Por Lenny Flank
(c) 1997
Traductor : Hernán Toro
Uno de los argumentos que más se les escucha a los creacionistas se centra en las leyes de la termodinámica. El argumento de que "la segunda ley de la termodinámica hace imposible a la evolución" es probablemente el más difícil de responder por parte de los científicos evolutivos - no porque el argumento tenga alguna validez científica, sino porque éste da vueltas alrededor de conceptos que son completamente ajenos a las personas sin conocimientos científicos y porque, además, estos conceptos les resultan difíciles de comprender . La mayoría de la gente común no tiene la menor idea acerca de lo que significan la "termodinámica" o la "entropía", lo que permite a los creacionistas escupir una enorme cantidad de habladuría aparentemente "científica" pero totalmente errónea.
Básicamente, el argumento creacionista es así : La Segunda Ley de la Termodinámica trata de algo llamado "entropía", que es una medida del monto de desorden en un sistema. En la mayoría de los sistemas, la entropía tiende a incrementar con el tiempo. Esto se basa en el hecho de que hay una cantidad limitada de energía libre en cualquier sistema cerrado, y que una vez que esa energía se usa para hacer trabajo (y así producir orden), deja de estar disponible para cualquier trabajo posterior (y por consiguiente, el orden que produce tiende a romperse con el tiempo). Yo puedo usar energía para hacer trabajo y construir una casa, por ejemplo. Pero apenas se gasta dicha energía, la casa comenzará a decaer y tender a dañarse - a ,menos que continúe gastando más energía libre para mantenerme arreglándola. En ausencia de energía libre adicional, la casa finalmente colapsará. Y a menos que yo adicione energía al sistema, efectuando más trabajo, las piezas colapsadas nunca se reensamblarán por sí mismas. El sistema siempre tiende al desorden, y no hacia un incremento del orden. Y este incremento en el desorden o entropía, es la esencia de la Segunda Ley.
Los creacionistas asumen que esta tendencia hacia el desorden y la desorganización es un principio universal de todos los sistemas :
"Todos los procesos manifiestan una tendencia hacia el decaimiento y la desintegración, con un incremento neto en lo que se llama la entropía, o estado de aleatoriedad o desorden, del sistema. Esto se llama la Segunda Ley de la Termodinámica." (Morris, 1972, p. 14)
"Hay una tendencia universal en todos los sistemas, de ir del orden al desorden, como se establece en la Segunda Ley". (Morris, 1972, p. 19)
"La Segunda Ley (Ley del decaimiento de la Energía) establece que todo sistema dejado por sí solo siempre tiende a moverse del orden al desorden, con su energía disponible tendiendo a niveles cada vez menores, y finalmente alcanzando el estado de completa aleatoriedad e incapacidad de trabajo posterior. " (Morris, Scientific Creationism, 1974, p. 25)
Sinembargo la evolución, afirman los creacionistas, constantemente crea orden a mendida que se mueve de organismos pequeños poco complejos a organismos grandes más complejos. Y este proceso de incremento de orden, ellos aseveran, es una violación de la Segunda Ley de la Termodinámica, la cual, ellos afirman, especifica que ningún sistema puede moverse de un estado de simplicidad a otro de más complejidad. Por lo tanto, el progreso evolutivo de la vida, concluyen ellos, no pudo haber pasado.
El argumento creacionista se basa en un malentendido fundamental de la termodinámica y la Segunda Ley. Las leyes de la termodinámica sólo se aplican dentro de un sistema termodinámicamente "cerrado", en el cual no puede entrar energía libre desde el exterior del sistema. Bajo tales circunstancias, la energía libre disponible se usa y se degrada hasta que no pueda hacer trabajo, conduciendo a un decaimiento termodinámico y a un incremento en la entropía y en el desorden, justo como la casa en nuestro ejemplo cae inevitablemente en el deterioro.
Sinembardo, como señalé anteriormente, hay una forma de revertir esta tendencia hacia el desorden y mantener el orden - si gasto energía nueva y hago más trabajo. Un sistema en el cual hay energía libre disponible desde el exterior es un sistema termodinámicamente "abierto", y en dicho sistema es posible revertir la entropía (adicionando nueva energía libre). Esta nueva energía tiene sinembargo un precio qué pagar - ella reduce el monto de energía libre que está disponible en el exterior del sistema, y por lo tanto, incrementa la entropía del sistema total.
El universo mismo, por ejemplo, es un sistema termodinámicamente cerrado. No puede entrar nueva energía libre desde el exterior, así que su entropía se incrementa inevitablemente. De hecho, la entropía inevitablemente lo destruirá, agotando y usando toda su energía libre y reduciéndolo a un reino frío en inerte donde no hay flujo de energía, una condición conocida como "muerte térmica".
Sinembargo, al contrario de las afirmaciones creacionistas, la Segunda Ley y el incremento de la entropía no se aplican en "todos los sistemas" - sólo se aplica en aquéllos que no tienen flujo entrante de energía libre. La Segunda Ley se aplica sólo en los sistemas cerrados. La vida en la tierra no es un sistema termodinámicamente cerrado - constantemente está recibiendo energía libre desde el exterior en la forma de luz y energía solar. La vida en la tierra es capaz de canalizar esta energía libre para hacer trabajo y así, reducir la entropía y moverse realmente desde el desorden hasta un estado mayor de organización.
Sinembargo, mientras la tierra está usando esta energía libre desde el sol para reducir su entropía, el sistema solar como un todo está experimentando un incremento de su entropía, y morirá de forma inevitable a medida que el sol ude toda su energía libre disponible y alcance su muerte térmica. Hasta ese momento, sinembargo, hay suficiente energía libre disponible en la tierra para hacer trabajo y reducir localmente la entropía, y ésto permite a la vida volverse más y más organizada (menos entropía) incluso aunque el sistema solar como sistema esté perdiendo energía libre (más entropía).
Aquí sería útil una analogía : todas las corrientes y ríos corren hacia abajo , pero cerca de las rocas y otras obstrucciones, pequeñas porciones de la corriente pueden usar energía cinética para reversar temporal y localmente este flujo y realmente arremolinarse en contracorriente por unos instantes. Las moléculas de agua usan energía libre desde el exterior para hacer trabajo y así, temporalmente, evitar el flujo de la gravedad. El hecho de que partes de un vórtice fluyan hacia arriba no invalida los efectos de la gravedad en el agua, así como el hecho de que la vida localmente reduzca su entropía no invalida la Segunda Ley. Ambos procesos son temporales y completamente dependientes de una fuente de energía exterior.
Así, la evolución de la vida no viola la Segunda Ley - élla simplemente usa energía libre disponible para evadirla temporalmente, justo como algunas partes de un remolinode agua se mueve contracorriente sin violar las leyes de la gravedad. La Segunda Ley dice que la energía libre tiende a reducirse con el tiempo. Esto no significa, de ninguna manera, que la energía libre no pueda ser usada temporalmente para hacer trabajo y así reducir la entropía en un área localizada - pero incluso entonces, la energía total del sistema continúa decayendo. Incluso a medida que la vida en la tierra reduce la entropía utilizando energía libre, el sol que provee dicha energía se quema e incrementa su propia entropía. Al final, la entropía ganará, y el sistema solar (de hecho, el universo como un todo) morirá en una muerte térmica con una entropía máxima.La vida en la tierra es un corto parpadeo en el proceso de decaimiento universal. Sinembargo, mientras tanto, los procesos locales pueden revertir este flujo y producir temporalmente pequeñas áreas locales de organización y áreas de baja entropía que llamamos "vida".
La vida no es el único proceso donde podemos observar una disminución en la entropía y la aparición espontánea de orden desde el desorden. Los copos de nieve, por ejemplo, se forman cuando moléculas de agua moviéndose aleatoriamente usan energía para acomodarse a sí mismas en un patron cristalino ordenado. Los charchos de agua, en los cuales las moléculas de agua se mueven aleatoriamente, pueden usar energía de la luz solar que cae sobre ellas para formar células de convección ordenadas y regularmente construídas.
Al darse cuenta de que del orden, después de todo, puede surgir del desorden sin violar las leyes de la termodinámica, los creacionistas, se ven forzados por lo tanto a cambiar su argumento: ahora aseveran que dicho cambio sólo puede darse por medio de algún tipo de "mecanismo" el cual, en el caso de la vida, ellos aseguran, sólo puede tener un origen divino:
"El desorden nunca puede producir orden a por medio de ningún tipo de proceso aleatorio. Debe estar presente alguna forma de código o programa, para dirigir el proceso de ordenamiento, y este código debe contener al menos tanta "información" como sea necesaria para proveer esta dirección. Más aún, debe estar presente algún tipo de mecanismo para convertir la energía ambiental en la energía requerida para producir la organización superior del sistema entre manos. ... Así, cualquier sistema que experimente un crecimiento en orden y complejidad, aunque sea sólo temporalmente, no sólo debe estar "abierto" a la energía solar sino que también debe contener un "programa" para dirigir el crecimiento y un "mecanismo" para energizar el crecimiento."(Morris, 1972, p. 19)
La afirmación creacionista de que no hay "mecanismos" naturales que produzcan vida ordenada partiendo de elementos químicos desordenados (exceptuando la Intervención Divina) simplemente es Falsa. La incomparable química de los átomos de carbono les permite usar energía libre (en forma de fotones solares) para romper y reagrupar los enlaces químicos y así formar largas cadenas de átomos - las bases químicas de la vida. No hace falta nada misterioso ni se requiere ninguna intervención divina. Es simplemente una consecuencia de las leyes de la química y de la física cuando se aplican al orbital exterior de un átomo de carbono. Las leyes de la química y de la física que gobiernan la formación de las moléculas biológicas son exactamente las mismas que gobiernan la formación de cualquier otro compuesto de carbono. En el nivel químico no hay ninguna diferencia con la vida: la química del átomo de carbono es la misma ya sea que este se encuentre en una molécula de ADN o en una mina de carbón.
Por lo tanto, no sólo se necesita un influjo de energía libre (que viene del sol), sino también un mecanismo para capturar esa energía y para usarla en procesos biológicos. Afortunadamente para la vida en la tierra, la sobresaliente química de los átomos de carbono hace que sea prácticamente inevitable este proceso (es de hecho tan simple, que los aminoácidos se encuentran flotando libres en el espacio interestelar, donde espontáneamente forman cadenas de carbono usando energía libre). Son procesos químicos similares, que obtienen su energía libre del sol, los que permiten que la vida crezca en complejidad, sin violar de ninguna forma ninguna de las leyes de la termodinámica.
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