Los Testigos de Jehová

Poderoso caballero (Contribuido)


Crecer y acaparar. He ahí, en el fondo, el propósito hecho necesidad de toda la actividad de los testigos de Jehová. ¿Hasta llegar a dónde? ¿Hasta lograr qué? Sin límites, hasta que Jehová diga basta. ¿Con qué fin? ¿Para beneficiar a quién? En teoría, para dar a conocer las Buenas Nuevas de salvación para todas las personas. En la práctica, lo necesitan para su propia subsistencia. No hay que perder de vista que, desde siempre, independientemente de la posible intencionalidad religiosa que le diera origen, la Sociedad Watch Tower ha sido fundamentalmente una editorial. Eso quiere decir que requiere un componente básicamente económico. Se han organizado de tal manera que han venido a ser dependientes de la distribución de su literatura, del mercadeo y del dinero que ello genera. El protagonismo de la distribución de la mercancía es patente por doquier en su literatura:

En Côte d'Ivoire, un matrimonio misionero visitó 322 barcos en los muelles. Distribuyó 247 libros, 2.284 revistas, 500 folletos y cientos de tratados, así como vídeos para que los marineros los vieran en alta mar. La Atalaya del 1 de Enero de 1997 (Página 18, párrafo 15).

Esas palabras bien podrían ser las pronunciadas por un responsable de zona de una empresa de ventas piramidales en alguna de esas reuniones que se celebran periódicamente en un hotel de lujo en el que se publican los resultados y se otorgan los premios conseguidos por los vendedores más aventajados. Sin embargo, increíble como parezca, corresponden a una manera habitual de medir el éxito de una organización religiosa, los Testigos de Jehová: publicaciones, números, estadísticas... Con cifras y más cifras estimulan y marean a la gente, haciéndoles sentirse congratulados por su participación en la "gran obra" de predicación que "nunca se repetirá". Sin embargo la realidad es bien distinta a eso. Se trata de una actividad muy común en empresas comerciales. Algunas de ellas disfrazan su mensaje de filantrópico, cultural, ayuda a los niños... cuando de por medio sólo hay enciclopedias, cachivaches de cocina, etc. Nada de esto estoy poniendo en cuestión, porque mediante el correspondiente registro mercantil y pago de impuestos, esas entidades participan en un negocio permitido. Pero algo parecido se puede estar llevando a cabo con otro disfraz, el religioso, sin que se satisfagan esos requisitos y sin que los partícipes tengan una idea clara de todo lo que está implicado en la actividad a la que están prestando su apoyo y en la que están colaborando. Entienden que su participación es acorde con la finalidad formalmente declarada que les llega a través de la comunicación oficial de la organización por todos los medios en su poder, que no son pocos:

Además, en estos últimos días "el esclavo fiel y discreto" dispensa "alimento [espiritual] al tiempo apropiado", guía para aplicar los principios bíblicos y entender la profecía bíblica (Mateo 24: 45-47) Es indispensable escuchar a Jehová por estos medios para tener una fe fuerte. La Atalaya del 1 de Enero de 1999, página 17, párrafo 8 (Subrayado nuestro).

Imbuidos de ese mensaje, millones de repartidores abordan a sus vecinos ofreciéndoles una imprescindible ayuda encuadernada para el entendimiento de la profecía. Eso dicta mucho del principio declarado en Santiago 1: 5, en donde se aprecia con toda claridad la fuente y el fundamento para la sabiduría espiritual en el más amplio sentido de la palabra, que no es otro que Dios mismo, no siendo aceptable poner el énfasis en ninguna otra parte:

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada (Valera).

El hacer depender de esa manera tan indispensable el sonido de la palabra de Jehová por los medios que ellos proporcionan, lleva inevitablemente consigo la dependencia de esos mismos medios, la literatura, para la fe. Esa conexión directa e imprescindible del esclarecimiento bíblico con las publicaciones que produce la Watch Tower es una manera muy hábil de asegurarse la continuidad de esa Sociedad. Supone que los propios testigos son consumidores "obligados de hecho" de toda la literatura que publica la Organización. Las reuniones (cinco a la semana actualmente y desde hace muchos años) están programadas para que sea imprescindible el consumo de literatura, ya que están basadas en sus libros y sus revistas. Pero además los testigos de Jehová son distribuidores "obligados de hecho" de esa misma literatura. En su obra de "predicación" siempre llevan una oferta (libros, revistas, suscripciones a revistas, folletos). Se considera un ministerio "desequilibrado", si en la hoja de "informe" no hay un cierto número de "colocaciones".

La portada de La Atalaya del 1 de Febrero de 1997, nos muestra cómo suele llevarse a cabo la "predicación", utilizando una publicación de la Watch Tower, no con la Biblia. El siguiente paso es ofrecer a la persona esa publicación. Y a continuación se le "sugiere" que puede "contribuir voluntariamente" con una donación. Sin olvidar algo importante. Quien ofrece esa pieza de literatura, normalmente ya ha pagado (contribuido en conciencia) por la misma una cantidad de dinero. Si la persona acepta la oferta y "contribuye" por ello, será un dinero extra que debe ir a la misma caja, la de contribuciones para la Obra Mundial de la Sociedad. Para que a nadie se le olvidara ese "detalle", idearon un sobre con esa finalidad, una especie de caja de bolsillo a fin de que el publicador fuera consciente de a dónde ha de ir el dinero obtenido de esa manera.

Actualmente, en los países económica y socialmente más avanzados, la literatura no tiene un precio fijo por lo que los representantes de la Sociedad no se cansan de decir que no se vende la literatura, sino que se distribuye gratis. Eso es sólo una verdad a medias, es decir, en el fondo no es cierto. Se ha llegado a esa situación simplemente por motivos fiscales. La prueba es que en países más pobres (en América Latina, por ejemplo), la literatura sigue teniendo un precio determinado. Para centrarnos bien en la cuestión, he creído conveniente echar un vistazo al pasado para ver cómo se ha llegado a la situación actual en el caso concreto de España. Al mismo tiempo, recojo para su consideración fragmentos del órgano que regula una hora semanal en la vida de los testigos, Nuestro Ministerio del Reino, de donde salen las pautas para la actividad diaria de proselitismo. Creo que esa muestra de declaraciones arroja luz suficiente para llegar a entender la realidad en el tema que abordamos, independientemente de la intencionalidad de las palabras y el razonamiento. Con un mínimo de seria reflexión no es difícil llegar a distinguir entre lo uno y lo otro, entre la verdad y la demagogia.

Allá por el mes de Junio de 1982 Nuestro Ministerio del Reino (página 1) desarrollaba el tema ¿Debemos regalar la literatura? Se expresaba así:

La Asociación ha recibido numerosos informes que indican que se está regalando una gran cantidad de literatura. Parece que hay algunos publicadores que no acostumbran a pedir la contribución por la literatura que colocan... Ha habido ocasiones en que el amo de casa se ha asombrado al pedírsele una contribución y ha declarado que anteriormente unos le dieron una publicación sin coste alguno.... ¿Habéis notado que a muchos de los que dicen que no pueden contribuir se les conoce como personas que gastan el dinero en cosas innecesarias?

Sin entrar a analizar las motivaciones de entonces, está claro que no se estimulaba a regalar literatura precisamente. Conviene no perder de vista lo que encierran esas declaraciones de entonces, muestra de las muchas que en el mismo sentido se vertían por aquella época, cuando eran más escasas las probabilidades de que el fisco pudiera entrar en la escena. El fondo de la cuestión no ha cambiado un ápice. Por mucho que se esfuercen los representantes de la Sociedad Watch Tower en salir a los medios de comunicación afirmando que la literatura se ofrece gratuitamente, eso no cambia la realidad de las cosas, que son como son y no como se dicen que son. No se repartiría literatura si no hubiera compensación económica por la misma. El mes siguiente Nuestro Ministerio del Reino (Julio de 1982, página 4) decía:

Tal vez algunos se retraigan de ofrecer el lote de cuatro libros por 200 pesetas. No hay razón para retraerse. Si comparamos el valor del mensaje de nuestras publicaciones que resulta en salvar vidas con el panorama desesperanzado de las condiciones del mundo que se describen en otra clase de publicaciones, su precio se hace insignificante... ¿Permitiremos que las bocas como de leones valientes que tienen los caballos simbólicos hablen durante julio por medio de participar activamente en la oferta especial? (Subrayado nuestro)

Casi "vidas por dinero" vienen a decir. En efecto, la literatura se cobraba entonces y se cobra ahora. No ha sobrevenido ninguna causa sustancial que haya podido modificar ese hecho. No se ha obrado ningún milagro financiero que lo permita. Pero se han visto obligados a utilizar el eufemismo de "contribuciones para la obra mundial de la sociedad" a fin de lograr lo mismo por otros medios, con otro lenguaje. Un lenguaje, por cierto, engañoso, reñido con los hechos. Se han visto obligados a cambiar la forma, pero la realidad, el recibir dinero a cambio de literatura, independientemente del ropaje lingüístico del que se le quiera revestir, permanece.

Como he dicho, tiempo atrás la literatura tenía un precio fijo. Esta llegaba a las congregaciones como suele hacerse en cualquier empresa comercial. Mensualmente se extendía una factura que se iba pagando también a través de remesas mensuales, manteniendo cada congregación una cuenta, cuyo estado reflejaba la situación económica en los apartados de revistas (La Atalaya y ¡Despertad!) y literatura (libros y folletos fundamentalmente). Las donaciones figuraban aparte. Normalmente las revistas se liquidaban en el plazo de un mes, mientras que el resto se mantenía a crédito y se iba pagando a medida que los publicadores iban retirando los ejemplares de la misma. Las suscripciones a revistas también tenían su propio concepto separado y se pagaban anticipadamente. Había, no obstante, unas publicaciones especiales, "literatura de existencia controlada", cuyo pago era también al contado. Eran una especie de "atípicos", volúmenes especiales, casettes, etc., que no se consideraban "literatura de campaña". Lo único que no figuraba en la factura era un cargo por el ITE (Impuesto Tráfico Empresas), posteriormente sustituido por el IVA (Impuesto al valor añadido). Es decir, eran facturas sin impuestos.

Eso fue así durante bastante tiempo. Entraba literatura en las congregaciones que la mantenían como en depósito. Esta era recogida por los "publicadores", que la pagaban al contado. El dinero se incluía en la remesa del mes con detalle de las publicaciones a las que correspondía. Con esos datos la Sucursal elaboraba la correspondiente factura. Eso fue así hasta que se sugirió que las congregaciones pagaran por adelantado a medida de sus posibilidades la literatura. De modo que se estableció la costumbre de enviar cierta cantidad adicional en concepto de pago anticipado por literatura no retirada (recogida por los publicadores) aún. Este dinero procedía del fondo de la congregación. Así, en dos o tres años, todas las existencias de literatura en la congregación estaban pagadas íntegramente (más de 200.000 pesetas en la congregación a la que pertenecía entonces). Podía decirse que eran propiedad de la congregación. Sin embargo, eso no lo entendían ni resultó ser así. Después llegó el sistema simplificado. La literatura se ha ido retirando, y por ella se ha ido "contribuyendo voluntariamente", de manera que el anticipo que hicieron las congregaciones resultó en una donación gratuita. Pocos habrán advertido esa nada despreciable suma de dinero circunstancial. Dicho dinero ha quedado en las arcas de la Sociedad sin la contrapartida de la literatura. Ha sido un trasvase extraño de dinero: las congregaciones pagaron anticipadamente una literatura que los publicadores han vuelto a pagar a medida que la han ido consumiendo.

Y llegó el gran cambio, prácticamente sin anunciarse. En Nuestro Ministerio del Reino de Diciembre de 1991 había un suplemento en el que se daba cuenta de la inminente puesta en marcha del sistema simplificado para la distribución de las publicaciones de la Sociedad. Después de las vueltas y revueltas dialécticas de rigor en cuanto a "simplificación" (palabra comodín utilizada con profusión en su doble lenguaje), dicho suplemento mencionaba, como de pasada, la razón fundamental para el cambio:

Por otra parte, muchos han observado que las autoridades tienden cada vez más a catalogar de comerciales ciertas actividades religiosas.

En ese párrafo está la clave para entender la nueva modalidad en la distribución de la literatura a la gente. Que el lector juzgue quién está en realidad confundiendo los conceptos. Que yo sepa, ofrecer algo a cambio de dinero, mucho o poco, de una manera o de otra, es una actividad comercial, no religiosa. Más adelante pasa a decir:

Con este fin, nos complace informar que a partir del 1 de Enero de 1992 se va a modificar el sistema de distribución de literatura en España. A partir de esa fecha, toda la literatura de la Sociedad estará disponible a los publicadores y al público interesado sobre la base de donaciones voluntarias. (Subrayado nuestro)

Después se extendía en el significado de eso en estos términos:

Significa que las revistas y la literatura se suministrarán a los publicadores y a las personas interesadas sin pedir, ni siquiera sugerir, una contribución específica como condición previa para obtenerlas. Se aceptarán contribuciones o donaciones de los publicadores y personas interesadas para proseguir la publicación mundial de las buenas nuevas. (Subrayado nuestro).

Explican cómo afecta eso a los propios testigos que recogen la literatura del Salón del Reino, en donde se coloca una caja específica con el rótulo "Obra mundial de la Sociedad", y cómo afecta la distribución a otros:

... podemos explicarle que la obra se efectúa voluntariamente a nivel mundial para ayudar a la gente a conocer el camino a la vida eterna y que se sufraga en su totalidad mediante donaciones voluntarias. Luego podremos preguntarle si le gustaría aportar una pequeña donación para que la Sociedad realice su obra por todo el mundo.

Tratándose de un asunto tan delicado han cuidado mucho el lenguaje "hacia fuera" y también "hacia dentro", de tal manera que dé la impresión de que no se trata de una venta (para las autoridades), pero que nadie se crea que no tiene un valor que deba ser satisfecho (para los testigos). Efectivamente no se sugiere una contribución "específica" (un precio fijo), pero sí una contribución (que la estime el donante). Por tanto, el "sistema simplificado" no es un sistema de distribución gratuita de literatura como los representantes de la Sociedad no se cansan en decir públicamente, en un esfuerzo por transmitir ese mensaje a la sociedad. Es un sistema que, como el propio suplemento mencionado declara, está basado en donaciones voluntarias, es decir, aunque no sea estrictamente exigible una cantidad concreta al público, se trata de un precio subjetivamente estimado y que el propio testigo debe hacérselo notar de una u otra manera, con una u otra expresión dialéctica. Para los propios testigos, es además moralmente exigible. Eso se ha explicado muchas veces en las congregaciones, sugiriendo incluso estimaciones sobre el importe. Todo testigo sabe que debe contribuir por la literatura.

Explicando el espíritu con el que debe acogerse el nuevo sistema, pueden resaltarse declaraciones como las siguientes en ese mismo suplemento:

... el nuevo sistema basado por completo en donaciones voluntarias permite que se muestre iniciativa personal y atención concienzuda para cubrir los gastos de la organización que Jehová dirige mediante su espíritu. Ahora todos tenemos mayor responsabilidad moral y un mayor privilegio de honrar a Jehová con nuestras cosas valiosas. (Pro. 3:9). En la medida que respondamos a la guía del espíritu de Jehová con nuestras donaciones, reflejaremos que somos plenamente conscientes de que Jehová nos considera confiables. (1 Cor. 4: 1, 2). Subrayado nuestro.

En otras palabras, si no median las donaciones, queda en entredicho la consideración de confiables por parte de Jehová. Ese tenaz ejercicio por confundir la intervención de Jehová con las maniobras de la Sociedad Watch Tower es uno de los métodos eficaces de convicción para conseguir siempre lo que pretenden. Es impensable que Dios esté tan interesado y dependa a ese grado del dinero, como de hecho depende la Sociedad Watch Tower. El dinero es un instrumento muy poderoso y en ocasiones puede, además, ser muy útil en manos de personas e instituciones religiosas y otras humanitarias que lo utilicen con fines estrictamente altruistas. Para que así sea es necesario que se cumplan unos requisitos y se requiere que se sometan a alguna normativa y a un grado de control que generalmente existe en todos los países. Pero ni el dinero ni las instituciones que el dinero sustenta los maneja Jehová ni dan la vida. Esta es un don gratuito. Romanos, 6: 23.

La Sociedad Watch Tower está haciendo un gran esfuerzo para que se le reconozca como una organización altruista, de carácter exclusivamente religioso, en algunos casos incluso de carácter cultural. Todo para lograr una exención de impuestos y un reconocimiento que le conduzca a gozar de unos beneficios que tienen otras entidades ampliamente reconocidas. Nadie le negaría los beneficios a que hubiera lugar, si objetivamente pudiera ser considerada como una organización filantrópica y acreedora de esa consideración. La realidad nos dice que la actividad que lleva a cabo es consustancial a la producción de libros, revistas, tratados, etc. que deben ser distribuidos y deben ser financiados de alguna manera. Y eso, en la práctica, se lleva a cabo de la manera que conocemos, a través del consumo de esa literatura por los propios testigos de Jehová en primer lugar, y también de otras personas a quienes se ofrece dicha literatura. Pero, puesto que nadie les ha obligado a organizarse de esa manera, no debería haber objeción a que se sometan a lo que una actividad de ese tipo lleva consigo, el pago de impuestos a la sociedad en la que se lleva a cabo cuando esa sociedad así se lo exige. Para evitar eso ha venido lo del "sistema simplificado de distribución de literatura".

La consolidación del sistema ha requerido de un constante recordatorio en la forma de llevar a cabo ese sistema. Examinemos algo de ese esfuerzo y cómo se les explica semana tras semana a los testigos de Jehová la manera en que deben llevarlo a término. Nuestro Ministerio del Reino de Enero de 1993 abordaba de nuevo el tema del sistema simplificado de distribución de literatura. Allí, entre otras cosas se decía:

" ... Es conveniente que nos preparemos para explicar breve y claramente cómo nuestra obra mundial de educación bíblica se sufraga mediante contribuciones voluntarias...

7 ... Gracias al sistema simplificado de distribución de literatura todos pueden reconocer que nuestra obra de educación bíblica no es, en sentido alguno, comercial...

8 ... En todas partes personas de corazón sincero agradecen nuestras explicaciones claras sobre el propósito de nuestro ministerio y les complace mostrar su apoyo mediante donaciones voluntarias.

Es interesante observar su interpretación de la intencionalidad de la gente cuando sutil y sigilosamente a quien ha aceptado un libro o una revista se le está diciendo: "déme usted una contribución voluntaria para nuestra obra, ya que la estamos sufragando mediante el sistema de contribuciones voluntarias". Esa justificación sólo tiene sentido para los propios testigos, y no todos lo aceptan. Me consta que muchos objetan a toda esa demagogia y se sienten muy incómodos para amoldarse a ese método. No son pocos los que me lo han expresado así. Más importante que eso es que viola claramente el espíritu bíblico. Cuando Jesucristo envió a los doce a predicar les dijo:

... gratis lo recibís, dadlo gratis. (Mateo 10: 8 NC)

En torno a ese principio ha de edificarse la obra de predicación cristiana. Aunque las contribuciones y el dinero son necesarios, éstos no deben interferir el espíritu de la obra, ni estar tan estrechamente ligados que la labor cristiana dependa tan directamente del dinero, ya sea mediante poner precio a la literatura o mendigarlo de la gente a quien ésta se ofrece, sugiriéndole una "aportación voluntaria". ¿Alguien es capaz de concebir a Jesucristo o a los apóstoles llevando a cabo su labor apoyados en unos medios que necesiten de "contribuciones voluntarias" ininterrumpidas al grado de que si esas contribuciones flaquean su obra espiritual se derrumba por completo?.

A partir del año 1992 en el que se inició ese nuevo sistema simplificado, es decir, distribuir literatura sobre la base de contribuciones voluntarias, se ha explicado en multitud de ocasiones y de maneras diferentes el funcionamiento práctico del procedimiento. Como suele ocurrir, es normal que, junto a una de cal, haya otra de arena, es decir, apelaciones a la "gratuidad" del sistema junto a llamamientos a la "correspondencia" en la contribución, especialmente insistiendo en la necesidad de mencionar a la gente que "puede contribuir" por la literatura que se le entrega, que se le acepta su "donación voluntaria". Como, al final, todo va a la misma caja, se han esforzado en eliminar lo que corresponde a literatura, unificando todos los conceptos de gasto (precursores, betelitas, literatura) en ese concepto eufemístico de "Obra Mundial de la Sociedad". De esa manera incluso fuerzan la interpretación de la intencionalidad de la gente que contribuya por la literatura.

Pero todo es muy confuso en ocasiones para los testigos acostumbrados durante mucho tiempo a pagar un precio fijo por cada pieza de literatura, separando otros conceptos de contribución, y ha necesitado de muchas explicaciones. Así Nuestro Ministerio del Reino de Noviembre de 1992, página 1 decía:

...¿cómo podemos mostrar verdadero aprecio por nuestras publicaciones? Un buen número de personas y familias apartan con regularidad una contribución para llevarla al Salón del Reino y depositarla en una de las cajas con el rótulo "Contribuciones para la obra mundial de la Sociedad (Mateo 24: 14)". También hay quienes hacen contribuciones cuando recogen libros y revistas, y cuando depositan las donaciones recibidas en el servicio del campo. (Subrayado nuestro)

Esas palabras recogidas como hábitos en la congregación, son en realidad instrucciones de las maneras posibles en las que llevar a cabo las propias contribuciones. Hay que estar muy al tanto con el lenguaje que utiliza la Sociedad Watch Tower para entender lo que quiere decir en cada ocasión. Lo que queda claro es la conexión de las contribuciones con los libros y revistas. Como no podía ser de otra manera esa práctica encierra unas contradicciones evidentes. De ahí que hubiera intentos por "aclarar" lo que difícilmente puede tener una explicación satisfactoria. La Caja de Preguntas de Nuestro Ministerio del Reino de Marzo de 1992 decía:

¿No estaríamos donando dos veces por la literatura si hacemos una donación en las cajas de contribución para la "Obra mundial de la Sociedad" cuando obtenemos la literatura y después depositamos también las donaciones que recibimos en el campo?.

No. Las donaciones que se depositan en las cajas de contribución para la "Obra mundial de la Sociedad" no sufragan solo la literatura... Las donaciones de los publicadores se emplean para mantener sucursales, hogares betel... superintendentes viajantes, misioneros, centros de distribución de literatura...

¿A qué dedica el dinero de sus ventas una gran empresa? A mantener sus sedes, sus fábricas, sus almacenes, sus canales de distribución, pagar a sus empleados, pagar sus cuotas a la Seguridad Social, pagar sus impuestos, pagar dividendos a sus accionistas, mantener sus reservas de capital... En ese sentido son más que evidentes las similitudes del funcionamiento de la Watch Tower con cualquier empresa comercial. Nuestro Ministerio del Reino concluía diciendo:

Por consiguiente, cuando recibimos donaciones de personas que muestran interés sincero, no debemos decir que su donación es "por literatura"... Lo mismo aplica a las donaciones de los publicadores y a las contribuciones generosas que las congregaciones han enviado a la Sociedad para cubrir el coste del depósito de literatura de su congregación. (Subrayado nuestro).

Pero volvemos siempre a lo mismo. ¿Quién les obligado a montar esa infraestructura para producir literatura para otros, con las correspondientes necesidades de almacenamiento de la misma? Y, si han decidido hacerlo así, ¿por qué no hacerse responsables de todo lo que conlleva? ¿Por qué hay que recurrir a un lenguaje con tantos subterfugios para encubrir la realidad cuando se produce un hecho por el que una persona aporta un dinero cuando se le ofrece una publicación? El hecho de distribuir literatura por contribuciones "voluntarias" en unos países o por un precio determinado en otros, parece claramente estar en función del grado de riesgo a enfrentarse con el fisco más que a consideraciones de carácter filantrópico.

Desde que se puso en marcha el "sistema simplificado de distribución de literatura" aparecen vez tras vez las apelaciones a explicar, mencionar, sugerir a la gente que acepta literatura que "puede contribuir voluntariamente" para la "obra mundial de la Sociedad" concepto grandilocuente que, salvo los propios testigos, nadie está interesado en saber qué es eso. Lo único que entienden es la insinuación de que aporten dinero por la literatura. Esa apreciación está mucho más cercana a la realidad que toda la retórica que la Sociedad se empeña en inculcar que vayan proclamando los testigos. De no ser así, ¿Por qué no se ofrece la misma argumentación a quienes no aceptan literatura? A última hora, si se le explica bien, podría darse el caso de que el hecho de no aceptar una revista, no constituya en sí un obstáculo para la generosa contribución a una obra tan "altruista". En realidad eso no es tan importante, ya que el testigo está adoctrinado para que no pase por alto su propia contribución por los libros, las revistas, los folletos, los vídeos, los casettes, los CD's, los tomos encuadernados de revistas, los anuarios, los calendarios, los lotes de postales, las libretas, los bolígrafos, las tarjetas identificadoras de asamblea... y toda la mercadería que engloba ese sistema de merchandising en torno a la obra de "predicar" su doctrina. De manera que la contribución por la literatura está garantizada. En todo caso, como recordatorio, incluyo una muestra de lo que en ese sentido, mencionar a la gente que contribuya, ha ido apareciendo meses sucesivos en Nuestro Ministerio del Reino desde que se implantó el susodicho sistema:

Algunos se retraen en decir al amo de casa que la obra se sufraga mediante contribuciones voluntarias, pero en la mayoría de los casos es conveniente mencionarlo... (Mayo 1993, página 3)

Cuando se presenta debidamente el asunto de las contribuciones, muchos amos de casa se complacen en apoyar nuestra importante obra... (Mayo 1993, página 3)

Podrías decir: "Es posible que se pregunte cómo podemos ofrecer nuestras publicaciones sin costo. Es parte de una obra mundial de educación que se sostiene mediante contribuciones voluntarias. Si usted quiere dar una pequeña donación, la aceptaré con mucho gusto"... (Diciembre 1993, página 7)

Otra posibilidad sencilla es: "Aunque ofrecemos las publicaciones sin costo, aceptamos donaciones módicas para nuestra obra mundial"... (Diciembre 1993, página 7)

... En ese momento, o después si es más apropiado, explícale brevemente cómo se financia esta obra mundial de predicación y que puede contribuir si lo desea. (Enero 1994, página 4)

... Recomendar que no se deje de mencionar a los amos de casa que pueden hacer donaciones para la obra mundial (Octubre 1995, página 2)

Recordar a los publicadores que deben explicar cómo se efectúa una donación para la obra mundial (Febrero 1996, página 2)

... Conscientes de ello, muchos publicadores calculan lo que costarían dichos artículos si se produjeran comercialmente, y contribuyen de acuerdo con esa cantidad. Por ejemplo, una Biblia de lujo con los cantos dorados puede costar 2.500 pesetas o más; un libro de consulta, 5.000 pesetas o más; un calendario a todo color, por lo menos 600 pesetas; una enciclopedia en CD-ROM, entre 6.500 y 12.500 pesetas, o hasta más; los discos compactos de música cuestan normalmente 2.500 pesetas, y algunos vídeos a menudo cuestan mucho más. Si no se reciben suficientes contribuciones para cubrir los gastos, con el tiempo la organización encontrará limitaciones en lo que puede hacer para dar adelanto a la obra mundial. (Noviembre de 1996, página 3)

El encargado los encomia, da sugerencias sobre cómo mejorar la eficacia de las presentaciones y les recuerda la necesidad de mencionar el sistema de contribuciones. (Febrero de 1997).

Participemos regularmente en el servicio con las revistas. Recordemos que debemos mencionar el sistema de donaciones y entregarlas sin demora. (Abril 1997, página 2)

Demostrar dos o tres demostraciones breves, mencionando en cada una las donaciones para la obra mundial (Abril 1998, página 2)

Demostrar cómo ofrecer las publicaciones de diciembre y cómo mencionar el sistema de donaciones (Diciembre 1998, página 2)

No he querido ser muy exhaustivo y, aún así, alguien puede pensar (tal vez con razón) que no era necesario traer tantos ejemplos. Es un asunto en el que no estoy muy seguro si abuso de su paciencia, no sólo en esta ocasión, sino también en lo relacionado con otros temas. Corro ese riesgo y espero que ustedes me disculpen. En este caso concreto, a mi entender, tiene su justificación en el hecho de que, siendo la Reunión de Servicio la que está diseñada en exclusiva para adiestrar a los testigos en cómo presentarse a las personas y ofrecer la literatura, es obligado hacer patente cómo el dinero está siempre presente en esa "obra mundial". Por mucho que se esfuercen en decir lo contrario, la literatura no se ofrece gratis, la cobran. Cuando de una u otra manera se produce una circunstancia en la que hay intercambio de dinero por una mercancía de forma habitual (en el caso de los testigos de Jehová eso se produce diariamente), no puede afirmarse que se están regalando las cosas, no existe tal gratuidad. Como han podido comprobar (Noviembre 1996), hasta se sugieren precios, comparándolos con los habituales (según ellos) de esos mismos artículos en el mercado. Otra cosa sería comparar la calidad, el hecho de que ese precio incluye impuestos, sueldos y beneficios, etc, aportación en suma a la sociedad y al desarrollo del país en el que se desarrolla la actividad. Al no cumplir con tales requisitos, ese trapicheo espiritual con base económica, puede convertirse en una actividad parasitaria, ya que mueve un dinero sin que revierta compensación suficiente a la comunidad, al país. Querer explicar las cosas de manera que excluya esa realidad intrínseca, es falsear los hechos y recuerda en algún aspecto el ejemplo de Ananías y Safira. Su pecado consistió básicamente en querer dar una apariencia distinta a la realidad.

Los testigos de Jehová acostumbran a recopilar sentencias que les son favorables en los tribunales, así como todo tipo de opiniones en los medios de comunicación de todo el mundo que muestren algún grado de comprensión o alabanza hacia ellos y su obra. Cuando lo estiman conveniente para sus intereses, sacan esas cosas a relucir en los medios de comunicación, ante las autoridades y, sobre todo, ante sus propios feligreses como una manera más de afianzar su legitimidad. La Atalaya del 1 de Febrero de 1997, en su contraportada cita unas palabras favorables de un fiscal que se expresó en estos términos:

"Los testigos de Jehová no solo tienen el derecho constitucional de creer en su Dios y rendirle culto -dijo en sus palabras finales-, sino también de divulgar sus creencias de puerta en puerta, en las plazas públicas y en las calles, e incluso de distribuir su literatura sin costo si así lo desean".

Sin entrar en otro tipo de consideraciones sobre la declaración de ese fiscal, lo que sí se trasluce de sus palabras es el espíritu de la distribución de literatura, sin costo, o sea gratis. En ese sentido y con esa condición entiendo que emite sus palabras de justificación. Pues bien, por mucho que uno se esfuerce, es muy difícil concluir que se distribuye literatura gratis a la luz del llamamiento constante a mencionar a la gente el sistema que tiene para contribuir, que con gusto se les acepta una aportación económica. Pero, aún antes de llegar ahí, no debemos de olvidar que son los propios testigos los suscriptores "obligados de hecho" de todo lo que publica la Watch Tower, ya que el sistema de su funcionamiento así lo requiere. Ellos son los primeros "cautivos económicos" del sistema. En sus hojas para invitación a reuniones acostumbran a airear el hecho de que no se hacen colectas. Eso no obstante, en cualquier reunión el testigo dispone de varias cajas de contribución para diferentes conceptos, entre ellas la rotulada "para la obra mundial de la sociedad". No organizan acto alguno en el que prescindan de su caja recaudatoria.

Hay otro aspecto muy importante que no quiero dejar de mencionar y que afecta especialmente a la integridad moral, al sentimiento de profundo aprecio y amor sincero por la verdad. Es improbable que un testigo de Jehová sienta perturbada su conciencia por haber enseñado que había que esperar la venida de Armagedón hacia 1975, que en ningún caso llegaríamos a ver el siglo XXI dado que la generación que fue testigo del desenvolvimiento de la Primera Guerra Mundial contemplaría la guerra de Armagedón, que estaba siendo partícipe de una obra de juicio (papel que la Biblia reserva en exclusiva a Jesucristo) que consiste en separar a las personas unas de otras catalogándolas como ovejas o como cabras, o por haber desatendido a un familiar con la excusa de no poder eludir la asistencia a una reunión. Nadie le va a pedir explicaciones por ello dentro de la organización.

Normalmente no está bíblicamente educado para entender la responsabilidad que envuelve colaborar en distribuir el error mediante libros, revistas o meramente hablando de lo que otros le han inculcado, sin un examen detenido de la veracidad de lo que lleva entre manos. Da por hecho que lo que la Sociedad Watch Tower le dice es verdad, verdad actual, lo que Dios quiere que se diga en ese momento, sin que le preocupe si es verdad objetiva, si va a mantenerse al cabo de unos años. Está ampliamente adoctrinado a que acepte esa inestable posición de la verdad, carente de rigor, cambiante con el tiempo. Sin embargo puede sentirse profundamente afligido interiormente, si no ha podido llegar a salir a predicar un determinado número de horas, así como si no ha conseguido "colocar" las piezas de literatura que se ha fijado como meta para poder cumplimentar un informe "equilibrado". Es el producto de una fuerte manipulación a la que está sometido, la atmósfera que respira diariamente dentro de la organización. Es consciente de que, si por una u otra razón disminuye la cantidad de tiempo dedicada habitualmente a la "obra", recibirá la "ayuda" de algún anciano "capacitado" para determinar qué es lo que está "fallando", dónde está la causa del "debilitamiento espiritual" a fin de que tome conciencia de lo importante que es "no aflojar el paso". Inconscientemente está adiestrado para aceptar sin más que algo no está haciendo bien.

Debido a todo eso, no se muestra muy "celoso" en cuanto al contenido de la literatura que lleva a la gente. Naturalmente, la Sociedad Watch Tower no le da el ejemplo pertinente, sino todo lo contrario. Puede darse el caso y, de hecho se da, de estar distribuyendo información catalogada como no actual o errónea, sin mayor escrúpulo de conciencia. Cuando hay bastante remanente de alguna publicación, se pone como "oferta" durante el tiempo que haga falta hasta lograr agotar existencias independientemente del contenido doctrinal. Ese es el caso en la actualidad del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la tierra. La página 154 de dicho libro, por ejemplo, trae una ilustración gráfica del transcurso de la vida de las personas a partir de 1914. En la misma se incluye esta leyenda:

ARMAGEDON

Algunos de la generación que vivía
en 1914 verán el fin del sistema
de cosas y sobrevivirán

El párrafo 8 de esa misma página dice así:

Jesús, después de llamar atención a las muchas cosas que han señalado este período desde 1914 en adelante, dijo: "De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas [entre ellas el fin de este sistema]." Mateo 24: 34, 14. ¿A qué generación se refirió Jesús? Se refirió a la generación de personas que estuviera viviendo en 1914. En la actualidad las personas que todavía quedan de esa generación son personas de edad muy avanzada. Sin embargo, algunas de ellas todavía estarán vivas para ver el fin de este sistema inicuo. Por eso, de esto podemos estar seguros: Dentro de muy poco tiempo habrá un fin súbito de toda la iniquidad y de la gente inicua en Armagedón.

Ese razonamiento es el que se está ofreciendo a las personas que se les "coloca" el libro mencionado. No hay duda del mensaje. Sin embargo, se supone que eso no es lo que cree el testigo que hace de "repartidor" de ese libro, porque ese no es el último "entendimiento" de la cuestión. No obstante, eso no constituye un obstáculo que impida su distribución. La contraportada de la revista ¡Despertad! del 22 de Abril de 1997 es un ejemplo palpable de eso. Lo que no ha cambiado es el valor del dinero que se obtiene por esa literatura. En el peor de los casos, el propio testigo ya habrá depositado su "contribución voluntaria" por la valiosa pieza de literatura en la caja rotulada "Contribuciones para la obra mundial". Llevan varios años intentando agotar el stock de ese libro, especialmente, las versiones en Catalán y Euskera (idiomas cooficiales en algunas comunidades de España).

Como he mencionado antes, hay una reunión semanal de una hora de duración dedicada exclusivamente al adiestramiento de los testigos en su obra proselitista y de distribución de literatura. Se la conoce como la Reunión de Servicio y en ella se considera, en exclusiva, el programa diseñado para cada semana del mes en la hoja Nuestro Ministerio del Reino. El tema es monocorde, aburrido y machacón. Repetido semana tras semana. Con presentaciones muy repetitivas en lo que lo único que cambia es la publicación o publicaciones de oferta que van rotando, según programa. El caso concreto del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la tierra es ilustrativo debido a la gran cantidad de ejemplares que no han podido "colocar", concurriendo además la circunstancia (como en tantas otras publicaciones) de que no "está al día" con la enseñanza oficial de la Sociedad Watch Tower. ¿Qué es, pues, lo que interesa, la doctrina o el dinero? Cualquier empresa comercial responsable y honesta retira del mercado todo lote de producto defectuoso, aunque ello puede obedecer a motivos de mercado. Hasta ahí, sin embargo, no llega la sensibilidad de la Watch Tower por motivos supuestamente mucho más elevados que los económicos. En su parcela goza de monopolio absoluto y lo impone sin el más mínimo escrúpulo.

En la Reunión de Servicio correspondiente a la semana del 6 de Enero de 1997 se reservaba una parte de 15 minutos en la que entre otras cosas se decía (subrayado negrita nuestros):

Recordar a los publicadores que cuando dejamos publicaciones, es apropiado mencionar que aceptamos donaciones para nuestra obra mundial. Todas las congregaciones, sin excepción, de Andorra, Illes Balears, Cataluña y Levante presentarán las demostraciones sobre la oferta del libro Vos podeu viure.

Declaraciones parecidas a esa se vienen sucediendo continuamente desde hace varios años. Ello se debe a que esas ediciones han sido un fracaso absoluto. En cada ocasión (y son ya muchas) ha ido arreciando la presión de los ancianos para que los publicadores retiren sus ejemplares. Hace como un año que, al término de la reunión, un anciano se dedicó a preguntar a los hermanos que abandonaban el salón del reino si ya habían retirado su ejemplar de dicho libro. El último llamamiento hasta ahora se produjo en la reunión correspondiente a la semana del 1 de Febrero de 1999. En alguna congregación se mencionó que a cada publicador le correspondían cuatro o cinco ejemplares de ese libro. En otra se dijo que en Betel (Ajalvir) había unos 100.000 ejemplares y que la Sociedad tenía que "quitárselos de encima" de una vez. ¡Que no engañen a nadie! ¿Quién les ordenó hacer semejante tirada? ¿Por qué maltratar de esa manera al rebaño, haciéndole cargar con un costo de producción y almacenamiento de una publicación que, para colmo, contiene errores doctrinales oficialmente reconocidos? ¿No sería más sensato reciclar todo ese volumen de papel inservible? Si los ancianos en las congregaciones fueran mínimamente responsables, lo que tendrían que hacer es devolver esos libros y otras muchas publicaciones que se encuentran en idénticas circunstancias a la sucursal.

Pero esto viene de lejos, no es algo nuevo. Se trata de una práctica que se repite periódicamente. Cuando, una vez pasado el período álgido de su consumo entre los testigos, queda un considerable remanente de alguna de las publicaciones, se acostumbra a hacer ofertas especiales como si de saldos se tratara. De esta manera siempre se obtiene un dinerito más y se gana espacio en el almacén. En Agosto de 1988, por ejemplo, se hacía la oferta una combinación de 2 libros (a escoger entre 4 posibles) por 150 pesetas. Antes de eso, en Marzo de 1978 (página 7), se hacía una Oferta de combinación especial de libros en la que entraban dos libros grandes y uno pequeño. Dicho lote se ofrecía a precio de "liquidación". Ha sido una práctica utilizada desde siempre. ¿Cuál es entonces la naturaleza de la cuestión? ¿Es de índole espiritual o económica?

Todo lo que produce la Watch Tower recibe la consideración de "provisiones" de Jehová para el alimento de su pueblo. Sería un gran desprecio por la mesa de Jehová poner reticencias a ese "alimento". Como es lógico, tal alimento tiene un coste. El espíritu latente es que todo se ha de pagar (por todo se debe contribuir en el lenguaje actual), nada se regala. Siempre ha sido así y no hay razón para pensar ahora lo contrario. De hecho, en algunas ocasiones en que se distribuyeron revistas extra como regalo, se les puso el correspondiente sello que indicaba esa circunstancia. Sin embargo, hasta la más insignificante hoja que se envía a las congregaciones (éstas no pueden hacer sus propios encargos a imprentas ajenas a la Organización), han de ser reembolsadas a la Sociedad. La hoja Ministerio del Reino correspondiente a Enero de 1975 anunciaba la fecha de la celebración del Memorial para ese año y añadía:

Pueden hacer sus pedidos para las invitaciones del Memorial en lotes de 250 por 150 Ptas, 500 por 230 Ptas. Y 1.000 por 330 Ptas. Sírvanse asegurarse de que el pago exacto se incluya en cada pedido.

Y Nuestro Servicio teocrático de Diciembre de 1978 anunciaba:

El costo de las hojas sueltas para invitaciones a las reuniones es de 350 Ptas. El millar.

En el mundo en que vivimos nadie cuestiona el manejo del dinero, incluso cuando de actividad religiosa se trata. Existe una serie de necesidades que deben asumirse como generadoras de coste: locales para congregarse, medios para el desarrollo de reuniones, conferencias, incluso material didáctico. Lo deseable es que los gastos comunes sean sufragados por la comunidad cristiana espontánea y voluntariamente, en tanto que cada uno asuma individualmente el costo de los medios para su uso privado que considere útiles: Biblia, diccionarios bíblicos, libros de comentarios, etc. Estos puede obtenerlos en cualquier establecimiento del ramo legalmente establecido. La Sociedad Watch Tower podría ser perfectamente un distribuidor más a concurrir con su oferta. Lo que es objetable es la reserva de un mercado cautivo por parte de una organización que, además, desarrolla una actividad opaca para el fisco. Están en su derecho de creer y defender que únicamente su literatura contiene el esclarecimiento de la Palabra de Dios. De la misma manera que cualquiera tiene el derecho de probar todo lo contrario. Pero también tienen el deber de hacerlo de una manera transparente, cumpliendo con las obligaciones de carácter económico que a toda empresa o establecimiento del sector le es exigible. Al no hacerlo así, en muchos países pueden encontrarse con serios problemas a medida que las autoridades, en el ámbito de su competencia, afinen en el celo por la ortodoxia de la actividad comercial. Al mismo tiempo pueden estar involucrando a millares de personas en una actividad de legalidad dudosa (distribución de libros y revistas al margen de las correspondientes contraprestaciones) sin que éstas sean conscientes de ello.

El asunto del dinero tiene otras ramificaciones tan claras o tan oscuras como las que aquí hemos considerado, por lo que quizá sea conveniente seguir tratando el tema. En este trabajo he querido traer este aspecto de la enorme dependencia del dinero, de la inseparable relación del mismo con la literatura, a fin de que, al constatar ese hecho, podamos hacernos una sincera reflexión en cuanto a si es razonable que la vida de la fe, la profesión cristiana pueda estar supeditada a tal grado al factor económico. Los demás aspectos, los que puedan derivarse de connotaciones de tipo legal, aunque hayan sido objeto de mención, escapan por entero del propósito de este análisis. Además, están por completo fuera de mi capacidad de enjuiciamiento de esa cuestión.

No hay constancia en la Sagrada Escritura de que se estimule la utilización del dinero como medio adecuado en beneficio de la expansión cristiana y en detrimento del papel de la fe, la guía y el apoyo del espíritu santo y el amor limpio a Dios y al prójimo, separados y exentos de dependencia alguna del mismo. Ese podría ser el torcido discurso y la práctica descarriada que no pocas organizaciones nos presentan. Haciendo caso omiso del camino del amor y las cualidades espirituales, se han apoyado de manera desequilibrada en esa otra apariencia engañosa. Aprovechan las incuestionables ventajas del vil metal a tal grado que éste adquiere una desmesurada preponderancia en una actividad, la proclamación de las buenas nuevas, que debería quedar al margen de todo interés material. No ha de ser ese, en efecto, el fundamento que, a la postre, mantiene la vida cristiana. A fin de cuentas, quien busca agradar a Dios, tiene y usa el dinero principalmente para otros menesteres y de ninguna manera desea que se mezcle en el asunto de su fe. Normalmente la persona que sinceramente busca a Dios tratará por todos los medios no tropezarse con ese estorbo.

Hay una gran diferencia entre utilizar el dinero disponible en beneficio de otras personas o de unos fines nobles y la dependencia absoluta del mismo, aunque a simple vista parezca cosa únicamente de enfoque de la cuestión, o del color del cristal con que se la quiera percibir. El matiz existe y se corresponde con realidades absolutamente distintas. La diferencia está en que en un caso la iniciativa es exclusivamente de tipo moral, en tanto que en el extremo opuesto el factor que ha llegado a hacerse dueño de la situación es de índole material. Cuando se necesita de tanto llamado a la recaudación, sea cual sea el pretexto bajo el que éste se esconda, hay indicios más que suficientes para pensar no sólo que de la mente no ha desechado completamente esta otra manera de ver el asunto, sino que se ha sucumbido de lleno a su incuestionable capacidad práctica, la que el poeta describió con estas tan acertadas palabras:

Poderoso caballero es don dinero.

(Contribuido)




Primera página




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