Versiones 33

Agosto - Setiembre  2000 - Año del Dragón

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Director: Diego Martínez Lora


la aventura de compartir la vida, las lecturas, la expresión...


 

Ernesto Diego Buezas de la Torre(*):


La mariposa y el ombú


En un bosque de los tantos,

debajo de ingente azul,

con su tronco embelesado,

se anquilosaba un ombú.

 

Un ombú que perpetuaba,

indefinida, su espera,

con un ancla de raíces

lanzada sobre la tierra.

 

Un ombú que prolongaba

sus enramados caminos,

para que el ave asentase

la vivienda de sus nidos.

 

Un ombú cuya nostalgia

se remontaba a la ausente

condición, liviana y libre,

de ser pequeña simiente.

 

Pues sabiendo que, del suelo,

era enclavado cautivo,

nunca mostraba, aunque enorme,

contento por verse vivo.

 

Nunca mostraba contento,

si bosque ni monte vario

conocía por sufrir

condena de sedentario.

 

Mas pasó una mariposa

ingenua, por ser menor

su vivencia entre los bosques,

e inquieta se le acercó.

 

Y sin saber de la pena

que al árbol amedrentaba,

irreverente y curiosa

le preguntó con sus alas:

 

"¿Me dirás, ombú, por qué

la natura es tan injusta,

que me hizo frágil a mí

y a ti una planta robusta?

 

¿Me dirás, ombú, por Dios,

pues juro que no lo entiendo,

por qué fugaz me hizo a mí,

mientras a ti sempiterno?

 

¿Por qué, pródiga, te dio

natura a ti tantas ramas

con hojas, mientras a mí

tan sólo débiles alas?

 

¡Qué injusta que fue natura

conmigo, puesto que tú

cuentas con tantas ventajas

por ser un árbol, ombú!

 

¡Qué bellaca fue natura,

qué inicua, mala e injusta,

que me hizo frágil a mí

y a ti una planta robusta!"

 

Mas el ombú plañidero,

con su savia de tristeza,

le respondió con sollozos

de brisa entre la maleza:

 

"Yo prolongo mi enramada

cual un frondoso camino,

para que puedan posarse

los pájaros con sus nidos.

 

Testigo soy de las crías

que raudas al cielo huyen,

mientras a mí, una parcela

diminuta me recluye.

 

Y siendo enorme, no muestro

contento por verme vivo:

Obsérvame, de este suelo,

soy enclavado cautivo.

 

Obsérvame, que yo nunca,

ni bosque ni monte vario

conoceré, si condena

sufro de ser sedentario.

 

Ve tú, mariposa blanca,

que tienes vida de un día,

a conocer lo que yo

no pude en mi larga vida.

 

No te quejes, pues natura

me dio a mí en eternidad,

lo que a ti, con ambas alas,

te dio en posibilidad.

 

Que si me dio a mí, natura,

dureza sobre este suelo,

a ti la fragilidad

te dio, mas en amplio cielo.

 

¡Ve tú, dulce mariposa,

que tienes vida de un día,

a ver lo que yo, en un siglo,

no pude ver todavía!"

 

(del libro "Diálogos legendarios")

 


(*)Ernesto Diego Buezas de la Torre, poeta y profesor argentino de Ciencias políticas. Vive en Buenos Aires.

Página poética del autor: www.poemarios.com.ar


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