LA MÚSICA CEREMONIAL, EL CANTO DE NUESTROS ANCESTROS

 

Flauta de carrizo - Nariño

 

La música aborigen precolombina es de carácter mágico-religioso, es el canto a los dioses de la primavera y de la vegetación, es el encuentro entre el universo y la tierra, el sol y la luna, es el caminar de los dioses de la fertilidad para despertar sus vientres llenos de semillas que esparcen la procreación del alimento propiciando el ciclo entre el hombre y la naturaleza.

La música ceremonial esta entrañablemente ligada al ritual, a los mitos, a la leyenda ancestral, como fuente de existencia y comunicación con los dioses de la naturaleza. La música es la memoria viva de los pueblos aborígenes que recorre la herencia de unas generaciones precedentes, tiene una función mágica y simbólica, y es una manifestación espiritual que atraviesa el tiempo y descubre a través de ella su historia y sus costumbres.

La música sagrada es la voz de la madre tierra, es el nacimiento del sol, descubre el poder mágico en los ritos de caza, en los ritos de curación. La música es el lenguaje del encantamiento que se dirige a los cuatro puntos cardinales e indica la llegada de los espíritus protectores y maléficos para así poder conciliar las fuerzas opuestas y consagrar durante largos periodos, el equilibrio de la existencia.

Los instrumentos musicales poseen un valor ritual, tienen un origen divino. Los sonidos tienen un papel esencial, sus timbres, sus matices es la personificación o el llamado de los dioses o espíritus. El sonido musical es el poder creador de los mitos y de los ritos que indagan acerca del origen de la creación, de los misterios de la naturaleza. A partir del lenguaje de los animales ha surgido la música, se ha personalizado en el tambor, en la flauta, en la ocarina, en el caracol, en el alma que susurra al hombre la comunión directa con lo invisible, esos instrumentos melodiosos que imitan el canto de los animales sagrados.

Los instrumentos musicales están hechos con fines concretos para establecer el contacto con el mundo sobrenatural y las fuerzas de la naturaleza. En los ritos funerarios, la música permite que el difunto haga su entrada al otro mundo, y que la comunidad alcance una protección divina. Los instrumentos musicales como los instrumentos de caza, de dominio o defensa, como son la cerbatana o la flecha, consisten en instrumentos rituales dados al hombre para su existencia, ligados a las actividades esenciales de la comunidad. La música ceremonial relata acontecimientos históricos, míticos y sociales, que tratan de temas épicos, que hablan de migraciones de pueblos enteros, de guerras, de alianzas entre tribus, etc.

La voz es el tejido armonioso del alma del hombre y la naturaleza. El canto del hombre es la melodía que se entreteje con el canto del pájaro. Mientras el hombre trabaja en la siembra del maíz, en el tejido, en la escultura, en la caza, en los quehaceres cotidianos, descubre su propio canto que va al compás y al ritmo del trabajo, con estados anímicos que van desde los gritos hasta los susurros que llenan de mensajes y buenos augurios a la cosecha, a la caza, a la lluvia, a la creación artística. La voz, el silbido o el canto del hombre, es la alabanza a los vientos, traza el viaje hacia los orígenes divinos o legendarios. La danza, la música y la voz determinan el ritmo creador de la vida del hombre. Por medio de la música el hombre asegura la existencia de los dioses para que no queden en el olvido. A través de la música que evoca y convoca a la naturaleza se propicia la llegada de la primavera o el invierno, de la siembra o la cosecha para resguardar a los pueblos de maíz, hijos del sol y del jaguar.

Maraca ceremonial - Calima

El músico es el chamán o sacerdote que se impregna de lo sagrado, que se ubica en un espacio mágico-religioso que conmemora a los antiguos. Con su melodía sagrada, el músico-chamán marca el ritmo de la llegada de los dioses para darles la bienvenida. Sus danzas llenas de atavíos y ornamentos simbólicos evocan sus hazañas, ahuyentan los malos espíritus, incitan a los dioses a ver el valor que tienen sus guerreros y su pueblo, para que al despuntar el alba se revele el poder de los dioses, el acto de la procreación en pleno canto de la madre tierra, en el éxtasis y el duelo entre la vida y la muerte.

Se le canta y se le danza al sol, a la abuela luna, a la madre tierra, al espíritu del viento, a los seres de la naturaleza. En la morada de los dioses de la naturaleza se augura un canto triste y melancólico, la voz estridente que destruye la música de la vida, que avasalla el canto de la tierra en estos tiempos sombríos que llevan al olvido las voces de la sabiduría, de los ancestros, ahogado su canto, su danza, su música que tanto fascinaba a los dioses de la naturaleza.

Ocarina de agua

 

 

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