versiones, versiones y versiones...renovar la aventura de compartir la vida con textos, imágenes y sonidosDirector, editor y operador: Diego Martínez Lora    Número: 48 / febrero - marzo 2003


Rafael García-Godos: Oración y otros poemas


Oración

 

Sentado espero

que el sueño me destruya

asfixie las palabras

y el sentimiento falaz

de esta letra

que no aguanta más.

Se resbala.

        Se olvida.


 

 

Espacio

 

Gracias a ti el cansancio no estorba

sólo el viento, que dejó en mi espalda sus sueños

de cuatro latitudes y libertad negativa.

 

Se exprimen blancos rosarios

de mis venas

...         ...         ...         ...         ...        

Se descuentan sobre la frágil vestimenta servil

encadenada a tus caderas y como iluminados cantos

destierran el miedo y deponen mi recuerdo.

 


 

 

Su amor dejó poco qué decir

 

Debo decir que aprendí a callar

Y tras las puertas del hormiguero perdí el don de llorar.

Encontré que el amor no es la imagen de cuerpos perfectos

encajados para el sexo.

 

Muestra es que amé con todo ímpetu su cuerpo, su cabello

su cara, sus muslos, pliegues y pezones; que a mi cadera se asignaron.

Que amé también la manera laboriosa en que su mandíbula

Incisiva sostenía la diminuta erección, que tal cual la libido

Permaneció rigurosa, entre sus sábanas de sueño

      

   regreso a lo del cuerpo

 

Digo que yo mismo he amado

y que el amor no es la imagen de cuerpos perfectos

Porque la vagina que amé siempre de la oscuridad fue protagonista

Evitando la complicación de comprender un par de labios

separados por rugosa depresión.

La oscuridad encarceló en misterio todo lo que había amado,

liberando sólo palabras controvertidas, obscenas...vacías.

 

                                      Te amo

 

Reparé entonces que no hay razón para quedarse

Que tu cuerpo tendido me ha recordado cómo llorar y

Que extraño la sinfonía caótica del hormiguero. 

 

 


 

Si se te ocurre preguntar

 

Cuando lloro vienen imágenes manantiales

un sacacorchos verbal abre mi frontal

y recojo las lágrimas, que vierto

en mis ojos nuevamente

 

Cuando lloro viene la soledad de mi niñez

Cuando lloro, la culpa es siamés y

Mi humanismo destructivo.

No encuentro en mi interior el parnaso de fe mínima

Que crucifique la corrosión de mi tabique desviado

 

Cuando lloro las venas saltan de mis muñecas,

Se disparan y se insertan en el ojal de una aguja

Que perfora mi pecho y zurce la Aorta, que

Ahora es Cava porque lloro

 

Cuando lloro la sien de ambos lados escarbo

Con mis dedos de uñas raspadas y yemas asiáticas.

Cuando lloro doy tregua a mi adánica y anárquica verdad

    -porque toda guerra necesita una tregua-

y la realidad justa atropella con sus llantas de tractor

mi pasmada voluntad y mi inocente maldad.

 


Consejo de opio y ¿la respuesta?

 

Debo alimentarme adentro,

Debo usarla como realmente debería,

Debo liberarme,

Debo ignorar que quisiera amar

¿por qué debería lamentarme si al amar reprimes tu violencia

y expones tu frustración?

Debo preocuparme por tu atención lector,

Debo insistir 10 mil veces y otra más en que

Mis palabras incoherentes escupan razón

Como me han dicho hacen las de los poetas

¿por qué debería aburrirme de ti si no me escuchas?

Debo simplificar la forma de mi percepción,

Debo dejar resplandecer mi inocencia ignorante y perdida

¿puedo iluminar el otro lado de mi ser, sin dañar mi neurótico ego?

Debo seguir salvándome de estas pequeñas sensaciones de crisis

Y mantener mi palabra, sellar un pacto con mi alma,

Debo permitir que te olvides de mí para siempre, y es que

Mejor ahora rompo el pacto y vuelvo a ser, nada más.

Dame un último consejo sabio opio

¿Debo resistir otro poco antes de convertirme en sombra,

antes de cambiar todo lo que soy por la felicidad?

Entonces la felicidad ya no la quiero.

 


 

Flashback94

 

Los tomates eran caramelos

En la tierra de los chinos

Cerca de la casa de las aves bimotor

            Allá detrás del cerro

 

Allá detrás del cerro

La noche era antorcha

De rojo flameante

Los besos rosa y los senos ladrillo

Tras el colegio de barrio

 

Allá detrás del cerro

Las papas crecían en las raíces de los árboles

Se pelaban calientes en noche buena

Y mis huesos de niño se quebraban

Con el caer de una rama

 

Allá detrás del cerro

Los jardines eran cementerios de palomas

que al viento agitaban

la música de la huida

compás de yunza y miasma de cholo

            Allá detrás del cerro

Los perros arrastraban sus colmillos por mi espalda

Ladraban el miedo de mi cuerpo azogado

Allá detrás del cerro

¡La soledad se comía tan bien!

Era un budín de hostias en platos de mercado,

Oyendo las canciones maternales

Que iban apagando el sermón de los cirios desesperados

 

Allá detrás del cerro

Detrás del cerro era mi jaula

Tenía un muro que sonríe

Y luz de ángel en el zócalo

 

Acá de espaldas al cerro                  

 Todo espiral

Sólo confusión y grietas

En el lugar del esqueleto empollado

                        Allá detrás del cerro.


(*)Rafael García-Godos Salazar, poeta peruano. Vive actualmente en Lima.


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