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El municipio de Avión se enclava en las estribaciones de naciente de la Serra do Suido, importante cadena serrana cuyas altiplanicies superiores no descienden de los 700 m. sobre el nivel del mar, y la cual delimita las actuales provincias gallegas de Ourense y Pontevedra. Avión se localiza muy cerca de estos parajes, en una encajonada terraza emplazada en torno a los 400 m. de altitud, entre diversas líneas de serranías, y recorrida por el curso alto del Avia, y sus afluentes en este sector, el Valdeiras y el Folgoso. Por el E. tras salvar los ramales montuosos de Barroso, Abelenda, Balda y Lamas se cae sobre el valle del Avia, donde se encuentran Ribadavia, Beade y Leiro. El aspecto moderno de esta comarca está en buena medida desfigurado por la construcción del embalse de Albarellos. Como es normal en el poblamiento tradicional de las comarcas montañosas, aquí nunca la densidad demográfica fue alta, no sólo a causa de las difíciles condiciones climatológicas, sino también, por su evidente aislamiento geográfico, lejos de las grandes rutas de intercambios a lo que cabe añadir su ámbito de comarca gallega del interior.
La historia de Avión se conoce a grandes rasgos, a base de algunos datos dispersos. De su prehistoria tampoco es mucha la información disponible, pues salvo la solitaria mención al Monte do Castro, que se recoge un poco por todas partes, nada más hemos encontrado. Sí son mejor conocidos los testimonios arquitectónicos dejados por los pastores que utilizaban las cumbres del Suido. Son célebres, aunque no tan bien estudiados como se merecen, los chozos, construcciones edificadas por los pastores para guarecerse, caracterizadas por haber sido abovedadas, y que pueden aparecer integradas en verdaderos poblados. De todos modos, las cronologías medievales propuestas en ocasiones para tales obras probablemente necesiten una cierta corrección.
Para una más completa información sobre la geografía, la historia, los monumentos y las gentes de este municipio recomendamos la visita a las página web de inorde y a la del propio Ayuntamiento de Avión.
Recientemente nos hemos desplazado a este lugar para ver el Monte do Castro en Sn. Xusto de Avión (véase mapa - señalado con el nº 1), citado en algunos textos divulgativos, y al regresar hacia Ribadavia, tuvimos la fortuna de apreciar la existencia de otro enclave castreño en la aldea de O Castro, perteneciente a la parroquia de Sta. Baia de Barroso (véase mapa -señalado con el nº 2). No están muy distantes el uno del otro (véase foto 1), si bien, mientras el Monte do Castro se localiza sobre la terraza agrícola de Avión (véase foto 2), el de Barroso se relaciona con la vega de esta parroquia, separada por la profunda garganta fluvial donde confluyen los ríos citados más arriba.
Las coordenadas geográficas de ambos yacimientos son las siguientes:
Estas coordenadas geográficas fueron obtenidas del mapa publicado por el Servicio Geográfico del Ejército, correspondiente a la Hoja de Pontecaldelas 5-10 (186), con la escala 1:50.000.
Durante la visita realizada al Monte do Castro nos percatamos claramente de que estábamos ante un interesantísimo yacimiento arqueológico que merecía una divulgación más acorde con su importancia, esperando que su adecuada publicación se despierte la sensibilidad pública y se proyecte una excavación en regla.
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1. El Monte do Castro (Sn. Xusto de Avión).
El Monte do Castro es una alta prominencia rocosa alzada sobre la vega de Avión la cual domina visualmente desde su margen septentrional (véanse fotografías nº 2 y nº 3). Localmente también se conoce como Castro de San Vicente por encontrarse esta aldea a sus pies hacia el SO. A su cumbre se asciende por una excelente pista asfaltada que concluye en el mismo recinto, pudiéndose penetrar en su interior cómodamente con culaquier vehículo. Su altitud es de 621 m., alzándose sobre el valle de Avión alrededor de unos 200 m.
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La muralla. Toda esta parcela está ceñida por una muralla construida a base de tierra y cascotes (véase foto nº 5). Presenta dos discontinuidades: una en el tramo O., que debía servir de comunicación con el recinto inferior (véase foto nº 6); y otra en el lienzo S. por donde accede la citada carretera actual, y cuya antigüedad no es fácil determinar a partir de un simple examen visual.
La terraza superior es de tendencia aplanada, pero el carácter rocoso del sustrato del coto se aprecia en el afloramiento de numerosos batolitos que alcanzan cierto relieve hacia el SO. y el SE. En el centro de este área en una extensión que abarca completamente su eje E. - O. y con una anchura de unos 20 m. (véase plano 1; señalado con color verde claro) apreciamos la existencia de una superficie ligeramente más elevada que su entorno compuesta por la acumulación masiva de un compacto conglomerado de pequeños bloques surgiendo por entre la capa de humus. Sin lugar a dudas se trata de los derrumbes de las edificaciones castreñas. Pero en el extremo NO. de esta banda observamos la elevación de esta masa compacta, en al menos 1 m. más entre dos peñascos (señalada en el plano nº 1 con verde oscuro). A pesar de la presencia de estos peñascos naturales, esta plataforma es artificial, y en apariencia está integrada por cascotes y tierra. Sin una exploración arqueológica es muy difícil averiguar qué era este lugar. Pensar que se trata también de un derrumbe, obligaría a concebir una edificación posiblemente inédita e inusualmente muy alta para el urbanismo castreño. Si planteamos la presencia de una simple construcción castreña típica, nos llevaría a preguntarnos el por qué de su ubicación elevada en el centro del recinto.
El recinto inferior. Hacia el SO. de esta terraza superior se adosa otro sector de planta triangular a más bajo nivel, de unos 70 m. de longitud. Posee una superficie en plano inclinado y sumamente pedregosa. Hacia el S. la cierra una línea de muralla extendida desde la zona de llegada de la carretera en la terraza superior, hasta una agrupación de grandes peñascos en el SO. (véase foto nº 7). La composición de esta muralla, prácticamente es similar a la estudiada anteriormente (si bien de mucho menor relieve), pero en el punto de unión con los peñascos mencionados hemos podido examinar su base, no cubierta por derrumbes, comprobando que se trata de una excelente construcción de mampostería.
En el examen visual de este yacimiento hemos localizado diversos materiales cuya naturaleza nos remite a la protohistoria galaica. Se recogieron varios pequeños fragmentos cerámicos muy rodados, sin decoración, cuyas pastas y calidades son claramente castreñas. Además en la acumulación de piedras de la unidad elevada de la terraza central, hemos visto un trozo de un molino navicular que permanece in situ. Los fragmentos cerámicos identificados fueron encontrados todos sobre la línea misma de la muralla de la terraza superior. Este hecho nos sugiere para la construcción de la muralla un traslado de tierras y materiales del interior del recinto, lo cual remite a un poblamiento previo a la erección de dicha unidad defensiva, cuando menos parcial.
Este yacimiento se articula en dos planos perfectamente diferenciados, y dispuestos a distintas alturas (véase plano nº 1). Sus dimensiones máximas son aproximadamente 150 m. de longitud por 80 m. de anchura (ejes E.- O. y N. - S., respectivamente). La terraza superior es de planta elipsoidal, midiendo unos 80 x 80 m. (véase foto nº 4). En este sector cabe distinguir varios aspectos:
La entidad de esta muralla no es uniforme en todo su trazado. Alcanza una espectacular relevancia hacia el N., el O., el SO., y el SE. llegando a los 3 m. de altura respecto de la terraza superior, y los 5 m. sobre el recinto de poniente, y con una anchura en la base de unos 12 m. Sin embargo, hacia el E., su monumentalidad es mucho menor, resolviéndose con la mínima expresión. Lo más probable es que esta diversidad constructiva tenga que ver con la protección del recinto de las zonas desde donde un ataque podría ser más probable su realización. En efecto, hacia el E. la ladera desciende en pendiente rápida y muy larga hacia la vega, mientras que por los otros puntos el declive es mucho menor, y además, hacia esta zona fue donde se construyó el segundo recinto, lo cual exigía un adecuado aislamiento estratégico.
Como ya hemos indicado, esta muralla fue edificada a base de una mezcla de tierra y cascotes, pero hacia el recinto inferior hay abundantes piedras sueltas desperdigadas provenientes de este lienzo, lo cual, a falta de una excavación que aclare mejor este extremo, nos sugiere la existencia de algún tipo de mampostería.
Entre esta zona central y el tramo N. de la muralla se observan tres acumulaciones de cascotes y tierra de forma tumular, de unos 12 m. de diámetro por 1,10 m. de altura. Ya los furtivos dieron cuenta de su exploración abriendo amplias oquedades en su interior que alcanzan el suelo base. Estos saqueos pusieron al descubierto las paredes internas de construcciones circulares, sin aparente puerta de entrada (al menos en la unidad donde se pudo comprobar) construidas con mampostería típica de la época castreña gallega. El diámetro interior de la casa mejor conservada es de 4,1 m. Por lo tanto, estos tres amontonamientos son los derrumbes de respectivas construcciones circulares.
Sin lugar a dudas, se trata de un caso de conservación de un yacimiento arqueológico de la protohistoria galaica bastante atípico, pues lo normal suele ser que los restos de las construcciones estén enterrados, circunstancia que en este sitio no nos parece probable según se juzga a partir de las acumulaciones ya descritas, y el hecho de que estas tres últimas unidades estudiadas se encuentres aisladas y emergentes sobre su entorno. Posiblemente esta rareza deba su razón de ser en los fuertes y continuos vientos que azotan el elevado paraje, los cuales impedirian la formación de un suelo que ocultase los vestigios arqueológicos.
Aspecto más controvertido es la definición de su límite O. y N. Desde el conjunto de peñascos situados en el extremo SO. de la terraza, el margen de esta describe una línea curva que se dirige hacia el extremo NO. de la muralla del recinto superior, y después la rodea en todo su trazado septentrional, hasta concluir en el NO. del yacimiento. A lo largo de todo esta línea no consta ni el menor testimonio de la existencia de una muralla. Es más, el margen de la terraza se resuelve en un pequeño terraplen no superior a los 2-3 m. de altura respecto al plano de pendiente del terreno.
En este yacimiento se aprecia con absoluta seguridad que la terraza superior era una zona reservada para las viviendas de los ocupantes del castro. Sin embargo, más difícil es decantarse por establecer qué uso tenía el recinto inferior, al no disponerse de información arqueológica precisa. De todos modos, no parece que haya sido dotado de un eficaz sistema defensivo como en el sector elevado.
Asimismo, en el conjunto rocoso situado hacia el O. del recinto superior, hemos visto rudimentarios escalones tallados para facilitar el ascenso a su cima ya muy erosionados. En una de estas rocas consta una pila rectangular así como un cruciforme grabado con instrumento metálico.
Antes de dar por finalizada la descripción de este yacimiento, es interesante comentar que Cesáreo Rivera hablando de él señala la existencia en su recinto de una roca en la cual los vecinos veían la imagen de Sn. Salvador. A pesar de la exhaustiva búsqueda de este elemento, no hemos conseguido identificar nada que nos sugiriese tal atribución, ni tampoco, hemos tenido la oportunidad de encontrar a nadie que nos ayudase en este sentido.
2. El castro de Barroso
Este nuevo yacimiento se localiza en un pequeño coto de la aldea de Castro de la parroquia de Santa Baia de Barroso. La citada aldea se ubica junto al mismo promontorio rocoso (véase foto nº 1), el cual, dadas sus exiguas dimensiones apenas sobresale por encima de los tejados de las viviendas actuales.
El emplazamiento del sitio arqueológico es sumamente interesante. Ocupa una prominencia rocosa en el extremo N. de una vega agraria de aspecto triangular, asentada sobre una elevada chan (terreno aplanado) delimitada por las profundas gargantas de los ríos Folgoso y Valdeiras. En consecuencia, por el N. las características defensivas del lugar son inmejorables. Sin embargo, hacia el S. los problemas de prevención debían de ser mayores. El castro actualmente muestra importantes transformaciones, las cuales sin desfigurarlo completamente, le han afectado en cierto grado. Así por ejemplo, la construcción del barrio, materialmente inmediato al yacimiento, no nos permite concebir como se resolvería por esta zona la defensa del recinto. Asimismo, en su interior fueron instalados varios hórreos, y en la ladera de poniente, además de la erección de algunas construcciones, se habilitaron estrechos socalcos (terrazas) para cultivo.
El yacimiento fue construido en un coto de carácter rocoso alargado. Sus dimensiones máximas son 60 m. (eje E. - O.) por 40 m. de anchura (eje N. - S.). Su altura máxima sobre la vega del S. no excede los 20 m. en total.
En conjunto el yacimiento es de tendencia aplanada, pero se pueden indiviualizar diversos sectores. Así en el extremo E. Vemos una especie de acrópolis circular de unos 30 m. de diámetro, con abundantes afloramientos de rocas. Hacia el O. se extiende una terraza de unos 32 x 28 m. apenas a más bajo nivel. Hacia el N., ya claramente en un plano inferior, se extiende otra terraza en toda la longitud del yacimiento, prolongándose por el E. De la acrópolis. Esta unidad tiene una anchura máxima de unos 15 m.
A pesar de estar muy claras las diversas partes de un yacimiento de tipo castreño, no es fácil determinar la intensidad de las transformaciones que ha podido sufrir por el uso de los habitantes de la aldea. Desde luego, no nos ha sido posible identificar en superficie ni un solo fragmento cerámico, si bien, hacia el S. por el lugar de acceso, frente al hórreo allí levantado, hemos visto aflorar los restos de un murete.
En consecuencia, estamos ante un tipo de yacimiento arqueológico del tipo castro. Tema aparte es establecer una cronología viable a partir de los datos recogidos sobre el terreno sin haber practicado una excavación arqueológica. El monumento muestra semejanzas con yacimientos pertenecientes a la protohistoria galaica. Pero asimismo, no le faltan paralelos morfológicos con fortificaciones medievales a las que se las despojó de murallas y torres. A falta de una información arqueológica precisa, de la observación visual no se puede avanzar más.
Vigo, a 7 de Mayo del 2001
© Julio Fernández Pintos 2001