Junto con cruces,cruceiros y petos de ánimas, los montes calvarios constituyen en el panorama del arte popular de Galicia uno de los elementos estéticos más sugerentes. Y ello es así no por el despliegue artístico que su concrección pudiera llevar a pensar, sino más bien por la gran variedad de soluciones que puede uno encontrarse.
Muchas veces no es posible desligar los montes calvarios de los respectivos vía crucis que les acompañan, cuyas estaciones están marcadas por cruces de piedra en el itinerario seguido inflexiblemente todos los años la procesión de Jueves Santo, en conmemoración de la Pasión. En este caso encontraremos siempre el monte calvario más o menos alejado de la iglesia parroquial, no necesariamente sobre un montículo, o en un lugar elevado, aunque este tipo suele ser bastante frecuente. En otros supuestos, vía crucis y monte calvario se encuentran en el mismo atrio de la iglesia, por lo que su existencia es más imaginaria que física.
Siempre nos han llamado poderosamente la atención esos montes calvarios situados a varios centenares de metros de la iglesia, y para cuya materialización no se dudó en realizar algún tipo de obra de arquitectura territorial. Generalmente son actuaciones modestas, limitándose a la realización de sumarias explanaciones, viales de acceso, y a la erección de unas cruces en el centro.
Sea como fuere son un elemento más de nuestro legado cultural, y ello nos obliga a su estudio y preservación. El presente artículo se limitará a la descripción del monte calvario de la parroquia de Santo Adrao de Bieite, perteneciente al municipio de Leiro (Ourense), como un modo de introducir el tema, aguardando a la publicación de otros montes calvarios, para realizar un estudio más completo y pormenorizado. Sin embargo, téngase en cuenta que en un artículo anterior ya tratamos la presentación de otro monumento de este tipo radicado en la localidad pontevedresa de Mourentán (Arbo), si bien las pretensiones argumentales en aquel momento eran otras.
Sea como fuere, para la comprensión de este monumento se deberá tener en cuenta el uso religioso que estos elementos patrimoniales tenían en la sociedad tradicional gallega, que de todos modos, salvando algunas peculiaridades locales, en el fondo no se diferenciaba ni formal ni ideológicamente de lo que ocurría en otras muchas poblaciones peninsulares.
El calvario de Bieite se localiza muy cerca de la misma iglesia parroquial. Desde la esquina NO. del atrio arranca con dirección septentrional un camino que concluye en el mismo calvario. Se trata de un camino de 50 m. de longitud por unos 6 m. de anchura de trazado rectilíneo y muy llano, que finaliza en un círculo de unos 11m. de diámetro donde se encuentra el dicho calvario. Todo el conjunto, tanto el vía crucis como el calvario están perfectamente delimitados por un murete de 0,8 m. de altura construído por apilación de piedras, que a parte de deslindarlo de las propiedades privadas colindantes, le dan el aspecto peculiar que presenta.
En el centro del círculo terminal, el calvario propiamente dicho, se yerguen tres cruceiros con una mesa de ofrendas ante ellos. Los cruceiros son de tipo sencillo, es decir, con crucifijo sin imágenes, y están alzados sobre una basamenta común de unos 0,5 m. de altura por 3 m. de longitud y 1,2 m. de anchura, la cual está dotada como por una especie de escalones de acceso. La cruz central es la de mayor tamaño. Estilísticamente los tres cruceiros son distintos, aún que en líneas generales son muy antiguos, pero lo más probable es que respondan a diversas cronologías. Esto prueba que la construcción del calvario se decide recuperando materiales procedentes de otros lugares.
Este es el calvario de Santo Adrao de Bieite; es sencillo, sumamente elemental, pero muy interesante por la imagen perfectamente delimitada que ofrece al estar ceñido físicamente por el murete. El vía crucis discurre por un terreno completamente llano, y el calvario no se emplaza en un lugar elevado. Sin embargo, casi inmediatamente al conjunto, por el oeste y el N. el terreno desciende acusadamente sobre el valle. Así, cuando transitamos por la carretera que de Ribadavia se dirige a O Carballiño, sí contemplamos el calvario como un desarrollado otero. Esta circunstancia topográfica nos recuerda mucho al calvario de Mourentán (Arbo), el cual, si bien se emplazaba en un paraje elevado, tampoco era una cumbre. Ahora que lo conocemos ya descriptivamente sería de sumo interés tratar de emprender una investigación documental para aclarar cuándo se construyó, por qué se planificó y que iniciativas se siguieron en pos de su ejecución. Si esta tarea la creemos necesaria es porque estamos convencidos de que bajo su realización se esconden importantes aspectos socio-religiosos de Bieite, y a parte de la obtención de una cronología precisa, quizás podamos extrapolar información histórica de importancia para la comprensión de la sociedad gallega tradicional, para un momento histórico concreto. Porque en efecto, la sociedad gallega, por muy conservadora que fuese, en su seno formas y costumbres aparecieron, desaparecieron y evolucionaron a lo largo de los siglos, siendo hoy inaceptable el postulado inmovilista que inconscientemente desarrollaron los etnográfos antiguos.