Versiones 31
Director: Diego Martínez Lora
Vila Nova de Gaia - Portugal
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Editorial Versiones 31:
Diego Martínez Lora
Cartas de amor...(2)
Quito,
13 de febrero de 1989
Querida
Juana:
No
quisiera que me tomaras a mal, pero preferí escribirte para evitar cualquier
reacción tuya que probablemente hubiera echado a perder todavía más las
cosas. Cada vez que te molestabas conmigo yo me sentía muy mal y me daban ganas
de salir corriendo y de nunca más volver. Tu temperamento era demasiado fuerte.
Me dabas miedo. Te ponías roja y te salía tanta rabia que me desconcertabas y
me quedaba así perplejo por mucho tiempo sin saber cómo reaccionar. Nunca en
mi vida vi a ninguna mujer ponerse como tú te ponías. Yo no podría aguantarte
y eso es lo que he hecho, me he ido de la casa. No podría entender cómo después
de poco tiempo tu sonrisa volvía a tu cara y me hablabas como si nada hubiera
ocurrido. Pienso que así no nos podríamos llevar bien y esa armonía que yo
quería tener no sólo contigo, sino con cualquier compañía, era imposible
existir con esos arranques tuyos de cólera, que aunque no hirieras a nadie físicamente,
a mí me partías en dos, sentía como que mi sombra se despegaba de inmediato
de mí y sin ocultar nada huía de ti primero que yo. No podría casar contigo
de ningún modo, por eso me fui y nunca entendí cómo es que a pesar de tus
rabietas, me confesaste que querías verdaderamente casarte conmigo y que ya lo
podríamos hacer. Sé que pasé momentos muy bonitos a tu lado, pero no me puedo
olvidar de esa cara de monstruo que pones cada vez que te enfadas o te duele la
cabeza. Y como yo sé que no querías continuar conmigo después de haberme
visto la cara que puse cuando me preguntaste para casarnos en el más breve
tiempo. Esa cara de espanto y de terror. Disculpa mi sinceridad, pero no puedo
vivir más así contigo. Cuídate. Bye. Hans.
Guayaquil,
20 de febrero de 1989.
Querido
Hans:
Si
le hubiera hecho caso a mi intuición femenina no hubiera tenido que pasar
momentos tan desagradables. No quería estar contigo, pero ante tu insistencia
hasta me enamoré y creo yo que con fuerza y no sólo para olvidar un viejo
amor, sino para encender una luz en mi vida. Sabía que eras un tipo básico,
elemental, que te faltaba sensibilidad humana, que sólo podías ver la realidad
en blanco y negro. Acepté una serie de (para mi gusto) anormalidades y de
rarezas que había en ti y me fui apasionando por tu forma intensa y a la vez
sutil de amar. Me propusiste matrimonio ni bien te conocí. Si te hubiera dicho
que sí, ya estuviéramos divorciados probablemente. Y después de casi un año
de conocernos que te respondo que sí, que sí me quería casar contigo, tú me
respondes que no, con esa cara de asustado como si te hubiera estado proponiendo
ir al cadalso o al patíbulo. Y recién después de tanto tiempo me comunicas
que no te gusta mi temperamento, que es más, que te doy miedo, que soy una
loca, que como me puedo olvidar tan pronto de todas las estupideces e insultos
que digo, y con una facilidad paso a llamarte cariño, vidita, amor. ¿Sabes por
qué soy así? Porque realmente sé
amar y así como me molesto, también me alegro por ti, porque soy auténtica y
no te oculto nada. Te hubieras casado con una desconocida, pero no te quieres
casar con una mujer que te ha querido y que tiene la franqueza de descargar
contigo sin esconder nada, que te decía todo y que por lo mismo se quedaba
liberada y aliviada y por lo mismo te podía amar de inmediato. Nunca
comprendiste mi amor. Hiciste bien en salir de mi vida. Hombres como tú ya no
entran en mi universo. Qué desperdicio de tiempo. Intentaré nunca más
desobedecer a mi intuición. Mira, ni siquiera los buenos momentos tienen
sentido con un fin como este. Ya ni los recuerdo. Tú quisieras una mujer
callada y dócil. Bueno, ya la encontrarás. Yo no lo soy, por lo contrario,
hombres como tú, me provocan esas reacciones temperamentales. Todo tiene su razón.
Tú eres un hipócrita y reprimido. Si te decía que no bebieras, ahora te digo
lo contrario ahógate en alcohol, pobre diablo..
Adiós.
Juana