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Antes en Somalia el general Mohamed Siad Barre había tomado el poder el 15 de octubre de 1969 mediante un golpe de estado, y también declara a su país socialista. En 1974 firma un tratado de cooperación con la Unión Soviética, que incrementa la ayuda militar a Somalia. Unos 2,000 asesores soviéticos y 50 cubanos arribaron para preparar a los pilotos y especialistas somalos, reorganizar sus fuerzas armadas, reconstruir sus bases aéreas. En la URSS se preparan 590 aviadores somalos. Para 1977 el CAS (siglas de su Fuerza Aérea “Cuerpo Aeronautico della Somalia”), tenía más de 50 aviones de combate en servicio (cerca de 35 MiG-21 y 15 MiG-17), 10 helicópteros Mi-8, y otros equipos. Su base aérea principal era Mogadishu, además de Hargeysa, Kismayu y Baidoa. El General Siad Barre tenía planes de crear la "Gran Somalia",
pretendiendo territorios de sus vecinos Djibouti, Kenia, y la provincia
etíope de Ogaden, y con el caos en Etiopía estos reclamos
se agudizan. Siad Barre da amplio apoyo militar en secreto a las guerrillas
somalas del Frente de Liberación de Somalia Occidental (WSLF) en
Ogaden, algo denunciado por Etiopía, pero negado por Somalia. Los
choques armados Las Fuerzas Armadas etíopes tenían 55,000 hombres, pero
20,000 de ellos estaban enfrascados en la lucha contra Eritrea, y en Ogaden
se enfrentaban a los somalos sólo elementos de la 3° División
y otras pequeñas unidades, con 10,200 hombres en total, 45 tanques
M41/M47, 48 piezas de artillería y 10 cañones antiaéreos.
Etiopía moviliza 100,000 milicias y resiste ferozmente, pero la
superioridad somala en equipamiento y preparación es tan importante,
que derrotan a los etíopes, y para mediados de setiembre ya
ocupaban 320.000 km2 del territorio etíope, cuyo ejército
se ve en una situación crítica.
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Ante el avance somalo, en noviembre de 1977 el gobierno etíope pide ayuda militar a Cuba. Estas tropas son enviadas a pesar de que la URSS inicialmente estaba en contra de la participación militar cubana, alegando que esa intervención de tropas extranjeras podría ser usada por somalos o eritreos para solicitar tropas árabes, agudizando el conflicto, lo cual no impide el habitual mito occidental acusando a La Habana de seguir órdenes de Moscú. La isla caribeña comienza en envío de de tropas regulares y especialistas por buques desde Cuba, que estarían al mando del General de División Arnaldo Ochoa. El primer batallón de tanques cubanos llega al frente el 28 de diciembre de 1977. La URSS deja sus vacilaciones y apoya al lado etíope-cubano, enviando 1,500 asesores al mando del General de Ejército Vasily Petrov. El jefe de los asesores soviéticos para la aviación es el Teniente General de la aviación G. Dolnikov.
Los soviéticos establecen desde el 25 de noviembre un gran puente aéreo con 225 An-12, An-22 y Il-76, trayendo entre otros equipos 600 tanques T-55/T-62/PT-76, 300 blindados BMP-1, BRDM-2, 400 piezas de artillería. Se transportaron tropas cubanas de Angola. Para controlar la operación, Moscú lanza el satélite de reconocimiento militar Kosmos-964. La aviación recibe 48 cazas MiG-21bis y MiG-21R para pilotos cubanos y etíopes, 10 helicópteros Mi-6, 6 de ataque Mi-24 y varios de transporte Mi-8. En total Cuba envía 18,000 efectivos, y Yemen del Sur otros 2,000. Para dirigir las operaciones se establece un estado mayor conjunto, cuyo líder político es Mengistu, y del cual formaban parte 5 Generales etíopes, 8 cubanos, 5 soviéticos y 2 yemenitas. El jefe militar de las operaciones es el cubano General de División Arnaldo Ochoa, y bajo su mando están también los generales soviéticos, aunque en algunas fuentes occidentales surge la leyenda de que el líder era el General soviético Vasily Petrov. Las Brigadas de Tanques cubanas serían apoyadas en su avance por la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), cuyas primeras unidades llegan en diciembre de 1977. Eran un escuadrón de MiG-17F, un escuadrón de MiG-21bis, 2 cazas de reconocimiento MiG-21R y varios helicópteros Mi-8, fuerzas que en occidente las estimaron en “100 pilotos cubanos y 1,000 técnicos”, exagerando la cifra real de pilotos varias veces, mientras que los técnicos eran sólo soviéticos. Ellos se basifican en Dire Dawa y Harer. El jefe de la FAR en Etiopía es designado el piloto teniente coronel Rubén Interián, y su segundo es el teniente coronel Luis Alonso Reina, ambos experimentados aviadores, acabados de terminar sus estudios superiores en la Academia Kalinin de la Defensa Antiaérea, por Moscú. Para enero de 1978 el frente se había estabilizado ante las ciudades
de Harar y Dire Dawa. La FAE y el CAS se habían desgastado en 6
meses de choques entre ellas, y en las misiones de apoyo a su tropas terrestres.
Pero la FAE ya había ganado la supremacía aérea, se
repuso con nuevos equipos soviéticos, y tenía a la FAR de
aliada. Vietnam e Israel le ayudan con piezas para F-5, también
combaten varios pilotos israelíes. Somalia por su parte no había
recibido nuevos aviones, aunque recibe apoyo militar de USA, Egipto, Arabia
Saudita, Irak, Siria, y llegan pilotos de Pakistán.
A principios de enero los MiG-17F y MiG-21bis de la FAR comienzan los ataques desde la base aérea de Dire Dawa contra las tropas somalas por Harer, destruyéndole numerosos equipos pesados. La acción de la FAR es tan eficaz, que el 6 de enero el presidente de Egipto Anwar Sadat acusa a los pilotos cubanos de bombardear tropas somalas, y anuncia su apoyo militar a Somalia. Pero es tarde, la gran contraofensiva comienza el 22 de enero de 1978 en la zona de Harer y Dire Dawa. El lado etíope-cubano se habían concentrado 35 Brigadas, 300 tanques, 156 piezas de artillería, 46 aviones de combate. Los somalos tenían allí 27 Brigadas, 135 tanques, 205 piezas de artillería y 100 blindados. El plan del General Ochoa era el de limpiar la zona Harer-Dire Dawa, empujando a los somalos en dirección de Jijiga, para destruírlos por allí después. La contraofensiva se inicia con el empleo masivo de la aviación, que hace cientos de misiones. Los MiGs de la FAR apoyan el avance de las Brigadas de Tanques cubanas, y los MiG-21bis y F-5A/E de la FAE a las tropas etíopes. Los MiG-21R cubanos de reconocimiento penetraban profundamente el territorio enemigo, reconociendo sus posiciones e imitando a cazas MiG-21bis, lo que obliga a las antiaréreas somalas a descubrirse, mientras los MiG-17F y MiG-21bis lanzan bombas y cohetes no dirigidos contra las fuerzas acorazadas. En un mes los MiG-21R de la FAR hacen más de 120 vuelos, descubriendo 136 objetivos a atacar. Los somalos son derrotados perdiendo más de 4,000 hombres y 60 tanques, y el 2 de febrero comienzan a retirarse hacia la trampa de Jijiga. Estos combates de fines de enero-principios de febrero de 1978 son intensos,
y traen las primeras pérdidas cubanas. Las tropas somalas tenían
una buena defensa antiaérea, con numerosos cañones de 23mm
ZSU-23-4 Shilka, ZU-23-2, de 37mm, ametralladoras de 12,7mm, misiles Strela
(SA-7), protegiendo sus fuerzas acorazadas y la artillería. Los
MiG-17/21 de la FAR cumplían misiones de apoyo aéreo a baja
altura, que permite destruír con precisión gran parte del
equipo pesado somalo, pero en ello la AAA le derriba algunos aviones. Es
aquí donde la FAR tiene sus únicas dos pérdidas mortales
en la guerra: el teniente Eladio Campos en un MiG-17F, y el primer teniente
Raúl Hernández Vidal en un MiG-21bis. También el mayor
Benigno Cortés es derribado en su MiG-21bis, pero se catapultea
a salvo. Varios otros aviones son averiados. Al capitán Manuel Rojas
García se le apaga el motor de su MiG-21bis sobre las líneas
enemigas, pero logra arrancarlo otra vez. Sin embargo, la acción
de los MiGs cubanos contra los medios AAA fue eficaz, y en el futuro los
somalos abrían poco fuego antiaéreo para no descubrirse.
El enemigo en estos combates pierde gran parte de su equipo pesado, y retrocede bajo los golpes de la FAR y FAE, hasta la zona de Jijiga, tratando de hacerse fuerte en los pasos montañosos ante la ciudad. Pero la catástrofe somala estaba por venir. Aquí funciona la brillante operación del General Ochoa, estudiada hasta hoy en día en las academias militares. Inicialmente se había planificado un ataque frontal contra las defensas somalas fortificadas en las montañas, acompañadas de algunos desembarcos aéros. El plan fue realizado por los equipos de Ochoa y Petrov, Sin embargo, cuando el plan fue enviado a la Habana para su aprobación, fue rechazado. Se planteó que durante este tiempo los somalos habían reforzado bastante sus posiciones, establecieron fuertes campos de minas, su eficaz artillería dominaba los camino de acceso, que no valía la pena un ataque frontal y riesgo de grandes pérdidas frente a un enemigo que ya estaba siendo derrotado. La Habana recomendó cambiar el plan, por uno en que las posiciones somalas iban a ser machacadas masivamente por la artillería, mientras que una Brigada de tanques cubana al mando del general Fleitas rodeara las montañas por el sur cayendo sobre Jijiga desde el otro lado. Al mismo tiempo otra Brigada de tanques cubana al mando del General Cintra Frías cruzaría las montañas por una zona no fortificada y caería sobre Jijiga por el noroeste, formando de tal forma una tenaza que golpearía a los somalos en Jijiga sin que se recuperaran jamás. A los somalos se les dejaba un pasillo por el cual sus restos pudieran escapar perseguidos por los T-55 cubanos hasta la frontera. Este nuevo plan cubano, pulido por el equipo del general Ochoa, hecho sin participación de los generales soviéticos, fue el aprobado por Mengistu. El 3 de marzo se inicia la operación. La artillería cubano-etiope, con todos los medios disponibles, incluyendo el apoyo del Grupo de BM-21 yemenitas, lanza su carga mortífera durante casi una hora sobre las tropas somalas en el paso de Marda, apoyando el avance de la infantería etíope. Al mismo tiempo, las Brigadas de Tanques cubanas de Fleitas y Cintra frías con 90 T-55 cada una, atraviesan y rodean las montañas, cayendo sobre Jijiga desde direcciones totalmente inesperadas para las cinco Brigadas somalas. Ante el masivo ataque artillero y la sorpresa de la tenaza cubana de tanques, los somalos caen en pánico. La FAR apoya la operación, realizando más de 130 ataques con sus MiG-17 y MiG-21, junto a la participación de los helicópteros de ataque Mi-24. La catástrofe del Ejército somalo es total, siendo hostigado por los MiGs de la FAR y los T-55 en su desbandada por los caminos hacia Somalia, y perdiendo en la debacle 6,000 hombres. El resultado de la campaña está decidido. El 5 de marzo Jijiga es capturada, y en una semana son liberadas las demás ciudades de Ogadén. El 9 de marzo Siad Barre admite la derrota y anuncia la retirada de sus tropas. Para el 13 de marzo las tropas cubano-etíopes ya habían limpiado todo el Ogaden de invasores, finalizando el conflicto. La guerra causa 60,000 muertos (de ellos 15,000 militares etíopes, 20,000 somalos, y 25,000 civiles), 600,000 refugiados. Somalia pierde 250 tanques (3/4 del total), gran parte de su artillería y vehículos. Esta exitosa operación causa fuerte conmoción en occidente. Los rumores sobre el plan inicial Ochoa-Petrov, el eficaz puente aéreo de suministros desde la URSS hasta Dire-Dawa y la aparición inesperada de los tanques cubanos al otro lado de las montañas, crea las condiciones para que se crea el mito de una supuesta gran "operación aerotransportada" hacia la retaguardia somala en Jijiga. Incluso hay fuentes donde la imaginación les supone el traslado por aire en helicópteros de transporte pesados Mi-6 y medianos Mi-8 desde Dire Dawa hacia Jijiga sobrevolando las montañas, a tropas con unos 70 blindados BMD y BRDM-2, etc. En esta guerra Somalia y el WSLF reclaman la destrucción de más
de 50 aviones etíopes, de ellos una docena de cazas F-5 y MiG-21
por sus propios MiG-21 (supuestamente 4 por pilotos pakistaníes),
y el resto por las defensas AA. De sus cazas F-5 Etiopía admite
la pérdida de sólo dos. Por su parte Etiopía reclama
el derribo de 23 aviones somalos. De ellos 2 por misiles antiaéreos
S-125 (SA-3), varios por otros medios antiaéreos, y una docena por
sus cazas F-5. El Mayor Sisay de la FAE reclama 4 MiGs derribados, y los
pilotos israelíes reclaman cinco victorias. Entre derribos y accidentes
Somalia pierde la mitad de su Fuerza Aérea, quedándole sólo
12 MiG-21 y varios MiG-17. Hoy en día, ya no existe Fuerza Aérea
en Somalia.
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El papel de la FAR fue muy importante, realizando en total 1,013 misiones de combate, la mitad con MiG-17F, y el resto con MiG-21, que destruyen innumerables tanques, cañones y otros objetivos enemigos, sufriendo la pérdida de dos pilotos. Como hecho interesante, en este conflicto los MiG-17/21 cubanos combates codo a codo junto a los F-5A/B/E de la "Ye Ityopia Ayer Hayl" etíope contra un país armado con los mismos MiG-17/21 y entrenado con la misma filosofía soviética. Sin embargo, los MiG-21bis cubanos no llegan a emplear sus misiles aire-aire K-13, pues en el aire no ocurren encuentros con los MiGs enemigos, ya que los etíopes ya habían conquistado la superioridad aérea antes de que llegaran los isleños. Los MiGs somalos aparecen sólo tres veces sobre las tropas cubanas en misiones de reconocimiento, calculando el momento en que los cazas cubanos aterrizaban en sus bases. Según reportan los veteranos cubanos, al enterarse el mando de la Fuerza Aérea somala y los principales oficiales, de que los cubanos estaban volando sobre el Ogadén, se niegan a combatir, y se sublevan a Siad Barre. Este encarceló a los jefes principales. Muchos de sus pilotos habían estudiado en Cuba, o junto a cubanos en la URSS, y éste fue uno de los factores de que la fuerza aérea somala dejara de participar, incluyendo a helicópteros o transportes. Los oficiales etíopes, educados en academias occidentales, al principio no apreciaban las cualidades de los MiG-21, frente al F-5 (especialmente por el menor radio de acción), pero al comenzar a usarlo en el conflicto real desde diciembre de 1977, cambian rápidamente de opinión. Aunque según el General Rafael del Pino en sus memorias escritas en USA "Proa a la libertad", después de la guerra en el Ogaden, en Addis Abeba se efectúan varios combates simulados, en los que los MiG-21 cubanos de los tenientes coroneles José Febles y Luis Quiñones pierden frente a los F-5 etíopes. Sin embargo, los mismos combates entre MiG-21/F-5 simulados en la URSS, demuestran que entre pilotos de preparación similar, el resultado dependía mucho de la altura y velocidad de tales simulacros, pues cada uno de estos cazas había sido diseñado para diferentes regímenes de vuelo, el MiG-21 a baja velocidad y poca altura podía ser menos maniobrable que el F-5, pero era superior fuera de esos límites. Etiopía fue donde la FAR usó el MiG-23 por primera vez, cuando 44 MiG-23BN comienzan a llegar de la URSS a bordo de los An-12 en marzo 1978 al aeropuerto de Addis Abeba. En abril ya estaban listos en la base aérea de Dire Dawa, pero el conflicto había finalizado. Sus pilotos cubanos llegaron directamente de la URSS, tras los cursos de preparación. El 13 de setiembre de 1978 Fidel Castro visita Etiopía, y preside junto a Mengistu un triunfal desfile militar, donde participan 5 MiG-23BN piloteados por cubanos. Algunos MiGs de la FAR se quedan en Etiopía un tiempo, pero no combaten más en éste país ni en choques con Somalia ni con Eritrea, a pesar de erróneos reportes en occidente al respecto, aunque algunas pérdidas son inevitables. El 14 de enero de 1982 un An-26 de la FAE es derribado sobre la capital Addis Abeba, pereciendo 73 militares, entre ellos 24 militares cubanos y 24 libios. Después de la guerra las tropas cubanas son reducidas de 18,000 en 1978 a 3,000 hombres en 1984. En abril de 1988 Etiopía y Somalia por fin firman un acuerdo, donde ésta renuncia al Ogaden, y Cuba decide retirar su presencia militar, los últimos criollos abandonan el país en setiembre de 1989, terminando un período de 12 años de colaboración, por el cual más de 40,000 militares cubanos pasaron por Etiopía. Esta guerra se destacó fue por varias causas. El campo soviético demostró su capacidad en realizar grandes y efectivas operaciones helitransportadas, lo cual causó conmoción en los círculos de la OTAN. En el conflicto se estrenan nuevas armas, como los helicópteros de ataque Mi-24 y los vehículos de combate BMD. El pueblo etíope siempre agradeció el decisivo apoyo de las Fuerzas Armadas cubanas a su soberanía. En noviembre de 2000 el gobierno etíope anunció la construcción de un monumento en honor y agradecimiento a los 160 soldados cubanos caídos en tierras etíopes. |
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