versiones, versiones y versiones...Director, editor y operador: Diego Martínez Lora
Editorial 48: Textitis aguda
Para respirar bien.
Paro en seco.
Por ti.
La línea de aire que me sale de los pulmones
es un reloj áspero.
Un camino arenoso, como una manzana.
Tus siluetas pegadas y dinámicas en mis paredes múltiples y difíciles de medir.
Rodeado de ti.
Encerrado en mí.
Tu carne se robó mi alma.
En las noches la luna siempre está allí llamándome
Yo salgo y la miro.
Ella se esconde.
Me da una rabia esa timidez.
La tarde se estancó y millones de partículas de nuestros cuerpos caen como nieve
sobre nuestros recuerdos frescos.
Desnudos en lo más vestido de nuestras almas nos inyectamos mutuamente una confianza mutua.
El grito desproporcionado al momento deja los pelos en punta.
Como espinas listas para defendernos de todo.
Mi profesor era marica. Pero nadie lo quería decir.
No hacía daño a nadie.
Era una broma eterna.
Todos lo sabían, pero nadie lo decía.
A la hora de la hora,
allí estaba haciendo propuestas deshonestas a los ingenuos.
Uno más delicado que otro caía por ahí enredado en juegos de lengua.
Para ser un verdadero depravado hay que ser muy culto,
Muy religioso y sobretodo “decente”.
La gente tiene que confiar en uno,
tener un concepto muy alto.
Llega un momento en que se sobrepasa el límite del control.
Entonces la persona tiene que comenzar nuevamente a educarse.
Aprender la A del respeto, la B de la discreción, la C de regeneración.
Y todo el abecedario de la moralidad saludable.
Con tanta mierda en la cabeza las personas pierden la noción del sentido común.
Pueden enamorarse dos personas que nunca pensaron en hacerlo
Amarse locamente sin decírselo nunca.
Sufrir profundamente los mutuos rechazos.
Vivir reprimidos hasta los tuétanos.
Y por ese amor morir mordiéndose la lengua
No por el dolor del final,
sino porque nunca hubo un comienzo
Para reírme de ti me compré un espejo.
Te miro en él.
Me burlo de ti.
En cualquier momento lo saco para mirarte.
No sé si tus ojos o tu nariz
Pero tanto me río de ti
que no me reconozco.
Las estaciones de mi año son cuatro:
Verano, verano, verano y verano.
Trabajo en un solario.
Cuando salgo de vacaciones me voy al polo norte.
Soy radical.
Enamoro a una esquimal.
Al volver huelo tanto a pescado y me duele tanto la nariz,
De tanto beso a su moda que me da mi novia.
Me ha salido un meato en la punta.
(*)Textos extirpados por el calor. Diego Martínez Lora