Versiones 38 Junio
- Julio 2001 -
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Cuento africano(*):
Una vez un hombre encontró algunas
serpientes que se peleaban. Cuando se aproximó más para verlas mejor, se dio
cuenta que una de ellas estaba muerta. Las resondró y les dijo “Fuera de aquí!”
Una serpiente le mandó un hechizo, diciéndole:
-Por medio de este hechizo tú podrás
entender todo lo que digan los animales. Cuando una rata hable, tú entenderás
lo que diga. Cuando una vaca hable, tú entenderás lo que diga. Entenderás
todo lo que las cosas digan.
El hombre volvió a su aldea.
Por la noche la esposa del hombre cerró
bien su casa sin dejar ningún lugar abierto. Todo estaba oscuro. Ella y su
marido ya estaban tendidos listos para dormir. Un mosquito se acercó a la
puerta. Examinó la casa y no encontró modo de entrar por ningún lugar. El
mosquito exclamó:
- Ellos han cerrado la casa muy bien. Así,
¿cómo podré entrar en ella?
El hombre comprendió todo y se puso a reír.
-¿De qué te estás riendo? –le preguntó
su esposa.
-De nada, -le respondió.
Más tarde, apareció una rata. Examinó la
puerta y la encontró muy cerrada y se apartó. Luego intentó ingresar por el
techo de la choza y lo logró. Revisó por todos lados. Buscaba mantequilla,
pero no la encontró y dijo:
- Oh, ¿dónde habrá guardado esta mujer
la mantequilla?
El hombre volvió a reírse. Su mujer le
preguntó:
- Y ahora ¿de qué te estás riendo?
- De nada, -le respondió.
Por la mañana el hombre fue a su establo y
sacó a su vaca de allí. Cuando se
aproximó la hora de ordeñar a la vaca su mujer llegó. La vaca dijo:
- Ya sé para qué vienes, pero no podrás
ordeñarme hoy día. Yo impediré que salga mi leche. Mi ternera la beberá
después.
El hombre se carcajeó. Su mujer le preguntó:
- ¿Me puedes decir por qué te estás
riendo?
Le respondió:
-Por nada.
La mujer dejó en paz a la vaca y regresó
a su casa. Luego la ternera se puso a mamar.
Al día siguiente la mujer de nuevo fue a
ordeñar a la vaca. La vaca volvió a retener su leche. Por la tarde la hija
estaba enferma por no haber tomado leche. La mujer fue al establo y habló con
su marido. Ella le dijo:
-Esa ternera matará a mi hija.
La vaca interrumpió:
-¡Qué! ¿Mi hija matará a tu hija?
El hombre se rió. Su esposa le preguntó:
- ¿De qué te ríes ahora?
Él respondió:
- De nada.
Cerca de la puesta del sol la mujer le
dijo:
-
Me divorciaré de ti.
Ella convocó a toda la aldea. Todos
acudieron y se sentaron. Llamaron a la esposa y le dijeron:
- Tú
y tu esposo que hablen. Nosotros los escucharemos.
La mujer habló. Le dijo a la gente:
- Ayer cuando nos fuimos a dormir, mi
esposo se rió de mí sin ningún motivo. Si le pregunto por qué es que se ríe,
él me oculta la razón. Por eso me quiero divorciar de él.
Luego la gente le preguntó al marido:
- ¿Por qué es que te ríes de tu esposa,
dínoslo?
Respondió el marido:
- Por nada.
Ellos le volvieron a decir:
- ¡Dínoslo!
- Hombre, si lo digo, moriré.
Ellos insistieron:
- Vamos, ¡dinoslo de una vez por todass!
Él marido replicó:
- Oh, caramba, no lo voy a decir. Si llo hiciera estén seguros de que
moriría.
Ellos insistieron e insistieron, hasta que él se cansó y se los dijo:
- Esta fue la razón por la que yo me reí
poco después de acostarnos ayer. Un mosquito había dicho, “Quién será esta
mujer que ha cerrado tan bien su casa que no puedo entrar.” Por eso me reí.
El hombre ni bien acabó de hablar cayó muerto, La gente lloró. Algunos de
ellos cavaron una tumba. Cuando estaban a punto de enterrar el cuerpo una
serpiente llegó al desolado lugar. Se enroscó alrededor del cadáver. Metió
su cola en la nariz del muerto. El hombre estornudó. La gente se quedó
admirada. Algunos dijeron:
- ¿Será su dios?
Otros les replicaron:
- ¿Por qué preguntan quién es esa serppiente?
Cuando el hombre se levantó, la serpiente se fue.
Ni bien el hombre se recuperó, viajó por varios lugares desolados. Encontró a
la serpiente debajo de un árbol. La serpiente le dijo:
- ¿Pero, por qué tú les dijiste la razzón? Hace mucho, cuando yo te lancé
ese hechizo, te dije que podrías entender todo lo que las cosas dijeran.
El hombre le respondió:
- Ellos me obligaron. Tuve que decírseelo.
La serpiente le dijo:
- ¡Oh!
Luego la serpiente le dio otro hechizo, diciéndole:
- Vas a poder escuchar las palabras dee los pájaros cuando estén comiendo maíz.
Cuando un pájaro esté comiendo maíz tú entenderás sus palabras.
La serpiente se alejó.
El hombre regresó a su aldea. Escuchó muchas cosas. Un pájaro estaba comiendo
maíz, y cuando otro pájaro se le acercó, le dijo:
- Pájaro, no vengas aquí. Seremos visttos. Estoy comiendo tranquilamente. Éste
es mi lugar. Tenemos que separarnos. El campo es grande.
Después de un momento el otro pájaro le
respondió:
- ¡Qué! ¿Yo seré descubierto?
Un tercer pájaro irrumpió:
-Cómo escaparás si es que ellos nos enncuentran?
- Déjalo –gritó otro pájaro.
- No, lárgate - dijo el otro. El hombrre se rió allí en el campo de maíz. El
hombre siempre guardó a la serpiente sagrada como su dios.
(*)Este
cuento proviene de los Nuer, Sudán. Forma parte del libro África, África
II (Selección y traducción de Diego Martínez Lora)
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