20

Unidades etnográficas en los Montes de Piñeiro (Covelo)

   Denominamos Montes de Piñeiro a una seire de elevaciones serranas situadas al NE. del término municipal de Covelo (Pontevedra), pertenecientes a la parroquia de Piñeiro, constituyendo en realidad un primer escalón en este sector de la Sierra del Suido - cuya mayor cota es el Faro de Avión (1.156 m.)-, y el cual cierra el valle medio del Tea por este sector NE (véase mapa).
   La parroquia de Piñeiro se distribuye en tres aldeas muy próximas (Oleiros, Areas e Igrexa), enclavadas en este ambiente ya puramente serrano, relacionadas con vegas agrícolas de reducidas dimensiones, y en líneas generales, mejoradas históricamente gracias a la construcción de aterrazamientos para regularización del terrazgo. Estas aldeas se emplazan entre los 390 y 460 m. de altitud sobre el nivel del mar. Las unidades serranas que vamos a examinar se extienden al N. de esta parroquia. Los montes más inmediatos a estas aldeas están delimitadas por dos arroyos: al E. discurre el Río de Piñeiro, y al O. el Río de Portamarcos, los cuales descienden de estas sierras.
   Inmediatamente al N. de Areas se encuentra el Coto Grande (664 m.), y a continuación Os Penouzos (746 m.). El terreno sigue ascendiendo hasta el Vídoas (906 m.), y el Alto dos Vidueiros (944 m.). En esta ocasión nos vamos a ocupar únicamente de las dos primeras unidades ahora mencionadas.
    El poblamiento de esta localidad es ya antiguo, como lo demuestra la existencia de un poblado fortificado, el cual según algunos autores pertenece a la Edad del Hierro. Pero aparte de esta noticia nada más sabemos de épocas otras épocas históricas más o menos alejadas. Es más, de un inicial examen de la toponimia recogida en los mapas geográficos no hemos podido identificar nada que nos permitiera vislumbrar ni la más mínima hipótesis de trabajo, si exceptuamos el ya mencionado enclave castreño. Incluso, en las observaciones realizadas sobre el terreno en las serranías aludidas, si bien nos encontramos con parajes muy interesantes desde el punto de vista de la práctica de actividades pastoriles (véase imagen), tampoco hemos podido apreciar la existencia de monumentos megalíticos o estaciones de grabados rupestres, si bien de todos modos, no era éste el objeto del presente trabajo.

1. Las cruces de piedra.

   Nuestra incursión en esta serranía la realizamos desde la carretera comarcal procedente de Berducido, la cual comunica con Maceira (C-531), concretamente desde la vagoada existente entre Os Penouzos y Coto Grande, trepando por la falda del primer coto.
   A medida que íbamos ganando altura comenzamos a divisar cruces de piedra hincadas en lo alto de prominencias rocosas. Era cusioso observar, como éstas surgían inesperadamente, recortándose en la línea del horizonte, configurándose lentamente a medida que al ir subiendo nos acercábamos a ellas. Como acabamos de mencionar, el hallazgo de estas cruces fue inesperado, pues desde lejos no son perceptibles al quedar ocultas por los accidentes del terreno. Es más, no eran todas visibles a la vez desde un mismo punto. Al ir circulando por la ladera y las terrazas de la serranía, surgían y desparecían, según la posición topográfica ocupada por el visitante. Primero identificamos una en el Coto Grande (véase mapa), la cual nose localizaba en alguno de sus puntos más elevados, sino más bien en un batolito intermedio. Continuando con la ascensión pudimos localizar otra, instalada también sobre un aparente coto rocoso, que en realidad no era más que un escalón, cuando la conseguimos ver mejor desde más arriba (cruz nº 2). Y ya una vez alcanzada la planicie superior del Penouzos, comprobamos a lo lejos la existencia de otra, a su vez hincada sobre un peñasco que coronaba una elevación rocosa(cruz nº 3) destacando desde muy lejos.
   En conjunto se trata de cruces de piedra con una altura no superior a los 150 cms. La última mencionada, que hemos tenido oportunidad de estudiar detenidamente, está alojada en un orificio practicado en lo alto del peñasco superior del coto. No ofrece inscripción alguna, pero tal vez no sea excesivamente muy antigua, pues aun estando en un lugar muy expuesto, no presenta una especial erosión.

   De momento, nada concreto podemos decir acerca del significado cultural de estas cruces. Cruces como éstas, enclavadas en lugares lejanos de los núcleos de población, se relacionan popularmente con lugares donde acaecieron hechos luctuosos, bien sea la muerte violenta o inopinada de alguna persona, bien porque allí fue encontrado alguien muerto a pesar de que ambas posibilidades son idénticas, implican en su formulación una doble matización que debe ser tenida en cuenta). No obstante, estas cruces de Piñeiro muestran una clara peculiaridad en lo relativo a los sitios donde fueron erguidos: es bastante artificioso pensar que ciertos ancestros fueran a encontrar la muerte siempre en cotos elevados. Tras examinar detenidadmente la tipología de los emplazamientos, hemos llegado a la conclusión de que sus promotores eligieron puntos de amplia visibilidad. En este sentido es de señalar el hallazgo de un orificio de forma cuadrangular practicado en una roca de la cumbre de un outeiro situado al SE. de Piñeiro. Actualmente no se conserva aquí ningún rastro de una cruz, pero el tipo de agujero es igual a los que alojan otras cruces (véanse las imágenes de su situación en el entorno y del coto), por lo que opinamos que muy probablemente, antaño, aquí también hubo una cruz presidendo el contorno del paraje.
    La cuestión estriba en determinar qué tipo de perspectiva se pretendía dominar desde los enclaves de estas cruces. Hemos ya comentado que algunas dominan amplios espacios del interior de la serranía, pero no todo su conjunto, a causa de la tortuosa topografía del medio. Sin embargo, no es muy difícil apreciar que desde donde se sitúan, sí hay una amplia panorámica sobre las aldeas de Piñeiro (obsérvese la fotografía de la cruz nº. 2). Es quizás, por esta razón, que nos pareció apreciar cierta disposición periférica en los enclaves elegidos para levantarlas, es decir, sobre los cotos, a cuyos pies, o desde ellos, se contempla una inmejorable vista de los núcleos de población y los campos de cultivo.
   Esta clase de localización topográfica nos recuerda mucho a uno de los conjuntos de las cruces de la Iglesia de Mourentán (Crecente). Como estudiamos en este artículo, estas cruces tambiénfueron instaladas en un lugar elevado, desde donde se dominaba un valle agrícola. En esta localidad de Arbo, la única tradición recordada por los vecinos, y referida a estas cruces, aludía a una procesión con origen cuyo destino era ascender hasta donde estaban, para desde allí bendecir los campos. El problema es cómo extrapolar o adecuar esta norma a las cruces de Pinheiro, pues lo único que las emparenta con las de Mourentán es la ubicación en el terreno.
   De momento, quizás sea mejor no especular más acerca de ellas, mientras no se estudien otros casos similares, y no se disponga de información documental, histórica o etnográfica más fiable.

2. La Chouza de Penouzos.

   El coto llamado de Penouzos, es en su parte superior una amplia explanada abundantemente rocosa, otorgándole su carcaterística una serie de grandes peñascos, a veces sobresalientes del suelo hasta 3 m., que adoptan una multiplicidad de formas (véase fotografía). En muchos de estos altos peñascos se oculta el ganado resguardándose del sol en el verano. Incluso hemos podido ver diversos refugios a modo de abrigos donde sin duda se guarecieron pastores, cazadores, o simples visitantes de la zona.
   La llamada Choza de Penouzos (véase fotografía) se encuentra en el borde septentrional de esta superficie, dominando una amplia vaguada alargada conocida con el nombre de Chan da Gargantudiña, caracterizada por estar completamente exenta de roquedos, constituyendo un excelente pastizal.
   La choza en cuestión es una construcción rectangular de 4,10 m. de largo por 3,30 m. de anchura. Dispone de gruesas paredes, de hasta 70 cms. levantadas por acumulacion de piedras sin utilización de ningún tipo de argamasa, aprovechando para ser asentada un gran peñasco allí existente. Cuenta con una puerta de acceso hacia el N., cara a la vagoada citada, de 65 cms. de ancho por 1,36 cm. de alto, así como un pequeño ventanuco en la misma pared de 27 x 18 cms. Actualmente se encuentra en estado ruinoso, pero alcanzaba una altura de 2,2 m. La techumbre estaba compuesta de largas y no muy espesas lajas, y parece que era a dos aguas. Es de señalar, que en la construcción de esta techumbre en algunos sectores se aplicó la técnica de la aproximación de hiladas de piedras para reducir el espacio superior que debía ser cubierto. Esta cabaña contó algún día con una puerta de madera, tal como se deduce de la existencia en un machón de orificios donde se alojaban los pernios.
   Sin lugar a dudas, se debe tratar de una choza donde encontraban refugio los pastores que a aquella zona acudían. Según un mapa de los utilizados, en la misma serranía no muy lejos de ésta, aún existen varias cabañas más, una de ellas con el nombre de Chouza de Chambeira. Sin embargo, el lugar donde se sitúa en el dicho mapa, en el fondo de una acusada garganta por donde desciende el Río de Piñeiro, no es una localización viable para el cometido señalado, ni tampoco la hemos podido hallar en el lugar señalado en la hoja cartográfica. Por lo tanto, o bien se trata de un error, o bien su emplazamiento debe ser otro.
   Esta construcción documenta perfectamente lo dicho en otro lugar (véase el artículo dedicado al aprisco del Outerio Vello), en el sentido de lo elemental, pero asimismo, funcional de estas edificaciones de pastores. En la Chouza de Penouzos es de destacar la concepción de la techumbre, constituida a base de lajas graníticas. La elección de este material para la composición de la cubierta tiene mucho que ver con las extremadas condiciones climáticas que debe soportar el tugurio durante los inviernos, pues se emplaza en un paraje abierto donde los vientos son muy fuertes. Hemos podido observar asimismo, que la cabaña, no sólo cumple la misión de refugio de pastores, sino que asimismo, según se deduce de su situación, desde allí se puede controlar los desplazamientos de los rebaños, y así evitar que descendiesen por la boca de la vagoada, abandonando la planicie de la sierra, y en consecuencia, dispersándose, y siendo difícil de recuperarlos.


Vigo, a 28 de Febrero del 2001    

[PÁGINA PRINCIPAL]

[ÍNDICE DE ARCHIVOS]

Índice temático
[CRUCES]

Índice temático
[PASTORES]