paralelismo y armonía con las palabras de Jesucristo resumiendo todo el contenido de la Ley en “amar a Dios y al prójimo”. A la hora de llevarlo a la práctica ¿Qué otras cosas de la adoración limpia no están incluídas en esos dos aspectos abarcadores de “amor al prójimo necesitado y limpieza de la contaminación mundana”?. Lo que sí es meramente retórico a la hora de la verdad es lo que en el mismo párrafo incluyen:
“Como Dios es el protector de la viuda y el huérfano, cooperemos con él haciendo lo que esté a nuestro alcance por ayudar a nuestros necesitados tanto de manera espiritual como material”.Esas palabras, así expresadas con esa ¿“rotundidad”? y tan de compromiso cuando llegan a la congregación suenan a música celestial. Pero ¿dónde está esa prioridad, esa concienciación, esa permanente vigilancia, ese programa concreto por el que se esté alerta a las necesidades de la gente, de tal manera que no tengan que cubrir ese hueco voluntarios de otras organizaciones?
Lo real, lo que cuenta desgraciadamente es lo que se pueda anotar en el “informe”, lo demás (salvo excepciones) es tan bonito como teórico.
Eso me recuerda exactamente la actitud que tuvo aquél hijo a quien el padre envió a trabajar a su viña y dijo: ‘Sí, señor’. Pero al final “escurrió el bulto” y no fue. Mateo 21: 28. Todos somos parte de la viña del Señor, y trabajar en ella es mucho más que pasar muchas horas “vendiendo literatura”.
Quien lee el pasaje citado (Mateo 25: 31-46), sin condicionamientos previos entiende perfectamente la gran humanidad que el mismo encierra. Los cristianos de todos los tiempos nunca han dejado de lado esa faceta que dignifica y que además es de justicia. Lógicamente la familia, los hermanos en la fe, los amigos etc., son los primeros destinatarios del amor y ayuda (si ha lugar) del cristiano. En la Sagrada Escritura así está registrado. Sin embargo la Watch Tower ha empobrecido a tal grado esa parte de la Biblia que queda mutilada y vacía de contenido.
Al meditar en la respuesta que Jesús ofreció al doctor de la Ley, amar a Dios y al prójimo, y todo el desarrollo del asunto, tanto en doctrina como en hechos, recogido en las Escrituras, y compararlo con esta restringida, interesada y pintoresca interpretación de la Watch Tower de lo que representa el hacer bien a otros (“los hermanos más pequeños”), sinceramente no encaja en el modelo. Esto es otro evangelio, otra enseñanza.
(Contribuido)