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AL PIE DEL TÁMESIS (2008) Texto de la contratapa:
Chispas Bellatin y Raquel Saavedra, ambos peruanos
y miraflorinos, se En este universo cerrado, se emprenderá un
extenso viaje interior, a veces doloroso y tenso, a veces tierno y
ligero. La conversación entre ambos será como una caja china donde
detrás de una historia se esconde otra. EDICIONES:
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SOBRE EL LIBRO:
Mario Vargas Llosa asistió, durante los meses de enero y febrero, a la lectura y los ensayos de la obra teatral en el Teatro Británico de Lima, Perú. También estuvo presente los días 28 de marzo -su cumpleaños-, 29 -el estreno oficial de la obra- y domingo 30 de marzo, para recibir comentarios de los espectadores.
El proyecto de esta obra teatral figura en una breve lista de cosas por hacer de 1987 que el autor hace en sus memorias El pez en el agua (1993). Sin embargo, es en los últimos cinco años antes de su publicación que el autor estuvo trabajando a pulso en el texto.
SOBRE LA OBRA TEATRAL:
El Comercio (Lima), 9 de marzo del 2008
9:39 | "Al pie del támesis" es una de las historias que más le ha costado escribir, confiesa. en breve, su más reciente obra teatral se presentará en el teatro británico. Un estreno mundial que el autor de "La casa verde" sigue muy de cerca
Por Enrique Planas
Es divertida la dedicatoria que se lee en la segunda
página del texto de "Al pie del Támesis": A Luis Peirano,
por su larga paciencia. En efecto, hace mucho tiempo,
Mario Vargas Llosa le había prometido al director de
teatro una obra, una historia que nació a partir de una
conversación con Guillermo Cabrera Infante. Su colega
cubano le había relatado sin perder aún el asombro su
reencuentro con el poeta venezolano Esdras Parra, quien
décadas después de la última despedida, había cambiado
visiblemente. Se había convertido en una celebrada
poetisa. "De pronto, tuve la idea de la obra: el
encuentro en Londres de dos amigos miraflorinos que no
se han visto en treinta y cinco años. Como Londres es la
ciudad de los aparecidos, de la conversación empezarán a
aparecer fantasmas, pero de carne y hueso. Me gustó
muchísimo la idea y me puse a trabajar", nos confiesa el
escritor en la tranquilidad de su estudio en Barranco.
Lo curioso es que, aunque el autor de "La Chunga" escribió el borrador de la obra en menos de dos semanas, las sucesivas reescrituras le tomaron casi seis años. "Solo con 'Los Cachorros' recuerdo haber reescrito tantas veces un texto. No acababa nunca de sentir que había aprovechado bastante esa historia", explica MVLL.
¿En una obra de un solo acto,
cuyo texto se lee de un tirón, dónde radica la
dificultad?
Creo que lo que me costó mucho trabajo es
entender algo que estaba implícito en la obra pero que
al principio me resistía muchísimo a aceptar: "Al pie
del Támesis" no era una historia realista. Yo quería que
esta fuera una historia realista y con ello frustraba
las posibilidades de una historia que se enriquecía
muchísimo si el elemento ficticio ocupaba un lugar
central. Fíjate que me tomó varios años para entenderlo.
No sé cuántas versiones hice de esta obra, pero fueron
muchas .
Para el montaje de la obra,
ha estado presente desde las primeras lecturas hasta los
ensayos finales...
El teatro tiene una cosa fascinante, es una obra de
colaboración. Tienes que saber que lo que escribes es
solo una parte del espectáculo. El director, los
actores, los técnicos, todos juegan una parte
fundamental. Hay que estar consciente de esta otra
dimensión, que no existe cuando escribes una novela. Ser
consciente de que solo eres una parte de la historia,
que esta la van a completar otros, hace que escribir una
obra de teatro sea algo muy distinto que una novela.
Generalmente no estoy presente cuando se ensaya una obra
mía. Esta vez sí. Desde la primera lectura hasta el
estreno voy a seguir cerca de todo lo que ha sido la
composición del espectáculo.
Es lugar común que los
directores digan que no hay mejor dramaturgo que el
dramaturgo muerto, ya que no pueden intervenir en el
montaje. ¿Su presencia en los ensayos no intimidaba a
los actores?
En algún momento pareció que ocurría eso y por
eso yo discretamente hice mutis. Pero luego me invitaron
a que volviera. Yo procuro ser muy discreto. El director
de la obra es Lucho Peirano y yo no me he metido para
nada en lo que es la dirección, ni siquiera para opinar,
salvo cuando él me lo pide. Estar con ellos me ha
servido muchísimo para oír el texto con distancia, en
boca de los actores. Eso me permitió hacer pequeñas pero
importantes enmiendas. Esta experiencia ha sido muy
bonita para mí, porque Lucho Peirano, Bertha Pancorvo y
Alberto Ísola se entienden muy bien. No es la primera
vez que trabajan juntos y hay una gran amistad entre
ellos. Hay una gran complicidad. Buscan y encuentran
cosas y Lucho dirige de una manera que les permite a los
actores ejercer su libertad. Ellos contribuyen mucho con
cosas creativas. Para mí, ha sido muy interesante ver
cómo aparecían en la obra cosas que no sospechaba,
gracias al director o los actores. Es una experiencia
que no he tenido en otras obras de teatro.
¿En la obra, el personaje del
transexual es un motivo para reflexionar sobre la
identidad, un tema tan presente en sus ensayos?
Pues mira, creo que la identidad es algo que nosotros
construimos, no es algo con lo que tu vienes al mundo.
Signo de civilización es que una persona pueda ir
construyendo su identidad a partir de iniciativas
tomadas libremente. Si la identidad es impuesta, esta es
una forma de esclavitud. Y creo que eso existe en
comunidades muy primitivas, en las que el individuo es
solo una parte de la tribu. Al no tener posibilidades de
sobrevivir separado del contexto social, entonces la
tribu le impone una identidad que le permite sobrevivir.
Pero luego la civilización va permitiendo que el
individuo se desgaje de esa comunidad y que vaya
teniendo una autonomía cada vez mayor para elegir su
dios, sus costumbres, su lengua, su sexo. Mientras más
elecciones libres tenga, más libremente construye su
identidad de acuerdo a sus motivaciones, apetitos,
tendencias, proclividades. Ese es un tema que me ha
apasionado muchísimo. Y en esta obra, el tema se encarna
de una forma muy dramática.
El transexual es la
transformación más radical de la identidad...
Y no solamente eso. En ciertos contextos, la
más arriesgada, la más difícil de asumir y, seguramente,
la que más profundamente produce traumas y
desgarramiento. Es un tema que tenía una gran dificultad
para la obra: debía evitar la truculencia, la demagogia,
tratarlo con naturalidad y autenticidad.
En la literatura y el cine
contemporáneos, el transexual y el travesti son un
símbolo de lo posmoderno, del reciclaje, de la
transformación de todo paradigma.
Y además de ese juego en que la vida se ha convertido
para la posmodernidad, una especie de espectáculo en el
que representas roles, y las identidades se pierden
muchas veces en esas representaciones. En esta obra hay
un juego de imposturas del que va emergiendo, con
dificultad, una autenticidad, la revelación de lo que en
el fondo son los propios protagonistas, de lo que han
querido ser o de lo que no se han atrevido a ser.
Para el texto de "La Chunga",
usted utilizó como epígrafe una frase de Oscar Wilde:
"La verdad es raramente pura y nunca simple". Esta
sentencia podría ser aplicable a toda su obra teatral:
la búsqueda de la verdad desde la realidad y lo
imaginario.
Creo que existe una frontera entre la verdad y la
mentira. No soy un relativista que crea que la verdad no
existe, que todo dependa del punto de vista. Creo que
hay verdades y mentiras, pero que la frontera entre
ambas nunca es nítida, como creen los fanáticos. La
verdad es muchas veces compleja, ambigua, tienes que
hacer un enorme esfuerzo para aislarla. Muchas veces esa
ambigüedad debería llevarte a ser prudente. Siempre la
realidad humana es mucho más sutil, más imprevisible,
más compleja, que lo que pueden interpretar cualquier
esquema racional. Probablemente, si hay un aspecto de la
realidad humana donde eso sea más evidente es en el
sexo, algo que siempre se ha querido catalogar,
clasificar por los dogmas, por la visión religiosa. En
realidad el sexo es siempre mucho más imprevisible,
escurridizo y complejo, es uno de los aspectos de la
persona donde más se ejercita la libertad. Este es uno
de los temas de la obra que creo también muy presente en
las cosas que he escrito, pero ahora de una manera mucho
más flagrante.
¿Cuanto pesa lo simbólico en
la historia que busca contar? Es claro que el público
espera de Vargas Llosa una reflexión que vaya más allá
de la historia...
El primer impulso, y el que prevalece siempre
cuando escribo una obra de teatro o una novela es la
historia. Lo demás viene solo, por añadidura. Al final,
lo más difícil es contar bien una historia, de tal
manera que quien la lea o la vea sobre un escenario se
identifique con ella y la viva como una experiencia
personal. Ninguna historia llega a hechizar a un
espectador si no lo compromete, si no toca los problemas
que a él realmente le preocupan, si en esa historia él
no ve alguna explicación o solución a un problema que
lleva consigo. Una historia no es apasionante porque sí.
Lo es porque te toca, porque tiene que ver con tu
historia personal. Hay ideas, puntos de vista,
cuestionamientos, pero tanto en el teatro como en la
narrativa eso tiene que transpirar de la propia
historia. Si no, resulta algo postizo , un pretexto para
divulgar ciertas ideas.
Decía que un pálpito le dice
si una historia va mejor para el teatro o para una
novela. ¿Hay algo más detrás de este pálpito?
Es algo muy misterioso para mí. No sé por qué,
pero sé cuando una historia es para el teatro y cuando
para una novela. No puedo explicarlo racionalmente. Para
mí, una historia teatral es mucho más visual: veo las
caras de los personajes, las situaciones. Es una
historia mucho más condensada, más sintética, no se
proyecta en el tiempo como ocurre con las novelas. Pero
no te puedo dar una respuesta. Eso sí, la intuición es
clarísima, nunca me falla.
Los críticos señalan que el
teatro es el espacio más liberador para usted, donde
puede expiar más cómodamente fantasmas como el sexo y la
sordidez.
Es posible, aunque no tengo distancia para darme cuenta.
Pero sí, es verdad que hay en mi teatro una coherencia
que no hay en mi narrativa. En él se puede hablar de un
cierto denominador común, pero eso no es deliberado.
Es conocido que su gusto por el teatro se inició de niño
tras ver en el teatro Segura "La muerte de un viajante"
de Arthur Miller. ¿Miller para su teatro sería lo que
Faulkner para sus novelas?
Nunca podré olvidar lo que fue la experiencia de ver "La
muerte de un viajante". Yo ya sabía que en la novela
existía esa libertad para tratar el tiempo, que una
historia podía pasar del pasado al futuro, de un
narrador a otro, pero no había visto en el teatro nada
parecido, una obra que jugara con tal libertad con el
tiempo o con los niveles de realidad. La impresión fue
realmente enorme. Tanto que me hizo escribir mi primera
obrita de teatro "La huida del inca". Pero si me pides
elegir a un autor de teatro, no citaría a Arthur Miller.
Hay otros autores que admiro enormemente, como O'Neill,
por ejemplo. "Largo viaje hacia la noche" es una obra
que me impresionó tremendamente. Igual sucede con Chéjov
o Ibsen. Entre los autores más modernos, creo que Tom
Stopard es el dramaturgo vivo más creativo, original y
novedoso. Poco conocido fuera del mundo anglosajón, por
desgracia.
¿Qué le parece el teatro de
Harold Pinter?.
No me gusta mucho. "The Homecoming" es muy
interesante, pero me parece que su teatro de vanguardia
le debe mucho a Beckett, a Ionesco, pero sin tener la
originalidad de ellos. Ha hecho espléndidos guiones para
cine, pero hay otras cosas que no me gustan nada. Me
parece una vanguardia muy forzada, desprovista de
contenido. No es un autor que prefiera entre todos los
contemporáneos.
¿Y el teatro francés actual?
¿La obra de Koltés, por ejemplo?
Me parece bastante superficial, y además no me
parece de gran originalidad. Más bien me interesa mucho
David Mamet. Es un escritor estadounidense muy
interesante, aunque todavía no ha pasado la prueba del
tiempo.
Sigue pensando, como escribió
alguna vez, que el teatro de Brecht, el Teatro del
Absurdo y los 'happenings' sufren de arterioesclerosis?
Creo que el 'happening' está muerto y
enterrado. El genio de Brecht nadie lo discute, pero
creo que sus ideas sobre teatro hoy ya no están
vigentes. En cambio, el Teatro del Absurdo se ha
integrado mucho al teatro contemporáneo. Creo que son
fuentes que han irrigado mucho el teatro de hoy, pero
que, al mismo tiempo esas tres corrientes ya quedaron
superadas.
EL DATO
Estreno mundial
Dirigida por Luis Peirano e interpretada por
Alberto Ísola y Bertha Pancorvo, "Al pie del Támesis" se
estrenará el 27 de marzo en el Teatro Británico de
Miraflores, producida por la Asociación Cultural
Peruano-Británica. Asimismo, la obra será publicada en
breve por Alfaguara.
"Al pie del Támesis", la última obra de teatro del escritor peruano Mario Vargas Llosa, fue presentada hoy a los periodistas locales mientras se realizan los últimos retoques para su estreno mundial el próximo sábado en Lima.
Dirigida por el reconocido director peruano Luis Peirano, la obra se desarrolla en el hotel Savoy de Londres, donde dos peruanos: el Chispas, un exitoso hombre de negocios encarnado por Alberto Isola, y una antigua amiga Raquelita, en la piel de Bertha Pancorvo, se reencuentran luego de 35 años.
Ese encuentro supondrá para el Chispas, en palabras de Isola, "un viaje hacia su propio pasado, y hacia el vacío (...) en un encuentro con muchos fantasmas, precisamente en la fantasmagórica Londres".
"Al pie del Támesis" es la sexta obra escrita por el eterno candidato al Nobel de literatura, un libreto que, según desvelaron a los periodistas sus intérpretes, nació a partir de una conversación con el fallecido escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y que ha sido una de las piezas que más tiempo le ha costado escribir.
"Esta es una obra que se ha demorado cinco años en escribir, es probablemente el texto que Mario más ha revisado después de Los Cachorros (1967)", explicó Isola, quien enfatizó que el autor estuvo presente durante todos los ensayos, lo que le permitió "corregir pasajes, añadir cosas, etc".
Para Pancorvo, el trabajo con Vargas Llosa fue una "experiencia fantástica para todos", porque el autor veía cómo sus palabras cobraban vida y nuevos sentidos.
"Lo que más le fascinaban eran los silencios y lo que más le divertía era cómo una frase que había salido de su imaginación se transformaba, y cómo los actores nos íbamos apropiando de su texto, yo creo que era el que más disfrutaba", añadió Isola.
Según explicaron los artistas, en esta obra se pueden encontrar los clásicos temas que Vargas Llosa revisa siempre en su obra: la cuestión de la identidad, la libertad, y el trauma oscuro que regresa del pasado.
Sin embargo, una novedad que el autor de "Conversación en la Catedral" no había tratado antes con esta profundidad en su producción teatral, aunque sí en prosa, es el retrato del barrio limeño de Miraflores, a finales de los años 50.
En este caso, Miraflores se convierte, según Isola, "en un elemento de nostalgia, en la encarnación de ese paraíso perdido, al que es imposible regresar".
La obra se estrenará, con la presencia del autor que actualmente se encuentra fuera de Lima, el próximo sábado 29 de marzo en el Teatro del Centro Cultural Peruano Británico de Lima y estará representándose hasta el 19 de mayo.
Perú.21 (Lima), 1 de abril del 2008
A medio camino de una obra estupenda | |
Alegría destaca los méritos
de Al pie del Támesis, la pieza teatral de Mario Vargas Llosa, pero
siente que su anécdota ha sido desperdiciada. Espera una 'corrección'. Por Alonso Alegría Estamos en una suite del elegantísimo Hotel Savoy de Londres. Un hombre de negocios cincuentón espera inquieto. Aparece una bella mujer que se ha presentado por teléfono como Raquel, hermana de Pirulo. Pirulo ha sido el mejor amigo de la infancia y juventud de este empresario, conocido en ese entonces como Chispas. Chispas cuestiona la identidad de Raquel. Nunca escuchó a Pirulo mencionar una hermana. Las excusas de Raquel parecen endebles. La visita es insólita también porque, al terminar el colegio, Pirulo se ausentó totalmente de todo y de todos, dejando un doloroso vacío en la vida de su camarada. Chispas no ha sabido nada de Pirulo en treinta y cinco años y, en ese lapso, se ha casado y divorciado tres veces. ¿Qué hace aquí esta desconocida? ¿Ha venido a sacarle plata? Raquel
le explica las razones de Pirulo para desaparecerse. ¿Acaso no recuerda
Chispas que a Pirulo le pegó? En las duchas del gimnasio del Terrazas y
en un arranque defensivo, el joven Chispas -un muchacho fornido- le
propinó a Pirulo un puñetazo que casi le destruye la boca. El motivo fue
un frustrado beso en los labios que Pirulo quiso darle. El asombro de Chispas deviene incontrolable ataque de risa. Pasada la risa, aparecen las preguntas que cualquier hombre curioso haría en un caso así. Raquel las responde con franqueza y en suficiente detalle. Le creemos y -lo que es más importante- le cree Chispas. Inventándose un pasado imaginario, la pareja ahora emprende dos de esos infantiles juegos de representar situaciones que con frecuencia vemos en el teatro. Primero juegan a estar contrayendo un elegante y muy limeño matrimonio. Luego juegan a los apasionados escarceos entre amantes heterosexuales. Chispas, presionado por Raquel, confiesa que sus tres matrimonios fracasaron por disfunción eréctil, condición que solo ha podido contrarrestar fantaseando con ese beso que, en su imaginación, fue permitido y, por cierto, disfrutado. Comenzamos a sospechar que el futuro desarrollo de este encuentro con
Raquel irá por el lado de las confesiones entre homosexuales. Pero no. Nada de eso. De golpe y porrazo, Raquel ya no existe. Se revela que Chispas no solo le dio a Pirulo tremendo puñete sino que lo mató arrojándole una pesa de entrenamiento gimnástico. Pirulo está muerto desde hace treinta y cinco años. Ergo jamás se cambió de sexo y Raquel, a quien tenemos delante, es otro producto de la imaginación de Chispas. Raquel desaparece y Chispas se queda un momento en esa suite lamentando su suerte hasta que aparece. pues Pirulo. Nada menos. En tono mandón, saca a Chispas de allí: lo esperan para resolver importantes negocios. Con la caída de este último dominó se termina de desplomar toda la fila. Que Pirulo aparezca vivo invalida la muerte de Pirulo, tal como esa muerte invalidó la existencia de Raquel y de su cambio de sexo. Y es así como la obra renuncia a explorar los misteriosos vericuetos de nuestra sexualidad para acabar habiéndonos mostrado, sin nosotros siquiera darnos cuenta, las fantasías de un homosexual cincuentón. Apenas eso. Es un fuerte precepto de la mejor técnica narrativa, porque es también requisito inapelable de la verosimilitud, que un evento sorprendente sea, al mismo tiempo, lógico. El espectador, confrontado o quizás embestido por un evento que parece surgir de la nada, debe reaccionar con un extrañado "¿qué cosa?" mezclado con un satisfecho "¡ah, claro!". La total sorpresa inmediatamente comprendida es una de las más agradables sensaciones que la ficción, de cualquier género, puede brindar. Pero, es precisamente en este terreno narrativo que la nueva obra de Mario Vargas Llosa, estrenada el sábado pasado, muestra sus mayores debilidades. Dotada de un perfecto lenguaje oral -no podía ser de otra forma en un prosista de su nivel-, el verdadero tema de Al pie del Támesis se le va de las manos. A mi entender -me atrevo con respeto a esta aventurada conjetura-, a Vargas Llosa le sucede esto por falta de confianza o acaso de destreza en el uso de los medios narrativos más naturales del teatro, esos que harían posible una interesantísima obra realista de acción continua, moderna a la manera de Albee o de Stoppard, una obra con una situación muy fuerte a la que le bastaría, para mantener su interés, ir mostrando con verdad el proceso de la relación entre Chispas y Raquel/Pirulo a medida que van llegando a un lugar que tanto ellos como nosotros desconocíamos. El autor ha narrado el suceso que lo motivó a escribir esta pieza.
Fue una anécdota personal, relatada por el escritor cubano Guillermo
Cabrera Infante, acerca de su encuentro con un viejo camarada convertido
en mujer. He ahí, cómo no, el tema que le interesó al autor, que es el
verdadero tema de la pieza que -me atrevo a asegurarlo- Vargas Llosa
quiso escribir pero que no ha logrado escribir. Todavía. La inminente publicación de la pieza en forma de libro me obliga a pensar que el novelista, probablemente, no mueva una letra. Lástima grande si así fuera, porque la idea es magnífica y tanto ella como el arte del teatro merecen, y hasta diría yo que exigen, un arduo y riguroso proceso de prueba y error, que no tiene lugar en la página escrita, no, sino con público y actores y sobre las tablas, únicas condiciones suficientes para que la muerta escritura del libreto cobre vida, único laboratorio donde uno puede ir descubriendo aquello que su obra verdaderamente es, en su total y, acaso, maravillosa plenitud. |
La República (Lima), abril del 2008
"Al pie del Támesis": crítica de la obra teatral
Por Javier Ágreda
La recién estrenada obra teatral Al pie del Támesis, de Mario Vargas
Llosa, está íntimamente relacionada con la novela Los cachorros (1967).
En ambas, los protagonistas sufrieron de niños una terrible experiencia sexual
que los marcaría para toda la vida. Pero si en la novela esa experiencia era una
castración real, en este drama se trata de algo más bien simbólico: Chispas
Bellatín, el protagonista (13 años de edad), reacciona violentamente cuando
Pirulo Saavedra –su mejor amigo, vecino y compañero de escuela– intenta
besarlo en los labios.
Ese episodio lo contará, medio siglo después el propio Chispas
(convertido en un exitoso empresario) a Raquel, hermana de Pirulo, quien lo
visita en una habitación de hotel en Londres. Toda la obra teatral está
constituida por la conversación que sostiene la pareja en esa habitación.
Chispas al principio no recuerda a Raquel, y después llega al
convencimiento de que su amigo no tenía ninguna hermana. Por último, deduce que
Raquel sólo puede ser Pirulo, después de un radical proceso de cambio
de sexo. De ahí la conversación deriva en las fantasías de los personajes acerca
de lo que pudieron ser sus vidas de haber tomado aquel incidente de la infancia
de otra manera. (Hay un más detallado resumen de la trama en el comentario de
Alonso Alegría).
Con el salto a lo imaginario y subjetivo, Al pie del Támesis se aparta
de Los cachorros, una relato eminentemente realista. Lamentablemente,
también pierde toda su intensidad dramática, pues las ficciones de los
personajes tienen un carácter demasiado festivo y superficial. Vargas Llosa dice
que estas fantasías son “mentiras” que se cuenta Chispas “tomándose un
pequeño respiro de su atareada existencia de hombre de negocios”. Pero esas
mentiras no están a la altura de los trascendentales temas planteados en la
primera mitad de la obra: la identidad, el destino personal, la importancia de
las experiencias de la infancia y la homosexualidad. El tratamiento de este
último tema, aparentemente uno de los ejes de la obra, resulta especialmente
decepcionante.
Luis Peirano ha llevado a escena este drama con sobriedad, empleando un decorado
minimalista que otorga a los personajes diversas posibilidades de
desplazamiento; aunque por momentos, esos desplazamientos resultan demasiado
enfáticos (arriba dominante-abajo dominado). Los actores también cumplen
desempeños aceptables, no obstante que Chispas se parece demasiado al
personaje “prototipo” de Alberto Ísola (el dictador de La fiesta del Chivo,
p.e); y Raquel (Bertha Pancorvo) a “la Agrado” de Todo sobre mi madre.
Pero los mayores problemas están relacionados con el texto: la obra dura poco
más de una hora, aunque seguramente se le podrían cortar unos diez minutos,
especialmente aquellos en los que todos los espectadores sabemos que Raquel es
Pirulo, y el único que no parece darse cuenta es el propio Chispas.
Mario Vargas Llosa ha confesado que ésta es una de las obras que más le ha
costado escribir: “Cuando comencé a corregirla no sospechaba que la seguiría
rehaciendo a lo largo de los cinco o seis años siguientes … Varias veces
encarpeté Al pie del Támesis y la dejé dormir el sueño de las historias
nonatas…”. Recordamos que el escritor ha hecho confesiones similares con
respecto a la historia de Flora Tristán, en la que está basada su novela El
paraíso en la otra esquina (2003), una de sus novelas menos logradas. Es
que hay proyectos literarios que desde su planteamiento presentan problemas y
obstáculos que ni el escritor más talentoso y experimentado puede superar.