versiones, versiones y versiones...Director, editor y operador: Diego Martínez Lora
Diego Martínez Lora(*)
No molestes, Julián
Oye, Julián, no molestes. Comienzas pidiendo una cerveza grande, después pides otra, más tarde te haces el bobo y estás bebiendo una botella chica y luego otra y otra. Te me estás volviendo borrachito. Así vamos mal.
No, siempre me dices lo mismo. Que te deje en paz, que todos los hombres hacen igual que tú y nadie los está resondrando. Después no te quejes de que te duela el estómago, que no te voy a escuchar. Ya me canso de repetírtelo, pero tu no me haces caso. Caramba, qué hago contigo. Tú no eres un niño. Eres mi marido. No estoy para aguantar la cara de idiota que traes todos los días con tanta cerveza en la panza. No quiero que bebas más. Con quién quieres que converse para que te haga ver que yo tengo la razón. No, yo no te acompaño más a ningún restaurante. No quiero ser cómplice de tu alcoholismo.
No molestes, Julián. Déjate de estar coqueteando con las mujeres. Tú sabes bien que si te sorprendiese haciendo cosas con alguna de tus amigas, te corto los testículos y no con las tijeras, sino con un machete. No estoy bromeando, mi vida. Tú sabes que hablo en serio. Yo no me casé contigo por puro gusto. O me respetas, o ¡zas!. No te rías, te hablo en serio.
No molestes, Julián. Lo menos que podrías hacer por mí es traerme de tu viaje de vacaciones un cántaro. Sí de esos grandes que miden como metro y veinte de alto y sesenta de ancho. ¿Acaso no harías eso por tu querida esposa que te trata tan bien? Yo sé, mi vida, que te va a ser un poco incómodo tener que traerlo en el avión y andar por la calle con él. Ya pues, mi amor, tu ves la mejor manera de hacerlo. En un hombro pones tu maletín, en el otro la mochila y con las manos cargas el cántaro. Tan bonito va a quedar en esa esquina de la sala. ¿Te parece mucho pedirte el cantarito? ¿No harías eso por mí? So, granuja. Mal agradecido. Lo que pasa es que quieres tener las manos libres para poder coquetear con cualquier saco de huesos que se te cruce por el camino. Quieres tener las manos libres para beber cerveza en cada bar que encuentres. No te conoceré. Tú me vienes con el cántaro que yo quiero, so miserable. Mujeriego, indecente, cochino, borracho. Qué horror. Me pones nerviosa. No estoy para aguantarte. Hoy no estoy para aguantarte. Déjame. No me toques. No me repitas que estoy con mi regla porque te tiro la sartén por la cabeza, sí con aceite caliente y todo, con los filetes de merluza y todo. Estoy harta. No te me pegues. Déjame tranquila. Julián, déjame tranquila, caracho, chico. No estoy bromeando. No es que me ponga a llorar siempre. Estoy cansada. No, no te hagas el buenón ahora. Ya me irritaste. Déjame sola. No. No te vayas, no me dejes. Ven, abrázame. Te necesito tanto. ¿Por qué eres tan desgraciado conmigo? Solo te pido que no bebas tanto. Tú dices que no es mucho, pero para mí sí. Si hubieras vivido donde yo viví, te darías cuenta de por qué te digo todo esto. Por favor, no quiero tener un marido alcohólico también. No, no soy una exagerada. No molestes, Julián. Así se comienza. Quiero hablar. No me tapes la boca. Yo sé lo que te digo. Sí, para ti qué rápido que se arregla todo, ¿No? No voy a ir a la cama ahora. Tenemos que comer primero. Me estoy muriendo de hambre. No como nada desde el desayuno. Déjame terminar de freír estos filetes. Te juro que después hago todo lo que tú quieras. No, a la discoteca no voy. Eso sí que no. Allí me da lastima toda esa gente que baila sola, sin pareja. Es muy deprimente. La música es decadente. ¿Por qué no nos divertimos aquí los dos solos? No llames a tus amigos ahora. Esos pestíferos van a aparecer ahora. Sí, yo los llamo por sus nombres. Cochinos. Sucios. No, por favor, no los metas en la casa ahora. Mejor anda vete a beber tu cerveza. Déjame tranquila ahora. Voy a comer esos filetes y me iré a la cama. Tres noches que no duermo bien. Me despierto por tus ronquidos. Y ni me haces caso cuando te despierto para que cambies de posición. En cualquier posición continúas a roncar. Ahora voy a comer. ¿Tú quieres un poco? Estás seguro que no quieres nada para comer. No vengas tarde. No prendas la luz cuando entres al cuarto. No bebas mucho. No molestes, Julián. Esto no es amor. Te largas como si nada. Qué amor ni nada. Lárgate. ¡Julián! ¡Julián! Se fue el Julián, caramba, que se está yendo todo al diablo. Así no podemos continuar. Esto no es vida. A lo mejor lo puedo ver por la ventana. ¡Julián! Sube, no te vayas. Ya no te molesto más. Julián. ¡Ándate a la porra, maricón!.
Julián, te pedí para que no prendieses la luz. Son las cinco de la mañana. ¿Adónde estuviste? Aj, en esa discoteca con esos cerdos. No puedes con tu genio. Vas a acabar muy mal. Hueles a otro perfume. ¿Con quién has estado? Desgraciado, qué mal me tratas. Sí, me pongo a llorar otra vez. Mi madre tenía toda la razón. Eras un perdido. Y yo que te quiero tanto. ¿Por qué no haces un esfuerzo para hacerme sentir bien? Te prometo que ya no te molestaré con lo de la cerveza. Sí, mi amorcito. Te adoro. Lo que tu quieras. Abrázame fuerte. No molestes, Julián. Tú crees que estás encima de una vaca. Te vas al sofá. So bestia tarada. Anda a tratar así a tu abuela.
(*)Diego Martínez Lora, escritor y editor peruano-portugués. Vive actualmente en Vila Nova de Gaia.