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Los panteones de Antas, Valongo, Lantaño y Lois



En los atrios de las parroquias pontevedresas de Antas (A Lama), Valongo (Cotobade), Lantaño (Portas) y Lois (Ribadumia) podemos contemplar un tipo de panteón familiar caracterizado por responder a un mismo esquema arquitectónico, que por ser idéntico en los cuatro casos nos permite una descripción común para los cuatro casos:

En esencia los cuatro panteones se alzan sobre un doble zócalo el cual da paso a un cuerpo de dos nichos superpuestos de carga frontal, decorado en las esquinas bien con columnillas de capitel compuesto, bien con pilastras (Valongo), rematando esta unidad por su parte superior en una prominente cornisa. Sobre esta unidad se dispuso un gran féretro péteo coronado por una especie de frontón en cuyo vértice, sobre una bola se yergue una pequeña cruz refulgente. El sarcófago está apoyado en cuatro bolas y rodeado en las esquinas por respectivos pináculos piramidales. En el panteón de Valongo, sobre el féretro hay un cráneo acompañado de dos tibias cruzadas. La altura de estos panteones alcanza los 3,5 m.

El panteón de Antas se encuentra arrimado al testero de la capilla mayor de la iglesia parroquial. Podría pensarse que esta ubicación es muy discreta, pues ciertamente la entrada principal al atrio está en el otro extremo, frente a la puerta de la iglesia. Pero el muro del atrio dispone de otro acceso secundario precisamente enfrente del panteón, que probablemente era asimismo muy utilizado, si no el más usado. En el frontal del ataud hay una inscripción en siete líneas, de las cuales, sólamente hemos podido leer las tres últimas donde se dice: 1873 / MTO. / J. CERVIÑO. La tradición oral de la comarca recuerda que este monumento fue levantado por el cantero de Aguasantas (Cotobade) José Cerviño García. Es una lástima que no hayamos alcanzado a averiguar que fue escrito en las cuatro líneas precedentes a las referidas, pero la información que nos suministran estas últimas es de una importancia vital para nuestros propósitos. Más abajo hablaremos de este José Cerviño.

El panteón de Valongo es propiedad actual de Dª. Celia Muiños. Se localiza ante la puerta principal de la Iglesia, en el extremo del atrio. Cuando el visitante se acerca a la iglesia subiendo por la carretera proveniente de Aguasantas, distante del atrio sobre un centenar de metros, allá a lo lejos, ante la iglesia, destaca con mucha elocuencia el panteón. No dispone de inscripciones conmemorativas, remontándose la inhumación más antigua a 1901. En efecto, por el grado de conservación es datable a fines del siglo XIX, si bien, más precisiones cronológicas son aventuradas por el momento. Acerca de este monumento contamos con algunas informaciones provenientes de la tradición oral de la parroquia. Parece ser que fue encargado por D. José Caramés, del que se dice que era cirujano (médico). Le había costado su confección 3.000 rs., o lo que es lo mismo, 750 pts. de entonces, y según se cuenta, había muerto unos veinte años después de quedar concluído. Si esta información es cierta, quizás el panteón haya sido construído hacia 1880, lo cual, a falta de otros datos, es viable. Asimismo, se refiere insistentemente que el cantero ocupado en su ejecución había sido el ya citado José Cerviño García.

El panteón de Lantaño se encuentra en una esquina del atrio de la iglesia parroquial, junto a la entrada del recinto, al cual se llega tras ascender una larga escalinata. No consta acerca de esta obra ni inscripciones, ni otros datos cronológicos. Sí nos informaron algunos vecinos, su pertenencia a la familia Patiño, los cuales tenían su residencia en el pazo de Cartín.

Poco podemos decir del panteón de Lois a causa de estar éste embutido entre otros panteones más recientes, con lo que no nos fue posible realizar un mejor examen. Desde luego, morfológicamente es muy semejante a los ya descritos.

En conclusión, estamos ante cuatro panteones que responden estrictamente al mismo esquema arquitectónico. El de Antas fue construído por José Cerviño García. La tradición oral también atribuye la autoría del de Valongo a este mismo cantero. Respecto al de Lantaño, ya vimos que prácticamente es una copia del de Antas por lo que no sería extraño que también le cupiese a José Cerviño su paternidad artística. Cronológicamente sólo se puede datar con precisión el de Antas (1873) gracias a la inscripción conservada, pero de los otros tres no es mucho lo que se puede avanzar. Desde luego, estilísticamente son encuadrables en la octava y novena décadas del siglo XIX, tal como se aprecia en ciertos paralelos bien datados y de los que nos ocuparemos en futuros artículos.

Podría parecer que en este tipo de panteón apenas hay concesiones a la decoración; se diría que hay un predominio de la estructura arquitectónica del monumento. Pero este planteamiento es muy relativo. Si los comparamos con los túmulos estudiados con anterioridad de Forzáns (Pontecaldelas) y de Anceu (Pontecaldelas), lo primero que salta a la vista es la ausencia de aplicaciones plásticas. Pero esta observación es más aparente que real, pues la presencia de ese enorme ataud pétreo coronando el monumento y reforzando contundentemente el caracter funerario del monumento, por no ser funcional, evidentemente es decorativo. Adornos son también los pináculos, cuyo empleo nos remite a la persistencia y favor que tuvo en el arte popular gallego este elemento barroco, los cuales no faltan en hórreos, iglesias, capillas, entradas de casas, etc. Aunque es un recurso muy utilizado por el romanticismo decimonónico, probablemente debió llamar mucho la atención del pueblo la instalación del féretro de piedra sobre las bolas, situadas al borde de una pequeña plataforma. La imagen de inestabilidad emanada de la observación de este elemento es evidente, y desde luego anecdóticamente curiosa. Sea como fuere, la severidad de las líneas, y la escasa concesión al empleo de decoración escultórica le otorga a este tipo de panteón un carácter funerario muy marcado. Es cierto que este aspecto funerario tampoco está disimulado en los panteones de Forzáns o de Anceu, pero en éstos, el empleo de figuraciones escultórica y relivarias matiza esta percepción, si bien sin anularla. Por lo demás, estos panteones están en la línea estética del de Forzáns, si bien en los que ahora nos ocupa, quizás por ser menos voluminosos, son también más esbeltos. Además, el tipo de ataud está estéticamente más logrado que el de Forzáns.

Como se ha podido comprobar con el análisis precedente, estos panteones o son obra directa, o bien pertenecen al círculo del cantero José Cerviño García. Este personaje, nacido en Aguasantas en 1843 y fallecido en la misma localidad en 1922 es el artista popular cumbre, no solamente de su época, sino mejor, de toda la historia de la cantería galaica. No es este el momento de profundizar en su vida y obra, pues tenemos en preparación un trabajo monográfico sobre él que verá la luz en próximas fechas. En efecto es necesario primero ir presentando sus creaciones artísticas para podernos familiarizar con su universo estético. Además, dado que salvo en el caso del panteón de Antas y el de Aguasantas, nunca firmaba sus producciones, sólamente tras un detenido análisis artístico es posible ir identificándolas, y separándolas de las de otros canteros contemporáneos.



La Laguna, a 16 de Mayo del 2002        



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© Julio Fernández Pintos, 2002