Versiones 38 Junio
- Julio 2001 -
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Editorial 38:
Me preguntó mi nombre y yo le mentí. Le dije que me llamaba Alfonso. Quería saber mi edad y también le mentí, le dije que tenía 27 años. Yo me atreví a preguntarle si era hombre o mujer. Me respondió que era una mujer de 18 y sin que le preguntase me dijo su nombre: Mariela.. Le tuve que mentir más para seguir conversando, le confesé que tenía cinco hijos, pero que era muy infeliz, porque mi esposa me sacaba la vuelta con otro, y ese otro era un obrero de construcción civil, feo, borracho y muy mal educado. Mariela, me dijo, que era un idiota por permitir tal situación, pero que tal vez no tenía ninguna autoridad para decirme eso, porque su marido la trataba muy mal y vivía unos momentos horribles, que lo único que le apetecía era huir y nunca más volver a su casa. Vivía arrepentida de haberse casado tan rápido y tan joven. Continuamos conversando por la internet, chateando mucho tiempo, sin embargo comencé a darme cuenta que Mariela cometía muchos errores de género y le salieron muchas cosas en masculino. Llegó un momento en que yo le dije que ella me estaba mintiendo, que no era una mujer sino un hombre. Mariela, me dijo que se había dado cuenta desde un primer momento de que yo era una mujer y no ese Alfonso que pretendía ser. Yo le insistí en que no, que mi lenguaje fue siempre masculino como mi sexo. De un momento a otro salió del chat y me llamó por teléfono. Era mi abuelo Cristobal, que había entrado en mi chat, se rió tanto. Yo me llamo Rita y tengo 15 años. Nunca había tenido una conversación tan intensa con alguna persona. Mi abuelo setentón se rió tanto que hasta se atoró con su dentadura postiza. Después te llamo me dijo.
(*)Diego Martínez Lora, escritor peruano - portugués. Vive en Vila Nova de Gaia.
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