versiones, versiones y versiones...Director, editor y operador: Diego Martínez Lora
Carlos Amézaga(*):
Sísifo y dos poemas más
Sísifo
Camino asistido por la endeblez de mi espíritu,
único sostén capaz de soportarme en pie.
Logro penetrar en la entraña de mi recorrido interior y permanezco admirado
ante la calma del reflejo intrínseco de mi memoria.
Estoy solo, pienso, y no encuentro mejor manera de reponerme sino
entonando el himno imperecedero de mi angustia,
ya
casi inmemorial.
Aparto el cáliz amargo de mi congoja y,
mientras sigo recorriendo el túnel incierto de mis sentidos,
el sabor de la derrota que presiento se hace presente
con su carga de emoción no compartida,
violento y acíbar,
completando el aciago panorama,
lo
que me deja inerte ante la cita eterna con mi conciencia.
Pretendo seguir explorando la cavidad abierta de mi horizonte
y tropiezo con el obstáculo mayor de la providencia infinita.
Agradezco, sin embargo, el poder seguir siendo espectador de mi dilema,
pero
no puedo dejar de resentir el aroma turbio del espanto.
Agarrado del pasamanos de la historia merezco siquiera un vago simbolismo,
un óbolo circunstancial,
que los hados se obstinan en negarme.
Me enfado con el tiempo,
que
transcurre con inercia diluída.
Al fin, con el paso quebradizo,
intuyo la gracia del olvido y silencioso inicio el descenso hacia el colapso.
Aflojo el peso de mi entraña.
Me ensaño con el freno, postrero bastión de mi desengaño.
Deshojo las últimas fibras coloridas.
Hasta donde, me pregunto, hasta cuando...
Pandora
He
emprendido el regreso a mi conciencia,
he esperado la hora ingrata de la partida, y
he aspirado por fin – luego – el tibio
olor de la nieve disuelta.
No sé si lo que resta tendrá lugar,
acaso sea un irremediable desencuentro,
pero en medio de la duda desatada
por la inconstancia,
había un presagio de luz distinta.
El premio de mi empeño no está
a la vista,
quizás sea un regalo envuelto
en piel,
o una Caja de Pandora
ya entreabierta.
Pero estimo que el futuro no está quieto
espera a paso firme los embates
del silencio
y del olvido.
Gloria
A
menos que pudiera decirlo claramente, no podría sino despreciar profundamente el
momento en que caí en la gloria, presa infame del silencio y de la angustia.
Arribaré presuroso al marco del olvido y bregaré por ganar mi lugar en el
averno,
ogro maléfico, pinza mortal del desengaño.
Crearé estaciones venideras, vadearé los campos infinitos -surcados de heridas
milenarias- los potros del olvido serán mis guías y única compañía.
Compartiré mi alimento y mis gozos con las aves desplumadas del ocaso.
Presiento ya un sinfín de sensaciones, sé que, más allá del dilema, el filo
claro de la aurora quemará mis ultimas naves y surcaré el espacio premunido –
sólo -del aliento incoloro de los dioses.
Evohé! Evohé!, Oh Grisfel, arcángel de las alas quemadas, invoco tu prístina
presencia y quedo a la espera de tu vuelo sempiterno.
Amén.
(*)Carlos Amézaga, escritor, abogado y diplomático peruano. Actualmente vive entre Lima y Viena. Ganó el concurso de las 2000 palabras de la Revista Caretas, Lima - Perú. 2002/3