M A R G O T
L O Y O L A
Recopiladora, investigadora y cantante ejemplar, Margot Loyola Palacios nace en Linares hace un buen tiempo y a los ocho años comienza su relación con la música a través de unos estudios de piano, que hacía en la casa de un vecino y a los nueve comienza a sentir el embrujo de la escena por lo que empieza, tímidamente, a cantar. Luego de pasar unas cuantas penurias económicas radicada en Santiago, comienza a cantar en presentaciones de la Escuela Pública a la que pertenecía. A los 13 años actúa en el Teatro O’ Higgins donde comienza su amorío con la guitarra. Un poco después inicia el famoso dúo de las Hermanas Loyola con Estela, quien aprendió bastantes cosas de guitarra de
Violeta
Parra.
De nuevo en la capital,
tras acompañar a su madre a Curacaví, participan en una emisión de radio Pacífico
y cautivan al público, quien las hace ganar un concurso sobre otros artistas.
Margot comienza sus estudios en la Escuela Normal y en el Conservatorio, luego
de que siguiera con sus estudios de piano mientras el dúo acumulaba más fama.
A mediados de los ’30 decide dedicarse a la música y el folklore y abandonar
la escuela, lo que le vale muchos problemas. Luego de conocer a Anita Miranda,
deciden hacer investigaciones rurales, que fueron los primeros trabajos de esta
índole que Margot repetiría en infinidad de ocasiones y que comenzaron en Alhué
y Colliguay.
A
partir de los años ’40, las hermanas Loyola siguen ganando popularidad y
mientras su madre sigue radicada en Curacaví el investigador Carlos Isamitt se
acerca a su trabajo y les hace grabar 10 producciones que les traen un gran éxito
y que les permiten recorrer el país en giras. De hecho, a fines de la misma década
por visitar el campo de concentración de Pisagua y hacer un espectáculo para
la gente detenida perdieron todo el apoyo estatal. Por esos años, además,
comienza su brillante e interminable trayectoria docente por una iniciativa del
rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández. Para reforzar algunos
aspectos de la cultura tradicional, Margot se relaciona con Oreste Plath, quien
fortalece su vertiente académica. Paralelo a estos acontecimientos Estela, su
hermana, cayó en manos de un esposo posesivo que les impidió seguir su
trayectoria como dúo. Una vez terminada la alianza artística, en 1950, Margot
Loyola decide emprender el vuelo y parte hacia Argentina, donde consigue hacerse
respetar entre figuras de la época como los Hermanos Abalos e investigadores
transandinos como Carlos Vega. En 1952 viaja a Perú, donde estudia los ritmos más
tradicionales de dicho país con eminencias como Rosa Elvira Figueroa y Porfirio
Díaz y profundiza sus conocimientos de marinera, huaynos, huailas y otros. Allí
también conoce a José María Arguedas. Ese mismo año parte a Iquique donde
estudia a fondo la Fiesta de la Tirana, donde comienza a asimilar los ritmos
andinos como parte de la cultura chilena, algo no muy común para la época.
En
1956 Margot emprende una gira europea que incluye Francia, Polonia, España,
Rumania, Unión Soviética y Checoslovaquia. En el país galo estuvo seis meses,
y además de algunas presentaciones exitosas ante estudiosos y críticos
especializados, la cantora tiene la oportunidad de reencontrarse con Violeta
Parra, quien cantaba por esos años en L’Escale. En las tierras franquistas
(por esa época) está otro medio año y logra desarrollar sus estudios y grabar
dos discos.
Ya
de vuelta a Chile, en 1958, llega a su clase de baile un alumno quien terminará
siendo su compañero de viaje: Osvaldo Cádiz. Pocos años después profundiza
sus estudios en terreno de la cultura mapuche y realiza una gira por Argentina.
Además, luego del terremoto de Valdivia en 1960 hace una gran presentación en
el Teatro Municipal. En 1961 viaja a Isla de Pascua y estrecha sus lazos con los
polinésicos, además de realizar una nueva gira por Europa. Pasan los años y
recibe sobrecogida la muerte de Violeta Parra, pese a que la cantora asegura que
la Viola se lo había “anunciado en un sueño”. A fines de los ’60 funda el conjunto Palomar, que
interpreta hasta la fecha los resultados de algunas de sus investigaciones.
En
1971 hace su primer programa de televisión, “recorriendo Chile” en canal 7.
Al año siguiente, emprende gira por Perú y Estados Unidos. En el vecino país,
logra hacer contactos con el estudioso de la cultura peruana Nicomedes Santa
Cruz. Por esos años graba uno de sus discos más queridos, Canciones del 900,
que fue producido por Luis
Advis. Tras conocer al pintor Osvaldo Guayasamín, es
invitada para recorrer Ecuador con una delegación cultural chilena.
Luego del golpe de estado, Margot Loyola pasa dos años sin abrir la boca (artísticamente por cierto) y solo es rescatada en 1975 por Jorge Rencoret y Alfredo Lamadrid para incorporarla al programa Chilenazo donde recibe las muestras afectivas del público. Aparece bailando clandestinamente en el Festival de San Bernardo y unos años después emprende una segunda visita a la Isla de Pascua, aunque menos emocionante que la primera, cuando pensó quedarse a vivir allá. En los años 80, además de sus actuaciones en el país, logra realizar una visita a Uruguay y dos a Argentina.
En
1994, luego de una visita de investigación por México, Margot Loyola recibe el
Premio Nacional de Arte. Además de hacer clases en la Universidad Católica de
Valparaíso, la folklorista sigue con sus investigaciones, ha publicado libros
sobre la cueca y el cachimbo, entre otros, ha realizado algunos videos pedagógicos
y ha grabado más de una docena de LP’s, cassettes y compactos y gran cantidad
de singles en su época de integrante del dúo Las Hermanas Loyola.
(información extraída del libro “Margot Loyola” de Desiderio “Chere” Arenas, SCD 1997 por el periodista Manuel Vilches).