versiones, versiones y versiones...Director, editor y operador: Diego Martínez Lora
Rafael García-Godos: Oración y otros poemas
Oración
Sentado espero
que el sueño me destruya
asfixie las palabras
y el sentimiento falaz
de esta letra
que no aguanta más.
Se resbala.
Se olvida.
Espacio
Gracias a ti el cansancio no estorba
sólo el viento, que dejó en mi espalda sus sueños
de cuatro latitudes y libertad negativa.
Se exprimen blancos rosarios
de mis venas
... ... ... ... ...
Se descuentan sobre la frágil vestimenta servil
encadenada a tus caderas y como iluminados cantos
destierran el miedo y deponen mi recuerdo.
Su amor dejó poco qué decir
Debo decir que aprendí a callar
Y tras las puertas del hormiguero perdí el don de llorar.
Encontré que el amor no es la imagen de cuerpos perfectos
encajados para el sexo.
Muestra es que amé con todo ímpetu su cuerpo, su cabello
su cara, sus muslos, pliegues y pezones; que a mi cadera se asignaron.
Que amé también la manera laboriosa en que su mandíbula
Incisiva sostenía la diminuta erección, que tal cual la libido
Permaneció rigurosa, entre sus sábanas de sueño
regreso a lo del cuerpo
Digo que yo mismo he amado
y que el amor no es la imagen de cuerpos perfectos
Porque la vagina que amé siempre de la oscuridad fue protagonista
Evitando la complicación de comprender un par de labios
separados por rugosa depresión.
La oscuridad encarceló en misterio todo lo que había amado,
liberando sólo palabras controvertidas, obscenas...vacías.
Te amo
Reparé entonces que no hay razón para quedarse
Que tu cuerpo tendido me ha recordado cómo llorar y
Que extraño la sinfonía caótica del hormiguero.
Si se te ocurre preguntar
Cuando lloro vienen imágenes manantiales
un sacacorchos verbal abre mi frontal
y recojo las lágrimas, que vierto
en mis ojos nuevamente
Cuando lloro viene la soledad de mi niñez
Cuando lloro, la culpa es siamés y
Mi humanismo destructivo.
No encuentro en mi interior el parnaso de fe mínima
Que crucifique la corrosión de mi tabique desviado
Cuando lloro las venas saltan de mis muñecas,
Se disparan y se insertan en el ojal de una aguja
Que perfora mi pecho y zurce la Aorta, que
Ahora es Cava porque lloro
Cuando lloro la sien de ambos lados escarbo
Con mis dedos de uñas raspadas y yemas asiáticas.
Cuando lloro doy tregua a mi adánica y anárquica verdad
-porque toda guerra necesita una tregua-
y la realidad justa atropella con sus llantas de tractor
mi pasmada voluntad y mi inocente maldad.
Consejo de opio y ¿la respuesta?
Debo alimentarme adentro,
Debo usarla como realmente debería,
Debo liberarme,
Debo ignorar que quisiera amar
¿por qué debería lamentarme si al amar reprimes tu violencia
y expones tu frustración?
Debo preocuparme por tu atención lector,
Debo insistir 10 mil veces y otra más en que
Mis palabras incoherentes escupan razón
Como me han dicho hacen las de los poetas
¿por qué debería aburrirme de ti si no me escuchas?
Debo simplificar la forma de mi percepción,
Debo dejar resplandecer mi inocencia ignorante y perdida
¿puedo iluminar el otro lado de mi ser, sin dañar mi neurótico ego?
Debo seguir salvándome de estas pequeñas sensaciones de crisis
Y mantener mi palabra, sellar un pacto con mi alma,
Debo permitir que te olvides de mí para siempre, y es que
Mejor ahora rompo el pacto y vuelvo a ser, nada más.
Dame un último consejo sabio opio
¿Debo resistir otro poco antes de convertirme en sombra,
antes de cambiar todo lo que soy por la felicidad?
Entonces la felicidad ya no la quiero.
Flashback94
Los tomates eran caramelos
En la tierra de los chinos
Cerca de la casa de las aves bimotor
Allá detrás del cerro
Allá detrás del cerro
La noche era antorcha
De rojo flameante
Los besos rosa y los senos ladrillo
Tras el colegio de barrio
Allá detrás del cerro
Las papas crecían en las raíces de los árboles
Se pelaban calientes en noche buena
Y mis huesos de niño se quebraban
Con el caer de una rama
Allá detrás del cerro
Los jardines eran cementerios de palomas
que al viento agitaban
la música de la huida
compás de yunza y miasma de cholo
Allá detrás del cerro
Los perros arrastraban sus colmillos por mi espalda
Ladraban el miedo de mi cuerpo azogado
Allá detrás del cerro
¡La soledad se comía tan bien!
Era un budín de hostias en platos de mercado,
Oyendo las canciones maternales
Que iban apagando el sermón de los cirios desesperados
Allá detrás del cerro
Detrás del cerro era mi jaula
Tenía un muro que sonríe
Y luz de ángel en el zócalo
Acá de espaldas al cerro
Todo espiral
Sólo confusión y grietas
En el lugar del esqueleto empollado
Allá detrás del cerro.
(*)Rafael García-Godos Salazar, poeta peruano. Vive actualmente en Lima.