"Al morir el compostor Erik Satie (1866-1925) sus amigos entraron por primera vez en su habitación de Arcueil que durante 30 años no había abierto más que a los perros perdidos, y descubren, con asombro y horror, algo que era a la vez mezcla de cueva de Aladino y de tela de araña. De una aglomeración indistinta de objetos heteróclitos, recubiertos de densas capas de polvo, surgen, cuidadosamente ordenados en cajas de puros, 4000 rectángulos minúsculos de papel inmaculado sobre los que había caligrafiado, sin enseñarselos nunca a nadie, descripciones meticulosas de paisajes imaginarios, órdenes religiosas inexistentes e instrumentos musicales intocables. Había dos pianos de cola, uno sobre el otro, con las pedaleras unidas, y en el armario se encontraron colgados veinte trajes verdes..."

 

Todos los derechos reservados 2004. Optimizada para 1024x768
Diseñado en Laboratorio Audiovisual Mundo X - Madrid -