AMBULOCETUS COMO FOSIL TRANSICIONAL

Por  Lenny Flank
(c) 1995
Traducción: Rolón Ríos

Uno de los argumentos creacionistas más comúnmente escuchados versa sobre la supuesta falta de fósiles transicionales en el registro actual. Como ha dicho Duane Gish:

"Aún desde Darwin el registro fósil ha sido un bochorno para los evolucionistas. Las predicciones concernientes a lo que los evolucionistas esperaban encontrar en el registro fósil han fracasado miserablemente. No sólo porque han fracasado en encontrar las muchas decenas de miles de formas de transición demandadas por  la teoría de la evolución, sino porque los fósiles de transición argüibles, por no decir demostrables, que ellos han sugerido son verdaderamente pocos. Ello ha puesto a los evolucionistas en una posición muy difícil, hecha aún más bochornosa por el hecho de que el registro fósil está notablemente de acuerdo con las predicciones basadas en la creación especial" (Gish, ICR Impact, Septiembre 1983).

"Esta situación es increíblemente cierta", concluye Gish, "concerniente al origen de las ballenas, delfines y otros mamíferos marinos". (Gish, ICR Impact, Abril 1994).

En realidad, la historia evolutiva de las ballenas se ha tornado progresivamente más clara, gracias a varios descubrimientos fósiles hechos en los últimos años. La evidencia de estos fósiles brinda un fuerte soporte a la teoría denominada de la descendencia con modificación, y es totalmente discordante con el llamado "modelo de la creación".

Hasta hace muy poco, la historia fósil de las ballenas primigenias (denominadas Cetáceos) era absolutamente desconocida. Edwin Colbert señaló en 1955, "Estos mamíferos deben tener un origen muy antiguo, ya que aparentemente no existen formas intermedias en el registro fósil entre las ballenas y sus ancestros  placentarios  del Cretácico. Como los murciélagos, las ballenas (utilizando este término en un sentido general e inclusivo) aparecieron súbitamente a principios del Terciario, totalmente adaptadas por modificaciones profundas sobre la estructura básica de los mamíferos para un modo de vida altamente especializado" (Colbert, 1955, Página 303). Las más antiguas ballenas conocidas, los Arqueocetos, ya exhibían plenamente las típicas características de ballena, incluyendo la falta de extremidades traseras, extremidades delanteras alabeadas, y una cola con una extensión horizontal para propulsarse. Los dientes de los Arqueocetos, sin embargo, se asemejan muy cercanamente a un antiguo grupo de carnívoros denominados Mesoníquidos, animales carroñeros del tamaño de un lobo, que vivieron en el Eoceno temprano.

Basados en estas similitudes, muchos paleontólogos establecieron la hipótesis de que las ballenas fueron los descendientes evolutivos de los Mesoníquidos carnívoros.

La primera pista de que estaban probablemente en lo cierto se produjo en 1983, cuando el investigador Phil Gingerich encontró un cráneo de 52 millones de años en depósitos superficiales en Pakistán. Sí bien fragmentario, el cráneo poseía dientes que eran aproximadamente idénticos a los de los Mesoníquidos y al de los Arqueocetos. La configuración ósea de la parte posterior del cráneo, sin embargo, era diferente a la que se encuentra en los mesoníquidos, y era idéntica al de los Arqueocetos. Gingerich concluyó que el animal, que denominó Pakicetus, era una ballena muy primitiva. "En el tiempo y en su morfología", reportó Gingerich, "Pakicetus es un perfecto intermedio, un eslabón perdido entre los primeros mamíferos terrestres y posteriores  ballenas." (Gingerich, "Las Ballenas de Tetis", Natural History, Abril 1994, página 86).

A pesar de las características tipo ballena del cráneo, Pakicetus carece de dos importantes adaptaciones presentes en las ballenas modernas. En las ballenas vivientes, las orejas poseen grandes senos que pueden llenarse con sangre, lo que permite al animal mantener presión mientras bucea. Las ballenas modernas transmiten así mismo vibraciones sonoras al oído interno utilizando una "almohadilla de grasa", que les permite escuchar bajo el agua de manera direccional. Pakicetus carece de ambos rasgos, indicando que no era capaz de bucear en profundidad y que no escuchaba bien debajo del agua. Estas pistas anatómicas engranan bien con su hábitat, ya que los huesos de Pakicetus se encontraron en depósitos que fueron colocados en la boca de un río, en la playa de un mar poco profundo, donde las oportunidades de buceo profundo estaban limitadas.

Pese a que no se han encontrado huesos postcraneales de Pakicetus, parece lógico asumir, a partir de los dientes y estructura auditiva, que el animal consumía gran parte de su tiempo en aguas superficiales buscando alimento, pero retornaba a la tierra a descansar, algo parecido a un león marino actual. Se esperaba, entonces, que los huesos de las extremidades de los primeros Arqueocetos fueran largos y funcionales, diferentes a los atrofiados remanentes de los huesos de las extremidades de las ballenas modernas. (Esta hipótesis se sustentaba en el hecho de que varias especies de ballenas modernas tienen extremidades posteriores bien desarrolladas en estado embrionario, es decir mientras son embriones; extremidades que posteriormente se atrofian y devienen en no funcionales).

Esta conclusión fue apoyada en 1990, cuando Gingerich encontró otro fósil en el valle Egipcio de Zeuglodon. Este era un espécimen de Basilosaurio, un animal que fuera originalmente descubierto en 1834, pero que se identificó erróneamente como un reptil marino. Basilosaurus fue identificado como ballena en 1840. Al igual que con el primer espécimen, el ejemplar Zeuglodon de Gingerich incluía un cráneo de cuatro pies de longitud y varias costillas, todas ellas conllevando las inconfundibles características de las ballenas, y emparejando los puntos correspondientes del viejo cráneo de Pakicetus. Y más importante, Gingerich encontró un fémur, una rótula, ambos huesos de las piernas posteriores, varios huesos del tobillo, y tres dedos del pie, mostrando más allá de toda duda que Basilosaurio tenía extremidades posteriores completas.

Si bien las extremidades estaban totalmente formadas y  eran plenamente funcionales, no se conectaban, sin embargo, con los huesos pélvicos de las ballenas, y no podrían haber servido para soportar el peso del animal fuera del agua. Como Stephen Gould lo expresara, "Son anatómicamente completos, y se proyectaban desde la pared corporal (a diferencia de las extremidades verdaderamente vestigiales de las ballenas modernas), pero no podrían haber realizado ninguna contribución importante a la locomoción - la prueba real de funcionalidad intermedia". (Gould, "Hooking Leviathan By Its Past", Natural History, Mayo 1994, página 13). Esto es exactamente lo que los paleontólogos predijeron cuando encontraron las primeras ballenas antiguas.

Gingerich también enfatizó que, ya que Basilosaurio tenía varias características únicas de su columna espinal que no compartía con las ballenas modernas, ello lo llevó a creer que, aunque este animal era una ballena y un descendiente de un animal tipo Pakicetus, Basilosaurio murió sin dejar ningún descendiente moderno.

Sin embargo, las predicciones de los paleontólogos concernientes a los ancestros tipo ballena poseedores de extremidades fue ulteriormente suplementada en 1993, cuando Gingerich encontró dos nuevos especímenes de Indocetus, un Arqueoceto temprano con edad intermedia entre Pakicetus y Basilosaurio. Los nuevos especímenes de Indocetus incluían una pieza de hueso pélvico, tibia y fémur, pero no huesos del pie. Pese a lo fragmentario del hallazgo, es evidente por el tamaño y estructura de estos huesos que Indocetus poseía extremidades posteriores plenamente funcionales. "La pelvis tiene un largo y profundo acetábulo, el fémur proximal es robusto, la tibia es larga.... Todos estos rasgos, tomados en conjunto, indican que Indocetus era  probablemente capaz de soportar su peso en tierra, y es más o menos cierto que se trata de un anfibio." (Citado por Gould, Natural History, Mayo 1994, página 13). Indocetus no tiene, empero, el desarrollo de los huesos sacros propio de las ballenas modernas, que les sirve para nadar flexionando el espinazo hacia arriba y hacia abajo - un modo de locomoción que es único entre los animales marinos.

En el mismo mes en que Gingerich descubriera sus Indocetus, el estudiante de la Universidad de Michigan, Xiaoyuan Zhou encontró un esqueleto de Arqueoceto en Pakistán, un poco más joven que Indocetus. Este nuevo fósil, todavía innominado, posee un fémur proporcionalmente más pequeño, huesos del pescuezo pequeños y fusionados y también huesos sacros perdidos, indicando que ya adquirió plenamente el movimiento natatorio de arriba hacia abajo exhibido por las ballenas modernas. El esqueleto de Zhou fue encontrado en depósitos marinos más profundos que los de Arqueocetos más viejos.

El descubrimiento más reciente en la evolución de los cetáceos ha sido también el más espectacular. En Enero de 1994, Hans Thewissen anunció el descubrimiento de varios esqueletos de viejos Arqueocetos de 49 millones de años, el más completo consistente en partes del cráneo y una mandíbula, varias vértebras, algunas costillas y huesos de las extremidades prácticamente completos. Los largos huesos de las extremidades eran capaces de soportar plenamente el peso del animal en tierra, y eran también capaces de remar a través del agua utilizando movimiento de arriba hacia abajo del espinazo (también carecía de los huesos sacros que se encuentran en el esqueleto de Zhou). Thewissen bautizó a este animal Ambulocetus natans ("la ballena que nada y que camina"). En morfología y en tiempo, es un intermediario perfecto entre los Mesoníquidos y los primeros Arqueocetos.

Ambulocetus tenía más o menos el tamaño de un león de mar adulto, y pesaba alrededor de unos 300 kilos. "Ambulocetus es claramente un cetáceo", Thewissen concluye. En adición al mismo tipo dentario poseído por todos los Arqueocetos y a una pequeña pezuña al final de cada dedo, como en los Mesoníquidos, Ambulocetus tiene también el cráneo tipo ballena que se encuentra en los Archeocetos, incluyendo un hueso actotimpánico con un largo proceso sigmoide, un reducido arco zigomático, un amplio proceso supraorbital y un hocico estrecho. Mientras que estas características pueden estar también presentes en los Mesoníquidos terrestres, Ambulocetus poseía también los pequeños protoconos y largas cúspides accesorias que distinguen a las ballenas de los Mesoníchidos.

Las extremidades eran largas y fuertes, capaces de sobrellevar el peso del animal en tierra. "El esqueleto del Ambulocetus indica que podía moverse tanto en tierra como en agua. Como en cetáceos extintos, Ambulocetus nadaba por medio de ondulaciones dorsoventrales de su columna vertebral, como se evidencia por la forma de la vértebra lumbar. A diferencia de los cetáceos modernos, Ambulocetus tenía una cola larga y por ello, probablemente carecía de la cola en plano horizontal" (Thewissen, Science, enero 1994, página 211). Por lo tanto, el esqueleto de Ambulocetus demuestra una mezcla de características de los carnívoros terrestres mesoníquidos y de ballenas totalmente acuáticas. "Como tal", concluye Thewissen, "Ambulocetus representa un intermedio crítico entre los mamíferos terrestres y cetáceos marinos. (Thewissen, Science, enero 1994, página 212).

A raíz de estos recientes descubrimientos, sabemos ahora mucho más sobre la evolución de los cetáceos que hace veinte años. El primer cetáceo conocido, Pakicetus, demuestra una mezcla de rasgos que son únicos a los mesoníquidos terrestres así como a las ballenas marinas, e indica que los Cetáceos descienden de los carnívoros Mesoníchidos. Pese a que no hemos encontrado aún  huesos post -craneales de Pakicetus, los que se han encontrado en Ambulocetus demuestran que los primeros miembros de la transición Mesoníquidos-ballenas eran animales que pasaban gran parte del tiempo en tierra así como en el mar, y presumiblemente tenían estilos de vida similares a los de los leones marinos actuales.

Después de Ambulocetus, hay una tendencia hacia una especiación creciente a una existencia totalmente marina. Los fósiles de Indocetus muestran una reducción en el tamaño de las extremidades, mientras que Basilosaurus muestra una reducción en el tamaño de las extremidades perdidas a un punto tal que el animal ya no puede abandonar el agua. El innominado fósil carente de extremidades de Zhou muestra el desarrollo de un cuerpo más fluidodinámico y huesos sacros que se aproximan a los actuales de las ballenas modernas, y que permitieron a estos animales nadar más eficientemente y moverse a mayores profundidades en el océano. Finalmente, los últimos Arqueocetos muestran las extremidades posteriores acortándose hasta casi no existir (formas vestigiales), desarrollándose al mismo tiempo especializaciones cetáceas como la presurización del oído interno mediante una "almohadilla grasa". Tomado en conjunto, Pakicetus - Ambulocetus - Indocetus conforman una serie que es una validación perfecta de las predicciones hechas por los paleontólogos hace cincuenta años.

Los creacionistas, por supuesto, no pueden aceptar tal transición, y han realizado esfuerzos para desacreditar tanto a Pakicetus como a Ambulocetus. El que encabeza estas críticas ha sido Duane Gish, el "experto" creacionista del registro fósil.

La primera crítica de Gish se centra en el hábitat de Pakicetus. Luego de hacernos notar que las ballenas son criaturas marinas (no son modernas ballenas de agua dulce en existencia), Gish señala:

"Los fósiles asociados a Pakicetus están dominados por animales terrestres. Los restos no mamíferos incluyen otros restos terrestres como caracoles, peces (particularmente bagres), tortugas y cocodrilos. Esta evidencia indica medio ambiente pluvial y continental y no un ambiente marino, como podría esperarse para una criatura tipo ballena". (Gish, ICR Impact, Septiembre
1983).

Dejando de lado la cuestión sobre que depósitos que contienen "caracoles, peces (particularmente bagres), tortugas y cocodrilos"  puedan considerarse "terrestres" y "continentales" (todos estos animales son ampliamente acuáticos),  podemos señalar acá que Gish está empleando las tácticas típicamente creacionistas de crear un hombre de paja y luego atacar la
teoría evolutiva porque no esta de acuerdo con este hombre de paja. El argumento de que algún ancestro cetáceo "debe esperarse" encontrar en un depósito marino es totalmente construcción del propio Gish. No hay razón alguna para esperar que los ancestros primeros de los cetáceos marinos tuvieran la necesidad de ser criaturas  marinas, existiendo más bien
abundantes razones para esperar lo contrario. Ya que los más tempranos fósiles tipo ballena que conocemos no exhiben ninguna de las adaptaciones especializadas de las ballenas modernas para la vida en las profundidades oceánicas - orejas vascularizadas para mantener la presión mientras se bucea, oído subacuático direccional, cola horizontal para nado eficiente -
no hay razón para suponer que los ancestros de las ballenas hayan vivido en océanos profundos mientras desarrollaban estas adaptaciones.

Aparentemente Gish quiere hacernos creer que es la opinión de los paleontólogos que un animal con forma de lobo decidió saltar al océano profundo un buen día y vivir allí. Es más probable que los ancestros terrestres de las ballenas vivieran en las bocas de los ríos y cerca de playas poco profundas, donde la comida fuera abundante y se pudiera obtener sin necesidad de adentrarse en la profundidad del océano, y donde el paulatino incremento hacia una especialización a la existencia acuática, por etapas, permitiera al animal la oportunidad de regresar a tierra en caso necesario. Y esto es de hecho  lo que encontramos en los restos de tales animales. Como muestra el registro fósil, las adaptaciones a una vida en océano profundo vinieron más tarde, luego de que los ancestros terrestres tornáronse en totalmente acuáticos.

La clara implicación de su crítica es que Pakicetus no es realmente una ballena - es sólo otro Mesoníquido, que era un ordinario carnívoro terrestre. De Pakicetus, Gish afirma, "Uno debe estar inmediatamente desconfiado del término "ballena" dada a tal criatura, sea lo que fuere, ya que las ballenas son totalmente incapaces de vivir y respirar en tierra". (Gish, ICR Impact, septiembre 1993). Pakicetus, concluye, es  "un mamífero terrestre, sin relación con los mamíferos marinos". (Gish, ICR Impact, Abril 1994). Y de Ambulocetus, rimbombea, "Puesto que las ballenas no caminan en tierra, los escépticos deben inmediatamente preguntarse sobre las bases para designar a esta criatura como ballena, sea lo que fuere....Ciertamente no era un intermedio entre un mamífero terrestre y una ballena, era más como un carnívoro de playa" (Gish, ICR Impact, Abril 1994).

Gish ejecuta aquí un juego de palabras, similar al que utiliza en su argumento de que el "Arqueopterix es solo un ave". El sistema de clasificación que utilizan los biólogos, coloca a los organismos en categorías consistentes de Reinos, Clases, Phila, Ordenes, Familias, Géneros y Especies; lo que hace difícil reconocer el carácter transicional de cualquier especie que posea características que pertenecen a dos categorías diferentes.  Todo organismo debe ser clasificado en alguna parte (etiquetado en una categoría ó en otra), y no existe una categoría de algo "mitad tal y mitad cual".  Como L. Beverley Halstead dijera:

"En muchos grupos tenemos lo que denominamos evolución mosaica; empezando con animales que son totalmente reptiles uno termina en formas que son totalmente aviares ó mamíferas. Todo el cuadro cambia gradualmente hacia rasgos más aviares ó mamíferos. Lo que tenemos que hacer, ya que esta transición es tan gradual, es dibujar una línea arbitraria de modo tal que un animal sea forzado a encajar ya en una categoría, ya en otra". (Montagu, 1984, página 253).

Gish ha tomado para sí el asumir que las ballenas (incluidas las antiguas) no tienen piernas, y ya que toda cosa que tenga piernas debe ser llamada de otra forma menos de ballena, entonces no importa cuanto se parezca a una ballena. En realidad, no importa tanto donde clasifiquemos a Ambulocetus ó a Pakicetus. Sí como Mesoníquidos ó como Arqueocetos, ya que ambos son parte de una suave serie que gradualmente nos lleva de un grupo al otro. Podemos con igual exactitud decir que Ambulocetus es un Mesoníquido avanzado con muchos rasgos Cetáceos, ó decir que es un Cetáceo primitivo con muchos rasgos Mesoníquidos (igual que uno puede clasificar igualmente bien a Arqueopterix como un dinosaurio con rasgos aviares ó un ave con rasgos de dinosaurio). Ninguna de estas clasificaciones sustrae su carácter transicional.

En términos de la estructura del esqueleto, las ballenas se distinguen de los Mesoníchidos en cinco características anatómicas: (1) Todos los incisivos son paralelos a la línea de dientes, (2) la cresta media lamboidal es semicircular, (3) huesos nasales retraídos, (4) protoconos pequeños, y (5) cúspides accesorias largas. Pakicetus, Ambulocetus, e Indocetus todos ellos poseen una ó más de estas características, y se clasifican por ello como "Arqueocetos" ("Ballenas  antiguas") y no como Mesoníchidos. (Los esqueletos de Ambulocetus carecen de las porciones relevantes del cráneo como para verificar las tres primeras características, y por ello Thewissen agregó varias otras características craneales para incluir a Ambulocetus en el grupo Arqueocetus y no como un Mesoníchido, instigando a los creacionistas a decir que "él a cambiado la definición de lo que es una ballena").

El argumento de Gish de que "sí tiene piernas, no puede ser una ballena" es simplemente irrelevante, ya que la estructura esquelética de las extremidades no es parte de la definición aceptada de lo que constituye un fósil de ballena. Basilosaurus también tenía extremidades, pero no eran funcionales - Gish podría difícilmente argüir que el Basilosaurus era alguna clase de Mesoníchido terrestre y "no una ballena". Ciertamente, varias especies de ballenas modernas desarrollan extremidades posteriores en su etapa embrionaria; ¿Citaría Gish este hecho, como prueba que, "no son realmente ballenas?" Gish también ignora todas las características anatómicas de Pakicetus, Ambulocetus e Indocetus; que estos animales comparten con las ballenas modernas así como con los Mesoníchidos terrestres.

Tomado en su conjunto, la serie Arqueocetos desde Pakicetus a Indocetus es muy convincente de la descendencia con modificación. Empezando en los mesoníquidos terrestres, podemos trazar la ruta a través de Ambulocetus, que era un animal terrestre que gastaba mucho tiempo en el agua, hacia Basilosaurus, con las piernas funcionales casi perdidas, a los Arqueocetos tardíos, sin extremidades posteriores y una vida especializada para el océano profundo, hasta nuestras ballenas modernas. Como Stephen Gould concluye, "Sí me hubieran dado un pedazo de papel en blanco y un cheque en blanco, no podría haber dibujado un mejor intermedio teórico, uno  mejor, y más convincente, que Ambulocetus. Aquellos dogmáticos que mediante sus trucos verbales pueden decir que lo blanco es negro y lo negro blanco, nunca serán convencidos de nada, pero Ambulocetus es un animal que ellos proclaman imposible en teoría" (Gould, Natural History, Mayo 1994, pagina 14).
 

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